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A las cinco te esperas - por PerePaella

Se giró al escuchar el grito justo para ver a un chico regordete salir corriendo de un instituto, entre lo que parecía una lluvia de insultos. Al momento, su mente viajó quince años atrás, cuando el era ese adolescente que huía.

"Gordo, maricón, empollón, bola de grasa…" Esto había sido la banda sonora de su vida desde que tenía prácticamente uso de razón. Al menos en horas lectivas. Luego llegaba a casa y descansaba, hasta que el fin de semana cambiaba el disco y sonaba: "Pecador, bueno para nada, fracasado, poco hombre…" Habían sido unos años que no deseaba recordar. Aunque seguían ahí, bien presentes. Se hacían ver en la punzada de miedo al hablar con alguien por primera vez, ya fuese para comprar un billete de bus o hacer una entrevista de trabajo. Se había curado, si, pero había cicatrices y secuelas.

Recordaba haber salido corriendo muchas veces como el chico que veía avanzar hacia él, y también recordaba las muchas veces que se había quedado unos minutos más en clase, para salir cuando ya no quedase casi nadie en los pasillos y caminar lento, para que las calles también se vaciaran delante de él.

Pasaron por su mente las veces en que nadie le creía, en que los profesores le decían que se lo inventaba. También, ya en el instituto cuando le decían: "Sí, te creemos" pero solo le enviaban a él al psicólogo.

También recordó aquel día, en que intentó revelarse, devolver el golpe, como tantas veces le habían dicho. "La culpa es tuya, te quedas ahí sin hacer nada…" ¿Y que consiguió? Un: "A las cinco te esperas." De nada le iba a servir ese día tardar en salir, lo sabía, le estarían esperando. Era él el que no esperaba lo que iba a suceder. Esperaba que le pegase, le insultase, se lo hiciese pasar un rato mal. Pero no. Cuando llegó a las puertas del instituto, ese lugar donde no había ley, vio unos treinta de sus compañeros formando un pasillo. En cuanto puso un pie fuera el chico que le había citado allí abrió fuego, escupiéndole en toda la cara. Avanzó por ese pasillo humano con paso decidido, mientras le llovían los escupitajos de los demás.

Mientras, su corazón se cerraba, se volvía una bola pequeña y dura, y su mente sólo podía pensar: "¿Donde está la gente? ¿Nadie está viendo esto? En plena calle, rodeados de edificios… Y los maestros? ¿Y la policía? ¿Y Dios?"

Después pasaron a cámara rápida por su mente las visitas al hospital, los lavados de estómago, su madre llorando… Sintió pena por ese chico que corría ya pasando a su lado, sus miradas se cruzaron, reconoció el dolor en los ojos del chico.

Vio pasar al chico y un segundo después llegaban sus agresores. Reían. Creían que era un juego. Tenían quince o dieciséis años y aún no entendían nada. Algunos lo harían con el tiempo. Algunos de ellos a la fuerza, cuando fuesen sus propios hijos los que volviesen llorando a casa cada día. Pero aun no lo sabían. Solo querían pasarlo bien a costa del sufrimiento de otra persona. Era como cuando mataban gatos por la calle. Tenían derecho, eran superiores.

Pero hoy no. Localizó en seguida al cabecilla, iba el segundo, como siempre, era un poco cobarde. Pero estaba claro que era él, se notaba. Su actitud de falsa valentía, la forma en que los demás le miraban… Cuando pasaron por su lado se armó de valor y lo cogió de la mochila. El chico gritó y pataleó. Los demás pararon al no tener un líder que los espoleara. Lo entretuvo unos minutos haciéndole preguntas sobre si había sido él el que había entrado a robar al kiosco la semana pasada. Para cuando lo dejó marchar el chico regordete ya estaba lejos. Ese día se había salvado.

