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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El baile de los muertos - por Manuel Pla Martí

Web: http://plamarti.wordpress.com

Mi abuelo Afranio murió en 1949 tajeado con una peinilla de veintiocho pulgadas, la noche en que el Chimbilá arrasó Betania con sus marranos enloquecidos convertidos en teas crepitantes, avanzando al grito de ¡viva Cristo Rey! Se inició el baile de los muertos
Mi abuela y mi padre huyeron. Buscaron nuevas tierras. Mi abuela encontró un nuevo marido, mi padre nuevos hermanos, todos juntos se establecieron en las serranías costeñas. Desmontaron tierras vírgenes que les fueron arrebatadas por los hacendados. Éstos, marcaban sus propiedades con trazo de piola y eco de pistola. No hubo paz.
Mi padre, cultivó una parcela, logró unos ahorros,fue transportista y se estableció en El Limbo. En el año sesenta y dos dio vivas al MRL y presentó su candidatura al concejo del municipio. Fracasó, pero veintiséis años después logró la alcaldía afiliado a UP. Festejó su triunfo con media de ron viejo y un grupo de millo. A los dos días lo mataron de siete disparos, en la puerta de su casa; también mataron a mi mamá por ser líder comunal, de tres disparos. Luego los muertos se multiplicaron. Llegaron a tres mil, a cinco mil… «A esa mala semilla comunista, decían, hay que exterminarla; es la hidra del mal». Hoy los muertos por la violencia sobrepasan los doscientos mil.
Yo, Trinidad de la Cruz, hijo de Leonidas y de Eucaris cursaba cuarto semestre de derecho en la universidad. Después del entierro de mis padres mi abuela dijo: «M’hijo, vete y no regreses: te van a matar».
En el bus de la mañana me fui. Guardé en una tula un tratado de derecho penal y unos poemas de Nicanor Parra. Escondí la plata en la trusa, quemé en la hornilla mis papeles y embarqué en la lancha del correo que subía por el río. Mi destino era la selva de los guacamayos verdes. Tenía que encontrar el brote de la esperanza o tal vez el musgo de la muerte. Encontré lo que buscaba: unos guerrilleros de faz tosca y mirada maliciosa.
Han pasado veintiocho años y mis recuerdos, nítidos u oscuros, hablan y se mueven al compás del viento. En ocasiones todo es claridad, en otras sólo rescoldos de imágenes difusas. He abrazado un fusil durante casi tres décadas, como quien abraza a la mujer amada; he dormido con él, he vivido con él y ahora, en una «zona veredal transitoria de normalización», dicen, a mi edad, lo he abandonado y me encuentro huérfano, sobre todo de ideas. Ha estallado la paz, como antes estallaban las bombas y no sé que hacer con ella. He de aprender de nuevo a mirarla a la cara.
En la senda de musgo amarillo me reclutaron con rapidez, un estudiante siempre era bien recibido. Los primeros meses, cavé zanjas, aprendí a disparar, corté güino, levanté cambuches y salí de servicio dando largas y agotadoras caminatas. Los traslados eran frecuentes, hubo momentos en que el plomo llovía por todas partes, los militares no daban tregua. Las niguas me consumían los pies y un olor de azufre espeso invadía lo más profundo de las caletas. Una vez ganada el arma ascendí rápido y pronto fui comandante de compañía,un comandante chiquito porque luego me estanqué. Me faltaba mimbre combativo,tenía respeto por la organización pero carecía de fanatismo, «de audacia», decían mis jefes.
El campamento era un santuario de descanso en donde hasta nos podíamos enamorar, y yo lo hice, de Juancha, una camarada risueña, de ojos dulces y nariz respingona que murió en el asalto a Los Juncos, estaba embarazada. Cosas de la guerra. En el tablero del régimen colgaba mis pensamientos escritos a mano, algún poema de Neruda, incluso yo los escribía. Me llamaban el poeta, y en el aula enseñaba a leer y a escribir a los analfabetos. No eran muchos y todos ansiaban aprender. Devoraban con avidez las consignas de El Jefe. Espíritu revolucionario. Objetivo final: toma de poder. Las ideas hay que materializarlas y eso se consigue con las armas. Pobres. Mientras tanto necesitábamos recursos. Narcotráfico, robo de ganado, secuestros, vacunas, extorsión; eran la forma de financiarnos.
Ahora recluido en esa zona veredal veo a funcionarios de la ONU caminar como lagartos desorientados con sus portafolios bajo el brazo, secándose el sudor y tomando apuntes. Mientras, vivo el «proceso de preparación para reincorporarme a la vida civil» con escepticismo. Vaya joda peluda. Lo más probable es que muera tiroteado ante una puerta antes de poder abrirla; tal y como les pasó a Leonidas y Eucaris.

