Demasiado tarde - por novel_madriles

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. En el caso de Nick esta afirmación era cierta, aunque se dio cuenta muy tarde.

Nunca fue un chico con suerte, ni siquiera cuando le querían ayudar. En el colegio le pusieron un profesor de apoyo pero éste, siempre borracho, sólo le enseñó los vicios de la calle. En el baile de graduación no llegó a bailar con Sally, la chica de sus sueños; cuando se lo pidió, le contestó con desprecio que ya había bailado con él y le había aplastado los pies.
Después no tuvo necesidad de seguir estudiando ni de buscar un trabajo, éste le encontró a él; un día, al salir de casa, los chicos de Jack le estaban esperando. Le sacudieron a conciencia, por una deuda de juego que siempre negó, y decidió unirse a ellos para no recibir más palizas. Empezó a escalar en la organización; de simple correo ascendió a soldado raso y llegó a ser la mano ejecutora de Jack.

Pero la suerte nunca llegó a ser su novia, ni siquiera su amante; seguía oliendo a desgracia a varias leguas de distancia. Por eso, cuando aquella chica de esquina fija, que le consolaba y vaciaba la cartera todos los jueves, le dijo entre esputos sanguinolentos, que todos tenían un doble en alguna parte pero que el suyo lo había perdido antes de nacer, Nick quedó pensativo. Cuando enterraron a la prostituta, consumida por la tuberculosis, sus palabras resonaron en el cerebro de Nick hasta que lo entendió: tenía un doble, y le estaba robando su vida.

Todo el misterio de lo ocurrido los últimos días se desveló. Jack le había ordenado liquidar a dos comerciantes morosos, que después de un par de palizas y locales destrozados seguían sin pagar su cuota de protección. Estos trabajos le gustaba hacerlos solo, en la intimidad, por respeto a las víctimas. Pero al llegar, alguien se le había adelantado, ya estaban muertos. ¡Los había asesinado su doble!
Nick se dio en cuerpo y alma a la caza del doble, recurrió a todos sus contactos, sus hombres, y nada. Apenas dormía y cuando lo hacía, la misma pesadilla terminaba despertándole, sudoroso, revolver en mano, intentando descubrirle.
Estuvo así diez días, consumiéndose por la desesperación y la frustración, su doble no aparecía. Hasta Jack le preguntó si estaba bien, y le recomendó relajarse unos días. Pero antes debía arreglar un asunto, algo necesario. Uno de los correos de la banda se estaba quedando con parte del dinero. No servía una simpe paliza, quería mucho más; no podía dar señales de debilidad. Además, como llevaba tiempo robándole, exigió que terminase con él esa misma noche. El ladrón era una persona de costumbres fijas, todas las noches se recogía a la misma hora, después de entregar su recaudación. Nick asintió, sabiendo que no podía fallar. Una petición de su jefe con esa urgencia significaba mucho. Jack siempre le dejaba planificarse sus encargos con tranquilidad, pero aquel era diferente.

Nick esperó esa noche taciturno en su auto. Cuando llegó la víctima, vigiló unos minutos el exterior. Sin nadie en los alrededores, se bajó del auto y entró en el edificio de apartamentos. Subió los cinco pisos tranquilamente por las escaleras, controlando su respiración, y llegó a la puerta del correo. Acercó su oído y escuchó. Una pequeña sonrisa apareció en su cara, tan oscura y sombría como esa noche. Abrió la puerta con una ganzúa y entró sigilosamente. El ruido de la ducha del baño inundaba todo el apartamento. Desenfundó el arma y se acercó hasta allí. La puerta estaba abierta y se veía mal, entre tinieblas, por el vaho de la ducha caliente. En ese momento se abrió la cortinilla de ésta y un hombre desnudo le descubrió. Nick quedó paralizado, boquiabierto, como si hubiese visto un fantasma, mientras el otro comenzó a rebuscar entre la ropa que había cerca. Pero Nick se repuso, y mientras el otro desenfundaba un revolver, apuntó y…

Se escucharon unos disparos, un gemido y el sonido pesado de un cuerpo desplomándose. Nick había muerto, había fallado, su doble no.

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte. En el caso de Nick esta afirmación era cierta, aunque se dio cuenta muy tarde.