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Uno busca - por Serena

Una suerte haberla visto justo al entrar a su casa. El doce. Imposible saberlo desde aquí, son iguales todas las ventanas.
Debe ser hoy, y por la mañana, antes del almuerzo. Pero ¿cómo? Un extraño que golpea a su puerta y con una mueca poco agraciada le anuncia su amor. Ridículo. Un vendedor de artesanías aguerrido, presentable y sin nada para ofrecer. Peor.
Cuando mira así, como si no perteneciera. Casi puedo tocar su tristeza, es entonces cuando no consigo verla. Es una muralla inexpugnable, y ella adentro, esperando. Sus ojos velados, sonriendo como si supiera el gran secreto que expulsa brutalmente del círculo mínimo a la mayoría de los mortales. Una máscara pretendidamente soberbia, acentuada a un extremo exquisito para lograr el engaño. Funciona con ellos; pero yo la descubro ahí adentro, rompiéndose en pedacitos, con el miedo mordisqueando al corazón como el roedor rastrero que es. Me doy cuenta siempre, cuando lleva su blusa blanca translúcida sobre todo. El brillo asciende hasta su mirada fugitiva, acentúa por contraste la sombra y quiero abrazarla hasta que se dé cuenta. No lo hago, claro. He ahí la razón de la distancia inevitable. Allá, aquí. Una eternidad, un paso.
Dice Don Luis que hace tres años que es viuda. No es seguro, aunque sí probable, no hay cosa que disfrute más ese viejo que meterse en asuntos ajenos. Ella le sonríe pero no le da información, él se envenena, entonces reparte por ahí que es rara. Comenta que cuando se mudó alcanzó a ver la foto de un hombre en su living, pero sólo fueron unos segundos porque ella cerraba la puerta al tiempo que le decía que estaba bien y no necesitaba nada; aunque a él le parecía que estaba llorando o muy resfriada porque su nariz, grande para ser de una mujer, estaba enrojecida. Sé que llora cuando desliza el dorso de sus manos por el rabillo del ojo, a veces se pasa ambas por las mejillas y da vuelta la cara, hacia el otro lado del mundo, esconde la cabeza, luego se levanta y tarda unos minutos en regresar.
Voy ahora. Está inquieta hoy. Nunca vi ese vestido, es naranja o rojo tal vez. Entonces golpeo y se lo digo…Qué oportuno….Discépolo. Celia, el tango tuyo de cada domingo, hoy acertaste, sí… “busca lleno de esperanzas el camino…”. Es fácil, bajo la escalera, cruzo la calle y se lo digo.
Atravieso casi la barrera del cordón cuneta pero Amalia me grita desde su pórtico anunciando que tiene algo para mí. Hago gala de mi paciencia infinita trocando los deseos de escapar de la sala de su casa por las ineludibles gracias frente al aparatoso frasco de dulce de higos que a Amalia le hace mal pero a mí me hará bien…porque soy joven. Es muy grande para meterlo en el bolsillo, tengo que volverme a guardarlo. No, mejor se lo llevo de regalo, perdón Amalia.
No corras, se nota. Dos pasos y llego.
Espeto un “buen día” veloz a Don Luis ya en el tercer peldaño. Falta poco. Respirá, no vas a poder ni hablar. Doce. No se oye ningún ruido. Con tres golpes suaves está bien, ahora debe estar levantándose de su silla con su vestido nuevo y flotando hacia aquí para abrirme.
Tal vez no escucha porque está en la cocina o la habitación. Me voy. No señor. Tres golpes un poco más firmes.
No quiere atender.
Era hoy.
Esta humillación de tener que volver escrutado por este Don Luis, pretendiendo que olvido algo que él pretende creer. Descubriendo esta alianza extraña en la que me cuenta que ella salió y cruzó la calle y desapareció mientras él hablaba por teléfono; y yo le muestro que me importa de verdad, entonces él sonríe satisfecho y yo sé que se fue contenta y vestida de colores. Adiós Don Luis.
Tres minutos le bastan para diluirse con la llovizna. Mañana no podré. Tantos preparativos. Pocas ganas me dan de estar tan lejos otra vez.
Subir para reunir fuerzas…o seguir soñando. Mismas baldosas, agujeros nuevos, ése no estaba ayer. Fin de la escalera y cinco metros hasta mi puerta por la alfombra azul de antes. Es ella, parada allí de espaldas, esperando. Es ella. Respirá y apretá fuerte el inesperado talismán de higos porque es hoy.
Qué lindo le queda el naranja.

