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La Espera Olvidada - por Luxus Zigard

Susana esperaba sentada en el frío y solitario banco de piedra. Al menos eso es lo que pensaba el vigilante del cementerio al observarla cada noche bajo la tenue luz de las farolas. Su talar negro azabache se entremezclaba con el largo y oscuro cabello que le caía hasta la cintura. Su pálida piel contrastaba con la oscuridad y relucía a través de los pocos espacios de su cuerpo que quedaban sin cubrir. Nunca le había escuchado hablar, pero sus ojos le habían mostrado una tristeza desmesurada. Siempre portaba un sobre en la mano, amarillento por el tiempo. El vigilante jamás se había atrevido a hablar con ella, tan solo se dedicaba a contemplar su belleza. Desde el primer día que la vio decidió llamarla Susana ya que le recordaba a una mujer que conoció en su vida pasada.

La llovizna era constante en aquellas largas vigías de frío invierno, pero ella siempre volvía a sentarse en el mismo lugar. Esa noche Susana iba bajo la protección de un paraguas negro que, al tapar la luz mortecina de las lámparas, desfiguraba su presencia y le daba una forma fantasmal. No parecía importarle nada más. Debía querer estar en aquel lugar, tal vez esto aportara algo de esperanza a aquellos tristes ojos, pero ni si quiera el paraguas podía detener las constantes gotas que recorrían su rostro. El vigilante observaba a unos escasos metros de la misteriosa mujer, bajo el saliente marmóreo de un antiguo panteón. Nunca se había acercado tanto a ella y, por primera vez, escuchó su voz. Eran leves llantos transportados por la ligera brisa húmeda, producidos, quizá, por la inacabable pena que debía reposar en su interior. Quiso acercarse e intentar apaciguar su tristeza, pero el cuerpo del vigilante había quedado paralizado por una energía desconocida y sus intentos fueron en vano. El sonido del llanto parecía haberle hipnotizado. Sólo pudo observar, como siempre.

De pronto, transportado también por las repentinas brisas que le habían traído las penas de Susana, algo fue a parar a sus pies. Era el sobre que siempre había portado la mujer, aunque estaba empapado y arrugado. Ahora parecía más viejo. Su cuerpo se desbloqueó al verlo y se agachó rápidamente, antes de que el viento se lo llevase. La luz de la luna llena le permitió ver en él, a malas penas, unas letras emborronadas por el agua que formaban el nombre de Susana. En el reverso, la lluvia había borrado lo que algún día había estado escrito o, quizá, habían sido las infinitas lágrimas que otrora chocaron duramente contra el fino papel. Fuese lo que fuese, allí ya no quedaba nada, salvo manchas deformes de tinta azul. Cuando quiso avisarla para entregarle el sobre, se percató, sorprendido, de que la mujer ya no estaba allí. Había desaparecido. Aquello le pareció muy extraño, ya que podía jurar que había estado escuchando sus llantos hasta el momento en que había levantado la vista del sobre. Sólo las gotas de la lluvia rompían el profundo silencio que había quedado. La soledad penetró fuertemente en el corazón del pobre vigilante y, buscando la manera de combatirla, se acercó hasta el tan admirado banco que cada noche soportaba el débil cuerpo de Susana. Se sentó en él.

La llovizna empapaba el cuerpo del vigilante, pero no le importaba, estaba fascinado observando todo lo que podía ver desde aquella posición. Esas eran las vistas que la triste mujer contemplaba cada noche y verlas le producía un extraño bienestar. Un profundo pasadizo de grandes panteones se imponía a la derecha, la oscuridad se hacía aún más negra en su interior y el viento ululaba tenebrosamente a través de él. Pensó que la mujer podía haberse ido por aquel camino. Tras ojear durante un rato más su alrededor, puso atención en el sobre mojado. La tentación por saber cuál era su contenido pudo con su voluntad y le convenció para abrirlo. De su interior sacó una hoja de color ocre que contenía una simple frase:

“Te estoy esperando…”.

Acto seguido, una espontánea ráfaga de viento le quitó la hoja de las manos y la llevó hasta el oscuro pasadizo. De su interior provenía ahora el afligido llanto de Susana. Sin saber por qué, comprendió que el mensaje del sobre iba dirigido a él. Todo cobraba sentido en su alborotada mente. El vigilante, que ya ni siquiera sabía su propio nombre, obedeció ante las súplicas y caminó hacia la oscuridad para deleitarse, al fin, de su merecido descanso eterno.

