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El mentiroso - por Adela Castañón

Web: https://letrasdesdemocade.wordpress.com/

El mentiroso
Adela Castañón
Soñó que de nuevo era niño. Sin mirarse, se tocó los brazos, las piernas y el cuerpo, y los sintió duros como la madera. Corrió en busca de un espejo sin darse cuenta de que estaba en plena calle y que sus pies casi volaban sobre un camino de baldosas amarillas. Pero en los sueños todo es posible, y se encontró de pronto en mitad del camino con un precioso espejo ovalado, más alto que un hombre, cuyo marco refulgía como el sol. Se paró de golpe y observó su imagen. Era un niño de madera. Sus piernas y sus brazos eran palitos unidos por un engranaje que les permitía moverse. Movió el cuello de un lado a otro, negando la evidencia.
–¡Soy un hombre adulto!
Su nariz creció de pronto unos centímetros.
–¡Esto no está pasando!
La nariz creció un poco más.
–¡Quiero despertarme! ¡Voy a despertarme! ¡Voy a abrir los ojos!
Con cada una de las tres frases, la nariz se hizo más larga hasta que la punta quedó fuera del alcance de sus dedos. Sobre su hombro derecho un pequeño grillo con levita negra y sombrero de copa meneaba la cabeza con aire reprobatorio mientras agitaba un paraguas negro y hacía con la lengua un ruidito que sonaba como “tse, tse”.
Arturo cerró fuerte los ojos, y los abrió. Se inclinó hacia el espejo, esperando que su nariz chocara contra el cristal en cualquier momento, pero no percibió ningún contacto. Abrió los ojos muy despacio y miró al punto central del espejo, donde antes la punta de su nariz real casi se juntaba con la de madera, y suspiró aliviado. Cerró los ojos para soltar un suspiro de alivio, y los volvió a abrir.
–No!
El grito se le escapó sin querer. La nariz de madera no estaba. Pero la de ahora era casi igual de larga, carnosa, con dos orificios alargados que parecían dos negras culebras dormidas bajo el montículo que surgía del centro de su cara y se prolongaba en un equilibrio que parecía imposible mantener.
En el espejo, sobre su hombro seguía el grillo de antes. Vio en el reflejo cómo se acercaba a su oído para susurrar unas palabras imposibles:
–Cyrano, deberías haber seguido siendo como antes. Gepetto hubiera podido ayudarte, pero ahora… –volvió a hacer ese ruidito con la lengua– tse, tse… ahora la has liado parda. Y ni siquiera me has dejado volver a mi cuento…tse, tse…
Arturo separó los ojos del reflejo del espejo y los giró muy despacio hacia su hombro izquierdo. ¡El grillo estaba allí! De pie, muy tieso, con las manos cruzadas sobre el mango de su paraguas rojo, cuya punta descansaba en la hombrera de su chaqueta. Y seguía con ese “tse, tse” que lo estaba sacando de sus casillas.
–¡Esto es una pesadilla! –Arturo tuvo ganas de llorar– No puede estar sucediendo.
Dijo esto último como para sí mismo, muy bajito. Se tapó los ojos con las manos para no dar el espectáculo bochornoso de un adulto llorando delante de un grillo, mientras en el espejo el reflejo de ambos destacaba sobre el camino de baldosas amarillas. Pero las lágrimas no entendían de manos, y se escurrieron entre los dedos.
Arturo no supo cuánto tiempo estuvo así. Notó algo suave en la mejilla derecha. Abrió los ojos. Era la funda de su almohada, húmeda aún por el llanto. Se puso boca arriba y miró al techo de su dormitorio. La lámpara que había en el centro, una araña llena de cristales, heredada de su abuela, tintineaba y se movía. Encima de ella, pero con el tamaño de dos miniaturas, identificó a dos personajes de su sueño. Pinocho y Cyrano de Bergerac le gritaban a duo la misma palabra una y otra vez:
–¡Mentiroso! ¡Mentiroso!
Arturo se levantó de la cama. Se acercó a la mesa donde estaba la carta que había escrito para su mujer la noche anterior. La carta donde le decía que se iba a suicidar en alta mar, para que ella no sospechara que se fugaba con su amante. Miró a la lámpara. Los fantasmas no estaban. Solo estaba una foto de él con su mujer y sus niños, en la playa, en las últimas vacaciones.
Se llevó las manos a la cabeza. Había estado loco, pero el sueño le devolvió la cordura. Casi había tirado por la borda lo mejor que tenía. Rompió la carta. Hablaría con Mercedes y le pediría perdón. No más mentiras.

