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El mentiroso - por SanJuanDweller

-¿Realizando una tarea, o por ocio?- irrumpe un hombre mayor de edad al acercarse a cuatro jóvenes universitarios que observan pinturas en una sala de exhibiciones del Museo Nacional de Arte.
El joven justo a su lado, mirando sobre su hombro, le contesta: -Tarea, en mi caso; para una clase.
-Y nosotros somos sus amigos que venimos para acompañarlo, porque después lo seguimos para el Festival de Cine. -añade una joven del grupo.
-¡Ah, qué bien! Seguramente son universitarios. Ah, cuánto me recuerdan ustedes a mis tiempos. Perdona mi curiosidad, pero ¿qué es lo que tienes que hacer para la clase?

Después del joven explicarle, el hombre se ofrece entusiasmadamente a darles un recorrido guiado personalizado por las obras de arte más significativas. -No necesitarán ni un diccionario de latín ni de italiano ni de alemán, como yo en aquellos años, -añade con algo de nostalgia. Los cuatro universitarios se miran unos a los otros con cierto brillo en los ojos y acceden, riendo tímidamente.

-A ver. Empecemos con esta pintura, que va muy bien contigo, porque me tienes pinta de artista.
-No, no lo soy…-le contesta en tono bajo el joven.
-Es por la barba decimonónica esa, que está de moda otra vez. ¿Qué te parece este cuadro titulado simplemente: Atardecer?
-Pues, -carraspea un poco- me agrada el realismo de la casita de madera y el tren de carga que se ven a lo lejos. Noto un contraste en los tonos que el artista usó para la llanura abajo y el color del cielo. ¡Espectacular!
-Claro que es dramático ese cielo de tonos purpúreos, naranjas y rosados. ¿Has escuchado la historia detrás de este atardecer?
-Eh…no.
-El artista, cuando niño, vivió con su familia cerca de un cañaveral.
-Ah, eso explica la casita y los vagones del tren.
-Aún hay más. Cada tarde, durante la puesta del sol, se escuchaba el silbido del tren, que se acercaba a gran velocidad con los vagones llenitos de la caña. El niño se echaba a llorar porque creía que sus padres iban allí y que nunca regresarían.
Hace una pausa con aire ceremonial y escudriñando de arriba a abajo a las personas que se habían acercado para escucharlo, continuó:
–Ese cielo es la nostalgia del artista, plasmada en pintura. Miren cómo esas franjas, del color de la tristeza, toman dos terceras partes del paisaje. Ese atardecer es el silbido, es el llanto, es el recuerdo imborrable de una niñez turbia por la pobreza. -concluye, subiendo el tono.

Se arregla el lazo rojo en su cuello, se sacude la chaqueta con las manos y les invita a la próxima galería.

-Vengan por aquí. Hay más maravillas. -Se voltea hacia sus seguidores, que ya ascienden como a 15, y señalando hacia el centro de la galería, exclama: -Detengámonos a observar Mujer con un antifaz, escultura de bronce que nos presenta esta intrigante figura sentada que mira sobre su hombro derecho…
-Está desnuda, salvo el antifaz, -le susurra una amiga a la otra.
-Los detalles de los pliegues de su piel son sorprendentes, ¿no creen? Además, si tuviera ropas, ya se circunscribe a una época en particular; pero aquí la tenemos eterna, universal…
-Excepto por el antifaz. ¿Tiene algún significado? -interrumpe una dama encopetada desde el público.
-Pues, precisamente, es el elemento que usa el artista para… -hace la pausa, mientras levanta ambas manos, tocando índices con pulgares, a manera de director de orquesta -…para ocultar la identidad de la modelo. -Baja las manos, se acerca y susurra: -Una muy joven Zsa Zsa Gabor; muy joven, si usted me entiende. -y añade un guiño.

Disfrutando los suspiros de asombro que escapan de su audiencia, continúa caminando, seguro que le siguen para la próxima parada: el jardín ornamental.

-Entrar a este museo les cuesta lo mismo que una entrada de cine, pero aquí tienen información privilegiada y alternativa que no encuentran en otra parte. Nuestra atención se dirige ahora a la fuente antigua ubicada en el centro del redondel.

Todos se ubican en torno a la enorme fuente mientras escuchan maravillados los comentarios preliminares de la estructura, que fue traída en pedazos desde Nepal y que por poco la compra una muy conocida figura pública de Inglaterra, a quien no podía mencionar aun…

A varios pasos de distancia, dos empleados del museo, una mujer y un hombre, observan con brazos cruzados. -Siempre es lo mismo:, -dice la mujer, un tanto enfadada -Decidir si escoltamos al Señor Landrón hacia la salida ahora o esperamos a que termine.

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7 comentarios

  1. 1. Laura dice:

    Hola.
    Me ha encantado tu mentiroso.
    Tienes algunas expresiones que se repiten. Tal vez para que sean características del personaje es necesario que las utilice nuevamente en varias oportunidades ( los Ah del principio del relato).
    Por lo demás, un relato muy entretenido. Te sigo en los próximos relatos

    Escrito el 17 marzo 2017 a las 21:23
  2. 2. Jesús A. Telles S. (Barquisimeto - Venezuela) dice:

    Me gustó. Me pareció muy ameno. Se lee con facilidad y no resulta pesado. Me encantó la descripción del cuadro “Atardecer”.

    Mi relato es el número 135, si puedes léelo y dame tu opinión al respecto. ¡Saludos!

