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La Polaca - por Ocitore

Web: http://plumalanza.blogspot.com

Susana esperaba. Llevaba muchos años en ese estado inerte. Se había obligado a no alterarse, sin embargo, en algunas ocasiones las noticias de la radio o del periódico la hacían temblar y sentir el sudor gélido del pasado. Le habían arrebatado a sus padres, a sus hijos y a su marido. Se había salvado por puro milagro de la represión Nazi. En una redada, a principios de 1944, alguien pronunció mal su apellido y, al ver que dos viejos soldados la acosaban, un joven teniente de la Gestapo afirmó que ella era de raza aria y la liberó. Joachim, su esposo, le hizo llegar una nota escrita con lápiz en la que le decía:

“Zuzanna, sálvate. Vete a Buenos Aires, ahí te buscaré”.

Ella lo logró y se estableció en un barrio muy concurrido de la ciudad porteña, se ganaba la vida enseñando música. Le decían “La Polaca” y le enviaban a los niños para que les enseñara a leer las notas, a escribirlas en los pentagramas, también para que las niñas aprendieran piano y, uno que otro negado para el fútbol, se midiera con el bandoneón.

Los hombres se sentían muy atraídos por su belleza y la agredían con sus piropos en lunfardo, pero daban un paso atrás cuando sentían el peso de la cruz que ella arrastraba. Era esa eterna espera que la tenía con los pensamientos puestos en el destruido suelo de Europa. Al caminar tarareaba una canción que se llamaba “Me dicen zorzal”, pero ella le había adaptado su propia letra y la repetía en su cabeza para darse fuerzas. La brisa del mar le acariciaba el pelo y le refrescaba su piel de azucena y, a pesar del tiempo, su cuerpo seguía fértil. No podía salir de la jaula que la apresaba con sus gruesos barrotes de expectación y su única esperanza era la fe.

Recordaba a Joachim, no como a ese hombre ensangrentado y hambriento, con su raído uniforme de franjas y la estrella de David, con el rostro demacrado; sino como a uno de aquellos grandes profetas que habían salido de Egipto para instalarse en las tierras de Moab o de Benjamín. Lo veía bajando del Sinaí, guiando a su pueblo a través del desierto. Él era así, optimista, le dedicaba mucho tiempo al estudio, se comunicaba con Dios y éste le revelaba las razones de la conducta de la naturaleza, le decía los secretos de los fenómenos físicos con fórmulas matemáticas.

Zuzanna evitaba irse por la senda de los recuerdos. No viajaba por su pasado a Varsovia y le dedicaba horas al visionado de su álbum de fotografías imaginarias, en las que estaba ella de pequeña jugando en los parques, su padre elegante con su traje dirigiendo su negocio, su madre en la cocina preparando dulces de leche y tartas. Sus mellizos también la visitaban con su llanto, no habían podido superar la crudeza de la invasión alemana y se habían marchado pronto, como arrepentidos de haber llegado en un momento inoportuno. Se le aparecía el rostro moreno y triste del narigudo Joachim, silencioso, sin reproches, con los labios clausurados y el corazón expectante de las respuestas de Jehová, quien seguramente, le decía que eso era lo mejor para sus hijos. Ella también quedó clausurada, enclaustrada en su eterna espera.

Siempre salía por las tardes a pasear y se imaginaba que por el otro extremo de la calle aparecería su marido, apoyándose en una vara, con el pelo y la barba lanosos, como pelusa, arropado por una túnica de lino, con su bolso en bandolera pregonando las buenas nuevas. Luego, volvía a la realidad y trataba de tejer un manto que la calentara durante el frío camino de la espera. Lloraba en silencio, imploraba la ayuda divina, pero se le imponía la resignación. En su interior oía que mujeres santas la consolaban y la aconsejaban para continuar y, por eso, seguía allí, atada a su epicentro de temores, sufriendo el ardor de la cólera, reprimiendo su odio para no atraer la ira del Señor.