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24 comentarios

  1. 1. Lapdog dice:

    Hola, Manuel, soy Lapdog, tu vecino. Te comento que me ha gustado tu cuento sobre un eterno revolucionario que al final, “cuando explota la paz”, no sabe qué hacer con su vida. La Cristiada fue muy larga porque no acabó con Plutarco Elías Calles, siguió después de 1927 y es posible que todavía haya algún cristero perdido por allí en durango o Aguascalientes.Mi amigo Ocitore tiene una novela sobre la guerra cristera, a lo mejor te gustaría echarle un oclayo. Bueno, enhorabuena paisano !Que viva México, cabrones!

    Escrito el 16 diciembre 2016 a las 19:33
  2. 2. A.R.Payán dice:

    Hola Manuel.

    La verdad que tu relato me ha ido enganchando a medida que leía, lástima el límite de palabras. Al final me ha dejado con buen saboe de boca. Si es cierto que cuando uno vive de una menera es difícil cambiar d ela noche a la mañana, de ahí el problemaal final del prota.

    Me ha sido un relato de fácil lectura y comprensión. No se si se me habrá colago algo en cuanto a la ortografía y la gramática, yo almenos no he visto nada.

    Te invito a leer mi relato, es el 29 “La dama de la guadaña”

    Nos leemos.

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 15:31
  3. Para Lapdog y A. R. Payán.
    Agradezco vuestros comentarios y que os haya gustado la idea del guerrillero desorientado.
    Gracias

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 18:34
  4. 4. Demetrio Vert dice:

    Hola manuel. gracias por leerme y por tu elogioso comentario.

    Verás, me encantan todas esas palabras que usais en los distintos paises de Sudamerica. Me chiflo con ellas. tu relato esta lleno de ellas, con esa fonética tan bonita, con ese significado tan preciso que aún no sabiendolo, lo intuyes plenamente. Es tal mi interés que me llevca a consultar el diccionario para no perderme el matiz, la preciosa conotación exacta. ¡Que lástima que no haya más divulgación de vuestras hablas!

    Viene a cuento lo anterior por mi debil intento de intertarlo. “Gruesuda” me sonaba a voz sudamericana, no sé exactamente de dónde. Y por eso la utilicé aún sabiendo que no estaba en el DRAE. Con “pedrusquete” no fué lo mismo. Quise expresar el tamaño de una piedra como la mano (no sé si lo conseguí) y no encontraba un vocablo adecuado. Fue solo eso.

    De tu relato no tengo nada que decir. Simplemente quitarme el sombrero por la maestría de tu lenguaje. Has contado “Cien años de soledad” en 750 palabras. ¿Qué se puede decir? Solo felicitarte y darte las gracias por escribirlo.

    Un abrazo.

    P.S. No he conseguido saber el significado concreto de “tula”.

