Por una cabeza - por Germán Lanfranco

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“¡Es ahora o nunca!”, se dice a sí misma la experta bailarina de tango Mora Godoy. El presidente Barack Obama es homenajeado en la cena que su par argentino ha dispuesto en la casa rosada cuando la mujer, fuera de protocolo, toma de los brazos al primero y lo arrastra a la pista para bailar.

Sorprendido, el mandatario estadounidense sonríe indeciso. Las miradas de todos se posan en el centro del lujoso salón para ver a la pareja danzar.

“Por una cabeza”, suenan los acordes melancólicos de la música sudamericana en los altavoces, cuando un chirrido, apenas perceptible, se activa en un artilugio disimulado en los bolsillos de los doce agentes del servicio secreto. Es el principio de la paranoia. Desde ese lugar, el alerta naranja sube a la velocidad de la luz hasta el satélite dispuesto por la Agencia de Seguridad para velar por la integridad de la comitiva presidencial.

La antena parabólica, del avanzado aparato orbital, difunde entonces el criptograma nuevamente a la tierra con el mensaje en código que pone en emergencia a los involucrados en el demencial operativo de vigilancia: “roedor entrega frasco a la viuda”.

En la cabina del Air Force One el veterano comandante interpreta el mensaje (“Persona no autorizada toma contacto físico con el presidente”) según el libro de cifrados, válido desde la mañana de ese día. Por medidas precautorias las frases con sus significados se cambian al inicio de cada jornada.

Consecuentemente con la llegada del aviso, el avezado piloto acelera los motores del gigantesco avión y lo deja listo para despegar. Todo sigue un patrón ensayado durante muchas horas de práctica y simulacros. En el mismo sentido, la escalera de la aeronave se despliega para que el mandatario pueda abordar apenas llegue.

—No soy bueno bailando —susurra Obama a su compañera con una sonrisa seductora.

En tanto, en la mesa, el presidente Macri bromea con Michelle, la primera dama norteamericana, que se pregunta quién es esa atractiva mujer que así, sin más, lleva a su esposo al centro del salón de baile.

—Es una artista muy conocida aquí, en nuestro país —se apresura a informar Macri a Michelle, al tiempo que le sirve más vino—. Forma parte del elenco de baile dispuesto para el show, pero nos sorprendió con esta jugada —agrega en tono de disculpa.

—¡No es problema! —responde divertida la morena mujer mientras se pone de pie—. ¡Fíjate como lo disfruta, el muy ladino!

Nervioso, el jefe del servicio secreto interpela con poco disimulo a la primera dama.

—¡Señora, no es conveniente que se pare! Estamos evaluando el peligro.

—Tranquilo, Jhony, es solo un regalo de los argentinos. ¿Recuerdas la película de Schwarzenegger bailando con…quién era, Jamie Lee?

Jhony apenas asiente con la cabeza. Sabe que afuera del salón los dos autos blindados, “las bestias”, han iniciado el protocolo para una evacuación de emergencia. Sus compañeros, en tanto, identifican las tres puertas de escape. De ser necesario las despejarán a balazos de sus automáticas.

Del mismo modo, seis escuadras de francotiradores, dispuestos estratégicamente sobre las azoteas de la cosmopolita Buenos Aires, preparan sus armas para proteger el tránsito del grupo hasta la puerta del avión presidencial.

—Sr. —informa presuroso el agente de turno a sus superiores en las oficinas que la Agencia de Inteligencia tiene en Langley, Virginia—, se trata de Mora Godoy: actriz y coreógrafa de 43 años de edad. Es argentina y no registra antecedentes de filiaciones con grupos terroristas ni con otras organizaciones .

El costoso ordenador, cotizado en dos mil millones de dólares, acaba de emitir el reporte sobre la sospechosa, luego de identificar su rostro a través de una captura de la trasmisión que la Televisión Pública Argentina realiza en directo.

Por su parte, Natasha, la hija menor de los Obama, obtiene idéntico resultado cuando fotografía a la bailarina con su celular y realiza una búsqueda en Wikipedia. Sin embargo, desiste de la idea de mostrarle la pantalla a su madre, en tanto ve que esta se suma a la pista invitada por otro de los integrantes del cuerpo de baile. Así, el salón estalla en un aplauso generalizado.

Con la misma rapidez que se propagó el alerta a cada miembro del gigantesco operativo de seguridad, ahora resuena por todos los canales de inteligencia el “código talismán” (Peligro desechado).

Macri sonríe satisfecho, la cena fue un éxito. La nueva alianza bilateral es un hecho. Se sirve entonces otra copa de vino. ¡El malbec está delicioso!