La ayudaban las cuerdas de su piano viejo lanzando las melodías callejeras al aíre, los niños maravillados la veían manejar con gracia y rapidez sus dedos sobre el teclado. En ocasiones interrumpía sus interpretaciones o detenía las palabras que quería decirle a sus alumnos y salía por la ventana para mirar el otro extremo de la calle. Volvía a su sitio, se sentaba cruzando la pierna, miraba al frente y esperaba, esperaba y … esperaba.

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16 comentarios

  1. 1. Menta dice:

    Hola Ocitore: Me ha gustado mucho tu relato. Debe ser la primavera pero estoy muy sensible y ver cómo sufre la gente me impresiona mucho. He sentido la nostalgia de Zuzzana y me he preguntado:«¿cómo puede seguir viviendo?» Me gustaría ser tan valiente y tan fiel como tu personaje. El tema de los nazis siempre me ha impactado, tanto sufrimiento para tantos millones de seres humanos…
    Tengo que decirte que llevo unos cuantos meses leyendo tus relatos y creo que cada vez lo haces mejor. En agilidad escritora y en profundidad de temas y sentimientos. Muchas gracias por compartir tu escrito con todos nosotros. Una abrazo, Menta

    Escrito el 17 abril 2017 a las 21:07
  2. 2. Alohomora dice:

    Hola Ocitore. Que sepas que te he buscado para leerte. Lo he hecho estos últimos meses y estoy de acuerdo con el comentario anterior y es que cada vez lo haces mejor. Se nota el sentimiento, el dolor y la tristeza. Creo que de todos los textos tuyos que he leído hasta ahora, es mi favorito. Enhorabuena.

    Escrito el 18 abril 2017 a las 00:59
  3. 3. Ocitore dice:

    Menta y Alohomora, muchas gracias por su aprecio. Creo que si uno se decide a escribir, es para transmitir lo mejor de uno mismo, pero sin estar presente, cerca, al lado o encima de la historia. Se elije un narrador y se le deja a él mostrar a los personajes, luego los personajes mismos se revelan y lo dejan al margen. Es mejor que no se note la presencia del autor y creo que en este cuento lo he logrado. Un abrazo.

    Escrito el 18 abril 2017 a las 15:30
  4. 4. Jesús Almibre dice:

    Una historia que conmueve, con un relato sensible y triste. Me he imaginado la escena del piano, los niños y la calle.

    Saludos

    Escrito el 18 abril 2017 a las 18:58
  5. 5. Mancebo dice:

    Hola Ocitore, soy un poco novato en el arte de escribir al igual que en el de criticar, pero aquí te dejo mi opinión:
    Es una historia desgarradora, durísima, pero contada con un punto tierno, nostálgico, evocador. A mí este aspecto me agrada. También me gustan los oportunos recordatorios que vas posando durante el texto consiguiendo hilvanar el inicio -la primera y obligatoria frase- con recurrentes llamadas a la espera, hasta la terminación en la última línea. La sempiterna expectativa de Susana queda patente conforme avanza la narración, reforzada con toques de nostalgia y evocación que a este tipo de historia le van. Al igual que los saltos en el tiempo precisos, alternando evocaciones a un horrible pasado con escenas cotidianas de grato recuerdo para la protagonista. Bien encajados, tras un punto, a veces ni siquiera cambias de párrafo.
    El ritmo pausado, el tono melancólico y el léxico pertinente alimentan esa atmósfera de pesar que has pretendido crear y, en mi opinión, consigues. Me has hecho sentir amargura y desesperanza, tomar conciencia de lo injusta que es la vida con algunas personas. Debemos valorar siempre lo que tenemos y no quejarnos por costumbre. Es un texto duro con toques de ternura al evocar estampas y personajes de antaño que no volverán.
    Las metáforas que empleas me parecen originales y bien traídas para acercarnos al personaje y sus sentimientos: “no podía salir de la jaula que la apresaba…”Las descripciones concisas y precisas, presentan a los personajes con pinceladas certeras.
    En cuanto al tipo de narrador elegido, me parece que es el llamado omnisciente resulta pertinente para denotar cierta distancia entre la narración y el personaje principal.
    Como verás no pongo pegas ya que la no existencia de diálogos tampoco se puede considerar tal, en el tipo de relato que desarrollas, con la cadencia pausada, se puede meter alguno para cambiar el ritmo, pero también pueden ser prescindibles.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 00:36
  6. 6. Ocitore dice:

