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Tótem - por Miguel Mesías

Se giró al escuchar el grito, como si en lugar del tímido movimiento de su dedo fuera el prolongado alarido lo que la hiciera girar.

Sanctus, soltando el humo de su boca, le hablaba en voz baja a su socio: “Hay que estar en esa silla para saber lo que es que la vida gire”. Éste respondía con un suspiro hondo y pausado, sin que la punta de su pie cesara de moverse.

Desde su palco, entre vidrios, podían controlarlo todo; aunque esta vez no estaban ahí únicamente por negocios. Ellos también habían quedado atrapados por la curiosidad que generaba ese tal “Tótem”, que después de siete juegos no caía.

En la pared ennegrecida del Salón Bordó un tablero de madera con bordes de aluminio llevaba escritos los nombres de los ganadores y los caídos de cada ronda. Tótem estaba ahí, otra vez, en la final.

El Tuerto había dejado ya de buscar los boletos y de pasar los tragos.

La quietud que desde hace poco inundaba el ambiente y el olor seco de la madera, los puros y el whisky, terminaban de darle al salón su humor propio de exclusividad y rareza.

Solo resonaba ahora, junto con el grito de Tótem, el constante ritmo del saxo que llegaba a los golpes por los parlantes y hacía creer que la escena transcurría despacio, de a pocos.

No parecían ya dos pasillos sino todo un mundo lo que los separaba de la vana diversión y las luces de afuera, de las máquinas, de la gente y de las ruletas no rusas.

Por esa silla habían pasado valientes, adictos, locos, desquiciados, tontos. Tótem, como ninguno, se concentraba.
Miraba, en medio del denso sudor que recubría sus ojos, el movimiento del tambor. En esos giros veía los suyos, como si él mismo girara en la ruleta de su vida.

En uno veía el de la manija de su habitación cuando su mujer entró y agarrando sus cosas le dijo que no eran suyos, que nunca lo fueron; cuando sin explicaciones le aseguró que no podía seguir mintiendo y que se llevaría a los tres. En otro se veía a sí mismo girando en la plaza, con los restos de comida y el almohadón en el que se apoyaba por las noches. También se vio girar por el casino, por los pasillos, llegar hasta ahí.

Tótem no decía nada y nadie hablaba por él. Muchos discutían sobre esa suerte que traía; él solo la culpaba. Para ellos era buena; para él, maldita. Ellos no entendían cómo había llegado ahí; él no lograba comprender cómo seguía, seguía, seguía.

Ciruela no, él estaba por encima de las habladurías. No creía que fuera cuestión de planetas alineados o de extrañezas míticas. Por eso se sentaba a su lado en cada juego y cuidaba minuciosamente que Tótem siguiera cada una de las reglas. Juego a juego solo pudo comprobar que ni se gastaba en tratar de incumplirlas.

Él mismo estuvo ahí ése día en que Tótem se volvió leyenda, cuando su vacilante suerte lo condenó y al mismo tiempo lo salvó. Él mismo vio cómo le frenó el tambor en la precisa recámara que llevaba la bala, y cómo quedó ahí atascada y… pudo seguir jugando.

Garfio asegura que nunca vio una doble suerte así, tan indecisa. Y así siguen los comentarios… Lo cierto es que todos habían empezado a sentir un retorcido cariño por él y su fama crecía en cada juego.

Pero Tótem no calculaba, no apostaba ni teorizaba. No sentía cariño por él mismo ni por nadie. No quería ganar ni conseguir premios. No estaba ahí por la sensación de adrenalina ni por el placer de jugar. Era distinto a ellos en todo, menos en el hecho de que se sentía asido por los giros del azar.

Así siguió, gritando y mirando su arma hasta que llegó el último giro. En él, por primera vez no recordó uno anterior.
Con su concentrada mirada pudo ver la única bala y las cinco chances que corrían por dentro. No era la bala su condena…

Como en todo juego de azar, no podía depender de la suerte únicamente.

Faltaba un giro más, no del tambor ni del azar.

Cuando Sanctus esperaba un único ruido y el desenlace, se atoró con el humo de la reciente pitada al verlo apoyar lentamente su pistola sobre la mesa.

Se levantó Tótem de su silla, ante la estupefacta mirada de todos, y perdió.

