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El mentiroso - por Maurice Nipapaian

El mentiroso
“La verdad os hará libres”. La frase retumbaba constantemente en la mente de Bruno cada vez que experimentaba un suceso no convincente; la insatisfacción, tal vez resentimiento, quedaba sobrenadando su inconsciente.
Siempre fue de esa manera, desde niño. Se preguntaba si su vida no había sido mentira. Tratando de agradar, de acomodarse a las circunstancias, a las personas, desde sus padres cuando chico y adolescente, pasando por sus maestros y hasta la adultez para insertarse y competir socialmente. Sus jefes todas las personas con “figura de autoridad” no admitían cuestionamientos ni oposición. En ocasiones se vio obligado a responder en contra de lo que pensaba con tal de no desentonar. Debía ser así, más allá de que pensara diferente.
Con esta actitud logró la esperada acomodación social. Los buenos modales, tolerancia y cortesía agradaban a la gente, que en su mayoría no desea escuchar o ver actitudes “políticamente incorrectas”. Para cumplir este plan era necesario, muchas veces, acallar la voz interior, el pensamiento, disimular sentimientos mostrando discreción. Convencía a otros sí, pero no lograba persuadirse a sí mismo. Se veía como una especie de “mentiroso social”, aceptando la hipocresía como forma de vida. Sin embargo, no podía hacer las paces con sus defectos.
Sentado en el banco de la plaza encerrado en sus pensamientos, veía sin mirar. Con la mano derecha en el bolsillo del gabán, amasaba el talón de una vieja entrada de cine. Una que otra hoja amarilla danzaba alrededor de sus botas al son de la brisa del otoño; a fin de marzo siempre anuncia su llegada. Al lado descansaba el diccionario de latín; lo tenía a mano pues debía aprender nombres científicos de plantas y animales. Sin prestar demasiada atención al mundo que giraba alrededor, recordaba la conversación de la mañana en el instituto, con el coordinador de la carrera. Había sido convocado a su oficina después de discutir con el jefe de trabajos prácticos por un tema político. Criticó la falencia de la Escuela de Biología, al admitir estudiantes por encima del presupuesto y los recursos de los que disponía la universidad, y por razones de proselitismo. Prácticamente se peleaban para captar un microscopio, escasos para el número de alumnos en la división.
Año de elecciones; el gobernador se postulaba para la reelección. Había que fomentar toda medida popular, como el ingreso irrestricto a las carreras terciarias, para captar votos. Bruno comprendía, hasta cierto punto lo aceptaba. Aún así, no digería –ya no-, que se hiciera propaganda política –partidaria más que nada- sobre el “cuero de los estudiantes” promoviendo algo que en la práctica no se cumplía. De una vez debía romper las barreras de las apariencias y el formalismo y decir lo que le brotaba de la garganta.
-Me extraña Puccino –comenzó el coordinador-, ¿pretendes que no se exalte? Sabes que es un miembro antiguo del oficialismo.
Bruno aprendió que en las Instituciones oficiales, aún en democracia, algunos eran más iguales que otros.
-Disculpe señor coordinador –contestó Bruno casi interrumpiendo a su interlocutor, extrañándose de su propia osadía-, no dije nada que no estuviese a la vista.
-Sí, pero tú sabes… es un profesor de muchos años en la escuela, aún desde antes del régimen. Más ahora que están en el gobierno.
-Claro, pero no puede darnos la perorata sobre los logros del gobierno en la educación, cuando transformaron a la universidad en centro de clientelismo. ¿De qué Universidad “popular” hablan? Una cosa es universidad popular, otra una universidad populista.
-Es político Bruno, bueno…, se hizo político. Antes era “más profesor”, según dicen.
-Usted sabe que, por ejemplo, faltan elementos didácticos que son imprescindibles.
-Lo sé. Hice los requerimientos formales.
-Creo que conceder esto significa conformarse con lo que se nos da.

-Siempre fue así Bruno, gobierne quien gobierne.
-¿Aunque sea una mierda que lo único que logra es la formación mediocre de futuros profesionales?
El coordinador advirtió que la conversación se extendería sin fin, no tenía sentido.
-Bien Puccino, solo soy un funcionario. El profesor me solicito se te aplique una sanción.
-Pero…
-No sigamos, Bruno, las reglas son estas.
-¿Cuáles reglas?
-Puedes retirarte. La conversación termino. Se te sancionará como pidió el profesor Reverte. Tuviste suerte, pueden expulsarte por “impertinencia institucional”, ¿lo sabías? Cuídate muchacho, las cosas pocas veces son como deberían.
Bruno entendió que la cosa era terminal. Pero lo que más le irritaba pasaba por darse cuenta qué, después de todo, en aquellos días, mentir no es una decisión. Significaba una condición. Debía volver a colocarse el antifaz.

