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Ciudad Azabache - por Mancebo

El verdugo se tensa. La noticia corre como la pólvora. Si se confirma tendrá trabajo en breve. Su actividad es reconocida y bien remunerada. Trescientos estrabones cada dos lunas, aumentado además con extras de pena capital. El desasosiego no le deja dormir en los últimos tiempos. Las dudas se acrecientan.
¡Pobres diablos! Su infracción, encender una hoguera a sabiendas de que el Código lo prohíbe. Su curiosidad pudo más, pensaron que no les descubrirían. La pena asignada debería ser «ejecución por generación espontánea de energía». Los Cívicos belicosos no descansan, ayudados por sus canes biónicos lo rastrean todo. Detectan fuentes de calor a grandes distancias. Cuando tuvieron cerca el foco calorífero prepararon sus armas: Pistolas paralizantes, fusiles desfibrilizadores. Entre sus pertrechos un generador transportable para succionar oxígeno en ingentes cantidades y acabar con la combustión en segundos.
Les hallaron en una pequeña nave abandonada en lo oscuro. Cuando les prendieron no intentaron nada, era imposible huir. Al revisar los salvoconductos se quedaron estupefactos. Los ciudadanos que se habían jugado la vida infringiendo el texto supremo, no eran precisamente Ruines —como la lógica hubiera indicado, pues son el espectro más conflictivo—. Se trataba de dignatos, hijos de Dignos, la clase más alta. Riesgo extremo como divertimento. Todos se sorprenderían, sus padres intentarían conmutar la pena pero estaba tipificada en el Código. Nunca antes se había permitido.

Fue consciente de su don a muy temprana edad, su padre, que era del cuerpo, le tenía avisado de lo que podía pasar para que estuviera siempre alerta. Ocurrió jugando con su amiga Sempa en la Cueva Cristalina, lugar que les encanta a los niños por la cantidad de reflejos y crisoles que se forman entre luces y sombras. Previamente iban a capturar luciérnagas con las que formaban refracciones iridiscentes que consideraban mágicas.
Habían penetrado en un subterráneo conocido. Allí abundan estos preciados gusanos. Cuando estaban descendiendo una pómez mal encajada cedió. Dando tumbos cayeron ambos al subsuelo. Posó la mano sobre la sien de su amiga de un modo fortuito. Ella experimentó un cambio a azul casi inmediato. La suerte les acompañó. Pasaba por la zona un Cívico natural —sección sanadores— que oyó sus gritos y la atendió en primera instancia.
Apenas se lo comunicó a su progenitor, este concertó una cita con el Magister —empresa nada fácil debido a lo apretado de su agenda—. Perseveró para que su vástago fuera presentado ante los Dignos, esto le aseguraría el puesto. Se enfundó su túnica solemne y le conminó a que se pusiera la adquirida para el evento en un bazar del barrio de los Menestrales. Seda heliotropa, la más apreciada en la ciudad. El ritual requería de vestimentas y abalorios distinguidos.

Siempre es de noche en Ciudad Azabache. Unos gigantescos generadores de energía galvánica, tamizados por unas complejas reacciones químicas, suministran la electricidad suficiente para todas las necesidades de la población. El alumbrado es intenso. El agua para consumo es freática. Se filtra en grandes turbinas para separarla de los metales pesados y potabilizarla.

Desde su primer vagido le habían contado de la historia de la ciudad. Según la transmisión de los predecesores, después del gran cataclismo todo quedó en tinieblas. El Dios Zainé acudió al rescate. Trajo consigo el Código. En este vademécum están contemplados todos los preceptos a cumplir, las leyes, las prohibiciones y las condenas. Omnipotente e incansable procuró protección y ayuda. Se le pidió consejo, mediante rezos y rogativas, sobre la forma de reconstruir la urbe y, sobre todo, de qué manera pervivir después del castigo.
Todos los mandatos estaban escritos, deberían ser propugnados públicamente, pero no era así, nunca se mentaban fuera del ámbito familiar. Sólo se declamaban, ante el gentío presente, cuando alguien era llevado ante los Ecuánimes por haber cometido alguna infracción.

Esta vez no lo haría, ni ninguna otra. Le había llevado tiempo urdir un plan con las máximas cautelas ayudado por Sempa. La luna elegida se alzaba brillante. Abandonarían sin destino conocido Ciudad Azabache.

Forma de gobierno: Teocracia Monista.
Dios: Zainé
Texto normativo: El Código.
Clases sociales: Magister, Dignos, Cívicos belicosos, Cívicos naturales, Menestrales, Ruines.
Justicia: Ecuánimes.
Ejército: Cívicos belicosos.
Moneda: Estrabón.
Actividades prohibidas: Búsqueda de luz natural, ensayos sobre energías alternativas, consumación de energías caloríficas.
Verdugo: Detentador del don con el que ejecuta a los reos.
Armas (uso): Autorizados el Magister y los Cívicos belicosos.
Armas (Tipo): Pistolas paralizantes, fusiles desfibrilizadores, canes biónicos.

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9 comentarios

  1. Genial Mancebo, me parece mentira que no tengas comentarios, a no ser que te hayas quedado en ese mundo mágico que has construido de manera maravillosa. Extraño paisaje nocturno el tuyo, intenta hacerte ver, soy fulano, escribo en el piso de arriba.
    Por cierto, desfibrilar existe, la que usas es como rizar el rizo.
    Un abrazo y enhorabuena.