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7 comentarios

  1. 1. John Doe dice:

    Buenas tardes, es la primera vez que te leo, y ha sido una fabulosa sorpresa. Gran relato de verdad, existen algunas cosas de puntuación y de forma, pero nada que no se pueda corregir con una nueva relectura. Pero lo que me ha llamado la atención es la historia, una trama donde aludes a grandes personajes de la literatura, pero sin la obviedad y lo literal, simplemente como un símbolo que da un contexto al relato, en un principio creí que me enfrentaba a un relato de género fantástico, por lo cual el giro hacia la “realidad” me desconcerto, pero a la vez lo.sentí natural, en ningún momento forzado.
    Estoy en el #36 por si quieres leerme. Saludos.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 18:50
  2. 2. M.L.Plaza dice:

    Hola Adela.
    Un relato estupendo, muy original y bien escrito. Felicidades.
    Lo que menos me gusta es el giro moralista de las últimas frases. Pero entiendo que es una cuestión personal.
    Me ha gustado leerte.
    Saludos

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 06:01
  3. 3. ortzaize dice:

    hola me ha parecido muy original el salir de los cuentos, para soñar una trama muy interesante. el despertar me ha gustado mucho como lector me has enganchado. saludos

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 12:06
  4. 4. Auxi Morata Alegre dice:

    Hola Adela, soy tu vecina de tres mas arriba (por si te quieres pasar jajajaja)

    La verdad es que me ha gustado muchísimo tu relato, la forma en la que has introducido el sueño y luego cuando despierta pero realmente no despierta ha sido un toque interesante, no sabía como iba a continuar si ibas a tirar por la vena más fantástica o por algo mas realista, tal vez el final me ha dejado algo fría porque ha quedado algo simple pero no empaña para nada el relato y en verdad es un final lógico.

    Muy buen trabajo! Sigue así! Nos leemos

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 15:16
  5. 5. Laura dice:

    Hola Adela.
    Tu relato iba por lo fantástico y al final desembocó en lo sencillo y suave.
    Creo que la inclusión de Cyrano confunde más que ayuda a la historia. Sólo lo utilizas una vez, y en relación con Gepetto. Por lo menos a mí me ha confundido. El grillo da la continuidad entre ambos personajes.
    Desde lo técnico está bien narrado. Yo hubiese reemplazado tu” Solo estaba una foto ” por “Solo había una foto ”
    No te desanimes. Es tan sólo un intento por ayudarte. Por supuesto, desde mi personal punto de vista.
    Sigue escribiendo. Espero tus próximos relatos

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 10:51
  6. 6. Juan Chukofis dice:

    Hola Adela
    Me gusta mucho la historia, el juego del sueño del que el protagnoista no parece poder despertar, salvo al final. La cuestión de lo brumoso de los sueños, esa sensación de no saber qué es real y qué es sueño. Está muy bien contada y con giros que le dan distintos sentidos a la historia.
    Me pareció excelente la imagen de los “dos orificios alargados que parecían dos negras culebras dormidas bajo el montículo que surgía del centro de su cara y se prolongaba en un equilibrio que parecía imposible mantener.”
    El último párrafo creo que se vuelve bastante explicativo y como si cerrara demasiado “bien” la historia. Comparto la opinión de M.L. Plaza acerca del giro moralista.
    Muchas gracias, saludos

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 14:04
  7. Vaya, amigos, es la primera vez que he participado en esto de Literautas y ha sido todo un descubrimiento. Mil gracias a todos por vuestros comentarios, de los que tomo nota porque me parecen excelentes. He estado muy atareada en mi blog y con trabajo, pero os prometo que intentaré comentar a todos los que pueda, porque me ha encantado asomar por aquí.
    ¡Gracias de nuevo a todos, y un abrazote!

    Escrito el 1 abril 2017 a las 21:09

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