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NO ES ASUNTO FÁCIL - por OtiliaR.
Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte a nuestro servicio, esperando una ranura temporal para contactar y darnos información, tomada luego como simple intuición.
Conocía los escritos de Dostoievski y Cortázar sobre “El doble fantasmagórico”, pero ignoraba la existencia del doble como otra naturaleza de mi yo, el humano que domina mis bajos impulsos. Mi Dr. Jekyll.
Estaba en el lugar donde él había sido feliz, paseando por el abrupto acantilado que se asoma al Cantábrico, cerca de casa. Pensé que esto me ayudaría a decidir, si seguía luchando para salvar a ese doble, un ser capaz de plantar cara a las adversidades, o ponía fin al señor Hyde que en cualquiera de las tres realidades simultaneas: pasado, presente y futuro, me había infligido aberraciones capaces de vencer al yo ético, consiguiendo un ser desgraciado.
Hacía unas horas que el abogado que tramitó la separación con María y único amigo, me había comunicado:
—Urko, lo siento, recurriremos, pero la sentencia te obliga a abandonar el caserío; según la ley, ya no te pertenece.
De pronto, no tenía donde ir. ¡Pobre niño bien! Había crecido en un ambiente confortable, estudiado en los Jesuitas, luego en la Universidad de Deusto, codeándose con los jóvenes de la buena sociedad bilbaína. Un futuro brillante abandonado para alcanzar el sueño. Ser medallista olímpico.
Creció rodeado de caballos, ese era el negocio de los padres, la cría equina. Tenía nueve años cuando les contó la meta a lograr. No le importaron las horas de entrenamiento, los sacrificios, la soledad. Tampoco le amilanaron las noches pasadas con el cuerpo magullado, ni las lágrimas de rabia por no haber llegado al objetivo marcado.
Siguió con voluntad férrea, y a los veinticuatro años, en sus primeros Juegos Olímpicos, ganó una medalla de bronce.
En las segundas olimpiadas que participó, conoció a su mujer, una de las muchas fotógrafas del evento. María se enamoró del hombre solitario y competitivo, a él le gustó el modo en que le habló de su trabajo, de la vida y se dejó querer.
Urko se llevó a casa a María y dos medallas de plata, nada comparable al triunfo de los siguientes Juegos. El hijo al nacer no trajo un pan bajo el brazo, sino la ansiada medalla de oro.
Fueron años felices, pero enseguida se dieron cuenta que vivir nunca fue un asunto fácil. Al jinete olímpico le diagnosticaron un glaucoma, la pérdida de visión sería lenta pero progresiva. Se veía obligado a abandonar el que hasta ahora había sido su mundo.
María estuvo al lado del hombre derrotado, apoyándole:
—Tenemos el negocio de los padres, una cuenta solvente y mi trabajo. La amargura, con nuestro cariño y tiempo, desaparecerá.
Mi Dr.Jekyll había sido convencido por el antídoto del amor, yo no. No podía aceptar ser gente corriente con una vida anodina. Necesitaba las luces, los podios, la competición, en definitiva el éxito.
¡Maldita enfermedad!, ¿por qué me había tocado a mí? Nadie contestó y decidí saltarme todas las normas sin importarme el dolor de los demás. Pasaba días enteros fuera de casa gastando a manos llenas en grandes orgías, rodeándome de individuos de baja calaña. Eran violentos, provocaban camorras, ganábamos las peleas y disfrutaba con ello.
Fui violento y cobarde con los que más me querían: los eché de casa.
Inmerso en el ambiente de juergas, alcohol y drogas, no me di cuenta de la pérdida, enseguida tuve mi hogar lleno de “mujeres de vida fácil”.
Cuando la situación se hizo insostenible, perdido el negocio, gastado todo el dinero, lleno de deudas con matones peligrosos, decidí vender las medallas. Al tenerlas en mis manos, se abrió una grieta en el corazón de granito y apareció el Urko honrado, familiar:
—Has robado a mi hijo, padre, herencia y todo el patrimonio, dilapidándolo; déjale por lo menos los trofeos como constancia de la única parte buena de su progenitor.