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6 comentarios

  1. 1. beba dice:

    Hola, Miguel:
    Me ocurre que siento la buena estructura de tu cuento, pero no entiendo de qué se trata; parece un juego de ruleta rusa… pero no lo sigo.
    Valoro la tensión que creas y el buen manejo gramatical, así como lo pintoresco de los nombres.
    Un saludo.
    beba-127

    Escrito el 17 enero 2017 a las 20:40
  2. Muy buena tu recreación de la ruleta Miguel, cada giro es una vuelta de tuerca de su propia vida, y al final el último giro, en el que se levanta y pierde, sorprende por su sencillez y elegancia.
    Un placer leerte.

    Escrito el 17 enero 2017 a las 22:20
  3. 3. Anael dice:

    ¡Hola Miguel!

    Aquí vengo a devolverte la visita de tu tan acertado comentario. Muchas gracias por tus sinceras y constructivas críticas. Vamos a ver qué podemos aportar a tu texto.

    He de confesar, con gran vergüenza, que me ha costado bastante entenderlo. En mi opinión creas muy bien la tensión y la intriga, pero la mantienes demasiado tiempo. Es un texto poético y metáfórico que juega con la palabra giro, y quizá gira demasiado. Me ha costado mucho entender y aún así no sé si acierto. El concurso consiste en que mete una sola bala en una pistola y dispara contra su cabeza, a ver si sobrevive o se pega un tiro, ¿no? Y mientras grit toda su vida y las razones por las que se encuentra allí pasan por delante de sus ojos.

    Creo que tiene mucho potencial. La historia es muy buena, escribes maravillosamente y cuidas mucho el lenguaje. La atmósfera acompaña al personaje y creo que éste está muy bien construido. Pero ocultas demasiado al lector, creo que a lo mejor mostrar un poco más ayudaría, poner más nombres y menos sujeto omitido, más lugares concretos. No lo sé. Me ha gustado pero me ha costado. A lo mejor es que hoy estoy cansada. Haces pensar al lector, pero quizás demasiado. Así es como yo lo veo.

    Sólo he encontrado un fallo de puntuación que te señalo a continuación para que no tengas que buscarlo:

    1. “La quietud que desde hace poco inundaba el ambiente y el olor seco de la madera, los puros y el whisky, terminaban de darle al salón su humor propio de exclusividad y rareza.”
    Creo que hay que quitar la coma que pones entre whisky y terminaban. No debe haber comas entre sujeto y predicado 🙂

    Ah, se me olvidaba. muy bien cumplido el reto, no era tarea fácil y creo que eso lo has logrado con nota. Enhorabuena.
    Espero que mis sugerencias te sirvan, en el fondo son como las lentejas, si las quieres las tomas y si no las dejas 😉 Espero seguirte leyendo en el blog.

    ¡Un abrazo!

    Escrito el 18 enero 2017 a las 21:26
  4. 4. Miguel dice:

    Hola Beba. Pepa y Anael (nuevamente),

    La historia cuenta, como ustedes mismos describen, que Tótem está jugando a la ruleta rusa y mientras ve girar el tambor recuerda los giros de su vida que lo llevaron hasta ahí.

    Les pido disculpas por la dificultad, por lo enredado del relato, por no mostrar lo suficiente y por los quizá demasiados giros!…

    Espero ir puliendo lo necesario para ganar fluidez y claridad en el futuro.

    Muchas gracias por sus recomendaciones, las cuales tomo con el mejor ánimo de aprender!

    Muchos saludos

    Escrito el 19 enero 2017 a las 17:07
  5. 5. ortzaize dice:

    hola el totem que yo conozco es un palo que se pone en el centro del campamento en vacaciones y esta lleno de cosas buenas, cintas de colores, fotos,
    Bueno me he vuelto un poco loca intentando poder entender a Totem que entre tanta vuelta refiere su vida? o es lo que ve?
    no lo entiendo muy bien.
    gracias saluditos

    Escrito el 20 enero 2017 a las 11:38
  6. 6. Miguel dice:

    Hola ortaize! Gracias por pasar por aca. No conocía ese significado de la palabra… Entiendo que un Totem es un objeto que se relaciona con cultiras antiguas que se relaciona con la suerte o con poderes místicos… por eso quise apodar así al personaje de este relato.

    Perdón por casi “volverte loca”!! No era la intención!!

    Muchas gracias y saludos!!

    Escrito el 20 enero 2017 a las 13:27

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