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9 comentarios

  1. 1. Laura dice:

    Hola Maurice.
    Relato muy profundo, más que interesante.
    Desde lo formal, ten en cuenta el uso de guiones largos para los diálogos.
    Debes usar acento en los pretéritos: terminó, solicitó, pero pueden ser distracciones por lo inmenso de la trama.
    Excelente frase final.Te felicito.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 12:45
  2. 2. John Doe dice:

    Hola, buenos días, gran trabajo la verdad, me ha gustado bastante tu relato, el tono del mismo, el ritmo y ese personaje que confronta y tiene mucho que decir, ojalá londesarrolles en un cuento de más extensión da para mucho. Y concuerdo gran final.
    Estoy en el #36 por si quieres leerme. Saludos

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 23:13
  3. 3. Patricia Luna dice:

    Hola!
    Me encantó tu relato. Excelente la frase final.

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 23:35
  4. 4. Wolfdux dice:

    Ya te han comentado lo de las tildes en los pretéritos, se te han colado un par. Por lo demás, una historia que fluye bien y se lee de forma amena. Un saludo.

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 13:42
  5. 5. Diego coppa dice:

    Maurice, intentá contar el contar el cuento desde el punto de vista del personaje dándole un lugar exacto en lugar y tiempo. ¿Que piensa? ¿Cómo se viste? No cuentes la historia desde un lugar neutro sino desde su punto de vista.
    Pasá por el cuento 128
    Saludos

    Escrito el 22 marzo 2017 a las 03:10
  6. 6. El recreo dice:

    Hola Maurice,
    Desde el punto de vista formal además de lo citado revisaría frases como ésta “me solicito se te aplique una sanción.” que cambiaría por “me solicitó que se te aplique una sanción.”
    En cuanto al fondo el relato para mí comienza en “sentado en el banco…” Hasta ese momento no me has conseguido llamar la atención. Resumiría el inicio. Luego poco a poco la historia ha ido tomando soltura y credibilidad con un buen dialogo y un final muy conseguido.
    Un saludo

    Escrito el 25 marzo 2017 a las 22:41
  7. 7. Maurice dice:

    gracias a Laura, John Doe, Patricia Luna, Wolfdux, Diego coppa y El recreo; por valores y apreciaciones, me enriquecieron y alientan.

    Escrito el 27 marzo 2017 a las 04:22
  8. 8. Maurice dice:

    El recreo:
    Gracias por tus correcciones y la sugerencia acerca del inicio del relato, pienso que tenés razón.

    Escrito el 31 marzo 2017 a las 02:55
  9. 9. charola dice:

    Hola Maurice!

    Un buen relato que podría ganar mucho si la parte primera, que es interesante, la combinas cuando hablas de Bruno más adelante. Me gustó porque muchas personas actúan así para agradar y pasan por la vida mintiéndose a sí mismos.
    En la parte formal ya te dijeron algunas cosas que no voy a repetir. Te daré algunos alcances:

    -Las comillas deberías de prescindirlas, no hacen falta, no están bien utilizadas en este caso salvo la primera que indica una cita textual.

    -Aún así, no digería –ya no-, que se hiciera propaganda política –partidaria más que nada- sobre el “cuero de los estudiantes” promoviendo algo que en la práctica no se cumplía. Debía ser así:

    Aun así, no digería que se hiciera propaganda política partidaria; más que nada, sobre el cuero de los estudiantes, promoviendo algo que en la práctica no se cumplía.

    – Bruno aprendió que, (coma) en las instituciones (con minúscula) oficiales…

    -¿De qué universidad popular hablan? (universidad en minúscula y popular sin comillas). Aunque sería mejor que solo dijera allí: ¿De qué universidad hablan? Una cosa es universidad popular, otra una universidad populista.

    – Bruno entendió que la cosa era terminal. Pero lo que más le irritaba era que, después de todo, en aquellos días, mentir no era una decisión. (No entiendo la palabra terminal. Algo como que era un ultimátum?)

    Cambia la “es” por “era”, porque todo el diálogo está en pasado.

    Sobre las rayas de diálogo, ya te dijeron y las tildes.

    Ha sido un gusto leerte. El final estuvo muy bueno.

    Felicitaciones.

    Escrito el 31 marzo 2017 a las 05:38

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