No hice caso, después de vender las medallas hipoteque el caserío, donde estuve viviendo hasta que los acreedores perdieron la paciencia.
Como no me importaba la vida, me la dejaron.
El Cantábrico estaba furioso, las olas al romper en las rocas me llamaban. Iba a saltar cuando oí su voz:
—¡Urko, no lo hagas!
Al volverme vi la imagen borrosa de María.
—El abogado ha llamado, recurriremos, alegaremos tu situación mental…—decía, mientras se acercaba.
No pude silenciar al yo victorioso:
—Perdóname, te quiero—dije rompiendo a llorar.
—Ven, nuestro hijo espera, ahí tienes una importante competición por ganar: hacer que crezca feliz.
Comentarios (10):
SBMontero
17/11/2016 a las 17:53
Me ha gustado. Es una historia sencilla y limpia en un contexto igual de sencillo y limpio, pero creo que hay un pequeño problema con el uso del narrador. Entiendo por qué se hace, pero hay momentos en que es un poco farragoso y no sé muy bien si de verdad es necesario.
Repito, por lo demás felicidades.
Un saludo.
Isan
18/11/2016 a las 00:10
Hola Otilia:
Me ha gustado el comienzo con la procedencia de la intuición.
Esto del cambio de narrador entre él y su alter ego me ha despistado un poco al principio. Has cumplido el reto pero no he visto claro que el narrador fuera el antagonista. Al final he recompuesto, creo que bien, la idea del relato.
Has mostrado un conflicto muy típico en mucha gente que alcanza sus metas y por causas diversas no las sabe administrar adecuadamente.
La frase “Como no me importaba la vida, me la dejaron.” No la entiendo bien, creo que le falta algo.
Me ha sorprendido que, en el instante del suicidio, aparece María y le salva con la solución del recurso ¿Qué le ha movido a María a cambiar de opinión y apoyar a Urko en el último momento después de dejarle sin nada, de despreciarla, de olvidarse de su hijo y de tener un ex con un problemón en su cabeza? ¿Tan grande es el amor?
Únicamente te voy a anotar una minucia que yo cambiaría. En la frase: “Hacía unas horas que el abogado que tramitó la separación con María y único amigo, me había comunicado:” pondría y único amigo inmediatamente después de abogado ya que es una característica de él.
Bueno, has tenido la habilidad de mostrar un desdoblamiento de la personalidad con final feliz, de momento, porque a saber si no despierta a la bestia. Aunque parece que así será porque parece que la narración es en pasado por como empieza y por la transcripción de la conversación final de su esposa.
Me ha parecido un buen relato, me ha gustado a pesar de que en algún momento lo he visto poco claro.
Hasta la próxima.
Ane
18/11/2016 a las 18:45
Hola Otilia:
Me ha parecido un buen relato con una historia muy común en nuestros días. Me gusta como reflejas lo que siente cada uno, el Dr.Jekyll y Mr. Hyde.
Si acaso y como dicen en los comentarios de arriba, hay un poco de despiste en cuanto al narrador.
Seguiremos escribiendo. Saludos.
Otilia
18/11/2016 a las 19:52
Hola Ane,
Gracias por tu comentario, como dices seguiremos escribiendo y aprendiendo.
Un saludo
Isabella Corella
20/11/2016 a las 02:22
Hola, Otilia.
Me gustó la originalidad del relato, y como lograste contar bien lo que había sido la vida de Urko en un espacio tan corto. Logré sentir empatía con el personaje.
También me confundió un poco el uso del narrador, pero no es tan grave.
Saludos!
beba
20/11/2016 a las 03:40
Hola, Otilia: Ante todo, agradezco tu visita y amable comentario.