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7 comentarios

  1. 1. Dante Tenet dice:

    Luxus:

    Me ha gustado.
    Un relato bien estructura que fluye en su lectura y con muy buen cierre.

    Nos seguimos leyendo

    estoy en el 236

    Escrito el 17 abril 2017 a las 22:24
  2. 2. Berundgaar dice:

    Hola, Luxus. Te devuelvo la visita encantado. De hecho, ya había leído tu texto, pero preferí no comentarlo a la ligera, dada la honda impresión que me causó.

    Es… de una tristeza dulce, o de una dulzura triste, no sé cómo definirlo. No te deja indiferente, pero tampoco te amarga. Es como si al final de la historia, cada cosa quedase en su sitio, como si durante todo el relato intuyeras que algo no está bien y al final, de una forma magistral, todo se coloca adecuadamente.

    Me ha gustado muchísimo. Enhorabuena. Espero verte más por aquí.

    Un abrazo, compañer@.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 07:45
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola Luxus.
    Me ha gustado tu historia. Me parece que está muy bien construida y escrita. Personalmente, creo que tiene demasiados adjetivos, pero entiendo que cada uno tiene sus gustos
    Me ha parecido muy original que el vigilante tenga un comportamiento tan tímido.
    Ha sido un placer leerte.
    Saludos

    Escrito el 21 abril 2017 a las 02:51
  4. 4. Otilia dice:

    Hola Luxus Zigard,
    Tu relato me gusta. Bien escrito y se lee con fluidez.
    Solo estas frases me han sacado de la lectura :”Era el sobre que siempre había portado la mujer, aunque estaba empapado y arrugado. Ahora parecía más viejo.” En mi opinión el “aunque” sobra.
    Triste como la vida real. Cuando ya no queda memoria, la conciencia te hace una jugarreta.
    Buen trabajo. Saludos.

    Escrito el 22 abril 2017 a las 15:04
  5. 5. Ana Luna dice:

    Qué bonito relato, Luxus.
    Me ha gustado mucho.
    Saludos!!

    Escrito el 22 abril 2017 a las 17:20
  6. Hola, Luxus. El relato está muy bien redactado aunque deberías evitar en lo posible los párrafos tan largos. procura separar más las ideas.

    Cuando llego a la frase: “Todo cobraba sentido en su alborotada mente”, siento que me he perdido algo o que has condensado mucho en una sola frase. Entiendo que la mujer misteriosa es la Susana que conoció el vigilante en el pasado, pero me falta algo para comprender el final del relato. ¿Por qué la mujer lo espera? Si el mensaje de Susana va dirigido a él es porque algo hay entre ellos que se me escapa. ¿Y por qué no se acordaba de su propio nombre? Si me dices que el vigilante padece una enfermedad, y que de alguna manera, Susana viene a “recogerlo”, me cuadraría, pero me temo que no es el caso.

    Aparece esto en una frase: “ligera brisa húmeda”. El sustantivo queda muy sobrecargado con los dos adjetivos. Yo quitaría los dos. Por otro lado, se me repiten un poco las “brisas” y los “llantos”. Intercalar sinónimos evitaría esa sensación repetitiva.

    Al final, hay una frase en la que incluyes un “sin saber por qué”. En una conversación no quedaría mal, pero en una narración, yo veo esa expresión más bien como una frase hecha. Si el vigilante comprende que es el destinatario del mensaje, algo debe saber, sospechar, intuir, recordar… que de verdad le haga pensar que el sobre es para él.

    Salvando lo anterior, y quizá el exceso de adjetivos que, en mi opinión, recargan el texto, me gusta mucho cómo has descrito la actitud tímida e intrigada del vigilante y cómo has llevado las historia desde el principio hasta el final. Enhorabuena. Un saludo.

    Escrito el 25 abril 2017 a las 02:40
  7. 7. lilian ht dice:

    Hola acabo de leer tu relato muy buena descripción de la escena y los personajes la trama es interesante. Sin embargo, creo que revelaste muy pronto la información más importante (de que la mujer de negro era su esposa) porque dijiste que la mujer se parecía mucho a su esposa y bueno eso ya le da una idea previa al lector de lo que va a suceder y siento que le quita la emoción y el suspenso a tu relato. Espero que leas el mío para compartir criterios y puedas darme algunos consejos ya que es la primera vez que participo soy el Nro. 178.
    Saludos

    Escrito el 2 mayo 2017 a las 20:51

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