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Las regresiones de Julia Pagett - por R.R.Gómez

El autor/a de este texto es menor de edad

Se giró al escuchar el grito, Julia Pagett pasó la sala corriendo, preocupada por el bienestar de su hija, Lea.

Se detuvo al frente de ella y observó como en las mejillas de terciopelo de Lea empezaban a pasar un manantial de lágrimas, mientras miraba con sus ojos el papel que tenía en las manos. Estaba con la espalda pegada a la puerta principal de la casa, aparentemente vencida. En ese momento, Julia empezó a hacerse
preguntas tales como:

¿Será del hospital?

¿Qué le han mandado a Lea para que este así?

Los amargos recuerdos que divagaban en ella de su pasado surgieron y fue como si la vida de su hija se le presentara en esos momentos delante de su campo de visión, teniendo regresiones de lo que había hecho por ella y de cómo todo se había transformado de bueno a malo y de malo a peor. Todo pasó
mientras miraba a Lea.

El primer recuerdo se trató de cuando sus padres, afamados políticos estadounidenses, la votaron de su inmensa mansión y la descartaron como hija, por haber quedado embarazada a los 16 años. Fue más fácil salir de ella y evitar el infierno que presentaba la prensa. Dolida, fue acogida por el padre de la niña, un joven de veintitantos años, que la quiso y las cuidó a las dos por igual.

Una mañana de verano de 1990, él le prometió una sorpresa azucarada para la niña que apenas rondaba los nueve años.
Ya de tarde, ellas recibieron una sorpresa distinta de parte de él: su muerte en un accidente laboral con un tropezón y una máquina para cortar carne.

Las cosas se complicaban. Pasaban los días, las noches y eso significaba ingeniárselas para no morir de hambre, ya que Julia no tenía más apoyo que ella misma para criar a su hija. Trabajaba dos jornadas en trabajos en las que no le echaban en cara que necesitaba el título de secundaria. Buscaba a Lea a la escuela para luego volver a trabajar. Se podían sostener como iban, pero sabía en medio de las adversidades que Lea no era feliz.

Muchas mañanas, cuando salía al patio con la humeante taza de café que endulzaba su paladar y avivaba su memoria, recordaba las advertencias de sus padres, pero no escuchó. Y aunque esos errores le habían dado a Lea, lo más maravilloso que tenía en el mundo, añoraba otra vez el amor de sus padres. Nunca volvió a tenerlo.

Cuando Lea tuvo los 15 años de edad, todo se volvió en contra de Julia y con la misma moneda. A pesar de que la adolescente tenía notas excelentes en su escuela, en la casa le faltaba el respeto. Llegaba tarde o se escapaba de la casa a parrandas. Cuando podía aconsejarla, Lea hacia caso omiso, recordándole lo fea que se había puesto y lo ausente que se había presentado con ella.

A pesar de las deudas y la rebeldía que ahora presentaba su hija, Julia no se rendía y tenía en sus días la fuerte esperanza de que algún día las cosas mejorarían. Tenía aguante, pero le falta amor.

Y mejoraron después de que Lea tuvo el accidente en la víspera de año nuevo del 1997, en la que Julia fue acompañada a la mesa con una invitada especial: la soledad.

El accidente ocurrió cuando un supuesto amigo de Lea decidió fumar mientras descansaban en su regazo una caja de llamativos fuegos artificiales. Iba un grupo a una fiesta por la carretera en un minivan, con Lea de copiloto… y luego ocho cohetes explotaron en su alrededor. El chirriante sonido de las gomas por el asfalto de la carretera. Los arboles…

!BOOUUM!

… La oscuridad.

Julia recordó el hospital, cuando Lea se despertó del coma y todo su mundo se derrumbó. Hubo llantos y una realidad.

No escucho nada, mamá…

Nada.

Después de un tiempo, Lea salió del hospital renovada. Sorda, pero totalmente arrepentida. Las dos aprendieron lenguaje de señas y soportaron juntas todos los sufrimientos del accidente. Todo lo que pasó se perdonó. Aunque de mala manera, sus vidas volvieron a la normalidad.

Ya cuando los pensamientos de Julia habían concluido, esta le preguntó con señas por qué lloraba.

— Me aceptaron en Universidad Gallaudet —dijo Lea, sin parar de llorar—. Podré rehacer mi vida, mamá.

