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Tocar madera - por Verso suelto

No acababa de decidirme, siempre estaba diciendo “mañana” hasta que vi en el calendario que al día siguiente, lunes, era doce, mi número talismán. Siempre he sido muy supersticiosa y supe que había llegado el día.

«¡Qué fácil es matar!», me dije mientras abría el frasco de tranquilizante y lo echaba en el zumo de naranja, «una cucharada dos cucharadas, tres cucharadas y ¡una vieja menos! ¡como disfrutará la glotona! ¡Hay que ser tonta!, se cree que con la vitamina C va a durar cien años el carcamal, mira, no todo el mundo se va al otro barrio haciendo lo que más le gusta».

Llevaba un año cuidándola, desde que se quedó viuda. Sus hijos quisieron meterla en una residencia barata para vender la casa. Pero ella no se dejó, ¡qué va!, a pesar de que la habían operado de “no sé qué” en la garganta, se lo dijo clarito, aquello sí que se entendió: ¡andaros con ojo que les doy el dinero de la casa a las monjitas y no veis un duro! Los hijos debieron hacer una alianza entre ellos para no cabrear a la vieja y esperar a que la herencia cayera como fruta madura. A mí me contrataron por cuatro duros.

Aunque siempre andaba tras de mí con el agua que gastaba y con las luces que me dejaba encendidas, no me mataba a trabajar. Pero la casa empezó a caérseme encima; toda la santa semana metida allí. Así que empecé a darle vueltas a la cabeza; me despertaba por las noches pensando cómo hacerlo y por la mañana me levantaba hecha unos zorros y de mal humor.

Yo conocía el secreto de la vieja, donde guardaba el dinero. Todos los meses la acompañaba a cobrar la pensión al banco y al volver siempre me mandaba a hacer algún recado. Fijo, al día siguiente cuando hacía su cama, había unas marcas en el suelo junto a las patas de la mesilla de noche. Con lo tacaña que era debía sobrar un buen pico, y mes a mes…

Dos días por semana tenía la tarde libre. Me juntaba con una amiga, la decía mi compadrita porque era de la Argentina; nos contábamos nuestras cosas y a veces íbamos a un tugurio donde ella conocía muchos hombres de allá.
— ¡Matá a la vieja! —me decía Raúl, un chulo con pinta de tahúr, mientras bailábamos un tango—, y nos corremos una juerga los dos…
Por las noches, en el duermevela, el ángel malo repetía insistentemente “¡Matá a la vieja!” y como un roedor laborioso mordisqueaba la cáscara de la bellota. Él ángel bueno en cambio replicaba “¡No matarás!”
— ¡Matá a la vieja!”
— ¡No matarás!”
— ¡Matá a la vieja!”
— ¡No matarás!”

Me estaba volviendo loca; pero después de mirar el calendario la bellota ya estaba pelada. El doce me la comí; ese día tenía la tarde libre, dejé la jarra con el zumo y salí hecha un pimpollo. Cuando volví por la noche la vieja estaba espatarrada en el suelo. Corrí la mesilla y cogí el dinero que estaba en un falso fondo. ¡Gracias por el regalo! le espeté. Luego llamé a uno de los hijos para decirle lo que pasaba. Llegó en seguida con un médico que se olió algo y dijo que había que avisar a la policía.
Vinieron y empezaron a hacer preguntas. El inspector no dejaba de atosigarme, parecía que estuviera jugando conmigo al ratón y el gato.

A los dos días me detuvieron. Esta vez perdió el ratón.Me metieron en la cárcel en espera del juicio. Por las noches no pegaba ojo. No entendía porque el policía ese se había tomado tanto trabajo, ¿qué ganaba él con trincarme a mí?, si a todo el mundo le estorbaba la vieja, empezando por los hijos.

Aunque el ángel bueno y el ángel malo ya no me visitaban, no dejaba de preguntarme porque no se tragaron lo del suicidio. No encontraba la respuesta. La noche pasada, por fin, he conseguido dormir de un tirón. Caí en la cuenta de que el día siguiente de matarla fue martes y trece. Ese día, al salir de la casa con mi maleta, pasé por debajo de una escalera para no cruzarme con un gato negro y luego no me acordé de tocar madera.

