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DESAMPARO - por Amadeo

DESAMPARO

Se giró al escuchar el grito. Ese atardecer, Claudia regresaba agotada de dar clases en la misma escuela donde había estudiado de jovencita. Pensaba en sus hijos, principalmente en el menor que había dejado terapia intensiva, por un grave estado febril, hacía tan solo unos cuatro meses. Caminaba ensimismada, con apuro, mirando hacia abajo, hacia la vereda bastante deteriorada. Ya se había caído y golpeado y no quería que se repitiera. El grito había sido tembloroso, pleno de angustia y a ella le pareció proveniente de su derecha, cercano, como surgiendo de abajo, del piso. Buscó el origen y en forma súbita e involuntariamente dedujo: “Podría haber sido yo” y sin proponérselo, notó que con ímpetus la invadía, en su memoria, el accidente que había sufrido el año anterior, cuando ella misma había gritado a los cuatro vientos, muy fuerte, sin dominio y logró por un instante recordarlo: “Me salvé de milagro. El choque fue atroz: el conductor del automóvil, borracho o distraído, nunca se supo, perdió el control y arrastró varios autos estacionados antes de subir a la vereda para atropellarme y hacer que me incrustase en una carnicería. Si, todo aquello fue una verdadera carnicería: mis heridas, mi sangre, mis huesos rotos. Pero seguí viva. Esa vez fui yo, me tocó gritar a mí. Desperté en el hospital, donde, por suerte, me repuse muy bien. Pude seguir caminando como me gusta hacerlo y seguir dando mis clases”.
Claudia parpadeó en un intento de mayor comprensión, de mejorar la visión de conjunto, de aquello que había surgido, vaya a saber de donde y yacía a su lado, bien cerca de sus pies. Notó que era un hombre en el suelo, boca abajo. De cabellos canos, corpulento, con pantalón oscuro, camisa mangas largas de color blanco impecable. Una de aquellas manos presionaba un cuaderno o algo similar y en la otra, bien abierta, sin fuerzas, con los dedos laxos, nada. Miró a su alrededor y supo que estaba sola, como en pleno desierto, alejada de todos. Únicamente ellos dos, aislados, sin poder mirarse ni hablar.
Sacudió la cabeza para, sin éxito, alejar recuerdos nefastos sobre la muerte de su padre cuando ella tenía apenas doce años: “Cuantos…, demasiados meses en cama con aquella mirada agonizante, piadosa y mamá a su lado y yo a su lado queriendo aliviarlo. Papá que siempre vestía pantalón oscuro, camisa blanca inmaculada, que constantemente llevaba bien peinados sus cabellos blanquecinos, muy claros. Papá… ¿Por qué?.. ¿Por qué se fueron aquellos ojos saturados de amor incondicional?”
Nadie en la calle, ni en las veredas, los pocos comercios apenas iluminados, tampoco autos ni colectivos. “Es normal a estas horas… ¿Es normal a estas horas?”, dudó y dio medio paso hacia el caído. Vio que vibraba, que estaba poseído por un estertor horrible, agónico. “No entiendo… No entiendo que le pasó… ¿Un infarto? No sé que hacer”, murmuraba sin voz mientras acercaba su mano derecha y la apoyaba sobre la espalda palpitante. Alisó la camisa blanca. Esas dos pequeñas arrugas le molestaban: las eliminó y logró, sin esfuerzos, una mínima y fugaz, aunque doliente sonrisa. Su corazón pedía serenidad, razonamientos su mente, aire fresco su piel transpirada. Ella negaba toda acción, estaba desorientada, no se sabía ni reconocía. Se sentía ente, desamparada e inoperante. Le pareció que el tiempo se había detenido y entonces respiró profundo como única actitud posible. Los jadeos del hombre disminuían, se ausentaban con lentitud aterradora.
Asustada e ineficaz, se irguió de golpe y al alejarse, escuchó una débil voz entrecortada que le decía algo así como “Por F A V …”. No oyó más. Aquel silencio invasor la apabullaba. Nadie. Nada. Sin ayuda. La calma era absoluta: las baldosas, la calle, los pájaros sin volar. Nada se movía. Nadie respiraba, solo ella. El sol se escondía, avergonzado. El hombre quedó solo, desamparado. La mujer se sabía afectada por una invalidez total.
Claudia ya estaba a dos pasos de aquel grito desgarrador que había escuchado pocos segundos antes, cuando volvió a pensar en sus hijos y en la cena que prepararía para los tres, al llegar a su casa. La cartera contenía los exámenes de sus alumnos. Los corregiría, en algún momento, tal vez la semana próxima. “Ahora debo abrazar a mis hijos” pensó y aceleró sus pasos. Requería cariño y comprensión.