Julia se le unió en el suelo acompañándola en sus lágrimas de felicidad y expresando lo orgullosa que se sentía con un buen abrazo y las mímicas de un ¡Te Amo!

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5 comentarios

  1. 1. Marikiya dice:

    ¡Hola!
    Te devuelvo la visita que has realizado por mi relato. 🙂
    Creo que has querido contar demasiadas cosas y eso hace que la narración sea demasiado pesada. Entrelazas ideas, saltando de un tema a otro sin demasiada conexión.
    Lo siento pero me he perdido un poco.
    Creo que un poco más depurada, la historia tiene potencial. Es una buena idea pero no has conseguido contarlo con claridad.
    Seguimos aprendiendo y mejorando poco a poco.
    ¡Sigue así!
    Un saludo.

    Escrito el 18 enero 2017 a las 06:47
  2. 2. Otilia dice:

    Hola R.R.Gómez,
    Ante todo ¡Felicidades! Con tu edad tienes tiempo de lograr la técnica para transmitir toda clase de emociones en buenas historias literarias.

    La idea de tu relato me gusta, es dura pero con final esperanzador.
    ¿Mejoras? No. Solo es mi opinión:
    -No sé en que sentido usas la palabra regresión,¿retroceso?, ¿recuerdos?, siento que no pega en la historia.
    -“Se detuvo frente a ella y vio como por las mejillas de su pequeña (repites mucho Lea y Julia) fluía un manantial de lágrimas”.
    -Las preguntas de Julia yo las pondría entre comillas.
    -“Los amargos recuerdos de su pasado que merodeaban, surgieron…”
    -¿Por qué no volvió nunca a tener el amor de los padres? Los padres siempre perdonan. Julia perdonó a Lea.
    -No entiendo la frase “lo ausente que se había presentado con ella”.
    Sigue leyendo y escribiendo. Saludos.

    Escrito el 18 enero 2017 a las 16:33
  3. 3. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Rolando, yo por el contrario de algunos comentarios me
    deslizé por la historia ávido de conocer más y más. Si noté algunas fallas de claridad pero no no me detuvieron porque presentía lo que querías comunicar.

    El Tema que llega y el hacerme sentir tu escrito es un logro que todos los que escribimos quisiéramos legar a nuestros lectores, por ello te felicito y nos seguimos leyendo.

    Escrito el 22 enero 2017 a las 01:15
  4. R.R.
    El relato te mantiene en suspenso. Al final se descifra el enigma que introduces bien en el inicio.
    Me parece que falta “podar” el escrito de alguna que otra palabra de más.

    En el párrafo inicial me parece que falta “a”
    Se giró al escuchar el grito, Julia Pagett pasó “a” la sala corriendo, preocupada por el bienestar de su hija, Lea.

    En esta parte no hace falta poner “tales como”
    En ese momento, Julia empezó a hacerse
    preguntas “tales como”:

    “de su campo de visón” se podría quitar:

    Los amargos recuerdos que divagaban en ella de su pasado surgieron y fue como si la vida de su hija se le presentara en esos momentos delante “de su campo de visión” de ella

    “De cuando sus padres”, el primer recuerdo es de sus padres
    El primer recuerdo se trató de cuando sus padres

    Son algunas de las correcciones menores.

    Ánimo, nos vemos en otro relato

    Escrito el 22 enero 2017 a las 01:28
  5. Hola R.R.Gomez
    Gracias por pasar por mi relato.
    Siento que te haya desilusionado, pero este mes lo presenté de prisa y corriendo la víspera del cierre y eso, casi nunca sale bien. Referente al tema me ha sorprendido que sea tan “corriente” ya que es algo que viví muy de cerca y te puedo asegurar que me dejó impresionado durante mucho tiempo.
    Referente al tuyo te comento que me ha agobiado un poco, he notado poca fluidez porque, como te han comentado antes, quieres contar demasiadas cosas. La frase de que Julia fue acompañada a la mesa con una invitada especial: la soledad, no veo la relación ahí. Tengo que felicitarte, porque para ser menor de edad te has metido en un mundo mágico como es la narrativa con buen pie, y estoy seguro de que te va a encantar, como a mí. Creo que lo harás muy bien.
    Un saludo

    Escrito el 26 enero 2017 a las 10:44

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