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Secreto - por Guagner

Web: http://martoescribe.blogspot.com

Salir de casa no me cuesta, mamá está en coma abrazada al tetra-brik. El pasillo está desolado, ella ―ni siquiera sé su nombre― todavía no salió de su departamento. Me siento en la escalera, ansioso. Sostengo entre mis dedos la cadenita de oro que me regaló papá, mi talismán. Desde algún departamento llega música, un tango o una milonga; pero además de eso, todos duermen. Y no hay noticias de ella.
Durante meses el momento más feliz de mi día es cuando me voy a acostar, y a través de la pared hablo con ella. No hay problema en que mamá se despierte: el vino es su somnífero. Pasamos horas riendo y jugando a través del muro. Y a través de su voz, yo trato de adivinar su cara y su cuerpo y sus gestos.
Cada vez que salgo, espero cruzarme con ella; pero nunca veo salir a ninguna nena del departamento de al lado. Un par de veces le propuse que nos veamos, pero ella siempre se niega con alguna excusa tonta. A veces creo que es algún adulto haciéndome una broma cruel.
―Mañana a las doce de la noche, en el pasillo. ―me dijo ayer a través de nuestro único medio de comunicación. Y no pude hacer nada en todo el día, mi cabeza sólo pensada en ella. Casi me corté los pies cuando mamá me mandó a sacar la basura, y con el codo tiré al piso el horrible frasco naranja de las galletitas, que se rompió en mil partes.
Lejos de preocuparse por mí, mamá me dio una cachetada y se lamentó por el frasco.
―Nos lo regaló Ernesto ―me dijo entre lágrimas, jugando con la alianza de su anular derecho―. Arruinaste el único recuerdo que nos quedaba de él.
Mamá no siempre fue así, el vino la pone así. Y desde que quedó viuda por segunda vez que nunca le falta su Zumuva. Ernesto no era mi papá, era un estúpido roedor que nos carcomía la cabeza tratándonos de inútiles y malcriados, a mamá y a mí.
Pero hoy todo eso no me importa, aunque todavía me duela la cachetada de mamá. Porque la chica del otro lado de la pared aceptó que nos veamos.
Ya hace rato pasaron las doce, empiezo a preocuparme. Pienso que estuve mal en venir así nomás, sin un regalo. Espero otra media hora. Aunque mis esperanzas empiezan a flaquear, apretó más fuerte la cadenita que me regaló papi.
Estoy a punto de volver a mi cama, cuando su puerta se abre. En medio de la oscuridad sólo noto una silueta que se acerca a mí. Me paro, es apenas más baja que yo, tiene el pelo largo. Me acerco a la tecla de la luz.
―No la prendas.
Me freno. Se acerca más, huelo su champú. Sin decir nada, me agarra la mano y la lleva a su mejilla. Acaricio un valle agrietado y repleto de puntas secas que parece no terminar nunca.
―Este es mi secreto ―me dice―. Por eso no quería que nos veamos. Pero no quiero seguir engañándote.
Con las dos manos le agarro la cara y la beso. Y ella se relaja y también me besa y después me abraza, y así nos quedamos en medio de la oscuridad.
―Me llamo Tomás.
―Victoria.

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9 comentarios

  1. 1. Edetana dice:

    Hola Guagner! Bonita historia la que cuentas, y con final feliz. Se entiende muy bien aunque, al principio, me costó entender dónde y con quién se producían los encuentros. Escalera, pasillo, departamento…el primer fragmento me descoloca un poco. Después la historia va cogiendo fuerza y se entiende perfectamente.
    Saludos y hasta pronto

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 13:56
  2. 2. Guagner dice:

    Gracias.
    Quizá debí poner antes que era un edificio.
    Igual ahora se me ocurren 1000 cosas más. Hasta otro final, jaja.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 12:50
  3. 3. Marián dice:

