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Espinas en la Arena. - por Leugimol

Me mire al espejo, tenía que estar impecable. La situación ya estaba bastante mal como para causarle una mala primera impresión al juez. Era mi mejor traje, echo en su totalidad de seda verde autentica y totalmente natural. Debajo llevaba una camisa de un esmeralda más claro y una corbata color miel. Calzaba zuecos de madera. Hubiera sido de locos llevar cualquier cosa de cuero encima.

Tocaron el timbre dos veces seguidas. Me encamine a la puerta y tarde uno pocos segundos sacar el candado y las diversas trabas que había mandado a instalar ni bien me llegaron las primeras amenazas de muerte. Fuera me esperaba un agente del Cuerpo de Protección de la Vida y el Medio Ambiente. Aunque a esa altura, yo ya empezaba a pensar en ellos como los llamaba la gente vulgar: Las Piedras.

-Es la hora, Señor Romero.-me dijo sin rodeos. Era un tipo enorme de rostro mustio, los anabólicos habían hecho un excelente trabajo con él. Vestía la armadura antibalas y el casco de color gris que le valía su apodo.

Cerré con llave, aunque no tenía muchas esperanzas de volver. Me dirigí hacia el patrullero mientras mi escolta me seguía con un caminar pesado, como una sombra a dos pasos de distancia. Igualmente yo no pensaba escaparme, cuanto más rápido terminara todo, mejor.

El viaje fue muy corto. El Tribunal estaba en el centro de la ciudad y yo, como funcionario público, vivía cerca. Era un edificio magnifico, con un hermoso jardín bien cuidado, tal y como dictaba la costumbre.

Las piedras habían formado un perímetro para permitirme el paso hasta las escalinatas de granito, del otro lado del mismo, una multitud silenciosa e inmóvil me miraba.

Eran figuras pálidas y flacas, muchas, demasiadas, hasta el punto de la desnutrición. Sus ojos me penetraban como cuchillas, reprochándome mi hipocresía. Antes toda esa gente no era para mí más que números en una lista, pero en ese momento me parecían culposamente reales.

Antes de cruzar por la puerta, me detuve un instante y dirigí la vista hacia el cielo: Jamás me había siquiera planteado la cuestión de la existencia de Dios, puesto que las religiones eran algo terminantemente prohibido. Pero tomando en cuenta que ya había roto una de las leyes pilares de la sociedad… ¿Qué importaba que rompiera otra? Le pedí ayuda mentalmente a cualquier persona o cosa que pudiera estar escuchándome. Ya sea en el cielo o en cualquier parte.

Cuando me senté en la silla del acusado, note lo vacía que estaba la sala, por supuesto que yo no tenía abogado defensor, defenderme seria alardear de una total falta de sentido común, pero tampoco había ni fiscal, ni jurado. Éramos la piedra que me había acompañado, el juez y yo.

-Acusado-empezó el juez-Amílcar Romero, Director General del Comité de Distribución de Alimentos de la Nación. Cargos: Asesinato múltiple de personas no humanas y violación de primer grado de la Ley de Ética Alimentaria.-cuando termino de leer, me observo por encima de sus anteojos de media luna.

-Quiero dejar constancia de que en lo personal me siento muy disgustado con esta situación, señor Romero.

Ya somos dos, pensé.

-Usted no solamente es un miembro prominente de la estructura estatal-prosiguió-Su añorado padre fue el principal impulsor de la integración de este país en la Unión Ecológica Global. La Argentina le debe mucho. Esto es una vergonzosa mancha a su memoria.

Quise gritarle que yo ya era más que consiente de todo eso, pero me contuve. No me atrevía a hablar, esperaba que me dieran la palabra.

El juez se quedo en silencio un momento, sus siguientes palabras fueron como un martillazo para mí.

-Se lo declara culpable de los cargos y se lo condena a morir en el paredón de fusilamiento, mañana a primera hora. Oficial, puede llevárselo.

No opuse resistencia alguna. Pude haber dicho algo, claro: Que en la isla no había frutos ni plantas comestibles; Que eran aguas internacionales y que por lo tanto sus habitantes no estaban protegidos por el Estatuto de Derechos Vivientes… Pero entendí lo obvio: Yo jamás había tenido oportunidad de ser declarado inocente. El juicio era una simple formalidad.

