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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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EL MENTIROSO - por Luis Oyor

El día que cumplió ochenta años, Eusebio Santos, tras una larga vida de franqueza y honestidad, recibió, teniendo la soledad como única compañía, la que sería la última visita de su miserable existencia.
Quizás el lector considere que anticipar sin previo aviso el desenlace de una historia puede provocar desconcierto. No obstante, fuera o no ese el caso, le invito a que prosiga su lectura, pues si bien la sinceridad es una condición muchas veces ensalzada, no siempre es celebrada. Apelo pues a su curiosidad y le animo a que, una vez conozca lo acontecido, decida si habría actuado del mismo modo que el protagonista de nuestra historia. Trataré de limitarme a narrar los hechos, pues es al lector al que le corresponderá juzgarlos.
Eusebio Santos nació en una familia modesta, respetuosa con las costumbres y temerosa de Dios. Y fue ese mismo temor de Dios el que marcó su infancia y el que finalmente sellaría su destino. Este era un temor muy diferente al que sentía cuando creía ofender a su madre, pues era tanto el amor que le profesaba que le entristecía la mera sospecha de herirla. Era un temor más parecido al que sentía por su padre, hombre estricto, riguroso, devoto en las formas y descuidado en los afectos, hacia el que experimentaba un temor paralizante que aturdía y agobiaba, un temor que encogía el espíritu y anulaba la voluntad, un temor que no dejaba lugar a la confianza, un temor servil que sólo nacía del miedo al castigo.
Llegado a los siete años y una vez instruido en la doctrina, dio el momento de confesar por primera vez sus pecados. El pastor, insistente, conminó al niño a reconocer sus faltas y este, atribulado, no sabía qué confesar, pues creció carente de malacia y de malas obras por las que ser juzgado. Tras un largo silencio y no queriendo pecar de soberbia, resolvió inventarse sus pecados y así, ante Dios como testigo, mintió.
Aquella misma noche, apesadumbrado y sin atreverse a mantener la mirada de su padre por temor a ser descubierto, se acostó antes de lo acostumbrado. Habiendo transcurrido la medianoche escuchó en el corredor un crujir de pasos, seguido del chirriar de los goznes de su puerta. A través de ésta, ya semiabierta, se deslizó sigilosamente la imagen de un espectro amenazador que se grabaría para siempre en su espíritu.
– Soy Jezbeth -dijo el espíritu con voz humana- he venido a reclamarte por tus pecados, pues los labios mentirosos son abominación del Señor.
– Piedad -contestó el niño con la garganta casi paralizada-
-¡Consagra tu vida a la verdad! ¡Jura que de tus labios nunca más saldrá falsedad! -bramó el aparecido- y obtendrás el perdón y una vida gozosa llena de amor.
Llegados a este punto el lector habrá adivinado la respuesta dada, pues ¿qué vida podría ser más dichosa que la dedicada a la verdad? Sin embargo, aquel que no ha experimentado la verdad en todos y cada uno de los instantes de su vida, nunca podrá sospechar el sufrimiento y la soledad que una vida dedicada a ella provoca.
No tardó mucho nuestro apóstol de la verdad en comprobar que la sinceridad absoluta engendra odio y malogra amistades y así, muchos de aquellos que antes permanecían cercanos se distanciaron; pues si bien es cierto que la verdad duele y que no todos están preparados para recibirla, no lo es menos que a veces resulta tan innecesaria como subjetiva. Como así sucedió cuando su madre, velando el cuerpo de su padre, le preguntó cuánto sentía su muerte y Eusebio, fiel a su promesa, contestó que nada, que deseaba su muerte porque con su fallecimiento enterraba definitivamente el terror que le producía.
Muchos sucesos similares le acontecieron en este andar sin descanso por la senda de la verdad; y con cada uno de ellos aumentaba más la distancia con sus seres queridos. Primero perdió sus amigos, más tarde su propia familia dejó de soportarlo, finalmente sólo obtuvo consuelo en la soledad que le acompañaría el resto de su vida.
Ya en su lecho de muerte, vino de nuevo a manifestarse el horrible espectro con el que forjó su alianza.
– Cumplí con lo pactado –dijo el moribundo sin apenas aliento- y sólo recibí rechazo y soledad. ¡Dime, espectro maldito!, ¿en qué te fallé?
– En nada –contestó el aparecido
– Entonces, ¿por qué no conseguí lo prometido?
A lo que el espíritu, con una mueca de satisfacción, le contestó:
– Porque te mentí…

