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El mentiroso - por Arnoldo Supiar

Sobre la mesa de estudio había un diccionario de latín con una entrada de cine a modo de marcador. Era el invierno de 1954 en Polonia. Wojciech estaba escribiendo en su cuaderno de notas, se quitó las gafas y vio como el sol empezaba a romper por la planicie cubierta de nieve. Se movía con destreza en la silla de ruedas y era muy hábil para evitar golpear los muebles y las paredes. Bárbara le decía que ya estaba preparado el desayuno, que se apresurase, que ya era tarde.

En la primavera de 1945 no hay nieve en la planicie, pero está cubierta por una costra oscura y calcinada que ha penetrado la tierra y agosta las raíces. El ejército rojo se emplea a fondo con los alemanes que aún permanecen escondidos en las estribaciones de los montes Tratas. Wojciech es ascendido a cabo por sus méritos en la resistencia. Sufre por su patria asolada en los últimos treinta años por invasiones interminables.

Apostado en una buena posición, lleva un estudiado camuflaje que confunde todo su cuerpo con el color del terreno. Incluso cubre su pálida cara con un antifaz oscuro. Empuña con firmeza su Moisin-Nagant, fusil de fabricación soviética, con cinco cartuchos. Con la mira va observando la superficie sepulcral de la planicie. Surge un leve brillo entre las rocas y ve dos bultos reptando. Ajusta la mirilla y dispara. Rápidamente acciona el cerrojo y vuelve a disparar.

Sigue observando los bultos ahora inertes. Tercia su fusil y unas veces a gatas, otras agachado se dirige a cobrar sus presas. Confirma dos blancos perfectos, pero no son fugitivos alemanes sino dos soldados bolcheviques. Un rubor encendido eriza su bello y siente una opresión en el cuello que le hace desprenderse del antifaz. Refulge su rostro, oye una detonación lejana y un agudo dolor en la espalda le hace caer. Se esconde bajo los dos cadáveres y tapona su herida.

Se despierta en el hospital de la localidad de Zakopane donde un médico le dice que su vida no corre peligro. El comisario político local le impone sobre la almohada la condecoración al heroísmo en combate. Wojciech regresa a su casa con un empleo fijo de asistente en el comité local del KPP.

Antes de partir, la enfermera le entrega las pertenencias de los camaradas bolcheviques que murieron con él en las estribaciones de los montes Tratas: un diccionario de latín, unas fotos familiares y una entrada de cine. Va a recoger su documentación y el médico le da papel y lápiz para que escriba a los familiares de sus dos camaradas muertos. Es una costumbre castrense. Les dice que conserva su vida gracias al heroísmo de sus hijos y mete las fotos familiares en el sobre.

Después de desayunar volvió a su estudio. En la cartera introdujo todos sus papeles y el cuaderno de notas. También el diccionario de latín y la entrada de cine. A la puerta le esperaba el coche oficial que le llevaba a la sede local del KPP de Zakopane.

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9 comentarios

  1. Hola Arnoldo.

    Muchas gracias por pasarte por mi relato y comentar.

    El tuyo me ha parecido un trabajo muy bueno. Es curioso el uso que haces de los tiempos verbales para separar los recuerdos del protagonista de su vida actual. Reconozco que tuve que releer dos veces los primeros párrafos porque no me cuadraban dichos cambios en el uso de los tiempos verbales.

    Cuando dices “agosta las raíces”, ¿qué has querido decir?. He tenido que mirar en la RAE su definición y creo que no concuerda exactamente con el significado concreto de la frase.

    Me ha faltado un poco de indagación en los sentimientos del protagonista. Intuyo que, de alguna manera, se siente culpable. Pero son solo pensamientos míos porque únicamente esta frase parece querer indicarnos su estado de ánimo: “Un rubor encendido eriza su bello y siente una opresión en el cuello que le hace desprenderse del antifaz”. Por cierto, que tampoco entiendo lo del antifaz.

    Aún así, te felicito. He podido sentir el frío de aquel paraje en guerra.

