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Susana y la Ardilla - por Tris Parr

Web: http://trispitas.wordpress.com

Susana esperaba impaciente a que la ardilla bajara del árbol. Había estado a nada de atraparla, cuando la infeliz logró escabullirse a las ramas de arriba, y ahora, lejos del alcance, se burlaba valiente en la seguridad del árbol a pesar de los tremendos ladridos de Susana.

Pasaron minutos, horas, quizá un par de vidas y la ardilla simplemente le miraba ocasionalmente. Ya ni siquiera intentaba bajar. Susana perdió el interés en observarla, así que se sentó junto al árbol, sólo por si acaso.
Siguió pasando el tiempo y Susana terminó por echarse al piso. Dejó de menear la cola y paró de ladrar. Pasó de la emoción de tener una ardilla para jugar en ese día tan aburrido, a tener que soportar el olor a roedor que no paraba de llegar desde el árbol.

Ya casi se sumergía en una cómoda siesta, cuando el olor a ardilla empezó a hacerse más y más fuerte. Al fin estaba bajando y esta vez la atraparía.

Susana permaneció inmóvil, apenas y respiraba. Escuchó las patitas de su nuevo juguete descendiendo por el tronco. ¿Por qué no lo hacía más rápido? Bajaba unos pasos y se detenía. Volvía a bajar y paraba. La pobre cachorra sentía que no podría levantarse rápido si se tardaba más, cuando ya no escuchó nada.

Se animó a voltear, y ahí estaba de nuevo la ardilla mirándole sin miedo. En menos de un silbido, Susana se puso en cuatro patas y persiguió alrededor de todo el tronco a la escurridiza ardilla.

Cerca, más cerca, sólo un poco más. ¡Al fin! Casi se estrella, pero ya tenía a la ardilla entre sus dientes.
Apenas había comenzado a imaginar qué podía hacer para matar el tiempo y divertirse ahora que lo había conseguido, cuando de un momento a otro, algunos de los humanos que habían estado todo el día vestidos de negro y apiñados alrededor de una caja, corrían hacía donde estaba indecisa Susana sobre lo que haría con su peludo tesoro.

-¡Suéltala, Susana! -Era su dueña, gritando conforme se acercaba a donde se encontraba Susana.

Susana echó a correr, cuando varios humanos vestidos de negro, pero con voces y olores conocidos la rodearon. Su dueña la tenía agarrada por el collar y ahora intentaba liberar a la ardilla ¡Con el trabajo que le costó atraparla! Repetía “¡Suéltala! ¡Suéltala, Susana!” Una y otra vez mientras Susana sólo pensaba en zafarse a como diera lugar para continuar con la diversión. La ardilla también intentaba escaparse, así que apretó un poco más fuerte.

Ahora había más manos alrededor de su hocico. Mucha gente, mucho negro. ¿Por qué la caja alrededor de la cual estaban reunidos perdió el atractivo en el instante preciso en que atrapó a la ardilla?

Tuvo que dejarla ir a pesar de que no quería.

La ardilla cayó al suelo. Corrió cojeando y con la cola ya no tan esponjosa, hasta el árbol más cercano. Susana logró zafarse de todas las manos y personas y corrió a donde consiguió subir el roedor. Ladró y agitó la cola, tal y como lo hizo desde que la vio, pero esta vez, los humanos se apiñaron a su alrededor y explotaron en una carcajada no tan ruidosa, que se alternaba con gemidos, hipos y sollozos ocasionales.

¿Quién los entendía? Primero querían que la soltara y luego lloraron porque ya no la tenía. Uno a uno regresaron a apiñarse alrededor de la caja oscura y continuaron llorando en silencio mientras Susana aprovechaba para merodear en busca de su ardilla, o mejor aún, de una nueva. Sin embargo, no volvió a encontrar nada.

Caminaban por ese extraño parque, lleno de piedras demasiado ordenadas y plagado con olores misteriosos. Susana pensó que su dueña la regañaría por querer comerse a la ardilla burlona. Obviamente no se la comería, pero eso no lo sabía su humana. Esperaba una reprimenda, pero en cambio, la dejó caminar a su lado en silencio, y le acarició el lomo un par de veces.

Tal vez su dueña estaba pensando en el extraño día lleno de ropas oscuras, lágrimas y la gigantesca caja negra. O quizá, también pensaba como Susana, en la ardilla que por poco logra traer a casa.

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4 comentarios

  1. 1. ZU VAZQUEZ dice:

    Hola que tal.
    Me gusta la forma en que describes todas las situaciones y detalles acerca de Susana y la ardilla.
    Me ha parecido divertido y emocionante, a decir verdad no pensé que Susana sería un perro.
    Tengo dos observaciones que espero te sirvan.
    Primero no entiendo porque los humanos le prestaron tanta atención a la ardilla si se supone que estaban en duelo, si me lo preguntas yo dejaría que el mundo se incendiaria si me encontrara en un momento así.
    Una vez leí que si un tu relato dices que hay un clavo en la pared, ese clavo sirva para que el protagonista se cuelgue al final de la historia. Digo esto porque me hace falta saber quien era la persona de la caja negra.
    Espero te sirva mi comentario.
    Pásate por mi relato y dame tu opinión estoy en el 202.
    Saludos

    Escrito el 17 abril 2017 a las 22:38
  2. 2. Gaia dice:

    Muy divertido y cumpliste con el reto.
    Puedes visitar a mi Susana en el 145

    Escrito el 20 abril 2017 a las 18:36
  3. 3. Polilla dice:

    Hola Tris Parr!
    La verdad, me hizo muchísima gracia descubrir que Susana era una perrita!
    Me dio mucha ternura que todo a su alrededor estuviera descripto desde su ángulo perruno; que en un momento como ese, ella, en su canina inocencia, solo pensara en jugar y que, por otro lado, su juego relajara el mal momento.
    Me gustó mucho! Me pareció muy original la cachorra Susana.
    Solamente una cosa que puede haber sido distracción, cuando pones: “Susana permaneció inmóvil, apenas y respiraba.” La conjunción copulativa “Y” la quitaría…
    Un abrazo!!

    Escrito el 21 abril 2017 a las 11:01
  4. 4. Luna Paniagua dice:

    Hola Tris,
    Muy divertido y original tu relato, me ha gustado mucho. Es ameno y tiene buen ritmo, se lee muy fácil.
    Te iba a comentar lo mismo que Polilla, aunque pienso que quedaría bien “apenas si respiraba”.
    Un saludo.
    Luna

    Escrito el 24 abril 2017 a las 19:12

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