FIN

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10 comentarios

  1. 1. ANGEL CLIMENT dice:

    Amadeo, buen cuento, lo he leido bien y me ha gustado. Solo decirte lo que me dijeron a mi aqui en mi primer envío. las comillas ” ” no son las correctas hay que poner « », no vienen en el teclado y me costo encontrarlas hay que ponerlas con alt174 « y alt175 ».
    Un placer seguirte. mi envío es el 232. Un saludo

    Escrito el 18 enero 2017 a las 10:51
  2. 2. Juana Medina dice:

    Hola Amadeo,
    Gracias por tu visita y tus comentarios.
    Muy buena historia, bien contada y con buen ritmo aunque el final me ha parecido terrible. No he podido con él.
    Nos leemos. Un saludo

    Escrito el 19 enero 2017 a las 02:01
  3. Hola Amadeo
    Soy Ismael Tomas, el del cuento nº 1. Creo que has confundido el comentario que me envias con el nº 2. Revisalo. Un saludo,

    Escrito el 19 enero 2017 a las 16:36
  4. 4. Mauro D. Barbosa dice:

    Hola Amadeo.
    Muchas gracias por pasar por mi relato. Te agradecí también en el hilo anterior.

    Tu cuento me pareció que está bueno y que da para que cada uno de alguna interpretación extra a lo que directamente se podría llegar a leer. Por ejemplo, el hecho de que terminara haciendo lo que le supongo le hicieron a ella: irse (de lo contrario se sabría si el conductor estaba borracho, pero esa es mi interpretación).

    Encontré muchas comas, pero en realidad no me complicaron la lectura, por lo que entiendo que hiciste un buen encare de la historia. No me pasó en todos los párrafos, por ejemplo, en aquellos que nombras la soledad y el silencio, me pareció que las frases cortas (y las comas) estuvieron bien puestas, porque acompañaron el sentimiento.

    No encuentro mal uso de los tiempos verbales, pero es uno de mis grandes problemas. jaja

    Abrazo grande.

    Escrito el 20 enero 2017 a las 20:56
  5. 5. Angeru dice:

    Hola Amadeo.
    Gracias por pasarte por mi relato.

    Creo que redactas bien. Excepto dos erratas mínimas (ímpetus y ente, en lugar de ímpetu y entre) el resto impecable.
    Las únicas pegas, de haberlas, vendrían del fondo. Creo que falta un punto de emoción en el texto. Reconozco que no es fácil. A mí también me ha pasado en el mio.
    Aparte de eso, que ya irémos aprendiendo, felicitaciones y ánimo para continuar.

    Escrito el 21 enero 2017 a las 14:32
  6. 6. Mariaje dice:

    Hola Amadeo,
    gracias por leer y comentar mi relato. El tuyo me gustó, sobre todo el final, me sorprendió.

    Vi una cosilla que quería comentarte por si te sirve: me pareció poco natural cuando ella recuerda su accidente y se dice a sí misma “desperté en el hospital donde, por suerte, me repuse bien”. Cuando uno habla para sí ya sabe que cómo se repuso, pienso que ahí se nota que lo escribes para que los lectores se enteren. Igual con otras palabras, que denoten una emoción, un pensamiento que tuvo, algo como: “menos mal que me recuperé” o “no pensé que llegara a recuperarme”.

    Y para hacer el relato redondo, me permito sugerirte que contemples la posibilidad de profundizar más en los motivos, las vivencias que hacen que ella se comporte así, que decida dejar abandonado al hombre para irse a preparar la cena.

    Un saludo

    Escrito el 23 enero 2017 a las 12:42
  7. 7. Emilio dice:

    Hola Amadeo,

    Gusto de saludarte. Tu relato me ha gustado, la forma de contarla es ordenada y clara. Me perdí un poco al final, hubiera querido saber el fondo del por que ella abandona a esta persona después de la preocupación que sintió cuando ella estaba muriendo. Éxitos en tus siguientes relatos.

