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Roedor fugitivo, relato de un crimen. - por Posdata

Fue un accidente, el roedor no había querido hacerlo. Todo había comenzado como una búsqueda rutinaria de alimento y terminó con él huyendo, cual prófugo.

Había entrado en la casa de la viuda, o como él la clasificaba, la casa de los lunes. Nunca antes se había cruzado con la mujer; él era sigiloso, y contaba siempre con su talismán de la suerte: un círculo de hilo naranja algo maltratado por el paso del tiempo, pero que aún se mantenía fuerte.

Ese día fue diferente. La encontró en la sala, dormida bajo el susurro de las voces de la televisión. Él dirigió una mirada a su amuleto, se armó de coraje, y comenzó su travesía a través del salón para llegar a la cocina.

Intentó ser sigiloso. Sus patas hacían ruido sobre la cerámica del piso, así que optó por subirse a un mueble de madera. Esquivó dos cuadros de fotos con suma facilidad y rodeó un florero con destreza, pero la viuda dejó escapar un ronquido semejante al rugido de un león, distrayendo al ratón y ocasionando que chochase contra un frasco, tirándolo.

El frasco, él fue el culpable. Si no hubiese hecho semejante ruido al caer, la mujer hubiese seguido dormida. Los ojos del roedor captaron un movimiento proveniente del sillón, la viuda había despertado. Se levantó cual gigante, sus ojos inspeccionaron la habitación con somnolencia, deteniéndose en los pedazos de vidrio.

El animal obligó a sus piernas a moverse y echó a correr. El grito de su adversaria le advirtió que había sido visto. Aceleró, bajó de un salto del mueble, dobló en una peligrosa curva, y entró en la cocina. La mujer lo siguió de cerca, sus largas piernas dejaban al pequeño en desventaja. Él, asustado, buscó refugio debajo de la alacena.

Dos pies aparecieron ante él, y luego siguieron su camino. Intentó buscar una salida, pero en su lugar encontró el cuerpo inmóvil de una cucaracha y se alejó despavorido. ¡Eso era lo que le esperaba!

No había señal de los pies, así que asomó su cabeza. La mujer había desaparecido. Juntó fuerzas y volvió a la carrera. Se olvidó de la comida por ese día, todo lo que quería en ese momento era salir de esa casa. Una sombra pasó sobre él segundos antes de que cruzase el umbral de la puerta para regresar a la sala. La viuda había vuelto a aparecer, esta vez con escoba en mano. Aquel instrumento del mal le rozó la cola, él apuró el paso.

Se escondió debajo del sillón, para recobrar energía. Debía llegar a la escalera, allí se encontraba el agujero más cercano. Si lo lograba, se encendería detrás de la pared hasta que la viuda decidiera volver a dormir y luego, con más sigilo, abandonaría la casa.

Los pies se alejaron del sillón, la mujer lo esperó con la escoba en posición de ataque. El ratón fijó su objetivo, y volvió a la batalla. La escoba bajó amenazante, pero él logró esquivarla. La viuda se acercó más, tan concentrada en su presa que tropezó con la pata de la mesa ratona —cayó con la gracia que le habían concedido nueve años de bailar tango. El animal contempló la escena aterrado.

La mujer yació en el piso, sus ojos estaban cerrados. Su brazo quedó estirado, con la mano a unos centímetros del animal; el dedo en el que usaba la alianza lo acusaba.

El roedor se quedó quieto, observando la situación. La mujer no se movía, así que pensó lo peor: ella había muerto, y él era el único testigo en la escena.

Con esa idea en mente, comenzó una nueva huida, convencido de que lo culparían a él del asesinato. Una vez fuera de la casa comenzó a respirar mejor. Nadie sabía de su presencia allí y nadie lo sabría, sería su secreto mejor guardado.
El ratón corrió calle abajo, alejándose de aquel lugar donde la mujer yacía inconsciente —probablemente muerta— un lunes cualquiera a las doce de la mañana.

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4 comentarios

  1. 2. CARMELILLA dice:

    Hola Posdata:
    Muy buen relato el tuyo y me gusta la idea de que el roedor sea el protagonista. ¡Qué estrés! Por lo que tiene que pasar uno para ganarse la vida.
    Creo que has sabido mantener el interés con la acción de principio a fin de tu relato.
    En la frase:”…se encendería detrás de la pared…”, supongo que quisiste decir “se escondería…”.
    Me encanta el momento en el que se encuentra con la cucaracha y lo que le provoca al pobre roedor.
    Buen lenguaje, buen ritmo.
    ¡Buen trabajo Posdata” Nos vemos en el siguiente taller.
    Saluditos.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 12:45
  2. 3. Auxi Morata Alegre dice:

    Hola Posdata!

    Me ha encantado tu relato, me ha parecido muy original que lo contaras desde la perspectiva del roedor, no tengo ninguna pega que ponerle, las descripciones, el ritmo… me ha gustado muchisimo.

    Buen trabajo, un beso y si tienes un ratito soy el número 172, dos más arriba, por si quieres echarle un ojo.
    Nos leemos!

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 15:13
  3. 4. Posdata dice:

    ¡Gracias por leer! Me alegra que les haya gustado mi cuento.
    Carmelilla, juro que releí el cuento cinco veces, hice correcciones, lo leí antes de enviarlo, y no vi ese error. La palabra debería ser “escondería”. No puedo creer que con las veces que lo revisé no me di cuenta. Lo peor es, que mi hermana lo leyó y no me dijo nada, porque pensó que era a propósito, voy a tener que hablar seriamente con ella jajaja.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 20:00

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