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La conquista del espacio - por Yubany Checo

La conquista del espacio

Las turbinas encendieron y se formó una nube de polvo. Escucharon al señor Kranz contar:
—Tres, dos, uno, cero. El ruido interfirió por un momento sus auriculares. Pegaron las espaldas a los asientos empujados por la fuerza de escape. Ajustaron el rumbo. El Eagle se elevó sobre el Mar de la Tranquilidad hasta salir de órbita. Armstrong y Aldrin se asomaron por las ventanillas. Abajo quedaron los cráteres de las guerras por agua.

Los pocos sobrevivientes esperaban buenas noticias. Aquel planeta de azul intenso y cercano era la única esperanza para prolongar la vida humana.

Soltaron el freno. Entraron al planeta en caída libre como si estuvieran montados en un desaparecido diente de león. Se prepararon para el impacto. La nave cayó en el mar levantando olas y vapor.

Esperaron. Encendieron la radio. En la base, el señor Kranz confirmó el aterrizaje. Hubo abrazos discretos sin mucha celebración. La misión apenas empezaba.

Armstrong se estiró para abrir la escotilla. La luz del sol les hizo cerrar los ojos. Pasaron algunos minutos hasta acostumbrarse a la claridad. Cuando sintieron fuerzas en las piernas, retiraron el paracaídas que estaba enredado en la parte frontal del Eagle. Sonrieron al ver el agua. Sacaron los tubos y tomaron las primeras muestras. Confirmaron que era menos densa que la producida en el laboratorio. Los resultados indicaron presencia de oxígeno, hidrogeno y algunas sales desconocidas.

—Estamos bien, un poco mareados—le confirmaron a Kranz. Él les detalló los próximos pasos. Tendrían otra transmisión tan pronto instalaran las cámaras en suelo firme.

Abrieron la compuerta de salida. De repente escucharon graznidos sobre sus cabezas y entraron apresurados a la capsula para protegerse. Miraron al cielo a través de los cristales empañados. Las vieron alejarse rumbo al norte.

El termómetro marcó 34 grados Neps. Hacia más calor que en el satélite donde vivían.
La sensación del peso adicional de los trajes y respirar con el casco puesto los hacia sudar.

Aldrin sacó una jaula presurizada y de ella una rata. La sostuvo en sus manos enguantadas.
La expuso al sol y al aire por algunos minutos. No vieron ningún cambio. El animal seguía vivo. Lo lanzó al agua. Nadó hasta perderlo de vista.

Se quitó el casco. Respiró varias veces hasta que sintió dolor en el pecho. Armstrong notó
como Aldrin perdía el color de su piel. Le puso el casco de vuelta con el oxígeno en modo regulado. Lo recostó sobre el asiento hasta que volvió a respirar a un ritmo más pausado.

Armstrong miró la hora: treinta para las veintitrés.
—Regresaré— le prometió.
— ¡Espera!— dijo Aldrin. Lo sujetó por la mano. Tomó la bandera de seda de la estación espacial y
se la ató a la muñeca.
—Así recordaras volver por mí— agregó.

Armstrong se lanzó al agua con traje y casco. Flotó hasta la playa con el módulo de soporte
vital enganchado a la espalda. Lo conectaría a la cámara de video en las coordenadas que dio la
estación.
La marea subía. Una ola lo golpeó hasta sacarlo a la playa. El casco quedó cubierto de arena. Se sacudió. La sangre caliente se agitaba en sus piernas. Miró alrededor. El modulo vital se alejaba de la playa. Quiso regresar a buscarlo pero el sonido de huesos rotos precedió su caída sobre la arena.
El vidrio del casco se agrietó. Todo daba vueltas. Pensó en la rata. Quizás respiraba y sobreviviría. Pero el no. Su oxigeno pronto acabaría y el aire de este planeta se metería por las grietas de su casco hasta asfixiarlo. Buscó entonces una posición cómoda sobre algunas hojas y ramas secas. Cerró los
ojos. Miraría al cielo hasta que la aguja marcara el último gramo de oxígeno regulado. Se dejaría ir. La respiración se agitó. Arriba estaba ella: giraba alrededor de este planeta. Se quitó el casco para verla mejor. Abrió los ojos. Se sorprendió porque aun respiraba.