    Hola, Mancebo, te agradezco muchísimo tu comentario. Siempre viene bien un aliciente cuando no paras de escribir y, hay tantos altibajos en este oficio, que saber que algo ha salido más o menos bien es muy reconfortante. Un abrazo y suerte.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 08:00
  7. 7. violeta dice:

    Hola Ocitore.
    Tu relato me ha gustado mucho. Describes muy bien el sentimiento de eterna espera de tu protagonista, el estar físicamente en un sitio y sentirte en otro. Es un relato que llega. Felicidades

    Escrito el 19 abril 2017 a las 12:35
  8. 8. Guagner dice:

    Coincido con los anteriores.
    Está muy bueno, y cumple con una premisa que me encanta: la primera frase y la última dialogan.
    Lo único que le cambiaría es el título, aunque no está mal. La espera, o algo así le cuadraría mejor.
    Ahora entro a tu blog. Saludos.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 15:32
  9. 9. Ocitore dice:

    Gracias estimados amigos. Les comento que si desean entrar a una comunidad de escritores de todo tipo, vayan a:
    http://www.megustaescribir.com -es una página que promueve a los amantes de la escritura aficionados. Un abrazo.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 17:08
  10. 10. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Hola Ocitore, que forma la tuya de alimentar la esperanza a través de “Zuzanna”. Todo su existir giraba en torno de algún día ver aparecer a Joachim con su báculo en mano y ella dispuesta a irlo a encontrar. Excelso.

    Me gusto mucho la mención del tango. Mucha de nuestra historia en el nuevo continente esta ligada al pueblo Judío. La mayoría de los apellidos en el noreste del país son de raíces judaicas.

    Te felicito por un texto tan emotivo.

    Escrito el 21 abril 2017 a las 02:08
  11. 11. Ocitore dice:

    Gracias, Osvaldo, por el agradable comentario. Me alegra que este texto haya salido bien. Hace unos meses escribí una colección de cuentos inspirados en la Biblia y cuando estaba con Zuzanna me encaminé por ese sendero que me llevó a los profetas. Al final, creo que no fue tan mala decisión.

    Escrito el 21 abril 2017 a las 05:46
  12. 12. Amilcar Barça dice:

    He leído tu blog y sin duda tienes una capacidad mucho mayor que la necesaria para escribir 750 palabras.

    Escrito el 22 abril 2017 a las 19:18
  13. 13. Ocitore dice:

    Hola, Almicar, gracias por visitar mi blog, te habrás dado cuenta de que estoy de forma permenete en la escritura. Es por la influencia de Ray Bradbury, lei su libro sobre consejos para la escritura, en él, el autor de ficción recomendaba escribir mil palabras al día. Al parecer ya lo he logrado, ahora falta que sean de buena calidad. Un abrazo y suerte.

    Escrito el 22 abril 2017 a las 19:37
  14. 14. Lapdog dice:

    Hola, Ocitore, me ha encantado tu historia. El tema se hatratado muchisimo tanto en la literatura como en el cine, no obstante, siempre se podrá seguir analizando. Enhorabuena.

    Escrito el 23 abril 2017 a las 07:02
  15. 15. Lapdog dice:

    Hola, Ocitore, el tema de la II Guerra Mundial siempre tendrá tela de donde cortar, aunque ya haya muchas películas y novelas. Enhorabuena. Hasta pronto.

    Escrito el 23 abril 2017 a las 08:48
  16. 16. Laura dice:

    Hola Ocitore,
    Logras un relato más que descriptivo sobre la vida de Susana.
    Creo que podías haber dado una vuelta a la relación entre ella y el joven teniente de la Gestapo que la salvó, sin tener idea alguna sobre ella.
    Muy bien escrito.
    Hasta el mes próximo

    Escrito el 1 mayo 2017 a las 13:08

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