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Recuerdos veraniegos - por Gaia

Año tras año le pedía o más bien le rogaba a mi madre que convenciera a mi padre para que nos enviara a Clarita y a mí a un campamento para niños normales.

Año tras año el viejo se negaba dándonos un discurso larguísimo poniendo como excusa: que hijos de padres dotados debían ir a campamento para niños súper dotados.

A mi hermana le daba igual, para ella era necesario pasar tres meses fuera de casa y sobre todo, encontrarse con Javier; el chico más “cool” de todo aquel refugio.

Mil novecientos sesenta cambió nuestras vidas. Llegó un nuevo jefe al campus de la universidad donde se llevaba a cabo el campamento.

Al jefe se le llamaba líder y sus seguidores éramos los “lideratos”.

Por primera vez desde que comenzamos a ir al campamento mi hermana y yo nos sentimos normales ya que líder nos trataba como a un amigo, no como a alguien que tiene el promedio más alto de la clase.

Desayunábamos escuchando música típica de varios países del mundo, luego hacíamos deporte y después del almuerzo, teníamos la tarde libre para meditar, conversar y leer.

La época de obligarnos a hacer las cosas “por el libro”, había terminado.

Los chicos y las chicas podíamos estar juntos a todas horas, ya no había división. El líder traía nuevas ideas, se sentía paz y armonía entre todos. Leímos todo lo que encontramos ya que la biblioteca tenía libros con muchos temas, lo cual nos inspiró más al debate.

Fuimos felices por primera vez en muchos veranos, nos sentíamos chicos y chicas normales.

Pasaron cosas maravillosas, mí hermana y Javier se enamoraron, nuestros padres nos visitaron más a menudo que en años anteriores. Nos veían felices y ellos también lo fueron.

La única regla que se impuso fue que al final del día cada uno de los varones le leía un poema inspirado en sus recuerdos a la chica vecina. Podía ser de su propia inspiración o escrito por uno de los compañeros.

Ese verano la poesía nos transformó a todos, o por lo menos eso pensamos mi hermana, mi hoy cuñado Javier y yo.

Ya para el verano siguiente mi padre había fallecido y mi madre no tenía suficiente dinero para pagarnos el campamento.

La vida nos llevó por distintos derroteros a Clarita y a mí. Ahora ella junto a su familia son líderes de campamentos para niños y niñas con impedimentos.

Soy afortunado, además de contar con un magnífico equipo de ex compañeros de campamento, soy el líder del único refugio para animales abandonados de la ciudad donde vivo.
También, gracias a un verano en mil novecientos sesenta, soy Poeta…

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5 comentarios

  1. 1. María J.P. Plaza. dice:

    Es una historia muy natural y que se lee fácilmente. Autobiográfica??? Me ha gustado y creo que cuenta una historia muy larga con muy pocas palabras, un buen logro.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 20:39
  2. 2. beba dice:

    Hola, Gaia:
    Muchas gracias por tu visita y amable comentario.
    Acerca de tu texto, me sentí muy identificada por mi propia experiencia campamentera: buen enfoque del tema. También valoro que manejas correctamente el campo gramatical. Creo que sólo le falta algún episodio conflictivo que le dé más color al desenlace.
    Un saludo.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 22:01
  3. 3. Maurice dice:

    Gaia:
    Gracias por tu comentario, que me alienta a seguir.En cuanto a tu relato, me pareció una historia bien construida (no sé si será autobiográfica)y contextualizada desde el principio. Me costó un poco la lectura por la redacción y concuerdo con beba con lo del “conflicto”.
    Saludos

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 00:30
  4. 4. Baltasar dice:

    Hola, Gaia:
    Gracias por tu lectura y comentarios.
    En cuanto a tu relato, bien escrito, sí, pero si me permites, un poco «plano». Si te fijas, esa igualdad de párrafos, dos, tres líneas y hasta una, dejan al texto sin profundidad, incluso a primera vista. Te invito a que cojas cualquier libro de relatos, lo abras por cualquier página y verás qué diferencia.
    Un cordial saludo.

    Escrito el 23 diciembre 2016 a las 12:39
  5. 5. Cryssta dice:

    Hola Gaia, muchas gracias por pasarte por mi relato y comentar.

    Por falta de tiempo no he podido revisar tu relato como hubiera querido pero al menos he podido leerlo y me ha gustado.

    A ver si para el taller de este mes tengo algo más de tiempo. Un abrazo.

    Escrito el 3 enero 2017 a las 09:00

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