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8 comentarios

  1. ¡Vaya! ¡Realmente estupendo! Algo que me ha cautivado totalmente es la estructura tan elegante y cuidada de darle al lector bienvenida a tu relato. ¡Genial! Me atrevo a decirte que has podido tal vez, haber incluido los tres objetos del reto adicional sin que esta cautivante historia se viera afectada. De todos modos, tal como la has concebido es perfecta. ¡Ah! Y soy sincero al reconocerlo. Excelente relato. Encantado de conocer tu talento, soy “El Mentiroso” Nº 50, por si gustas de la Ópera.

    Escrito el 17 marzo 2017 a las 18:25
  2. 2. Sofia b dice:

    ¡Hola Luis! Maravilloso texto, muy bien armado. Una sola cosa: cuando describís el temor hacia el padre, no es necesario repetir “el temor” tantas veces porque queda bastante claro a qué se refiere. Al principio me preocupé un poco debido a la larga introducción contrastada con el límite de palabras, pero realmente lograste un buen ritmo sin que parezca apresurado. ¡Saludos!

    Escrito el 17 marzo 2017 a las 22:59
  3. 3. Xavier dice:

    Buena tarde Luis.

    Me parece que el texto desarrolla una muy buena idea. Podría intentarse un cuento mas extenso. Tiene un aire a Dickens. Se vislumbra una descripción psicológica de la relación del protagonista con el padre, que se relaciona con el temor a dios. me parece un gran elemento, creo que trabajándolo seria muy enriquecedor. Lo único que no me gusto furon las imagenes o palabras que dan un tono moral respecto a la verdad, la perspectiva psicológica es mas interesante, se pierde un poco allí.

    Un abrazo

    Xavier

    Apreciaría que comentaras mi escrito.
    gracias

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 22:23
  4. 4. Luis Oyor dice:

    Gracias Alfredo por tu comentario. Descarté introducir las palabras del reto porque pretendía ser un texto atemporal y tratar de encajar en el relato, sin que resultara forzado, la entrada de cine me resultó imposible.
    Gracias también a ti Sofía por tu aportación. Por lo que respecta a la repetición de la palabra temor, pretendía (no sé si con mucho éxito) crear ritmo y sonoridad a la hora de describir el miedo sentido por el protagonista y enfatizar precisamente esa idea.
    También Xavier agradezco tu contribución (lo del aire a Dickens te lo agradezco pero me sonroja) Se trata de un simple ejercicio literario, no moral ni ético; en el que el relator (no el autor), forma también parte de la trama y aunque advierte al lector de que tratará de limitarse a narrar los hechos, acaba condicionándolos en su interpretación.
    Un saludo

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 10:28
  5. 5. Laura dice:

    Hola Luis.
    Maravilloso relato en la línea de Dickens.
    Ya te han señalado algunas repeticiones, por lo que no agrego nada.
    Felicitaciones. Sigue escribiendo

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 11:30
  6. 6. LIAH PERSON dice:

    Hola Luis Oyor, te devuelvo la visita con mucho gusto. Interesante reflexión la que haces en tu texto acerca del uso “obstinado” de la verdad y sus consecuencias. Y más interesante aún la crítica implícita a la falsa moralidad mal enseñada (y mal aprendida) que le hace al ñiño inventarse “pecados” para confesar. Un fondo profundo, que abarca muchos temas (temor al padre, sentido de la confesión, sentimiento de culpa etc).
    En lo formal se nota un lenguaje muy cuidado, quizá “preocupado” por la corrección. Las interpelaciones directas al lector me han trasladado un poco a otra época, como si el texto se enmarcara en otro tiempo; una especie de anacronismo (consciente y buscado, supongo), muy de acuerdo con el tema tratado.
    ¡Nos leemos!

    Escrito el 27 marzo 2017 a las 06:31
  7. 7. Luis Oyor dice:

    Gracias Liah por tus comentarios.
    Nos seguimos leyendo

    Escrito el 29 marzo 2017 a las 08:09
  8. 8. Luis Oyor dice:

    Gracias Laura por tu lectura.
    Me paso a leer tu relato.
    Un saludo

    Escrito el 31 marzo 2017 a las 12:07

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