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13 comentarios

  1. 1. Maria Jesús dice:

    Poesía en prosa, eso me ha parecido tu relato. Muy bonito.

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 12:40
  2. 2. Maria Jesus Hernando Navas dice:

    Me ha gustado mucho tu relato, la historia, los personajes -el don Luis debe de existir de verdad en tu vida porque lo calcas- y el final feliz. Enhorabuena, nos seguimos leyendo.

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 14:03
  3. 3. John Doe dice:

    Hola Serena, me ha gustado mucho la manera en que barras, el uso del lenguaje, poético pero a su vez sencillo, el ritmo que le das a la narración y el punto de vista del.narrador-personaje que no sabe mucho de la historia y con el cual vamos aclarando.las dudas. La atmósfera que genera es la adecuada, los personajes entrañables donde nos encontramos con sus emociones y sus miedos. Gran relato.
    Si quieres pasar por el mío estoy en el 232. Saludos.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 15:06
  4. 4. Romina Eleonora Mc Cormack dice:

    Que bien logrado está. Al principio me confundió este narrador protagonista y su manera de describir el instante. Pero es impecable.
    Felicitaciones.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 18:50
  5. 5. SBMontero dice:

    Es muy bueno, eso es innegable, pero, para mi gusto, le falta chicha.

    No puedo ponerle ni un pero al texto, entiéndaseme, pero creo que podrías haberle sacado más jugo a algo tan bueno… por ejemplo, un poco de sangre asomando en el futuro, una violación insinuada por el acosador que la acecha desde el pasado en otra ciudad de la que huyó. Bueno, yo es que no puedo evitarlo, eh.

    Sigue escribiendo.

    Un saludo.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 21:53
  6. 6. Maria Jesus Hernando Navas dice:

    Muchas gracias SBMontero, estoy de acuerdo en qué podía haberle sacado más partido, pero no me atrevo con las “venganzas” y sé que es un punto débil. Seguiré tu consejo y sacaré mi lado oscuro cuando sea necesario. Nos leemos.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 22:34
  7. 7. Maria Jesus Hernando Navas dice:

    Oh perdón me he confundido al contestar. Creía que era para mi el comentario de SBMontero disculpa Serena. Por mi parte ya comenté el tuyo. Un abrazo.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 22:37
  8. 8. Serena dice:

    Gracias por tu sugerencia SBMontero, todas son bienvenidas.
    Saludos!

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 00:45
  9. 9. Débora dice:

    Hola Serena,

    muchas gracias por tus comentarios, me han servido mucho.

    Un saludo 🙂

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 13:20
  10. 10. María Esther dice:

    Hola Serena, me gusta tu relato,muy bien escrito, con lenguaje sencillo y pintoresco. Tiene un tono humorístico muy agradable.
    Muy buen relato.
    Te seguiré leyendo.
    Maritel en el número 3

    Escrito el 22 febrero 2017 a las 02:13
  11. 11. Berundgaar dice:

    No sé cómo describir lo que siento al leer tu texto.

    No sé…¿pura emoción?

    Desde luego, no me ha dejado indiferente. Me ha encantado, esa capacidad admirable de cantar con palabras.
    Quién pudiera…

    Estoy en el 23. ¿Podrías comentar el mío?

    A ver si aprendo algo de tu bellísima poesía.

    Un saludo, Serena.

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 12:17
  12. Hola Serena, soy el del cinco, justo arriba tuyo. Tu relato es muy lindo, me gusta que usaste párrafos cortos y puntos y a parte en un par de ocasiones. Le da firmeza a la gravedad del sentimiento. Todo lo demás es genial; la forma en que la ansiedad crece en el personaje y el final, muy bueno.

    Escrito el 24 febrero 2017 a las 04:03
  13. 13. Pilar dice:

    Hola Serena,
    A mi me ha gustado sobre todo la metáfora del ratón y el miedo que mordisquea el corazón. Muy bonito, si hasta se pueden sentir los bocados.
    No tienes por qué rizar el rizo, las historias sencillas de esta vida, son las que realmente llegan. Al menos a mí.
    Felicidades!!!
    Pilar, 80

    Escrito el 24 febrero 2017 a las 17:45

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