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 05:54
  2. 2. Mancebo dice:

    Gracias Pepe, me anima mucho tu comentario. La verdad es que nunca había escrito nada parecido y cuando vi el término universo distópico me quedé un poco descuadrado, aunque cuando consultas, ya ves a lo que se refieren y te pones manos a la obra.
    ¿Por qué elegí este universo? No sabría decirte. Empecé a escribir y fluyó este imaginario poco a poco. Después hay que ir puliendo, descartando y completando. Pero que te voy a contar a ti.
    Espero que lo lea alguien más y me diga su sincera opinión, pero viniendo de ti, esos halagos me han sabido a gloria.

    Escrito el 20 mayo 2017 a las 17:48
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola Mancebo.
    Me ha encantado tu relato. Aparte de que me parece que está muy bien escrito, el mundo que describes me parece muy interesante.
    A mí el mundo del futuro se me escapa por completo, así que a lo mejor mi observación es una estupidez. Creo entender que el sol ha desaparecido por completo. Entonces ¿cómo ven la luna?. Todo debería estar en tinieblas.
    Por otro lado, creo que en las indicaciones finales deberías decir que el tiempo se mide en lunas.
    Ha sido un gustazo leerte.
    Saludos

    Escrito el 20 mayo 2017 a las 19:09
  4. 4. Mancebo dice:

    Hola M.L. Plaza,
    Para nada me parece una estupidez tu observación. Todo lo contrario, me parecen muy atinadas las dos. Podría buscar una excusa creíble para enmascarar la presencia de luna sin sol. Pero te soy sincero y me pasa como a ti se me escapan estos tipos de universos futuristas y como es la primera vez que escribo algo de este corte es natural el que me haya dejado cabos sueltos.
    Gracias por leerme.
    Saludos.

    Escrito el 21 mayo 2017 a las 19:52
  5. 5. Jess Zyan dice:

    Hola, Mancebo.
    Antes de otra cosa, quiero decirte que tu relato me pareció uno de los más completos que leído en esta ocasión.
    Fuiste capaz de expresar tanta información en tan poco espacio, que me dejo con la boca abierta.

    Es impresionante la imagen mental de la ausencia del sol, aunque en eso si concuerdo con los comentarios de arriba. Cuidado con ese punto porque, tengo entendido, la luna se vale del brillo del sol para tener esa luminiscencia plateada.

    Otra vez, muchas felicidades por este texto.
    Fue muy entretenido leerte.

    Escrito el 25 mayo 2017 a las 03:45
  6. 6. Mancebo dice:

    Gracias Jess Zyan por pasarte por aquí. Siempre es de agradecer.

    Me alegro de que mi relato te hay gustado y te haya entretenido. No se como surgió. No había escrito antes nada parecido y el reto del universo distópico me despistó en principio. Luego, empecé a darle vueltas y fue sugiendo Ciudad Azabache como idea global y a continuación pues como todos, a desechar, a pulir, a modificar, hasta que decidí darlo por concluido y ponerlo a vuestra disposición. El fleco de la luna iluminada veo que ha sido un buen descuido. En la próxima intentaré tapar todos los huecos.

    Agradecido de nuevo, buscaré el tuyo a ver que me parece.

    Escrito el 25 mayo 2017 a las 12:02
  7. 7. Dazgo dice:

    Buenas Mancebo, de antemano gracias por pasarte por mi relato.

    Me da la impresión de que tienes una buena dosis de imaginación y como veo yo esta clase de relatos, son pequeños fragmentos de todo lo que podría hacer el autor, creo que de este relato se podría generar todo un detallado mundo.

    Me ha gustado la idea de que siempre sea de noche, y con la tecnología que se deja entrever en el relato, he pensado de añadir un Sol, un sol artificial transportado por una máquina impresionante, un carro de Helios futurista. ¿Te imaginas?

    Un saludo, nos leemos!

    Escrito el 26 mayo 2017 a las 10:54
  8. 8. Mancebo dice:

    Me parece una solución plausible la que propugnas Dazgo. Además como nosotros —los narradores—, trabajamos con la imaginación, no tenemos que hacer los números ni las cábalas que tendría que hacer un productor de cine si la se tratase de una película. Así que los de la máquina de dimensiones y potencia descomunal se podría tasladar al papel, que estuviera encendida perpetuamente —será por dinero— y cuando Ciudad Azabache (planeta) girara y se hiciera de noche que generar el mismo efecto que genera el sol que conocemos. O sino que el carro de Helios fuera volador y se encargará de buscar el socaire a la luna. Eso así, a vuela pluma.

    Gracias por tu visita y tu comentario.

    Escrito el 26 mayo 2017 a las 12:05
  9. 9. Laura dice:

    Hola Mancebo.
    Felicitaciones por el relato.
    Describes un universo distópico en partes, con poca conexión entre ellas: el verdugo del inicio, el muchacho que accidentalmente descubrió un don, la noche, la historia de Ciudad Azabache, los elementos de la misma. Tal vez en el cortar para encajar en las fatídicas 750 palabras te ha hecho eliminar la conexión entre ellos.
    De todos modos, un texto interesante.
    Hasta el próximo relato

    Escrito el 2 junio 2017 a las 11:29

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