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 20:19
  5. Hola, Demetrio:
    Gracias por tus palabras. Respecto a los dos vocablos que empleaste en tu texto, los consulté en el diccionario porque tenía el convencimiento de que no existían, y en efecto, no existen, pero eso no le quita un ápice de valor a tu relato. Se te entiende perfectamente qué quieres decir. En cuanto a la palabra “tula”, en Colombia significa bolsa grande, normalmente de lona, para viaje. Son esa bolsas cilíndricas que van amarradas en su boca con un cordón o “cabuya” que sirve al mismo tiempo para echártelas a la espalda.
    Saludos

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 21:38
  6. 6. Jean Ives Tibauth dice:

    Hola Manuel.

    La historia del guerrillero que no sabe que hacer con la paz me ha parecido muy interesante. Creo que da mucho juego.

    Sin embargo me parece un relato muy denso para el límite de palabras. Además parece que está partido en dos porque cuando dice que no sabe qué hacer con la paz y parece que ya ha terminado, vuelve de nuevo sobre sus pasos para contar su vida en la guerrilla. Yo lo habría estructurado de otra manera. Incluso hubiera acotado más la historia incluyendo los detalles de su biografía de manera camuflada, mostrando mas que contando.

    De todas formas me ha gustado la manera que tienes de usar esos vocablos tan vuestros, aquellos que te trasladan de manera inmediata al otro lado del charco.

    Nos seguimos leyendo.

    Te invito a que despellejes el mio a gusto:
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-39/6752

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 00:57
  7. 7. M.L.Plaza dice:

    Hola. Soy tu vecina del relato 79.
    Tu texto me ha parecido interesante, bien estructurado y muy bien escrito.
    Por aquello de la crítica constructiva, que la puedes obviar olímpicamente, te diría que “Pobres. Mientras tanto necesitábamos recursos. Narcotráfico, robo de ganado, secuestros, vacunas, extorsión; eran la forma de financiarnos. Esa autocrítica rápida para mí es completamente prescindible porque no va con el tono del relato. Un guerrillero es lo que es y lo tomas o lo dejas.
    El párrafo que empieza “Han pasado veintiocho años…” yo lo pondría antes del que empieza “Ahora recluido en esa…”
    Ha sido un enorme placer leerte.
    Feliz Navidad

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 04:17
  8. Hola, Ives Tibauth:
    Gracias por leerme y por tu crítica. Sobre lo que comentas de que la historia parece partida, esa fue la idea, jugar un poco con el tiempo, creando un vaivén. Tal vez no conseguí el efecto que me propuse, pero esa era la idea.En cuanto a más mostrar que explicar, tienes toda la razón del mundo, los manuales dicen eso, luego en la práctica sale lo que sale.
    Saludos y por supuesto pasaré por tu relato.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 11:54
  9. 9. beba dice:

    Hola, Manuel:
    Gracias por la visita y gentil comentario.
    Genial tu relato; el cimbronazo de “la paz de Santos” justifica el vaivén de tu cronología: tantas vivencias sacudiendo la cámara…
    Todo concentrado en un narrador protagonista apenas delineado. Y esa imagen del verde absorbiendo miedos y apurando duelos y decisiones.
    Al margen del trasfondo, como siempre, impecable tu lenguaje.
    Un abrazo.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 17:25
  10. Hola, M. L. Plaza:
    Gracias por haber dedicado un tiempo a leerme. Concentras tu crítica en dos puntos. Para el último tengo la misma contestación que le he dado a Ives Tibauth. Los dos me estáis diciendo que el relato se vería mejor si se hubiera escrito de una forma cronológica lineal, siguiendo la secuencia de los hechos, y eso es precisamente lo que yo no quise, me pareció monótona y predecible.
    En cuanto al primer punto, el párrafo que te parece prescindible porque, dices. “un guerrillero es lo que es y lo tomas o lo dejas”, en eso no estoy en absoluto de acuerdo. El guerrillero en cuestión, por eso he querido remontarme al año 1949, es en principio una víctima, olvidada del Estado, de manera pasiva o activa, que no tiene otra salida que irse para el monte. Es un joven universitario con una carrera por delante que se ve truncada por el sistema. Y no se trata de ningún caso real, pero tiene similitud con centenares de casos reales. Su cultura le hace ver las cosas de una manera mucho más crítica que la de los “pobres” campesinos analfabetos que por circusnstancias parecidas se ven abocados a su misma situación. Precisamente él se da cuenta de los fallos, horrores y de la doble moral que impera en el discurso de los jefes guerrilleros, de ahí su falta de “audacia revolucionaria”. No justifica sino lamenta la manera de financiarse, aunque llevado por la inercia no tiene forma, porque no la hay, de rebelarse ni de encontrar formas alternativas. Habla de “pobres”, refiriéndose a sus subordinados, en ese caso, menos preparados, porque no son capaces de razonar y se fanatizan tras las consignas de sus jefes, repitiendo como guacamayos lo que aprenden a base de repetir. De hecho ese guerrillero seguirá siendo víctima toda su vida, habiendo matado será asesino y víctima, y lo tiene tan asumido que sabe que correrá la misma suerte de sus padres y de su abuelo. Bueno se trasta de un tema que da para mucho debate.
    Saludos

