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Se llaman Sombras y Seda - por Kelsang

El anciano profesor me dijo una y otra vez que salir era peligroso, y, aun así, aquí estoy, en mitad de la nada, solo, listo para ser emboscado. Sus advertencias me vienen a la cabeza con cada ruido que escucho, un leve crujido bajo mis pies, el mecer de las hojas de los árboles, un aleteo lejano… Estoy rodeado de peligro.

Desde la guerra, la comunicación entre ciudades se ha vuelto inviable. La flora y la fauna se han apoderado de todo. Las mutaciones son cada vez más impresionantes, más imprevisibles, y el destino de la humanidad se ve acorralado por su ferocidad. Aunque mi meta solo esté a pocos kilómetros, no debería haberme embarcado en esta estúpida misión. Pero alguien tenía que hacerlo.

La población está mermada. Mi padre, al igual que toda su generación, sufrió la guerra, y él fue de los muchos que murieron en ella. A mí me ha tocado la postguerra, el apocalipsis, y de mí depende que haya una siguiente generación. Por eso, solo yo estaba disponible para esta misión.

Voy bien equipado. Llevo el chaleco protector, medicinas de emergencia, comida, repelente y llevo también a Sombras y a Seda. Ellas son mi compañía. Mi batallón. En ellas confío para librarme de cualquier amenaza. Hoy en día, con el mundo patas arriba, hay que combatir el fuego con fuego. Sombras y Seda, cada una en un bolsillo, listas.

Me adentro en el bosque con el miedo metido hasta la médula. Las innovaciones biotecnológicas que se introdujeron para la guerra quedaron completamente fuera de control y han dominado el planeta. En cualquier momento puede surgir un monstruo de un rincón y saltarme encima. Hasta las plantas, los árboles, parecen afectados por las mutaciones. La hierba es altísima; ni siquiera veo lo que tengo delante.

Recuerdo la primera vez que intenté salir de la ciudad. Yo era muy pequeño, tendría unos diez años. Por suerte, pasaba por allí el profesor, y me retuvo. Me llevé una buena reprimenda y, sin duda, una buena lección. Aprendí que salir de la ciudad sin protección podía ser letal. Si el profesor no me hubiera detenido, habría muerto. Ahora, adentrándome en la frondosidad de este mundo salvaje, recuerdo sus enseñanzas.

Avanzo con la máxima cautela. Intento que cada paso sea lo más sigiloso posible, pero si no me muevo rápido no llegaré jamás. Voy dejando atrás árboles y maleza. Escucho un arroyo lejano. Voy hacia allá, atraído por la serenidad que transmite el sonido del agua fluir.

Un claro. El arroyo cae con calma, lo atraviesa y se pierde en la frondosidad. En mitad del claro, rodeada de musgo y de helechos, una palmera con pétalos rosados. Sonrío para mí, pues sé reconocer una mutación cuando la veo. Las palmeras no son así. Hay algo misterioso acerca de esa palmera, y quiero descubrirlo. Me acerco con cuidado. El claro está tranquilo. Llego hasta la palmera. No me atrevo a tocarla, pero la tengo delante. Y, de pronto, se mueve.

La palmera se inclina hacia mí, y yo con ella, porque lo que se mueve es el suelo. Pierdo el equilibrio. Una zarza se me engancha en el pie y tira de mí. Es una especie de liana, que ahora tira de mí hacia arriba. Me levanta con una fuerza tremenda; quedo colgado boca abajo y veo el monstruo entero. Lo primero, su boca; un pozo sin fondo que amenaza con tragarme. Es un lagarto enorme, del tamaño de una camioneta, en cuyo lomo crecen la palmera y los helechos. Una suerte de tortuga gigante híbrida vegetal.

No hay tiempo que perder. Aunque esté colgado boca abajo, consigo reaccionar. Desenfundo a Sombras y a Seda. Las lanzo al aire y las libero. Un instante después, están listas para actuar. Y para salvarme.