    Escrito el 17 marzo 2017 a las 23:49
  3. 3. Pilar dice:

    Hola, muy bueno tu relato. En general me ha gustado, aunque le falta un poquito de fuerza (que robe un cuadro mientras, yo que sé, que pase algo más). Pero se lee bien.
    Me ha chirriado el “entusiasmadamente” se dice entusiasticamente, y es una palabra que no sé usa mucho, “con entusiasmo” te hubiera quedado mejor. Y el recorrido “guiado personalizado” no suena bien, ahí tienes una rima que tienes que corregir. En fin minucias sin mayor importancia.
    Saludos.

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 00:08
  4. 4. Eloína Calvete García dice:

    Buen relato!!!

    Escrito el 23 marzo 2017 a las 12:18
  5. 5. SanJuanDweller dice:

    Aprecio sus comentarios. ¡Tomaré nota!

    Escrito el 25 marzo 2017 a las 05:59
  6. Hola, ¡muy buenas!
    De entrada me gustaría felicitarte por tu relato. Tal vez es por mi formación artística (aunque no lo creo, porque todos los que hemos aterrizado en tu relato compartimos la misma buena impresión), pero realmente he disfrutado de la ubicación en el museo y de la descripción de las obras, muy en especial la de la escultura de la mujer: me ha parecido un apunte fantástico que equivalieras su desnudez a su universalidad. En el cuadro “Atardecer” me encantó el valor personal que se aportaba a la obra al vincularlo con la niñez del artista. En cierta forma, el artista se convertía en un protagonista más a través del cuadro, que era su embajador en el museo. Y de hecho, a juzgar por la intimidad de lo que contaba llegué a barajar la teoría de que el “guía” era en realidad el autor de la obra y que estaba autopublicitándose enmascarado bajo la identidad de un visitante peculiar.
    Y hablando del protagonista, me ha encantado la manera de dibujarlo a través de la pura acción y del diálogo. Queda claro que es un hombre egocéntrico que disfruta de la atención masiva de la gente y de la admiración que en ella despierta su erudición (que por otro lado no sé si tenía auténtico fundamento o iba inventándose el significado de las obras sobre la marcha, en una parodia de una especie de falsa erudición snob (mi interpretación del texto en esta dirección se ha visto motivada por el comentario del propio protagonista sobre la barba decimonónica de uno de los estudiantes, recalcando que era parte de una tendencia).
    Respecto al final, en la primera lectura leí Señor Ladrón, lo que me aportó una interpretación del texto muy diferente, creyendo que era un carterista con don de gentes que actuaba en museos. Pero me parecía muy confuso e incoherente, porque siendo así no creo que los empleados del museo, que es obvio que lo conocen de sobra, se quedaran de brazos cruzados ante eso. Además, es muy infrecuente que a los museos puedas entrar con tus efectos personales. Sin embargo, en la segunda lectura leí correctamente: Landrón. No sé si la proximidad entre las palabras Ladrón y Landrón es deliberada, una especie de juego.
    El caso es que el relato me ha gustado: La intriga es de naturaleza sencilla, pero a la vez es potente y nos mantiene enganchados hasta el final, tratando de descubrir por qué el hombre se toma la molestia de hacer visitas guiadas, a parte de para alimentar su ego. Y de hecho, no termino de comprender el sentido de lo que hace. El final me ha parecido confuso. Tal vez una frase más nos ayudaría a comprender el sentido último del relato, en tu caso de las intenciones del protagonista. Por otro lado, he detectado algunos errores formales: Hay veces en las que deberías iniciar el diálogo en un nuevo párrafo. Aparte, coincido con Pilar cuando dice que “guiado personalizado” no suena bien: suena forzado, carece de fluidez y chirría. Yo lo dejaría simplemente en guiado. O “visita guiada teniendo en cuenta sus preferencias”. Por otro lado, la primera frase la veo muy larga. Yo añadiría alguna coma, concretamente después de “mayor de edad”, cambiando “al acercarse” por “acercándose”.
    Por lo demás, me parece un relato excelente.
    ¡Un saludo!

    Escrito el 27 marzo 2017 a las 20:45
  7. 7. SanJuanDweller dice:

    Estimadas Lara y Pilar:

    Muchísimas gracias por sus sugerencias.

    He pensado en lo que me comentan del “recorrido guiado personalizado”. Con estas palabras, ofrezco una pista para que se pueda inferir que este señor busca impresionar a sus interlocutores. Para mí,

    Punto y aparte, en los museos, “visita guiada” o “recorrido guiado” son términos intercambiables. Lo de “personalizado” es un término que lo utilicé siguiendo la nueva modalidad de hacer los productos/ofrecer servicios basados en los intereses/necesidades del cliente/usuario. Algunos museos están materializando este concepto al ofrecer una visita guiada que se ajusta a los intereses de la audiencia en cuestión.

    Ay, el nombre de este señor. Pensé en Landrón deliberadamente para ese juego de palabras que bien menciona Lara. No tanto pensarlo como ladrón de obras o carteras, sino como un estafador intelectual (y un tanto egocéntrico), en busca de atención y confianza absolutas de su público. Y por ende, el mentiroso.

    Por otro lado…. les confieso que me tomé un reto adicional que no era ni reto para este ejercicio: un relato de exactamente 750 palabras (el máximo aceptable). 😉

    ¡¡¡¡¡¡Disfruté mucho escribiendo este relato!!!!

    Escrito el 29 marzo 2017 a las 23:25

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