    Nos seguimos leyendo.

    Un saludo.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 15:50
  2. 2. Otilia dice:

    Hola Arnolodo Supiar,
    Gracias por leer y comentar.
    Tu relato me ha gustado y se lee con fluidez.
    El protagonista aparte de mentiroso, parece que tiene el corazón de piedra. Ha seguido con su vida tranquilamente o quizás el diccionario de latín con la entrada de cine sea su recordatorio diario.
    Buen trabajo. Saludos.

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 11:52
  3. 3. Ratopin Johnson dice:

    Hola Arnoldo,

    Me ha gustado la historia, como la has escrito. Cómo te has documentado para darle verosimilitud,los montes, la resistencia, el fúsil. Precisamente ahí, hay algo que creo que has forzado un poco, que es la aparición del antifaz, porque no veo a un soldado polaco poniéndose un antifaz. Si que podías haber escrito que se cubría la cara de hollín a modo de antifaz, algo así. Pero la prenda tal cual, no la veo.
    El contenido es muy bueno, el hombre toda la vida ocultando lo que ocurrió. Tuvo la suerte de que nadie comprobó de qué fúsil era la munición que acabó con los otros. Y sí, pienso que se quedó los objetos a modo de recordatario, quizá pensando que podía haber sido él uno de los muertos.

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 22:54
  4. 4. Doralú dice:

    Hola Arnoldo Supiar
    Tu relato me ha gustado mucho. Tiene buen ritmo y de contenido interesante.
    Solo una observación cuando dices: ” Un rubor encendido eriza su bello…” Debería decir: “Un rubor encendido eriza su vello…” (Pelo corto y suave que cubre algunas partes del cuerpo humano)
    Continua escribiendo
    Un abrazo!

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 02:16
  5. 5. Earendil dice:

    Hola, Arnoldo.
    Creo que no te había leído antes. Supongo que serás nuevo por aquí. Me llamó la atención tu nombre ¿o pseudónimo?. Mi hijo se llama Arnau, que es una variante del mismo.
    La historia me ha gustado mucho. Tu estilo es directo, sencillo, pero el lenguaje es rico y apropiado para el relato. Se nota también que te has documentado para escribirlo. Los montes Tratas comparten la frontera entre Polonia y Eslovaquia, dato que desconocía. En cuanto a los datos sobre las armas, me imagino que serás un entendido o aficionado a ellas, y dar los detalles tan puntuales le da mucho realismo a la narración.
    Yo también he caído en la cuenta del cambio de tiempo verbal para escribir las dos escenas. Aunque precisamente yo los hubiese invertido. Es decir, el primer y último párrafo los hubiese escrito en presente, tiempo real al que pertenecen. Y la historia que rememora en pasado. Pero en fin, es cuestión de gustos o estilo, no lo sé. Tampoco queda mal.
    Le doy la razón a un comentarista sobre el verbo “agostar”. En el sentido que tú has querido darle a la frase, que deja la tierra yerma, no estaría bien utilizado, pues agostar significa eso mismo pero por exceso de calor, cosa que aquí no ocurre. No sé qué verbo sería el adecuado, aunque podrías poner que deja la tierra baldía o yerma.
    En lo referente al antifaz, discrepo también de la opinión de otro comentarista, pues un antifaz sí cubre la cara por completo, aunque estamos acostumbrados a darle el sentido de tapar solo la parte de los ojos.
    Me alegro mucho de haber pasado por aquí y disfrutar con tu relato. Si te apetece, te invito a leer el mío. Aparco en el 108 y mi historia también va de guerrilleros y resistencia, aunque no la he ambientado tan concretamente como tú en el espacio-tiempo. Me inspiré en los maquis, pero cada cual podría ubicarla en cualquier otra parte, pues el único dato geográfico que apunto es inventado.
    Un placer leerte.
    Un saludo.