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 21:54
  11. Hola, Beba:
    Gracias por comentar mi texto.
    Un abrazo

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 21:58
  12. 12. Jean Ives Thibaut dice:

    Hola de nuevo Manuel.
    Quería aclarar que no pienso que tenía que seguir una línea cronológica lineal, sólo que el vaivén que pretendías hacer no esta bien manejado. (Siempre bajo mi humilde opinión). A mí me dió la impresión de que cuando una historia estaba terminada, volviste para volver a contarla y añadir detalles.

    A mi me encantan los juegos narrativos en los que se cambia de temporalidad reconozco que no debe ser fácil dominarlos. Te diré que no he probado nunca…ummmm un buen reto para la siguiente escena, ;).

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 22:14
  13. 13. Leonardo Ossa (Medellín Antioquia) dice:

    Hola Manuel, supongo que te imaginarás todas las cosas que reconozco en tu historia. Destaco la capacidad que tienes para expresarte en el texto como una persona local. Tu narración es admirable.
    En cuanto al contenido, me quedo con tu comentario: “Bueno, se trata de un tema que da para mucho debate.”
    Gracias por hacernos reflexionar con tu relato de este mes.
    Una feliz navidad para vos y los tuyos, mi mejores deseos y mucha prosperidad en el año nuevo. Un abrazo.

    Escrito el 19 diciembre 2016 a las 04:03
  14. 14. Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia) dice:

    Manuel, he vuelto por acá para agradecer tu lectura y comentario sobre mi texto. Estoy plenamente de acuerdo con vos en cuanto a mi relato. Precisamente dejé un comentario allá, en donde manifiesto que cuando envié mi participación a Literautas, me arrepentí de haberlo hecho. Lo hice en muy poco tiempo y a última hora. A mí me parece más un borrador que un relato de una idea que debí trabajar, pero no me alcanzó el plazo.
    Me has hecho sonreír con aquello de que: “esperas que no me haya disgustado con tu comentario”. La verdad es que valoro muchísimo cada opinión. Escribo para entretenerme y aprender. Sé que “Por los colores se venden las telas”, así que habrá textos cautivadores para algunos, mientras otros no generarán ningún interés.
    Nuevamente muchas gracias. Te reitero mis mejores deseos.
    Un abrazo.

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 00:24
  15. 15. María Kersimon dice:

    Hola Manuel,
    Gracias por tu generoso comentario a mi relato. Es bueno sentir que alguien entendió lo que uno quiso decir, aunque reconozco que he hecho un trabajo rápido este mes debido a que salía de viaje. Tu texto es completo, complejo y formulado con maestría, tan humano y tan coloreado de matices locales como siempre. Me hizo vivir el fenómeno de la guerrilla desde dentro, de la mano de un “recluta” más o menos involuntario que se acaba adaptando a pesar de todos los inconvenientes y que al final, cuando le imponen la paz, se encuentra expulsado de su cotidianeidad. A veces el bien visto desde el idealismo significa el mal para algunos.
    Tu relato está bellamente escrito, con la calidad y maestría de siempre. Gracias por compartirlo. Un saludo.

