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Tango macabro - por Cyrano

TANGO MACABRO

Monto en el taxi, no hablamos. El taxista sabe donde llevarme, cuando llegamos me lo indica con un gesto. Estoy frente el edificio que parece abandonado. Me paro frente a la puerta, inseguro, nervioso. Me ha costado mucho encontrar este sitio y participar de su secreto. Llamo indeciso, esperando no sé que. Un hombre delgado, con un traje ajustado abre la puerta, su figura se recorta sobre un fondo claro, parece el boceto de un cómic. No dice nada, me mira fijamente esperando que yo de el siguiente paso. Le muestro el posavasos de Le Parisien, al verlo vuelve a mirarme y retrocede dejándome paso libre, “¡Por fin! estoy dentro, ha sido más fácil de lo que esperaba” camino por un pasillo estrecho, pintado de un color indefinido que alguna vez fue naranja, entro en un anfiteatro lleno de sombras y de gente que como yo, esta buscando su sitio, abajo hay una gran sala donde distintas parejas están haciendo ejercicios. No me lo imaginaba así, aquí todo es viejo, la sala entera parece como en una fantasía del pasado y que solo la mantienen en pie, los recuerdos de los viejos que la habitan. Me señalan un asiento, el 43, es el número garabateado en el posavasos, pido cerveza y hago mi apuesta mientras toco mi pulsera de cuero, es mi talismán, siempre me ha dado suerte. Las doce parejas están en la pista, pronto empezaran su macabra danza. A mi lado se sienta una mujer mayor; vestida de negro, altiva, desdeñosa. Dicen que es la viuda de un antiguo campeón, y que ha venido a ver a su bailar a su hija, que hoy esta en el circulo. Observo extasiado el lugar, ahora empiezo a entender la fascinación de quien me lo recomendó, aquí todo es irreal; los personajes, el decorado caduco de papeles pintados, las columnas que sujetan el anfiteatro, son figuras de ángeles caídos desgastadas por el tiempo. Dulces pebetas vestidas como en las películas de cine mudo, recorren incesantemente la sala.
Localizo a la pareja por la que he apostado, es la numero cinco, no los conozco, ha sido un consejo de mi amigo, él entiende, ya ha estado en este sitio varias veces.
La viuda saca un frasco del bolso, lo deposita en la mesa, en dirección al escenario, en su interior hay un liquido amarillento y dos ojos, son los ojos de su marido en formol, los trae para que siga disfrutando del tango.
Las parejas se retiran, colocan en el centro de la sala dos plataformas de un metro de lado que se elevan 10 metros sobre el suelo, quedando a la altura del anfiteatro donde estamos. Las dos primeras parejas acceden por una escalera a las plataformas; empieza la música, empiezan su baile.
La señora mayor mira expectante el baile de su hija, mientras lo hace, abraza el frasco y juega nerviosa con su alianza, haciéndola girar sobre su dedo. Su hija ha caído, por un momento queda quieta, a sus ojos se le ponen brillos de cristal, sigue altiva, pero ahora sus movimientos son torpes, después, guarda el frasco en el bolso, se levanta y se va. En la sala no hay vítores por los vencedores ni lamento por los caídos, todo transcurre con una tranquilidad agobiante.
Llega el turno de la pareja por la que he apostado. Suena “Garúa” y las dos parejas subidas sobre los pequeños escenarios empiezan su baile. Música y danza rasga el alma de los sensibles. El numero cinco es un hombre mayor, baila sin mirar a su pareja, en realidad no mira a nada ni a nadie, tiene la vista clavada en un horizonte que solo él ve, marcan sus pasos mil veces repetidos con la precisión de dos autómatas. Tras veinte minutos, quizás por el cansancio, a la chica se le han llenado los ojos de estrellas, se deja caer al vacío arrastrando a su compañero. Los dos tienen sus manos atadas por finos cordeles. Los dos deben compartir suerte.
Retiran del suelo a los danzantes y a sus quebrados cuerpos, la mirada de la chica ahora es una noche sin estrellas.
Lloro de forma desconsolada. !Como no hacerlo! Acabo de perder una apuesta, acabo de estar vivo.
Mañana volveré a ser un roedor de laboratorio; predecible, discreto, invisible y soñare con estar aquí, disfrutando del regalo de mi amigo

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4 comentarios

  1. Hola buen día.

    El relato me ha gustado. Es un tanto intrigante. Me imagino que ¿deben bailar hasta la muerte o algo por el estilo? Eso no me queda del todo claro, así como tampoco que tipo de persona es el protagonista y que quiere decir con “Mañana volveré a ser un roedor de laboratorio”. En cuanto a la primera parte me parece que la redacción es un tanto mecánica seria bueno que tratases de redactarlo de otra forma que no se vea así (se que tal ves no sea del todo fácil, de hecho esa es una critica que me han hecho muchas veces y poco a poco que tratado de mejorar).

    Por cierto en la frase: “y que ha venido a ver a su bailar a su hija” creo que quisiste decir: “y que ha venido a ver bailar a su hija”.

    Cuando puedas puedes pasar por el mio que es el 182.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 14:57
  2. 2. Cyrano dice:

    Qué tal Daniel.
    Pues la verdad es que estoy en esto de aprender a escribir, y aún me falta bastante. Tienes razón sobre todo en lo de dejar más claro el relato, la verdad es que me fui a las mil palabras y después al acortarlo algunas cosas no las explicó bien. En cuanto a la primera parte del relato la repasare para comprender lo que me dices.
    Volver a ser un roedor (falta explicación) se refiere ala vida aburrida que lleva.
    Gracias por leer el relato y por tus comentarios.

    Saludos

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 19:22
  3. 3. Berundgaar dice:

    Bueno, no nos desanimemos. Lo cierto es que el relato es bastante intrigante. Te atrapa desde el primer momento, te sumerge en una atmósfera vieja, oscura y, de alguna forma, te sientes tú también en peligro, amenazado por alguna indefinida sensación.
    Me ha gustado bastante. Yo también soy principiante y te agradecería tu punto de vista sobre mi propio relato.
    Estoy en el 23.
    Un saludo, espadachín de Bergerac.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 09:09
  4. 4. Lorkiano dice:

    Hola Cyrano:

    Me ha gustado mucho tu relato. Debes pulir algunos fallos, pero me gusta mucho tu manera de escribir. Si estás empezando, te animo a que continúes.

    Te comento algunas cosas que he visto:

    1. Te faltan algunos acentos, bastantes.

    2. Escribes: “Estoy frente el edificio…”. ¿No sería mejor “Estoy frente al edificio” o “Estoy enfrente del edificio”?.

    3. Después de la frase anterior vuelves a poner: “Me paro frente a la puerta”. A lo mejor quedaría mejor sin repetir las palabras, aunque luego lo vuelves a hacer con otras, así que supongo que es tu manera de escribir. Yo también tiendo a repetir muchas palabras.

    4. Por último, alguna expresión más, que ya han comentado antes. Y que es un poco confuso.

    Eso sí, la atmósfera que creas hace que el lector se sumerja en tu relato, a pesar de los fallos que, como principiante, irás mejorando.

    Me alegro de que nos haya tocado juntos para tener la obligación de leerte.

    Te espero en el relato de arriba por si te animas a leerme.

    Un saludo.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 18:14

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