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Ese día es hoy - por Débora Fernández González

Me levanto temprano sin necesidad de escuchar el despertador. Esta mañana es la última que paso aquí. En este tugurio cuya única compañía es un pequeño roedor, se queda mi pasado más reciente.
Abro muy despacio una enorme y pesada puerta de madera maciza tras la cual se encuentra el patio interior de un precioso edificio rehabilitado. Puedo ver que han conseguido reponer cada uno de los detalles que años atrás la bisabuela había cuidado con tanto esmero, las lámparas tienen el brillo del primer día, las enredaderas parecen ser las mismas y el suelo sobre el que la bisabuela bailaba el tango con cualquier persona que viniera a visitarnos después de que se quedara viuda, mantiene todo el esplendor de antaño; lo recuerdo como si estuviera sonando la música en este preciso momento.
Miro arriba y me dejo envolver por esa escalera que se alza sobre mi cabeza en forma de caracol buscando la bóveda por la que entra un rayo de sol.
Pienso que deben de ser las doce del mediodía porque es la hora a la que más luz entra según la orientación que tiene este edificio. Esa claridad es un regalo para mi vista que está dañada de tanto intentar leer en la penumbra de mi anterior habitación. Pero eso ya ha acabado, ahora estoy rodeada de luz, de colores llamativos y de canciones llenas de vida.
Me he puesto mi falda favorita que va a juego con mi diadema naranja, por un momento me toco la cabeza para asegurarme que sigue en su sitio, siempre fue mi talismán y ¿cómo no? hoy está presente en tan honorable acto, este momento que me hace sentir tan libre como cuando te autorizan a contar un secreto de esos que te arañan el estómago de tanto retenerlo.
Subo la escalera muy lentamente, parece que estoy haciendo un homenaje a cada escalón que voy pisando porque poso el pie con sumo cuidado. Llego a la primera planta pero no quiero parar allí, quiero ir a la segunda y después a la tercera y cuando llego, en esta última planta empiezo a acariciar la pared muy despacio con la palma de mi mano. Estoy intentando palpar algo y sonrío, sonrío porque he notado la corriente de aire en mis dedos y sé que un poco más adelante está mi puerta secreta… nuestra puerta secreta. Empujo despacio y el pequeño cierre retráctil hace que la madera de apenas 60 cm de altura se abra; yo me inclino como si estuviese haciendo una reverencia y entro, entro al santuario de "la alianza", así le llamábamos nosotros. Mis dos hermanos y yo nos sentábamos en el suelo con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, haciendo un círculo en el que todas las rodillas se tocaban las unas con las otras y entonces nos buscábamos las manos; en este momento puedo sentir como mis manos se agarran a las de ellos uno a mi izquierda y otro a mi derecha. Cierro los ojos para intensificar esa sensación y para mi asombro se agudizan también otros sentidos y pienso que no puede ser, ¡no puede ser lo que estoy oliendo!. La negación pasa a ser sorpresa, la sorpresa pasa a ser interrogante y el interrogante pasa a ser decisión, así que ando cinco pasos hacia delante y otros tres más a la izquierda, pongo mis manos en una viga que atraviesa desde el suelo hasta el techo de forma diagonal, me pongo un poco de puntillas, estiro mi cabeza detrás de la gran madera y ahí está… el frasco de perfume que me regaló la abuela en mi 18 cumpleaños y que juré no gastaría nunca, ahí está esperando el día en que yo pudiera venir a recogerlo y ese día es hoy.

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8 comentarios

  1. 1. Jacqueline Adamo dice:

    Me ha gustado mucho! 🙂

    Me gusta la forma en la que cuentas el relato. Las doce palabras encajan perfectamente y no da la sensación en ningún momento de que resalten o sobren.

    El estilo también es muy bueno. Sin embargo, en la forma, hay algunas frases demasiado largas que dificultan un poco la lectura, pero de todas formas no hacen perder el interés.
    Me ha gustado el contraste entre la habitación oscura/pasado oscuro y la casa a la que va/futuro esperanzador. Pero la historia en sí se me hace algo superficial.