El lagarto aúlla y más lianas surgen de su lomo para azotar a Seda y a Sombras, pero éstas se mueven con agilidad. Seda se aleja y se prepara para atacar desde la distancia. Sombras se acerca a las lianas, pero se funde con la oscuridad y las lianas no la atrapan. Se lanza contra el lagarto, abre sus fauces y lo muerde con la fuerza de las tinieblas. El lagarto, impresionado, retrocede. Entonces, Seda ataca. Su pelaje morado se eriza, sus enormes orejas puntiagudas se sacuden y su cola bífida ondea. Los ojos del lagarto se tambalean. Seda le ha frito la mente. Son los mejores ejemplares de Umbreon y Espeon que le quedaban al profesor.

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5 comentarios

  1. 1. Claudia E. dice:

    Hola Kelsang:

    Me gusta de tu relato la idea de un mundo invadido por plantas, animales y el que hayan tantas mutaciones.

    Lo siguiente que voy a comentar es sólo mi opinión personal (muy subjetiva):

    Pienso que el relato se presta perfectamente para introducir en forma más natural las palabras “Sombras” y “Seda”, en lugar de ser los nombres de dos criaturas, ya que lo veo un poco forzado. Por otro lado, tal vez hubiera sido mejor usar un narrador omnisciente o que el protagonista narre su historia en pasado, en lugar de hacerlo en presente, para mi es difícil creer que alguien que esté en una misión de riesgo esté preocupado por narrar en tiempo real lo que hace paso a paso, en especial describa con lujo de detalles el ataque que sufre en ese mismo instante cuando en la vida real alguien en esa situación ni se le ocurriría estar narrando el peligro que atraviesa, lo haría días, meses o años después.

    Aunque eso sí, la lectura me resultó muy dinámica, describes bien la aventura del personaje, sólo que como te dije me hubiera gustado más una narración en tiempo pasado o con narrador omnisciente.

    Un saludo!

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 04:35
  2. 2. Laura dice:

    Hola Kelsang.
    Me gustó mucho tu relato, y he quedado intrigada con Sombra y Seda, un giro original para amabas palabras. ¿Se relacionan con características de ellos? Para fundamentar esos nombres. De lo contrario, como ya te señaló Claudia, quedarían de modo algo forzado.
    Habrá continuación? Sigue escribiendo

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 11:42
  3. 3. Alberto C. dice:

    Hola Kelsang.

    En primer lugar me ha llamado la atención la persona en el que tu relato está escrito. En lo personal a mí me resulta difícil escribir así, po lo que para mí es todo un mérito.

    La narración es continua y no hay “paja”. Cosa que se agradece, la verdad. Me gusta tu estilo directo. Y sobre todo, Seda y Sombras. Todo un puntazo que las palabras del mes sean nombres.

    Un gusto volverte a leer. Un saludo, estoy en el 36.

    Alberto C.

    Escrito el 20 mayo 2017 a las 09:09
  4. 4. Cecilia dice:

    Hola kelsang. Me ha parecido interesante tu historia. Comparto las sugerencias de los compañeros y agregaría que averiguar los nombres me llevo a entender que son pokemon. Es correcto?? En ese punto le encuentro sentido a que sean criaturas tus sombra y seda. Felicitaciones

    Escrito el 23 mayo 2017 a las 10:16
  5. 5. Kelsang dice:

    Me arriesgué con este relato, y por lo visto, no conseguí lo que buscaba. Quizás es una cuestión generacional. La idea de este relato está basada en Pokémon, el giro final, que da sentido a todo lo demás, es descubrir que el mundo post apocalíptico es el mundo de Pokémon. Si eso no se entiende, el relato no tiene ningún sentido. Entiendo, pues, que no es un relato para todos los públicos, sino para un público bastante concreto, aunque Pokémon sea de los juegos más conocidos a nivel mundial.

    Para los que hayáis tenido que leer este relato sin tener ni idea de lo que es Pokémon, os pido disculpas.

    Para los demás, espero que hayáis disfrutado la reconstrucción del mundo de Pokémon con el planteamiento que aquí sugiero. El lagarto con una palmera encima es un Venusaur, por cierto. Pensé que resultaría hasta obvio. Y sí, Sombras es un Umbreon y seda es un Espeon; fundamental saber qué implica esto para entender el relato.

    Un saludo

    Escrito el 28 mayo 2017 a las 17:56

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