    Hola Guagner. Me ha gustado tu relato. Debo decir que he tenido que leerlo con mucha atención porque, al principio, no acababa de situarme pero la intriga me atrapó y me resultó una historia interesante y bien llevada.
    Respecto del reto, no estoy segura de que lo hayas conseguido porque hay unos cuantos verbos que no están en tiempo presente aunque tengo dudas al respecto, la verdad.
    Saludos, (121)

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 11:58
  4. 4. Guagner dice:

    El relato está en presente, apela a recuerdos. Pero está contada en presente.
    Con respecto alo otros, se ve que tenía que mejorar el tema de la ubicación, ya que el otro comentario dice lo mismo.
    Gracias por pasar. 🙂

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 20:42
  5. 5. Alycia dice:

    Hola, Guagner:

    ¿Has visto la película “Déjame entrar”? Tu historia me la ha recordado, aunque el secreto es diferente.
    Abandono, soledad, ternura, el sentimiento y el miedo de ser diferentes, amor, esperanza. Todo eso lo encuentro en tu escena.

    Saludos,

    Alycia

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 05:47
  6. 6. Guagner dice:

    Sí, la vi. Es buenísima.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 18:23
  7. 7. Diego "Ravona" Coppa dice:

    Salir de casa no me cuesta, mamá está en coma (Es demasiado decir que está en coma, agregarle un “como” me parece mejor sí decís que está en coma es por que realmente está en coma y no sólo inconsciente, yo diría que está inconsciente por que a esta altura del cuento no sabés que edad tiene el protagonista y como puede captar su entorno) abrazada al tetra-brik. El pasillo está desolado, ella (ACá EL sujeto tácito está en la madre, ELLA SE REMITE A LA MADRE INDEFECTIBLEMENTE)―ni siquiera sé su nombre― todavía no salió de su departamento.

    Durante meses el momento más feliz de mi día es(fué o ha sido) cuando me voy a acostar,(hay que trabajar un poco esta parte)y a través de la pared hablo con ella.

    Un par de veces le propuse que nos veamos(de vernos), pero ella siempre se niega con alguna excusa tonta(tonta es subir el tono, lo sacaría, quizá: “que no me creí”).

    ―Mañana a las doce de la noche, en el pasillo. ―me dijo ayer a través de nuestro único medio de comunicación. Y no pude hacer nada en todo el día(sí, hizo algo, pensó en ella), mi cabeza sólo pensada en ella.

    Ernesto no era mi papá, era (como uno de esos ratones de la cocina que les daba de comer queso) un estúpido roedor que nos carcomía la cabeza tratándonos de inútiles y malcriados, a mamá y a mí.

    Me freno. Se acerca más, huelo su champú. Sin decir nada, me agarra la mano y la lleva a su mejilla. Acaricio un valle agrietado y repleto de puntas secas que parece no terminar nunca. (no entendí exactamente que son las puntas secas, entiendo que la nena está hecha percha o tiene algún problema en la cara pero no me queda claro, quizá eso es exactamente lo que buscabas)

    Abrazoooo

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 05:08
  8. 8. Arnoldo Supiar dice:

    Hola Guagner:

    Impresionante historia, muy bien contada. No me siento capacitado para corregirte los posibles errores de puntuación o de sintaxis (no sé si los hay) porque me he quedado removido por la inmensa ternura que has sabido transmitir con tus palabras. A mí eso, como lector me parece delicioso y como escritor trato de descubrir dónde está la clave sin mucho éxito.

    Creo que la clave está en la construcción que has hecho del protagonista. Desde mi punto de vista, está caracterizado por una gran bondad, y esa característica la haces fluir incluso cuando reacciona ante el maltrato. En mi opinión, la clave está en que no destila rencor, ni siquiera hacia Ernesto. También me llama la atención que no enjuicia a su madre sino que conlleva su adicción sin protestas.

    Ternura, amor, ausencia de rencor, eso es lo que he sentido al leerte. El mal eclipsado por el amor. Enhorabuena, un gran relato.

    Arnoldo.

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 12:16
  9. 9. Guagner dice:

    GRacias, Arnoldo.
    Y Gracias, Diego, lo tendré en cuenta.

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 14:20

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