Cayó la noche. El dolor en las piernas aumentaba. Encendió la luz de su casco y la apuntó
por donde supuso en algún momento llegaría Aldrin. «¡Aldrin llegará!», afirmó varias veces convencido.

Una pequeña sombra paso rápido por sus pies. No tuvo fuerzas para moverlos. Soltó el
paño de su muñeca. Alcanzó una rama seca detrás de su cabeza. Le amarró el paño en un extremo y clavó la otra punta en la arena.
El viento sopló y podía leerse en la seda bordada:
“Aquí hombres de la Luna. Hemos aterrizado por primera vez. Venimos en paz.”

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7 comentarios

  1. 1. Félix Acereda dice:

    Qué bueno el texto amigo, el final de una distopía, una vuelta de tuerca de la humanización. Me ha gustado mucho, me dejas la imaginación funcionando, buscando las razones que han llevado al regreso. Desde el punto de vista de los terrícolas podría ser una distopía, pero desde el punto de vista de los astronautas lunares, quizás no, quizás sea la culminación de un objetivo científico-espacial como otro cualquiera.
    No sé por qué estoy leyendo relatos muy buenos que tienen sin embargo problemas para incrustar las palabras del reto, y no eres una excepción.
    “La bandera de seda”…es un poco artificial pensando en un texto con tantos detalles tecnológicos.
    “Una pequeña sombra pasó rápida por sus pies”…no aporta nada, no aclara nada, es como si hubieses metido esta frase cuando ya has terminado el relato.
    Genial amigo, un placer leerte.

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 17:20
  2. 2. Yubany Checo dice:

    Gracias Felix. Muy atinadas tus observaciones. Estuve un poco limitado por la extension de las 750 palabras. Pero tomare tus valiosas observaciones para mejorarlo.

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 23:34
  3. 3. tyess dice:

    Hola Yubany. Comento mientras leo:

    “Abajo quedaron los cráteres de las guerras por agua.”
    Excelente trabajo explicándonos lo ocurrido sin desperdiciar palabras ni darnos una clase de historia 🙂
    También hace que uno se pregunte quién va a dónde.

    Lástima que en algún punto suena a naufragio y a mí en lo personal no me gustan. Pero en general la historia está bastante bien.

    Saludos desde el 169.

    Escrito el 22 mayo 2017 a las 15:21
  4. 4. Patricia Luna dice:

    Hola Yubany!!!!
    Muy bueno tu relato!
    La narración, fluida y de fácil lectura, me mantuvo en suspenso hasta el final. Es como una foto, un instante, de la historia de tu sociedad distópica.
    Gracias por leer mi relato
    Hasta la próxima lectura.

    Escrito el 25 mayo 2017 a las 02:39
  5. 5. Juan Nadie dice:

    Pienso que la idea es muy buena, pero hay determinadas dudas importantes:guerras del agua, ¿que relación tienen los protagonistas?, lo que pasa por sus piernas ¿ es la rata ?.
    Por lo demás es un tipo de relato que me gusta.Siempre es bueno dar una vuelta a la comida para hacer un buen wok.

    Escrito el 25 mayo 2017 a las 15:56
  6. 6. lilian ht dice:

    Hola Yubany,
    Tu relato me gustó mucho, a pesar de las descripciones técnicas, pude entender y disfrutarlo de principio a fin. Durante la lectura, pensé que los personajes eran del planeta tierra y bueno al final, me llevé una gran sorpresa. Me encantan los relatos que logran sorprenderme. Espero que puedas leer el mío soy el número 115.
    Saludos.

    Escrito el 26 mayo 2017 a las 20:46
  7. 7. Perla Preciosa dice:

    Está bien escrito, compañero.

    Escrito el 26 mayo 2017 a las 22:11

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