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9 comentarios

  1. 1. Jose Luis dice:

    Hola
    Interesante y entretenido relato de suspense y misterio. Misterio que se resuelve cuando el personaje principal decide acabar con la vieja. Pero lo que mal empieza, mal acaba. Justicia poética.
    Hay algún error para corregir en el cuento:

    ¡como disfrutará la glotona! ——– ¡Cómo disfrutará la glotona!
    no dejaba de preguntarme porque no se tragaron lo del suicidio —- por qué

    Creo que el relato se podría haber narrado en tiempo presente y no se hubiera resentido. Este mes ha sido difícil por tener que usar doce palabras distintas, pero pienso que lo has logrado encajar bastante bien, e hilar dentro del cuento sin que se note.
    Un saludo

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 18:19
  2. 2. LIAH PERSON dice:

    Hola Verso suelto,
    Me gusta cómo vas mostrando el desequilibrio del personaje, que es capaz de enfocar el asesinato con tanta frialdad. La superstición se menciona al principio pero no es hasta el final del texto cuando cobra una importancia real. Esa forma de “justificar todo” a través de sus propias supersticiones es lo que retrata definitivamente al personaje.
    Has elegido un personaje difícil de configurar y, con valentía, lo has sabido resolver muy bien.

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 23:24
  3. 3. Francis dice:

    ¡Hola Verso!
    Relato muy bien desarrollado hasta el final.
    Engancha este personajes a pesar de ser tan requeteremalo, porque has sabido darle un toque de humor.
    Sigue escribiendo. Te leeré siempre que partícipes.
    Saludos desde Sevilla.

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 23:20
  4. 4. Jean Ives Thibauth dice:

    Hola Verso Suelto.
    Me has tenido leyendo sin parar de principio a fin. Bravo. Casi no he notado los hilos de tu truco de magia.
    Has conseguido retratar un personaje redondo, con muchos matices, de esos que dan mucho juego los pongas donde los pongas.
    Y el final ha sido la guinda del pastel. Me ha arrancado una sonrisa cómplice. Yo que pensaba que iba a desvelar un despiste y resulta que nos cuenta todas las normas de la superstición que se saltó.

    ¡Buen trabajo!

    Nos seguimos leyendo.

    Te invito a que despellejes el mío a gusto:
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-41/7203

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 23:06
  5. 5. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola verso suelto, a mi me sucedió lo mismo que a Liah. Desde el mismísimo primer párrafo caí en cuenta que era supersticiosa pero no fue hasta el final que me di cuenta cuanto conjugaba con sus creencias.

    Tu trabajo muy bien redactado pues no sufrí ningún tropiezo con la lectura y aunque lo esperaba si me sorprendió el final por lo bien planteado.

    Te felicito.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 23:39
  6. 6. Maria Jesús dice:

    Hola, me ha gustado mucho el relato donde todo el mundo es malo, desde la protagonista hasta los hijos. Solo se salva el obviado ángel bueno. Muy bien desarrollado. Un saludo.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 12:51
  7. 7. Evelyn dice:

    Haz puesto por escrito el pensamiento de miles de cuidadores de ancianos insoportables… qué no todos lo son, pero por Dios que algunos piden el vaso con la vitamina C a gritos, jajaja

    Muy entretenido.
    Gracias también por tus comentarios.

    Escrito el 22 febrero 2017 a las 10:44
  8. Hola, Verso Suelto, un relato entretenido de principio a fin y divertido. Usas un lenguaje coloquial propio del tipo de persona que describes y también expresiones coloquiales como “pelar la bellota”. Introduces al roedor de una forma muy ágil y también a la viuda, la naranja y el 12 de la superstición al que añades realismo con la escalera, el gato negro, etc. Está todo relacionado entre sí para conformar un relato estructurado. Te felicito.
    saludos.

    Escrito el 22 febrero 2017 a las 19:43
  9. 9. Laura dice:

    Hola Verso Suelto.
    Has logrado un gran relato contado en primera persona, totalmente realista.
    Me descolocaste un poco con lo de la bellota, pero supongo que es una expresión de “ya está todo decidido”, por lo que nada que señalar, más que : un relato de primer nivel.
    Felicitaciones

    Escrito el 27 febrero 2017 a las 12:19

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