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 00:39
  16. 16. SBMontero dice:

    Me ha encantado. Es impresionante. No sólo es que se ve que te ha sido sencillo, es que además lo has disfrutado y eso también se nota.

    Déjame hacerte una pregunta, ¿No crees que el párrafo de “Han pasado veintiocho años y mis recuerdos (…) He de aprender de nuevo a mirarla a la cara“, queda mejor justo antes de “Ahora recluido en esa zona veredal veo a funcionarios (…)”, en vez de donde lo pusiste?

    Pregunto con toda humildad, eh.

    Sigue escribiendo, por favor.

    Un saludo.

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 00:57
  17. 17. CARMELILLA dice:

    Hola Manuel:
    Trabajo intenso, lleno de realismo, sensibilidad y un contenido duro, como la vida misma de miles de personas en esa situación.
    Choca la dureza del tema con el lenguaje tan delicado y poético que has utilizado y que permite al lector conectar con lo que el protagonista y tantos otros han vivido.
    Trabajo particular mío, conocer el significado de palabras que por vivir en diferentes países, no conozco, sin duda me pondré a ello.
    Muy buen trabajo el tuyo Manuel, acerca a mundos desconocidos e imaginados de manera totalmente distinta. La tele no enseña los desastres causados, tu protagonista nos muestra el desastre personal de tantos y tantas, que están inmersos en guerras, unos por convicción, otros por obligación, otros por supervivencia…
    Realmente buen trabajo. Seguimos participando y si podemos leyéndonos.
    Saluditos.

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 09:22
  18. Hola, Leonardo:
    Es un placer leerte. En efecto, aunque no lo haya mencionado, se ve enseguida que me estoy refiriendo al conflicto que ha padecido Colombia desde la muerte de Gaitán. Ojala las gentes de ese hermoso país que me es tan próximo logren erradicar la violencia. Respecto al tema literario, por supuesto, todos estamos aquí para tratar de aprender algo de ese bello oficio. García Márquez decía que el que escribe es un artesano de las palabras, vamos a ver hasta donde logramos prosperar.
    Un abrazo.

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 21:57
  19. Hola, María Kersimon:
    Gracias por tus palabras. Sí he querido dar un enfoque desde el interior del conflicto, pero claro condensarlo todo en tan pocas palabras es muy complicado y al fin y a la postre se ha hecho lo que se ha podido.
    Insisto en que me ha gustado mucho tu relato.
    Saludos.

    Escrito el 20 diciembre 2016 a las 23:24
  20. Hola, SB Montero:
    Agradezco tus palabras. En efecto, es difícil escribir si no se disfruta al hacerlo, aunque la verdad sea dicha no siempre es así. A veces, más de la cuenta, sufro sin llegar a ponerme de acuerdo sobre una coma, un punto, un párrafo, lo que sea y tengo que cerrar los ojos y decir: “Ya está bueno, hasta aquí he llegado”, porque nunca acabaría de estar seguro de la calidad del relato.
    En este caso ya casi me habéis convencido de que la historia se ve cortada y luego recosida. La he vuelto a leer, no una sino varias veces, y creo que sí, hubiera quedado mejor montando los párrafos tal como indicas. Eres el tercero o cuarto en decírmelo y ya hay que ponerse a pensar.
    Precisamente para eso sirven los comentarios.
    Gracias y felicidades