    Escrito el 23 marzo 2017 a las 20:00
  6. 6. Ebea dice:

    Hola Arnoldo, agradecida por tu visita he venido a dejar mi pequeña contribución.
    Es la primera vez que comento un trabajo tuyo así que dejo por delante todos mis respetos aclarando que los comentarios que hago siempre son opiniones personales con las que no tienes por qué estar de acuerdo ni aceptar y por supuesto, estás en todo derecho de criticar.

    Y dicho esto lo cierto es que no tengo que añadir mucho a los comentarios de los compañeros, si te soy sincera. Tienes un estilo de escritura agradable, directo, sencillo, usas un lenguaje culto pero accesible (el término agostar a mí tampoco me encaja, pero bueno, no es grave) y sorprendentemente visual.

    Sí, digo visual, y lo hago porque dotas las escenas de un escenario y un movimiento exquisito. No sólo el protagonista, sino también los elementos que intervienen en la escena. Está muy pero que muy bien.

    Pero no van a ser todo alabanzas, tengo cosas de las que quejarme y, por favor, no te lo tomes como una crítica dura, aunque pueda sonar así.
    Es que el juego de los tiempos verbales que has hecho me ha resultado una idea de lo más desafortunada. Me costó horrores poder representar la escena mentalmente según la leía pues tenía que pararme a pensar y recrear la imagen. Y me da rabia porque la escena que presentas está fantástica y pierde puntos por un tiempo verbal que no le favorece.
    En este caso, los comentarios de Earendil, como siempre son muy acertados, quizás cambiando el orden de los tiempos la jugada hubiese funcionado mejor.

    Coincido con el apunte del compañero Jean Ives y que algún otro compañero también te ha hecho, al personaje principal le falta un punto de sentimiento por los actos cometidos.
    Soy consciente de que pretendías mostrar un hombre estoico y castrense, curtido por las vicisitudes de la guerra pero, bajo mi punto de vista tengo la sensación de que tiene una piedra en lugar de corazón.
    Qué se yo, un gesto más claro que nos de más información sobre su estado de ánimo que un mero “rubor encendido” y “opresión en el cuello” que… por cierto ¿no es opresión en el pecho? nunca oí la expresión en el cuello. En todo caso…
    No es necesario que muestre ese sentimiento en el momento que sucede la acción, puedo entender que el shock del suceso sólo le permita sonrojarse y alterar su pulso, pero es indudable que posteriormente ha tenido que pensar en ello así que igual si insinúas esos sentimientos al principio de la historia (o históricamente mucho después del suceso) con un gesto de culpabilidad mientas se quita las gafas y acaricia el diccionario de latín, o que guarde un sobre con su verdadera confesión en medio del diccionario… yo que sé, por sugerir algo, conste.

    Con el tema del antifaz abierto, me uno al debate, quiero pensar que cuando usas el término antifaz, estás hablando del mascarón de tela que usan los militares para tapar la cara cuando visten de camuflaje, y sí, está bien usado porque según la RAE el antifaz es una prenda de tela que cubre la cara, especialmente los ojos.
    Creo que el problema radica esencialmente en que más de uno cuando lo leyó se creyó que el soldado en cuestión iba con su uniforme camuflado y un antifaz de 50 sombras de Grey por la planicie de Polonia. Estaba bien introducido el término y se puede deducir fácilmente el sentido, pero quizás hubiese sido mejor haberlo aclarado de algún modo en la historia para que la imagen no se rompiese.

    En fin, como decía al principio, tenía poco que añadir a mis compañeros y mucho por lo que felicitar por tu excelente trabajo. Espero seguir leyendo tus particpaciones en futuros talleres.

    Un saludo

    Escrito el 24 marzo 2017 a las 20:11
  7. 7. Laura dice:

    Hola Arnoldo.
    Coincido con quienes me preceden en cuanto al uso de los tiempos verbales y los tiempos de la narración.
    Además, tuve que volver con la similitud entre los dos años: 1954 y 1945.
    Creo que tu personaje tiene algo de culpa, de lo contrario no hubiese tenido la sensación de rubor en su cuello
    Por lo demás, nada que señalar.
    Felicitaciones.