Estuve condenado desde el momento en que los rescatistas vieron las espinas en la arena.

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9 comentarios

  1. 1. Nana dice:

    Me encanta el hecho de que la distopía se basara en un veganismo y ecologismo extremo, es muy original. La historia está muy bien desarrollada y se hace muy amena. Sin embargo hay palabras que creo que no están bien empleadas, como ‘patrullero’, ‘culposamente’ o ‘rescatistas’ (o al menos no suenan bien de acuerdo al lenguaje que empleas en la historia). También, a muchas de las palabras les faltan los símbolos de acentuación. A parte de eso, he disfrutado mucho leyéndola y espero que sigas escribiendo ^^

    Escrito el 17 mayo 2017 a las 19:08
  2. 2. Leugimol dice:

    Muchas gracias por tu comentario Nana, tomo en cuenta tus opservaciones.

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 20:40
  3. 3. Elena Mahía dice:

    Me ha encantado leer tu relato,me ha mantenido en tensión hasta el final.
    Hay un equilibrio perfecto entre las descripciones y los diálogos,por lo que su lectura no resulta pesada.
    El tema me parece​ muy original.Como parte a mejorar sería corregir alguna palabra a la que le falta la tilde.
    Muy buen trabajo!!
    Enhorabuena!!

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 21:24
  4. 4. Héctor Romero dice:

    Muy bonita e interesante historia Leugimol, me ha gustado desde su título, me mantuvo hasta el final. Algún pequeño error perdonable se nos va a veces; cuando te refieres a la confección del traje usas la palabra “echo” en vez de ·hecho·. Tu protagonista lleva mi apellido Romero. que mejor. Soy tu vecino 83 agradecería tu visita.

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 22:28
  5. 5. FMM dice:

    Hola Leugimol. Me ha gustado mucho el relato. Has creado una distopía futura muy elaborada. En el que se puede sentir el totalitarismo, que este tipo de historias transmite. Desde el principio consigues que el lector tenga empatía con el personaje principal. Y mantienes la tensión narrativa de la acción hasta el final.
    En contra solo, lo que ya te han apuntado antes otros compañeros, algunas palabras que no parecen encuadrar bien en el relato.

    Muy buena historia. Un saludo!

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 22:28
  6. 6. Doralú dice:

    ¡Hola Leugimol!

    Me ha gustado mucho tu relato. Se lee sin contratiempos y es de fácil entender la trama.

    Veo que usas el guión corto para los diálogos. Las normas indican que el apropiado es el guión largo. En relación a su uso, encontraras las pautas en Literautas > reglas de escritura > cómo representar un diálogo gráficamente.

    Desde mi apreciación, tienes dos “antes” muy cerca. Al leer el texto en voz alta se hace notar. Nada de importancia, estoy segura que conseguirás la manera de solucionar.
    “Antes toda esa gente no era para mí más que números en una lista,…”
    “Antes de cruzar por la puerta, me detuve un instante y dirigí la vista hacia el cielo:”

    Me extraña lo de la falta de acentos en tu texto. Me parece que la compute hizo una trastada.

    Lo único que no entendí, tal vez sea una expresión usada en tu país, es “… las espinas en la arena.”

    ¡Un abrazo!

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 00:57
  7. 7. DIASPORA dice:

    Cumples muy bien con el reto. Me gusta la magia con que describes tu historia. Desde luego, hay unos deslices ortográficos como ya lo señalaron los compañeros. Sin embargo, eso no resta méritos a la estructura del relato. Sigue escribiendo, tienes “pulpa” para el oficio.

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 06:46
  8. 8. Laura dice:

    Hola Leugimol.

    Realmente no me lo esperaba, aunque no entiendo la inclusión de Argentina.
    Sin embargo, te felicito por la temática sobre la cual gira tu relato.
    Saludos

    Escrito el 24 mayo 2017 a las 10:53
  9. 9. Leugimol dice:

    Muchas gracias a todos por comentar:
    Doralu: con “espinas en la arena” me refiero a que encontraron los huesos de un pescado muerto.
    Laura: Yo soy de Argentina, simplemente plante la acción del relato en mi país.

    Escrito el 24 mayo 2017 a las 16:45

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