    Escrito el 21 diciembre 2016 a las 22:01
  21. Hola, Carmelilla:
    Me alegra mucho que te haya gustado mi relato. Es un tema que a pesar de ser muy conocido, en el fondo se desconoce. Como tú muy bien dices las cuatro pinceladas que dan en los noticieros sirven para enterarnos de que algo pasa y siempre lo vemos de acuerdo al color que le quiera dar el noticiero o periódico de turno. Después la realidad no suele ser tan simple. Todos los implicados tienen alma, sentimientos y motivaciones, y la historia personal de cada personaje es profundamente compleja. Para escribir ese relato, ya lo he dicho antes, me he ambientado en Colombia, país al que conozco con bastante detalle.
    Gracias de nuevo y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 21 diciembre 2016 a las 22:13
  22. 22. Katherine Serrano dice:

    Manuel, Gracias por tu comentario y las sugerencias que en él están.
    Respecto a tu relato pues me pareció bastante bueno. La forma en la que cuentas la historia de tres generaciones en un texto tan corto es bastante loable.
    La historia te atrapa. Ademas, estructuras muy bien al personaje principal y por medio de él dejas ver como las personas solemos adaptarnos a circunstancias que no son las mas adecuadas para vivir (como es el caso de una guerra) pero después que pasan quedamos incluso mas perdidos que en un principio.
    Saludos, fue un gusto leerte.

    Escrito el 23 diciembre 2016 a las 06:33
  23. 23. Isan dice:

    Hola Manuel:

    ¡Qué inicio más potente! “tajeado con una peinilla de veintiocho pulgadas…” Me encanta esa frase.

    El relato está ambientado en algún lugar de Sudamérica, pero bien podía haber sido cualquier otro, léase España, por la escabechina que relatas a los electos y porque la consigna me lo ha recordado.

    La riqueza de vocabulario es un valor en sí mismo y, en este caso, añade realismo, pero a mí me ha cortado un poco la lectura seguida, ya que soy muy curioso y me paraba a ver el significado de unas cuantas palabras que no conocía. De hecho se me ha quedado una que luego te comento.

    Cuatro cosillas te comento que me han llamado la atención.

    No sé que tiene este programa de Literautas que no separa convenientemente los párrafos. Se me hace un poco molesto.

    “Guardé en una tula un tratado…” No he conseguido saber qué es una tula y me pica la curiosidad. ¿Tal vez mochila?

    “…no sé que hacer con ella.” Falta el acento en qué.

    Hay tres ocasiones en las que falta espacio después de una coma.

    “…Devoraban con avidez…” No veo bien estas dos palabras juntas, parece una reiteración. Una tontería mía.

    El relato me ha gustado un montón. Una ambientación perfecta de un relato histórico pero actual.

    Me ha impresionado el pasaje de la muerte de su compañera. Es magistral. Lo cuentas transmitiendo la resignación del guerrillero que da por sentado que estas cosas ocurren en su situación. Y también el escepticismo del fin de la lucha.

    Como siempre no defraudas.

    Un abrazo.

    Escrito el 23 diciembre 2016 a las 18:05
  24. Hola, Isán:
    Te agradezco la lectura que has hecho de mi texto y el que me hayas señalado algún que otro error. Uno que cree que deja impecable su texto y sucede que no así. Una de las virtudes de este taller es que te enseña a ser humilde. El relato está ambientado en Colombia y en sus enésimas negociaciones para alcanzar la paz, tal vez las de ahora sean definitivas, aunque eso nadie lo sabe. Me agarro de las palabras autóctonas porque utilizando otro tipo de lenguaje me parece que el relato perdería credibilidad, aparte de que me siento cómodo haciéndolo. Tula significa bolsa de viaje, esas bolsas que cuando están llenas se ven cilíndricas, van amarradas por un extremo, el que está abierto, claro, y acostumbran a ser de lona. Las grandes se cargan normalmente sobre un hombro. Lo de “devoraban con avidez” tal vez sea una reiteración, pero me pareció, en su momento, que le daba más énfasis al pensamiento. Entra dentro del montón de cuestiones subjetivas que nos ofrece una narración.
    Gracias de nuevo y te deseo una feliz Navidad.

    Escrito el 24 diciembre 2016 a las 07:06

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