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Larga noche - por Mónica B.

Se giró al escuchar el grito. Un intenso alarido en mitad de la noche que quebró el grato silencio y la sacó con la misma celeridad de su mundo onírico y de sus casillas. Había pasado varias horas en la cama, dando vueltas para un lado y para el otro, tratando sin mucho éxito de encontrar una posición cómoda. Llevaba varios días con fiebre, congestión y malestar general y, pese a estar agotada, le había costado quedarse dormida y, cuando por fin lo consiguió… la despertaron.

Se incorporó en la cama como un resorte y se levantó, enfurecida como un animal salvaje. El grito venía de dentro del edificio y no le extrañó: no era la primera vez que alguno de sus vecinos, sin lugar a dudas uno de los muchos estudiantes que habitaban el inmueble, situado a sólo dos calles de la universidad, se ponía a vociferar por la escalera tras una noche de juerga y, en esa ocasión, ya no pudo contenerse. Se levantó, caminó con determinación hacia la puerta principal de su pequeño estudio y salió al rellano descalza, con el pelo revuelto y sudado, el pijama pegoteado a la piel, la nariz enrojecida y toda su ira apenas contenida en su debilitado cuerpo griposo. Caminó a zancadas hasta la escalera, miró hacia el piso de abajo por el hueco y no vio a nadie, así que se dispuso a subir a encararse con el estúpido cantamañanas que había decidido que la mejor manera de pasar la noche era hacer el idiota a costa de todo el vecindario. Subió al segundo piso, al tercero, al cuarto… a medida que avanzaba su ira se iba apaciguando y la intuición de que no iba a encontrar a nadie se iba haciendo más patente. El quinto piso estaba vacío y el sexto y último, también. Se quedó un rato en el rellano del sexto, extrañada: ¿de dónde demonios había venido el grito si no era de alguno de los otros inquilinos? Había salido de su piso en cuestión de segundos y estaba segura de no haber oído ninguna puerta cerrarse, así que el «gracioso» no podía haberse metido en ninguna parte.

Empezó a preocuparse, pensando que quizá su fiebre era más alta de lo que pensaba y estaba delirando. Finalmente, sin nadie a quien encarar y siendo consciente por primera vez de su lamentable aspecto, volvió a su piso con una mezcla de frustración, inquietud y cansancio. El cansancio era predominante así que se metió de nuevo en la cama y, dándole vueltas en la cabeza a todo lo que había sucedido, se volvió a dormir.

El despertador la devolvió a la realidad apenas unas horas más tarde. Lo apagó de mala gana y, tras unos minutos desperezándose y estirándose, por fin abrió los ojos. La imagen que vio ante ella erizó hasta el último vello de su cuerpo e hizo que lo comprendiera todo. De madrugada, entre su enfermedad y su enfado, había salido de casa a ciegas, y a ciegas había vuelto. Pero ahora veía y comprendía por qué no encontró a nadie el rellano de su edificio. El autor del grito no había sido uno de sus vecinos: había sido ella. Quiso gritar otra vez pero se había quedado sin aire, sin fuerzas. Sin vida.

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7 comentarios

  1. 1. Diego Manresa Bilbao dice:

    Muy interesante relato Monica!!! Me ha gustado. Si acaso diria que abusas de los adjetivos, como “estúpido cantamañanas” que puede ser redundante.
    Por lo demas, bien contado bien mantenida la tension.
    Enhorabuena
    Nos leemos!

    Escrito el 18 enero 2017 a las 13:25
  2. 2. Ramón Temes dice:

    Me ha gustado tu relato, Muy bien redactado con un final sorprendente aunque improbable ¿No te parece?
    Pero… Sin imaginación todos los escritos serían aburridos.
    Te felicito.

    Ramón Temes nº 193

    Escrito el 19 enero 2017 a las 17:36
  3. 3. Mónica B. dice:

    ¡Gracias por vuestros comentarios!

    Este es un texto que escribí hace años, aunque lo he modificado un poco para cumplir los requisitos de la actividad. He pasado muchísimo tiempo, desde que lo escribí por primera vez, dándole vueltas a cómo continuarlo (en su versión original realmente no había un final, y nunca supe cómo continuar la historia). Para esta actividad puse ese final, que la verdad es que no me gusta mucho, pero el resto del relato sí que me gusta y quería participar en el taller y quizá mejorarlo y escribir un final decente con la ayuda de vuestros comentarios 🙂

    Escrito el 20 enero 2017 a las 12:44
  4. 4. SBMontero dice:

    Igual voy a pecar de tonto, pero es que por más vueltas que le doy al texto no logro entender qué le ha pasado a la protagonista, sale del piso y… ¿Y qué? Ôo)-~

    Escrito el 21 enero 2017 a las 11:57
  5. 5. Mónica B. dice:

    Sale del piso y no se encuentra nada. Como he dicho, es un texto del que no me gusta el final, pero sí el principio y la parte central. Por eso decidí publicarlo de todas formas. Creo que con más práctica mejoraré, y también leyendo otros textos y los comentarios de los demás sobre los míos cuando sean constructivos 🙂

    Escrito el 21 enero 2017 a las 12:05
  6. 6. Luis Ponce dice:

    Hola Mónica:
    Una de las mejores costumbres de un escritor es no botar lo que escribe. Es típica la imagen de quien escribe, botando a la basura, generalmente al piso, los papeles arrugados donde ha escrito un par de frases que no le han gustado.
    Pues ahí tienes, a mi me parece que tienes un proyecto interesante al que solamente tienes que maquillarlo.
    …”El despertador la devolvió a la realidad apenas unas horas más tarde. Lo apagó de mala gana y, tras unos minutos desperezándose y estirándose, por fin abrió los ojos: había muerto”.
    No sé dale unas vueltas, pero no lo sueltes.
    Nos leemos.

    Escrito el 23 enero 2017 a las 23:39
  7. 7. Doralú dice:

    Hola Mónica!
    Me gustó tu historia, me parece que esta bien contada. Lo único que no tengo claro es a qué o a quién te refieres cuando dices “la imagen que vio ante ella erizó hasta el último vello…”

    El desenlace me sorprendió, ni remotamente lo imaginé, sin embargo, me gustó. Estoy segura que si lo dejas reposar un tiempo más encontraras la forma de escribirlo tal como lo deseas. Paciencia, paciencia, los grandes escritores también han pasado por dejar por largos años un texto.
    Un abrazo!

    Escrito el 25 enero 2017 a las 05:42

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