EUFORICA - por Conchi

Por fin llegó el día, es mi tercer libro, estoy tan ilusionada al observar a personas tan influyentes en la presentación, que puedo saborear el éxito. Todo ha ido muy bien en la presentación. Es el mejor regalo de mi prometido. A cualquier muchacha le hubiera hecho ilusión que le sorprendiera con la clásica alianza de compromiso. Odio las tradiciones y también los anillos. Todavía tengo la cicatriz en el dedo. Tenía seis años cuando al esconderme de mis dos hermanas más pequeñas, que pretendían mojarme con aquel frasco de agua, me colgué de aquella vieja escalera en la que un discreto clavo agarro mi anillo desnudando mi dedo de toda su carne.
También hoy se anuncia mi compromiso con Javier. Es una sorpresa para los invitados. La viuda de Serrano junto con sus hijas, que pasan por mi lado y vuelven la cabeza. También han venido. Se me acercan, un saludo de roces de mejillas y sonrisas desconocidas brotan de unos labios que jamás se dignaron a saludarme. Este acontecimiento les ha parecido relevante, hasta el punto de igualar esas diferencias de clases que nos separan. No obstante sus formas de mirarme me empequeñecen, sus aires de grandeza son espuma de cerveza que me hacen sentir como la silla que le falta una pata.
Sonriente la viuda, mariposea con su mano cargada de anillos y pulseras de oro, se dirige a mí en tono hipócritamente amigable.
––Querida, ¿Te apetece un zumo de naranja? yo tomare uno. Es tu tercer libro. Leí los dos primeros y parece ser que este sigue en la misma línea. Observo que además de escritora eres una gran investigadora.
Su adulación no despierta ninguna emoción en mí. Me pregunto ¿Dónde irá a parar? Mi expectación silenciosa y desinteresada no presta demasiada atención a sus palabras. Mientras sigue hablando saludo a otros invitados con los que nos cruzamos en la Sala. Caminamos hacia la mesa de los aperitivos sin parar de hablarme.
––Todos creen saber que mi esposo murió por la mordedura del roedor que le mordió en el campo. transmitiendo la Corimomeningittis Linfocítica. Una enfermedad de infección viral. Pero estoy segura que fue asesinado. El médico que dio tal informe estaba ese día de caza con él. No se me va de la cabeza. Querida, al leer tus libros creo que eres la persona idónea para que puedas averiguar la verdad sobre su muerte. ––Sonrío ante una broma tan macabra, alejándome de una conversación que empezaba a aburrirme.
––Querida, te hablo con toda la seriedad que tiene este caso, y algo me dice dentro de mí que tú puedes averiguarlo.
––Señora yo solo me dedico a escribir, y a mi trabajo en la imprenta. Gracias por valorarme como investigadora y por leer mis libros, y por haber venido. Si me permite tengo que atender a los demás invitados.
––Javier, Javier cariño
––¿Si? ––Le aparto del grupo discretamente.
––Por favor no te apartes de mí, quiero quitarme de encima a la Viuda
––Parece que has visto un fantasma ¿Qué ocurre?
––¿Qué ocurre….? Tú sabes lo que me ha dicho,. Mira estoy cansada, y ha venido demasiada gente, creo que no es prudente anunciar nuestro compromiso aquí.
––Sí iba a decírtelo, ha venido gente que no es de nuestro entorno
––Mañana sábado podemos hacerlo en compañía de nuestros familiares y amigos más cercanos.
––De acuerdo. Pero dime ¿Qué te dijo la viuda?
––Pues no sé si es una locura, una sospecha o un secreto guardado desde que murió su esposo.
––Ufff ¡Qué intriga!
––Cariño yo creo que me voy a ir a casa, estoy agotada.
––Aguanta un poco, tu eres la gran protagonista no puedes irte, tienes que despedir a todos, a las doce se cierra la Sala, queda ya poco.
Parecía increíble que pudiera dormir esa noche, tanta emoción y cansancio. Pero dormí hasta altas horas de la mañana, diría mejor del mediodía. Yo nunca creí en estas cosas, pero empiezo a creer en ellas. La piedrecita que me regalo uno de los invitados ha resultado un excelente talismán. Creo que no voy apartarme de ella. El sonido del teléfono termino despertándome.
––Dime cariño ––respondí fresca como el capullo de la rosa bajo la lluvia.
––Has dormido bien
––Lo preguntas o lo afirmas
––Creo que voy a afirmarlo
––¡Premio! Si he dormido muy bien
––Pues sabes lo que he pensado
––Me doy por vencida
––Mira. Esta tarde después de anunciar nuestro compromiso he preparado un tango maravilloso. En la academia nos salió muy bien. Bailaremos Tango.