Tu cuento despliega elegancia y expresividad. Manejas una fuerte tensión dramática sin que caiga en ningún momento.
Me pareció hermoso, emotivo; lograste un ritmo adecuado.
Felicitaciones.
Otilia
21/11/2016 a las 10:57
Hola Beba,
Gracias por tu agradable comentario.
Nos leemos. Saludos
e
23/11/2016 a las 20:05
Hola Otilia.
Ante todo, agradecerte tu amable visita a mi relato.
La historia en general me gusta mucho. Ya has leído mi relato, así que sabrás que me encantan esos personajes de doble personalidad, esas personas con ese trastorno disociativo de la identidad, sobre todo cuando esconden su lado oscuro. No hay mejor ejemplo en la literatura que “El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde”, donde esa personalidad oscura y perversa se llama Mr. Hyde.
Por eso, cuando he empezado a leer tu texto, me he quedado un poco descolocada.
Te han comentado los anteriores compañeros de un cambio en el narrador, pero yo creo que no existe ese cambio. Entiendo que toda la historia la cuenta Mr. Hyde, pues habla en primera persona cuando cuenta sus desgracias ( a las que llega por su actitud poco amable, típicas del Mr. Hyde. Si voy equivocada me gustaría que me rectificases, porque si no, es que no he entendido muy bien tu historia).
Como te he dicho antes, me he quedado descolocada y es justo por la descripción que hace Mr. Hyde de su otro yo, Dr. Jekyll cuando dice: “ignoraba la existencia del doble como otra naturaleza de mi yo, el humano que domina mis bajos impulsos. Mi Dr. Jekyll.” Precisamente, yo no describiría a Dr. Jekyll como un humano que domina los bajos impulsos, si no todo lo contrario: es el científico, el racional, el más calmado. A no ser que, justamente para Hyde sea ese “Pepito Grillo” que no le apetece escuchar, y por eso lo califique de esta manera.
Llegados a este punto, tengo que decirte que la ortografía es impecable, menos un desliz en “hipotequé”, que lleva acento. La lectura fluye con facilidad, gracias a la excelente narrativa. Bien puntuada y los diálogos muy naturales.
Sin duda es un trabajo estupendo, pero…¿cómo se te ocurre ese final, señora mía? ¿Cómo puede esa mujer perdonar semejante comportamiento? Desde luego mi opinión en este asunto es tan mala como cualquier otro y, es tu historia, por supuesto.
Yo, después de esta frase: “El Cantábrico estaba furioso, las olas al romper en las rocas me llamaban. Iba a saltar cuando oí su voz:” hubiese cambiado todo el final. Esa voz que le llamaba podía ser Dr. Jekyll que, siendo más juicioso y moralista, podría haberle convencido de que, seguramente, su destino iba a cambiar, haciendo alusión a esa “intuición” que has nombrado al principio del relato y que se perdió en el camino.
Me alegro mucho de haber pasado por aquí.
Un gran trabajo, sin duda.
Un saludo.
Otilia
24/11/2016 a las 15:50
Gracias Earendil, por leer, por el tiempo para comentar y por los elogios.
No estás equivocada, el narrador en primera persona es Mr. Hyde. Quise que él fuera el antagonista del yo ético,Dr. Jekyll, y le pusiera los obstáculos para que no viviera tranquilo y feliz.
Tu final me parece estupendo, el yo victorioso al final es el Dr.Jekyll, pero a mi me salió la mujer enamorada,jajja.
Nos leemos. Un abrazo.
María Esther
28/11/2016 a las 01:20
Gracias Otilia por pasarte por mi relato.
He leído el tuyo y concuerdo con los compañeros, en cuanto a la forma
El contenido creo que está bien logrado, en cuanto al doble,y a todo el desarrollo de la historia. No lo veo muy claro al narrador. El final me gustó,fue la nota de sorpresa,humana y salvadora.
Felicidades y nos seguimos leyendo.