El llanto del bebé - por mariojac

Susana esperaba, ya casi impaciente y mirando a cada rato su reloj pulsera, cerca del portón de rejas en el interior del viejo cementerio, bajo la luz mortecina de uno de los pocos faroles con que contaba el mismo. El viento, fresco, silbaba entre los altos pinos que formaban una doble hilera en la calle principal.
Sus dos colaboradores se estaban demorando con las cosas que le ayudaban con su afición a los fenómenos paranormales; una filmadora, luces, una escalera liviana, etc, asi como otros elementos que le ayudarían a descifrar el misterio.
En eso, vió, cruzando los amplios portones del predio, que se acercaban sus ayudantes acompañados por el sereno nocturno, quien era de los que habia dado la voz de alarma del fenómeno.
Luego de los saludos correspondientes, el sereno manifestó que pronto sería la hora en que se escuchaba todos los días, nítidamente, el llanto de un bebé para luego de un rato, desaparecer.
Susana reflexionó brevemente las circunstancias que la llevaron a estar en ese lugar.
Todo el pueblo hablaba del mismo y fue tal la conmoción que la noticia, confirmada por varios empleados que fueron los que esparcieron el rumor diciendo que examinaron en toda la zona donde se producía el llanto que se llegaron a exhumar varios cadáveres de niños, tanto recientemente muertos como antiguos, sin ningún resultado.
Finalmente, las máximas autoridades del pueblo, reunidos de urgencia, trataron el tema, llegando a la conclusión que podría tratarse de un fenómeno paranormal, cuando uno de los presentes recordó a Susana, que investigaba como hobby ese tipo de hechos.
Asi fue que una comisión decidió entrevistarla, informándole de todo lo tratado y solicitando su colaboración que ella aceptó, encantada.
Era considerada casi la persona ideal, porque era la que mas sabía o había estudiado sobre ese tipo de fenómenos, que tanto preocupaba a la población asi como también que contaba con elementos técnicos como para registrar hechos paranormales o anormales.
-¿Falta mucho? – interrogó ella con un estremecimiento de frio ya que el viento habia aumentado de intensidad asi como el silbido entre los pinos, caminando junto al grupito
-No, queda en la próxima cuadra – respondió el aludido.
Como casi no llegaba la luz de las escasas farolas, encendieron un par de grandes linternas, cuando se escuchó muy tenue, como nítido, el primer llanto.
Ella hizo un gesto de silencio y, con una linterna empezó a iluminar uno a uno los modestos panteones que allí se alineaban a ambos lados.
A medida que avanzaban, el sonido crecía asi como la frecuencia del llanto hasta llegar a un punto en que parecía ser el origen, por lo que decidió revisar el viejo panteón del lado derecho.
El sereno, que transportaba todas las llaves, abrió el mismo con un chirrido que a los presentes sonó escalofriante para todos, menos para ella que habiendo entrado con la linterna y examinado el interior, notó que el mismo disminuía en intensidad.
Salieron y cerraron, y el sonido aumentó, variando su origen e intensidad.
Ella pidió ver el viejo y muy deteriorado panteón del frente que casi no se veía, por los árboles del lugar.
Luego de manipular trabajosamente la vieja cerradura, el sereno abrió la puerta con un chirrido intenso escuchándose con nitidez el llanto, con la diferencia que, ahora daba la impresión de ser dos o tres tonos distintos.
Ella entró sola y vió todos los cajones prolijamente colocados uno arriba del otro y cubiertos de polvo, no encontrando nada raro, escuchando solo el ominoso silencio del cementerio; pero de pronto escuchó el llanto como sonando encima suyo, por lo que alumbró el techo no encontrando nada que indicara el origen del mismo.
Mientras continuaba el sonido, extendieron la escalera para examinar el techo exterior, casi sin hacer caso del llanto que sonaba cada vez más cercano.
Una vez en el techo de chapas, en una oquedad del mismo, alumbrada por la luz de la luna y su poderosa linterna, vió un nido de pichones que clamaban por alimento llamando a su madre que contestaba a lo lejos, tranquilizándolos.
¡El sonido producido, era exactamente igual que el de su madre que los estaba alimentando!
Al dia siguiente informó:
-Es un pajarito nocturno alimentando a sus pichones, de una especie ya en extinción, muy similar al gorrión, cuyo sonido es el llanto de un bebé – al intendente como a los concejales que la habían contratado, entregando las fotos probatorias, además de las grabaciones correspondientes.
FIN