    Saludos, Emilio.

    Escrito el 27 enero 2017 a las 17:48
  8. Hola Amadeo
    Gracias por pasarte por mi relato. Me ha sorprendido que para muchos compañeros este tuviera un final tan “corriente”, ya que es algo que yo viví de cerca y me dejó muy impresionado. Respecto al tuyo tengo que decirte que estoy bastante de acuerdo con los compañeros. El relato me gustó aunque lo encontré muy denso. Pienso que la historia del padre no está bien ubicada y se me ha hecho un poco pesado de leer, quizás culpa mía , porque a veces no entiendo bien los vocablos latinos. El final también se predice un poco, primero dices que está a medio paso y después a dos pasos, ya se esta marchando.
    Felicidades por tu trabajo y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 28 enero 2017 a las 16:32
  9. 9. María Esther dice:

    Hola Amadeo, gracias por pasarte por mi relato y hacerme comentarios, todos son bienvenidos.
    He leído varias veces el tuyo, para poder comprender el final,sin hacerme un juicio equivocado.
    Pienso que debió ser una carga muy pesada, soportar el agotamiento luego de una intensa jornada de clase, sentir un grito desgarrador, encontrarse con un accidentado moribundo, que a la vez la transporta a evocar su accidente y el de su padre.Claro que ella tiene que pensar en sus hijos y solo en sus hijos, y en el alimento que tiene que prepararles.
    Es un giro oportuno y acertado, creo yo, porque, en mi opinión, había mucha tensión y angustia en la escena. Lo que aparenta ser una actitud “corriente” pienso que no lo es porque a sus hijos solo ella los puede atender y no puede demorarse, tiene que llegar, y con el cansancio que tiene,agotada como está, su cabeza está al borde de estallar. No puede pensar de otra manera. No es falta de solidaridad, sino que debe priorizar, resolver y actuar. Es un acto de amor que, en mi modesto entender aleja la excesiva tensión acumulada.
    Saludos y hasta el próximo relato.

    Escrito el 29 enero 2017 a las 02:29
  10. 10. Isolina R dice:

    Hola, Amadeo:

    Llevo tiempo pensando comentar tu texto y hoy me he decidido, por fin.

    Te voy a hacer unas sugerencias. Tú verás si te parecen útiles o no.

    1.- Aquí para que los textos no aparezcan como mazacotes la mayor parte de los compañeros separamos cada párrafo del siguiente dando dos veces “intro”.

    2.- Creo que es muy importante mostrar y que hay que limitar lo que se cuenta a lo mínimo imprescindible. Te lo digo aunque yo no sepa hacerlo tampoco. Te pondré un ejemplo: “Claudia regresaba agotada” podría ser: “Claudia arrastraba los pies como si le pesaran”.

    3.- Los pensamientos de los personajes deben ser como pensamos los seres humanos. Una persona no se informa a sí misma como hace Claudia en: “Me salvé de milagro. El choque fue atroz: el conductor del automóvil, borracho o distraído, nunca se supo, perdió el control y arrastró varios autos estacionados antes de subir a la vereda para atropellarme y hacer que me incrustase en una carnicería. Sí, todo aquello fue una verdadera carnicería: mis heridas, mi sangre, mis huesos rotos. Pero seguí viva. Esa vez fui yo, me tocó gritar a mí. Desperté en el hospital, donde, por suerte, me repuse muy bien. Pude seguir caminando como me gusta hacerlo y seguir dando mis clases”. Esto tal como está puede contárselo a alguien, a sí misma no. Cuando pensamos podemos dudar, preguntarnos, odiar, emocionarnos… Pero informarnos a secas no. ¿Te imaginas de verdad que Claudia necesita pensar como ha pensado sobre aquello? Con sus pensamientos estás dando información al lector, pero queda mal que un personaje se informe a sí mismo de ese modo.

    4.- Hay que dar los datos necesarios para la historia y no irse por las ramas. La descripción del hombre y del padre a mí me parece que sobran tal como están.

    No sé qué más decirte. El texto no me ha emocionado.

    Espero que mis sugerencias te sirvan.

    Saludos.

    Escrito el 30 enero 2017 a las 22:10

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