Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Yamawa - por Abiel

Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte, algunos lo llegan a conocer y otros ni siquiera están cerca de cruzar sus caminos, yo nunca pensé encontrar alguna vez a un doble, hasta que me di cuenta de su existencia, ese alguien tan parecido y tan diferente a mi mismo como si él fuera yo, como si yo fuera el. Hasta tardé un tiempo en darme cuenta que éramos dos personas diferentes cada quien con sus manías cada quien con sus gustos. Al principio me costó adaptarme a la idea, en los días del instituto solía ver como paseaba por ahí, siempre riendo, siempre acompañado de las mejores chicas, era tan popular que no faltaba nadie quien matara por compartir un solo segundo de su tiempo. Así es, el famoso Kito un tipo galán de ojos caídos y lengua suelta que lo mismo conquistaba las más hermosas chicas que a los capitanes del equipo de futbol, podría decirse que hasta la profesora estaba perdidamente enamorada de el.
Yo lo analizaba por las noches, después de mis estudios pensaba en cómo alguien podría ser tan despreocupado e indiferente y a la vez tener las mejores calificaciones casi en cualquier curso que tomáramos, un día me planté frente a el para recomendarle que se dejara de tanta vida social, que eso no le iba traer nada bueno, llegaría el momento que alguien lo metiera a los vicios o algo peor, pero el parecía no escucharme me decía: —Yamawa, tu te quedas a estudiar que es lo tuyo, a mi déjame que me divierta por los dos.— Yamawa, así me llamaba el, por mi apellido para diferenciarnos, a su vez, yo lo llamaba por su apodo de niño Kito, con el tiempo todo mundo terminó por llamarle igual. Yo prácticamente salía de la residencia solo para tomar mis clases donde me mostraba en mi máximo esplendor y ahí, los maestros me llamaban por mi apellido así que, nos identificamos muy bien.
Al término de las clases inmediatamente yo desaparecía, me obsesionaba con mejorar mis notas, con salir lo más alto en los exámenes pero Kito no pensaba igual, de alguna manera a el no le importaban las calificaciones y sin asomo de alguna preocupación, se pasaba la tarde en distracciones, todas las tardes entrenaba con el equipo de soccer, los juegos eran los miércoles por la noche, tres días a la semana ensayaba en el grupo de teatro y de ahí se pasaba horas ensayando con su banda, en ocasiones solo llegaba por las mañanas a darse un baño y de nuevo a clases. Nunca entendí por qué, pero para mi era frustrante, tal vez fue en esa misma época cuando le empecé a odiar. Me molestaba su vida perfecta, su galantería, su despilfarro del tiempo, pero más me molestaban sus notas perfectas, comenzó a seguir cada paso que daba y no encontraba forma de entender como era capaz de tener semejante vida, y yo quería salir de mí mismo pero nunca fui capaz, jamás podría llevar una vida tan despreocupada.
Nos graduamos con honores, todo el mundo le felicitaba, siempre fue el centro de atención, le abrazaban, le estrechaban la mano y ¿cómo reaccionaba? el solo hacía un gesto ambiguo, ¡como se atreve! el muy descarado hacía como si nada hubiera sido tan difícil, mientras que para mí, cada nota perfecta me había costado lágrimas de sangre y desvelos sin fin, el ahí estaba bajo los reflectores y yo sumergido en la oscuridad profunda sin que nadie notara mi presencia, no se cómo pude ser capaz de aguantar tantos años.
Cuando empecé mi primer trabajo pensé que por fin lograría olvidarlo, eliminarlo para siempre de mi existencia, pero no fue así, el siempre estuvo ahí con esa sonrisa tan carismática que a todos conquistaba sin el menor esfuerzo, con el paso del tiempo mi frustración fue cada vez peor, empecé a idear formas de acabar con el y en todas fracasé, así que tenía que dar el siguiente paso, intentar con algo más, digamos, definitivo, coloqué narcóticos en su bebida pero solo conseguí mandarlo al hospital unos días, ante mi nuevo fracaso no dudé en conseguirme un revolver, apunté bajo el mentón, pero ese día las fuerzas me fallaron y al forcejear solo alcancé a hacerme esta herida en el cuello…

—Pero ¿cómo pretendía usted, matar solo a esa persona, que a su vez es usted mismo, Sr. Kito Yamawa?

— Lo haré algún día.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Toni dice:

    Me gusta tu historia, que me sugiere que nunca debemos menos valorarnos, aunque sea comparándonos con nuestro doble.

    Escrito el 18 noviembre 2016 a las 09:58
  2. 2. Pilar dice:

    Hola Abiel,

    Tienes una buena historia con un desenlace sorpresa y eso es genial, pues los giros inesperados son los que le aportan calidad a un relato, dejándonos con el corazón en un puño, como es tu caso.
    Pero, por otro lado, es una lástima no lo hayas puntuado correctamente, pues has puesto demasiadas comas donde deberían ir puntos seguidos. Solo te pongo un ejemplo, por no ser demasiado espesa en mi comentario y, además, porque están repartidos por todo él:
    [..]Al término de las clases inmediatamente yo desaparecía, me obsesionaba con mejorar mis notas, con salir lo más alto en los exámenes pero Kito no pensaba igual, de alguna manera a el no le importaban las calificaciones y sin asomo de alguna preocupación, se pasaba la tarde en distracciones,(AQUÍ, UN PUNTO) todas las tardes entrenaba con el equipo de soccer…

    Mi consejo es que revises cómo utilizar los signos de puntuación y después de escribir, dejes reposar y releas cuantas veces necesites. No te precipites, sigue trabajando que tienes mucha madera.

    Soy Pilar y puedes despotricar mi relato en el nº 72.

    Escrito el 19 noviembre 2016 a las 22:14
  3. 3. Atlante dice:

    Hola Abiel.

    Sin duda alguna la trama tiene un gran parecido al “Club de la Lucha”, también acaba pegandose un tiro a él mismo.

    Lo mejor de tu relato es ese enfrentamiento de la personalidad entre el yo y el super yo. Contado desde la intimidad de los pensamientos del personaje.

    Paradójico como la mente puede fracturar se. Reflexivamente.

    Sin duda, de este ejercicio propuesto por Literautas y tras la lectura de tu texto saco una extraña conclusión, la analógica esencia que une el signicicado del doble a la respuesta del espejo…

    Un saludo.

    Escrito el 22 noviembre 2016 a las 02:19
  4. 4. Abiel dice:

    Muchas gracias Toni, Pilar me haces un gran aporte con tu comentario voy a seguir estudiando la puntuación y todo lo demás.
    Atlante igualmente gracias por tu comentario, no he tenido la oportunidad de leer “el club de la lucha” pero confieso que soy admirador del Dr Jekil y de “Una mente brillante”.
    Les dejo un saludo cordial a todos y me daré una vuelta por sus relatos con gusto pero no para despotricar sino para aprender más.

    Escrito el 27 noviembre 2016 a las 04:04

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.