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5 comentarios

  1. 1. Héctor dice:

    ¡Hola Pere…!
    La historia es demostrativa de caso de buling, estando bien construida. Aunque la idea no es original (yo utilice el mismo tema para mi relato), pienso que la dinámica es lo que más importa y vos lo manifestás muy bien en esta historia. Por ahí la redacción es algo redundante y poco clara, como en los párrafos 6 y 7 donde me costó un poco captar que pasaste de la historia propia recordada por el narrador, a la del chico protagonista de la historia actual. Pero bueno, nada que no se pueda lograr escribiendo más y más. Adelante entonces. Soy Héctor, el autor del relato anterior al tuyo, el 167.

    Escrito el 19 enero 2017 a las 03:28
  2. 2. LUIS dice:

    Hola PerePaella, soy Luis(171). Un relato muy crudo, que decribe una realidad cotidiana, por desgracía. Bien en denunciar estas malas praxis. Saludos y un abrazo

    Escrito el 19 enero 2017 a las 18:54
  3. 3. novel_madriles dice:

    Hola Pere.
    Me ha gustado tu relato, duro, jugando bien con los saltos en el tiempo. Por poner algún pero, en el primer párrafo creo que “el” debería estar acentuado (“cuando el era ese adolescente que huía”). Luego es verdad que el párrafo donde escribes “Pecador, bueno para nada, fracasado, poco hombre…” se podría mejorar.
    Pero bueno, sólo son cosillas. A mi tu relato me ha gustado. Un saludo y sigamos escribiendo.

    Escrito el 26 enero 2017 a las 20:03
  4. 4. Flekcher dice:

    Hola… Ya van dos relatos seguidos que leo sobre Bullying. Que bueno que esten escribiendo esto para que las personas se den cuenta de lo que se sufre a raiz de ello. Me agrado la narracion, solo estoy de acuerdo con aquello de que hay una partecita donde no se si es recuerdo o si es lo que esta pasando en ese momento. Pero en general muy bien. Es importante atrapar al lector, es decir, que se desee continuar leyendo para saber cual sera el final, y poco a poco lo vas logrando.
    Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 28 enero 2017 a las 06:11
  5. 5. Vespasiano dice:

    Hola PerePaella:

    Gracias por pasarte por mi relato y comentarlo.
    Ahora con satisfacción paso a comentar el tuyo que me ha parecido una denuncia en toda regla contra el “bullyng”.

    Me gusta sobre todo lo bien que describes las consecuencias negativas que para los acosados/as suelen tener estos comportamientos agresivos de los, por desgracia, compañeros de instituto.

    Y también veo muy sutil, la pincelada de improperios que recibía en su casa. Intuyo que por parte de sus padres.

    Te apunto algunas cosas que he visto y que pienso podrías revisar si te parece oportuno:

    A las cinco te esperas. Yo creo que el título quedaría mejor entre signos de admiración: ¡A las cinco te esperas!

    “…una lluvia de insultos”. Al tratarse de un grito, yo lo achacaría a golpes más que a insultos: “…una lluvia de golpes”.

    “Se había curado, si, pero había cicatrices y secuelas”. “Se había curado, sí,”. Este “sí” lleva tilde.

    “¿Donde está la gente? ¿Dónde está la gente? Dónde lleva tilde.

    “…que corría ya pasando a su lado”, después dices: “Vio pasar al chico”. No veo la necesidad de repetir la escena, bastaría con iniciar el párrafo siguiente así:
    “Un segundo después llegaban sus agresores. Reían. Creían que era un juego”.

    Pero aun. “Aún” lleva tilde.

    “Cuando pasaron por su lado se armó de valor y lo cogió de la mochila”. Esto queda algo confuso, da la impresión de que son los perseguidores los que han pasado por delante del chico y el cabecilla es el que le ha quitado la mochila y lo ha zarandeado. Me fue necesario una segunda lectura para entender correctamente lo que estaba pasando.

    En resumen, tu relato me ha gustado y por ello te felicito.

    Escrito el 31 enero 2017 a las 22:35

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