    Escrito el 28 marzo 2017 a las 11:07
  8. 8. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Arnoldo

    Malditas guerras. Eso es lo que ahora mismo siento después de leer tu relato. Has ambientado y mostrado perfectamente la sinrazón, la injusticia, la barbarie, hombres que luchan contra sus propios hermanos… . Estoy sorprendida, de veras, y encima sin agotar las 750 palabras.

    Tu estilo de escritura me recuerda enormemente a un autor: Javier Reverte. El último libro que leí de él “Venga a nosotros tu reino”, trata de un joven sacerdote polaco que llega al Madrid de la posguerra como refugiado político huido del comunismo de su país. Es muy curioso lo que me ha pasado, en cuanto he leído el primer párrafo de tu relato me ha venido a la mente ese autor, y cuando he acabado de leer el texto, me he acordado de ese libro.

    Y te cuento esto porque quería explicarte que ese mismo libro está narrado enteramente en tiempo pasado, pero, a mitad del primer capítulo, el protagonista, que está llegando ya a Madrid sentado en su vagón del tren, cierra los ojos y empieza rememorar escenas vividas en la guerra que sufrió de niño en su pueblo natal, en Polonia; sin embargo, y aquí quiero llegar, estas escenas de su infancia el narrador las escribe completamente en presente. Ahora no tengo el libro delante, pero recuerdo que el cambio fue muy brusco (sin entrecomillado, de un párrafo a otro…) y me hizo pensar que le daba dinamismo, que los recuerdos corrían más deprisa en tiempo presente esas escenas casi oníricas. Después, cuando vuelve a abrir los ojos vuelve la narración al tiempo en pasado. La sensación que me causó fue la de un efecto estilístico bello: evocar el pasado en tiempo presente.

    Un saludo

    Escrito el 28 marzo 2017 a las 18:39
  9. 9. charola dice:

    Hola Arnoldo!

    Muy buen relato el tuyo.
    Me sorprendió el uso de los tiempos verbales como a los demás compañeros, pero cuando uno se da cuenta, el tiempo presente más bien, agiliza la historia. Lo utilizaste para recordar lo que sucedió en la guerra y lo has llevado bien. Quizá hubieras usado comillas latinas para diferenciarlos, pues son los pensamientos pasados. Nada más. Pues en Literautas no estamos acostumbrados a ver pensamientos sin entrecomillado. Pero considero que está perfecto, si es tu estilo, porque uno acaba entendiendo el relato que es lo principal.

    Tu protagonista acabó siendo un mentiroso pasivo, creo que no le quedaba más remedio que seguir con la mentira al ser confundido (ni modo que dijera: yo maté a mis compañeros). Uhhh, ¡qué situación! Y por consiguiente qué buen relato nos has regalado.

    Te felicito, empleas muy buen el lenguaje que va mostrando lo que sucedió, quizás le pese para toda la vida el secretoque guarda y ese diccionario de latín y la entrada de cine sea el recuerdo de su culpabilidad.

    En cuanto a la forma:
    -Creo que agostar está bien empleado en este caso pues dices: “pero está cubierta por una costra oscura y calcinada que ha penetrado la tierra y agosta las raíces”. El hielo también quema, por ello dices costra “calcinada”, que “quema o agosta” las raíces.

    – En esta frase: “y vio como el sol empezaba” te faltó la tilde en cómo.

    – lo del bello que debió ser vello. Lo de la opresión, no sé, es que no es un sentimiento, es más bien una pesadez que lo aplasta al ver que ha matado a sus compañeros. Es como un baldazo de agua helada que se siente en la espalda, en la cabeza o el cuello. Quizá opresión no sea la palabra adecuada.

    -Esta frase: Les dice que conserva su vida gracias al heroísmo de sus hijos (otra mentira piadosa, forzada).

    Felicitaciones. Te seguiré leyendo.
    Si puedes pasarte por mi relato. Estoy en el #3.

    Escrito el 29 marzo 2017 a las 01:46

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