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Una mirada distinta - por Rakel
Se giró al escuchar el grito. Y como su padre, muchos de los visitantes que estábamos mirando, en ese momento, uno de los cuadros de un pintor flamenco que estaba en exposición itinerante en el Museo del Prado.
Ha pasado bastante tiempo desde aquel día, pero la escena permanece en mi memoria como si hubiera pasado ayer.
Era el día de los museos y su gratuidad hizo que ciudadanos y extranjeros visitáramos nuestro museo preferido. Yo me decidí por el Museo del Prado pues en ese momento había un exposición del pintor Rogier van der Weyden que me apetecía conocer. Tras esperar en la entrada una interminable cola pude pasar. Fui deambulado de una sala a otra, parándome en algún cuadro, pasando de largo de algún otro, escuchando de refilón los comentarios que hacían algunos de los guías sobre un autor en concreto, de sus pinceladas, de la maestría con que utilizaba tal o cual color hasta llegar a las salas donde estaba ubicada la exposición.
Al final de la segunda sala se encontraba una tabla de grandes dimensiones titulada “El Descenso”. Yo estaba intentando llegar a primera fila, pues un montón de cabezas me impedían ver el cuadro en toda su magnitud, cuando el grito estremecedor de una pequeña de unos cuatro años de origen japonés dejó a un gran grupo de personas petrificadas. Al grito, le siguieron sollozos y lagrimones que no paraban de salir de sus ojos. Era un llanto inconsolable, que transmitía una enorme pesadumbre. Su padre se agacho y con palabras ininteligibles para la mayoría intentaba consolar a su hija. La niña se agarró a la mano de su padre fuertemente y sin soltarla intentó salir corriendo.
Enseguida otros visitantes de la sala se arremolinaron alrededor de “El Descendimiento” curiosos al oír el grito de la niña. El desconsuelo de la pequeña se estaba convirtiendo en rabieta. Tiraba de su padre para salir de allí, para no volver a ver la imagen que le estaba causando sufrimiento.
Por fin llegó un vigilante y despejó el corrillo de personas que estábamos observando la escena un poco atónitos. El padre intentó excusarse por el comportamiento de su hija en una mezcla de español e inglés y luego se fue alejando poco a poco hacia la salida.
Paulatinamente el espacio que estaba ocupado por un numeroso grupo de personas se fue quedando vacío. Y por un instante me quedé contemplando la obra del pintor flamenco. Era una representación muy convincente del descenso de la cruz, la sangre del costado de Cristo, las lágrimas que discurren por las caras de los personajes que están ayudando en el descenso.
No se creó una situación de miedo, pero si me hizo recapacitar sobre como una imagen que a unos nos puede parecer normal incluso bella a otros les produce rechazo, especialmente si se hace bajo la mirada de una niña.
Hola, Rakel!
Qué linda historia! Me gustó mucho!
Pequeños detalles que yo corrigiría:
-en el primer párrafo eliminaría “en ese momento” para darle mayor fluidez a la lectura.
-en el último párrafo escribiría entre comas “incluso bella”. La palabra “si” iría acentuada.
Es la primera vez que te leo y me gustó tu estilo.
Saludos y hasta la próxima!
Hola Rakel 😉
Una historia muy bonita. Y la enseñanza y reflexión que se oculta tras ella aún lo es más.
La verdad es que creo que tu historia podría ser perfectamente basada en hechos reales. La muerte de Jesús, aunque la mayoría hemos crecido conociendo su historia, y por lo tanto nos hemos insensibilizado, fue un episodio desgarrador y un acto de crueldad tremendo y más en aquella época. Me ha gustado mucho como lo has enfocado de una manera tan subliminal y dulce, bajo las lágrimas de esa niña.
Gran relato, ¡enhorabuena!
Espero volver a leerte 😉 ¡besos!
Buen relato Rakel.
Felicitaciones!
¡Hola Rakel!
Linda historia con mejor mensaje aún. Aunque el contenido es armónico y tiene sentido, te sugiero que ahondes un poco en la redacción, con el uso de las “comas” por ejemplo. El uso de frases demasiado largas por ahí hace perder la ilación de la idea. Pero se puede…., adelante.
Hola Rakel.
Más que interesante el punto de vista de una niña sobre algo que nosotros culturalmente parece que no le damos importancia o no nos afecta tanto.Tal vez exponemos inconscientemente a nuestros niños a obras artísticas que pueden llegar a herir profundamente su sensibilidad.
El nombre de la obra está cambiado: Primero es El Descenso y luego es El Descendimiento, tal vez para evitar la repetición de la misma palabra, pero en todo caso puedes omitir su nombre, expresando de otro modo cuál era la obra en cuestión ya que antes había sido nombrada. Pero es un detalle sin importancia.
En síntesis, me gustó mucho el relato. Sigue escribiendo.
Hola Rakel.
Nos relatas en forma de anecdota un episodio de choque entre culturas. Muestras a traves de la mirada de una niña como algo que aquí estamos acostumbrados y nos parece “normal” para alguien de otra cultura puede ser chocante e incluso una aberración.
Me recuerda a alguien que una vez me comentó que llevar una cruz al cuello es como llevar una silla eléctrica. La verdad es que todo depende de la cultura en la que hayas crecido y tu lo expones muy bien en tu relato.
Yo, en el último parrafo pondria: “…normal e incluso bella.”
Felicidades por tu relato, y nos seguimos leyendo.
Hola Rakel gracias por pasar por mi relato. El tuyo es muy enternecedor. Los pequeños tienen su forma especial de ver el mundo y las cosas. Felicidades. Nos seguimos leyendo, un abrazo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios y buenos consejos.