    Es como si faltase información sobre los personajes, como si todo se quedase muy por encima, sin profundizar en puntos importantes, como por ejemplo, por qué el perfume es tan importante y por qué la protagonista va a por él ahora, o qué le hace dar el paso para salir de esa habitación oscura en la que vivía hasta hoy, por qué hoy.

    Aun así, es un relato muy agradable de leer.
    Enhorabuena 🙂

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 20:26
  2. 2. Débora dice:

    Muchísimas gracias por tus comentarios, me han ayudado mucho, sobre todo lo de las frases que se hacen un poco largas, creo que llevas toda la razón.

    Muchísimas gracias Jacqueline Adamo. 🙂

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 19:50
  3. 3. Serena dice:

    Hola Débora, me pasó que aunque has descrito los espacios, algo sucede que no puedo entrar en ellos. Respecto de la forma existen palabras que se repiten demasiado para mi gusto. Algunas frases podrían reducirse apelando a alguna metáfora y así provocarían un mayor impacto creo.
    Por otro lado considero que ayudaría que mostraras más profundamente los sentimientos de la protagonista por su abuela.Si el perfume fue tan importante como para no abrirlo nunca significa que esa relación lo era también.
    Me gustó que utilizaras la palabra tugurio, es tan fuerte como para colaborar bastante en el armado de la atmósfera triste o agobiante del pasado con el que comienza tu historia.
    Saludos!

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 18:59
  4. 4. Andrea dice:

    Hola Débora! Me fijé por casualidad en el título y he decidido leerlo 🙂 Me parece que escribiste el texto perfecto para el reto de este mes: el tiempo presente ayuda a recorrer los espacios como si estuvieras dentro de la piel del personaje, creo que en pasado no hubiera funcionado la mitad de bien.

    En cuanto a cosillas que podrían mejorarse, me pasó lo mismo que al resto: echo de menos un conflicto claro en la historia. ¿Qué es lo que le impide al personaje alcanzar su objetivo? ¿Por que hasta ahora estuvo en el tugurio y fue a buscar ahora el frasco?

    La historia tiene muy buena pinta: esas escaleras, el edificio antiguo restaurado pero con los “fantasmas del pasado” aún por ahí… seguramente sin la limitación de las 750 palabras podrías contarnos más de la casa, la bisabuela, los hermanos, el tugurio y el perfume.

    Saludos!
    Andrea
    (PD soy la numero 60, por
    si te apetece leerme)

    Escrito el 22 febrero 2017 a las 23:54
  5. 5. lectora70 dice:

    Hola Débora!

    Gracias por comentar mi relato!

    Estoy de acuerdo con el resto de compañeros en sus apreciaciones.
    En cuanto a la estructura, el nudo de la historia no se aprecia. Pienso que aunque se disponga solo de 750 palabras es importante plantear un inicio, una trama y un desenlace. De todos modos la historia engancha.

    Saludos!

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 18:42
  6. 6. Maria Jesus Hernando Navas dice:

    Hola no me he olvidado de ti, pero el tiempo vuela, por eso aunque debería haberlo hecho antes no ha llegado hasta hoy. Te he acompañado subiendo a ese desvan en el que te espera el perfume. Me gusta la historia, solo un “pero”, si el frasco está cerrado… de donde viene el olor?. Pero no hagas caso a este detalle tan realista, el relato me ha llevado a olerlo a mi tambien. Hasta el proximo relato!.

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 22:37
  7. Hola Débora, me ha gustado mucho tu relato, me llevaste a la última planta casi de la mano. El recuerdo de los tres hermanos sentados en círculo me conmovió. Los detalles de la ascensión por la escalera caracol y la frase “haciendo un homenaje a cada escalón” me pareció genial.
    Gracias por compartir

    Escrito el 24 febrero 2017 a las 04:12
  8. 8. Thelma Gardom dice:

    Hola Débora,

    Tu relato es precioso. Describes perfectamente la escena a través de las emociones de la protagonista, he logrado visualizar perfectamente el recorrido por la casa de la bisuabuela y me ha hecho entender las sensaciones del personaje. Aunque no profundizas en su pasado, se puede notar que ha vivido momentos cálidos y felices en esa casa que ahora anhela. Me ha parecido muy dulce.

    Saludos, Thelma

    Escrito el 24 febrero 2017 a las 12:32

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