Amancer y Ocaso - por Molken

Web: http://viajoalsol.blogspot.com.co/

La viuda de Ocaso, -Amanecer-, era en ese día fosforescente y llena de colores vividos. Daba la bienvenida al sol con nubes danzantes, el canto de los pájaros y uno que otro roedor adormecido, que se refugiaba en cuevas para protegerse del rocío. Amanecer siempre quiso estar al lado del él, bajar las escaleras del día hasta la noche y posarse junto a su amado.
Amanecer solo estuvo junto a Ocaso cuando no existía la tierra y ambos eran uno solo dentro del sol. Tiempo después el sol empacó a cada uno en un frasco y los envió al planeta para que lo pintaran de colores, sin embargo, no dijo a ninguno del paradero del otro y quedaron separados por las eternas horas del día. Por eso se le conocía a Amanecer como la viuda de Ocaso, pues ella siempre creyó que su amado había muerto y jamás lo volvió a ver.
Ese día, esa mañana fosforescente, Amanecer pintó el cielo de naranja y a un punto de terminar su labor, vio una lechuza huyendo a prisa de sus colores. La lechuza volaba tan rápido que Amanecer apenas logró percatarse de su presencia cuando se acercaba a cruzar la línea del horizonte. Amanecer sorprendida, jamás había visto una lechuza, pues estas no se dejan tocar de las horas del día. Amanecer habló con suave y profunda voz a la lechuza y le dijo: – ¿A dónde huyes? ¿Acaso no te interesa conocer la brillantez del sol y la verdad que sale a relucir? La lechuza horrorizada apresuró su vuelo, pero su curiosidad le hizo devolver una pregunta: – ¿Quién eres? Amanecer hizo un remolino de colores en el cielo, sopló nubes y respondió: Soy Amanecer, soy quien da la bienvenida al sol, para que este no se pierda en su camino a la tierra. Lechuza, jamás había hablado con alguna fuerza de la naturaleza, esto hizo que aumentara su curiosidad y quiso saber más del mundo diurno, nunca antes se había adentrado tanto en este. Amanecer le dijo: -Debo hablarte rápido, mi tiempo es corto, y una vez el sol entre, me debilitaré y desapareceré. Tu que habitas la noche, ¿sabes algo de Ocaso? Desde que el sol me puso en este planeta, no sé nada de él. Lechuza conocía muy bien a Ocaso. Ocaso era quien le despertaba y le daba fuerzas para cruzar la ardua noche. Lechuza le respondió: – Si, lo conozco bien, Ocaso sale para despedir al sol. Ocaso no murió, solo fue separado por el tiempo. Amanecer brillo como nunca antes, su alegría hizo trinar los pájaros y preguntó: – Lechuza, hagamos una alianza. Me gustaría hablar con Ocaso. ¿Podrías ayudarme? Lechuza dijo que sí, pero que no sabía cómo. Amanecer le dijo: Dile a mi esposo Ocaso que venga a verme, que salte los doce escalones de la noche y venga a mi encuentro.- Te daré cómo regalo este talismán, que permitirá que vivas bajo los rayos del sol o la oscuridad de la noche. Lechuza tuvo un poco de miedo, al pensar en que Ocaso abandonaría su lugar, pero al contemplar la belleza de Amanecer, se compadeció, aceptó la misión y se fue a dormir bajo un árbol.
Lechuza despertó cuando sintió la llegada de Ocaso y con su sabia voz pronunció las siguientes palabras: – He encontrado a tu amada perdida, ha sido separada de ti por doce escalones de tiempo. Ella pide que vayas a su encuentro. Yo puedo guiarte, se dónde encontrarla. Ocaso estremecido y anonadado por la noticia de volver a ver a su amada, preparo sus mejores colores que iban desde azul oscuro hasta naranja y rosado. Ocaso siguió a Lechuza y conforme iba saltando de hora en hora, se acercaba más a su amada. El momento del encuentro llegó. Al verse comenzaron a bailar en secreto un tango sobre el océano. Cada paso que daban en su danza hacía el suelo arder en llamas. Su danza se aceleró hasta se fundieron en un solo ser. Las llamas comenzaron a consumirlo todo.
Poco a poco el planeta se incendió por completo y finalmente, teniendo el viento de testigo, el planeta incendiado se transformó en un refulgente sol que brillaba al son de un tango y la danza tempestuosa de Amanecer y Ocaso.