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ENCUENTROS EN EL CEMENTERIO - por LILA G

Susana esperaba sentada en el frío banco de cemento.
El Turco solía ser puntual, pero esta vez era ella la que había llegado con bastante anticipación… Estaba nerviosa, como era habitual. Estos encuentros furtivos la inquietaban mucho. Tenía las manos húmedas de sudor a pesar de que la tarde era gris y soplaba una brisa helada. Mientras recorría con la mirada las solitarias tumbas pensaba en cómo había llegado hasta allí.
Lo primero que recordó fue el día en que despidieron a Héctor. Volvió a casa destruido, aniquilado. Aunque ella lo animaba, él sintió que le habían asestado un golpe mortal.
Después vinieron los largos días en que iba a buscar trabajo y no conseguía nada: siempre había otro mejor calificado, o que no tenía tres hijos que mantener, o más joven, o con más experiencia…
Le habían pagado la indemnización que le correspondía, pero ese dinero, poco a poco se iba terminando. Y él solo conseguía algún trabajito eventual que incrementaba en muy poco los ingresos mensuales.
Ella trabajaba en una fábrica textil, como encargada de los Almacenes. Si bien su sueldo era bueno no alcanzaba para cubrir todas las necesidades de la familia. Comenzaron los recortes en el presupuesto familiar. Fue entonces cuando conoció al Turco, un hombre joven e inescrupuloso, de nacionalidad incierta que compraba y vendía de todo. Pagaba bien y no hacía preguntas.
A él le vendió las pocas joyas que tenía, la loza y los cubiertos heredados de su madre, incluso una antigua biblioteca de roble que ella amaba.
También recordó esa tarde trágica cuando se accidentó un operario de la fábrica. Llegaron simultáneamente la ambulancia y el camión de expediciones que traía insumos para la fábrica.
Todo era un caos. Los empleados del camión bajaron más mercadería que la que figuraba en el remito. Ella recién se dio cuenta al día siguiente. Ingresó en el stock lo que constaba en los documentos y apartó en un lugar del almacén la mercadería sobrante, segura de un futuro reclamo. Se trataba de unos hilados finísimos y muy costosos.
Iba a reportarlo, pero algo en su interior se lo impidió. Esperaría unos días, a lo mejor los del camión se daban cuenta y le reclamaban.
No lo comentó con nadie. Los días pasaron y nunca reclamaron nada.
Sin embargo, esto le sirvió para aprender algo y cada vez que llegaba una remesa de mercaderías encontraba la manera de apartar un poco en su escondite del almacén.
Ya no era un error involuntario sino que comenzó a fraguar los ingresos de stock. Como la contabilidad era manual, no era tan difícil hacerlo. Con su experiencia y la confianza que le tenían nunca descubrirían nada.
Fue así como una tarde, al salir de la fábrica llamó al Turco. Sin que mediaran explicaciones el hombre comenzó a comprarle ese “remanente de stock”. Y a un muy buen precio.
Todos los meses se reunían en el cementerio para no despertar sospechas y evitar miradas, e intercambiaban hilados y dinero.
Para acallar su conciencia Susana se repetía a sí misma que lo hacía por sus hijos.
El viento le trajo un desagradable aroma de flores marchitas. Sintió un malestar en la boca del estómago. Como náuseas.
Escuchó unos pasos en la quietud de la tarde. Al darse vuelta vio que se acercaba el Turco.

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6 comentarios

  1. 1. Calèndul dice:

    Me gustó mucho la historia que creaste. Desde luego, muy acorde a nuestros tiempos de crisis. Te algo algunas apreciaciones: 1-“la” inquietaban o “le”?; 2-“destruido, aniquilado”. Son prácticamente sinónimos idénticos. A mí o me sobra uno o yo haría una gradación, es decir, entre estar afectado, hecho polvo, deprimido…y acabar aniquilado; 3- ” si bien” su sueldo, mejor “aunque”? Suena más acorde a tu lenguaje del texto; ” 4-“inescrupulososo”. A mí me suena mejor “sin escrúpulos”;5-” Esto le sirvió para “aprender algo”. Creo que es más bien ” para aprovecharse de la ocasión” o algo similar. De todas formas mis apreciaciones son muy subjetivas. Y cada uno tenemos nuestro estilo propio de expresión. Gracias por comentarle.

    Escrito el 17 abril 2017 a las 21:03
  2. 2. Cryssta (Madrid-España) dice:

    Hola Lila, tu relato me ha gustado bastante aunque creo que al final le deberías poner algo más, parece que le falta un buen desenlace.

    En cuanto a los mejorables “almacenes” con minúscula. También creo que deberías explicar por qué al hombre le llamaban “el Turco” si era de nacionalidad incierta.

    Espero haberte ayudado. Un abrazo.

    Escrito el 18 abril 2017 a las 13:13
  3. 3. Ane dice:

    Hola Lila:

    Soy tu vecina de dos pisos más arriba. Decirte que me ha gustado como está narrado el texto, asi como la descripcion efectuada.

    La única pega que le encuentro es, al igual que el anterior comentario, es con respecto al final pues me ha sabido a poco. Pero es solo una apreciación, nada más.

    Saludos.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 07:28
  4. 4. Luis Ponce dice:

    Hola Lila:
    Interesante relato, pero quedan cabos sueltos: cómo conoció al Turco, como llevaba la mercadería hasta el cementerio, que pasó con el marido.
    Creo que te sobraban palabras para cerrar la narración. Inténtalo y conseguirás un relato interesante.
    Saludos.

    Escrito el 21 abril 2017 a las 00:22
  5. 5. Maria Jesus Hernando Navas dice:

    Hola Lila, tu historia me ha gustado pero como te dice Luís también creo que quedan cabos sueltos. Me hubiera gustado conocer más de sus hijos,qué carencias tenían y del “Turco” porque parece que este hombre le da miedo pero no sabemos nada de él. Son mis impresiones y espero que te ayuden. Un saludo y hasta el próximo relato.

    Escrito el 21 abril 2017 a las 15:59
  6. 6. Laura dice:

    Hola Lila.
    Me ha gustado muchísimo tu relato, a pesar de que dejas puntos sin resolver, pero creo que no son tan importantes ya que lo que más relatas en la forma en que Susana se involucra con el Turco y lo que siente, que ya es físico.
    Felicitaciones. Un grandioso relato.
    Hasta el mes próximo

    Escrito el 23 abril 2017 a las 00:10

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