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Fratricidio - por Altair Midnight

Web: http://paginasalalba.blogspot.com

Korael contemplaba la ígnea danza del fuego absorto en sus pensamientos. Las llamas se mecían como una sensual bailarina oriental, seduciendo y tentando con el vaivén de sus formas. Aún podía sentir el calor de la sangre de su hermano lamiéndole la piel mientras caía a la tierra sobre la que Usurf yacía sin vida. No podía creer lo que había hecho. Intentaba convencerse de que no tuvo opción. Los recuerdos de su hermano mayor le atormentaban cada noche desde hacía dos semanas cuando, en un arrebato de pasión, había utilizado sus recientes dones para segar la vida de quien se había gestado en el miembro vientre que él. El amor, causa de tantas guerras y de tantas proezas, había reclamado una vez más un tributo de sangre.

Para la tribu de Usurf y Korael, tratar con los Otros se entendía como algo completamente inimaginable. Esas criaturas no pertenecían a su realidad, procedían de mundos misteriosos y se comportaban de forma extraña. Además, conocían los secretos primordiales de la realidad, lo que los hacía aún más temibles. Por ello, cuando Korael acudió por primera vez al campamento acompañado por Eridiel, la discordia corrió como la pólvora.

Pero aquello había quedado atrás. Esa noche, junto al fuego, los cabellos etéreos de Eridiel resplandecían como una cascada que le bañaba la espalda con aguas brillantes y cristalinas. Vestía siempre vaporosos vestidos de gasa que dejaban entrever sus marmóreas formas. Sus labios, del color de las moras maduras, se arquearon en una maternal sonrisa.

–Deja de torturarte –dijo para intentar consolar a su amante con su voz armoniosa, que sonaba como el rumor de un torrente que corre con el agua de las primeras nieves fundidas de la primavera. –Tú no querías hacerlo. Él te provocó…

–No –contestó Korael destrozado por la culpa. –Mi hermano… ¡No hay justificación!

–A tu hermano le devoraron el miedo y la envidia, Korael. Como a la mayoría de tu pueblo. No conocen a mi gente, nos piensan demonios. Pero también sentimos y pertenecemos a este mundo desde antes de que los dioses os imaginaran siquiera.

–Lo sé, luz de luna mía –respondió Korael sin dejar de mirar las llamas que devoraban lentamente unos cuantos troncos de madera seca.

–Las generaciones venideras conocerán a tu hermano como un pendenciero que causó la escisión de los tuyos, como a un bárbaro. A ti, como a un líder poderoso que inspirará épicos versos a cada poeta de este mundo.

Korael no contestó. No le gustaba que Eridiel hablara así de su hermano, pero no tenía fuerzas para discutir. En su lugar, su mente se dispersó, y de nuevo viajó en el tiempo hasta la noche en la que la oscuridad se tiñó de escarlata y dorado.

Su hermano entró en su tienda con la furia propia de un basilisco. Korael, sentado sobre las pieles tendidas en el suelo, tallaba una flauta de madera.

–¡Esta aberración debe terminar! –gritó Usurf con su poderosa voz, y las telas de la tienda de Korael parecieron retumbar. –¡Un bastardo! No contento con traer a esa ramera infernal a nuestra propia tierra, ¡¿le haces un hijo?!

–¿Por qué no puedes bendecir nuestro amor? –preguntó Korael. Dejó la futura flauta y el cuchillo a un lado y se puso en pie.

–¡Porque no puede llamarse amor a ese pecado antinatural! ¿Cómo puedes mancillar el nombre de nuestros ancestros de esa forma? ¿Te has parado a pensar qué clase de engendro puede nacer de tan funesta unión?

–¡No le llames engendro! –gritó Korael. Sentía su corazón palpitar con rabia, galopando como un caballo furioso del que había perdido las riendas.

–Puedes tener respeto por tu sangre y solventar tu grave ofensa –dijo Usurf con el tono autoritario que le caracterizaba al tiempo que lanzó un cuchillo de caza a los pies de su hermano –o puedes dejármelo a mí. Con gusto cubriré yo mis manos con la sangre de una de esas cosas una vez más. Pero te aseguro que tu hijo jamás conocerá la luz del sol y ninguna bocanada de aire llenará su pecho.

Las últimas palabras de Usurf aún resonaban en la cabeza de Korael. No podía olvidar el momento en el que, con desearlo, el cuchillo que su hermano le había arrojado a los pies había volado hasta el pecho de Usurf, y aún sentía cómo su palpitante rostro se convirtió en la improvisada pista de baile de la macabra danza de sus lágrimas mezclándose con las salpicaduras de sangre carmesí.

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3 comentarios

  1. 1. Martín Sánchez dice:

    Hola Altair. Sin duda un relato muy misterioso y poético (al menos así lo sentí yo). La exquisita redacción en la historia hizo que disfrutara cada una de las palabras que plasmaste en el texto. Te felicito, y desde luego te deseo suerte con el siguiente reto. Saludos a la distancia.

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 10:25
  2. 2. Jean Ives Tibauth dice:

    Hola Altaïr.

    Tu relato tiene un estilo muy personal, hilas las palabras de manera muy poética. Es como mecerse dulcemente mientras te cantan una nana. Me encanta.

    Sin embargo creo que no lo has estructurado bien. Parece que la trama está descolocada, como si la parte final, tan descriptiva, hubiera quedado mejor en el medio, tras el primer impacto. Y, por cierto, ese primer impacto es insuperable, engancha e intriga. Es un deleite.

    Yo le hubiera dado un par de vueltas mas para que quedara perfecto.

    Nos seguimos leyendo.

    Te invito a que despellejes el mio a gusto:
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-39/6752

    Escrito el 17 diciembre 2016 a las 23:31
  3. 3. María Esther dice:

    Hola Altair,soy Maritel, del 101, que cumplo con gusto la tarea de leer y comentar los tres trabajos siguientes al mío.
    Lo primero que te puedo decir, es que tu relato se lee fluidamente, sin dificultad, que a mi juicio está bien estructurado, con una buena presentación de los personajes.Pienso que usas bien los diálogos porque dan la información necesaria para comprender el trágico y crudo desenlace.
    Debo agregar que cumpliste la consigna y el reto.
    Felicitaciones. Nos leemos.

    Escrito el 18 diciembre 2016 a las 05:03

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