Tú me pones el nombre - por Magín De Umbra

Soy el dueño del valle. Mis colmillos y parte de mi cara exhiben sangre de mi última presa. Aunque confieso: no necesitaba comer. A veces solo mato por diversión, y para qué negar que esa tinta roja con olor a muerte va bien con mi pelo negro. Me buscan, quieren mi cabeza de trofeo, lo intentan, pero siempre termino usando los tridentes con los que me atacan, para quitar el resto de sus carnes de entre mis dientes. No sé qué ser tan perverso me puso aquí, prefería estar enfrentando a los de mi especie o alguien que por lo menos de buena pelea.

No todos atentan en mi contra. Por suerte existe Blanquita, aquí en Sogán, solo nosotros pertenecemos a esta especie. A los demás seres los veo como alimento, no voy perder el tiempo hablándote de ellos. Pero blanca, a ella la llaman de señora de las nieves, en cambio a mí suelen decirme el lobo de los infiernos y otra pila de idioteces que es mejor ni mencionarlas. A ella la alimentan y créeme que no es cosa fácil tener que darle de comer a alguien que los quintuplica en tamaño, pero bueno, ella vive en paz con esos estúpidos aldeanos.

Blanca es bella, sus ojos gozan de un brillo que hasta irrita, es pura bondad, pero a la hora del sexo se transforma, le gusta que le muerda las orejitas y sea rudo con ella, me fascina como aúlla, solo sirve para pasar un buen rato. Aunque más de una vez el cielo que vive en su mirada me ha tentado de quedarme a su lado. Creo que todavía no estoy listo para eso, te pido que no me juzgues que recién estas conociéndome.

En una ocasión me enfrente a un poblador diferente, uno que osó pararse ante mí sin armas, vestía una túnica de piel clara con bordados con forma: de líneas paralelas en las mangas y de caballos en el pecho. De los bordes colgaban flecos que parecían hilvanados con seda de araña entrelazada. Una franja de pintura blanca iba de lado a lado de su cara pasando sobre parte de su nariz, en su oreja derecha se encajaban dos plumas grandes. Pronunciaba palabras que yo no podía comprender, me intrigaba bastante así que le permití acercarse tanto como él quiso, luego camino en círculos a mí alrededor escupiendo un líquido que no me llegaba ni a las rodillas, entonces aquel hombrecito ya era solo entretenimiento. Luego hubo un momento que se situó frente a mí, me miraba directo sin hacer ninguna expresión y eso me enfureció, aterrice mis cuatro patas en el suelo mientras le gruñía, me encuclille y le ladre con todo mis fuerzas, pero aquel ser ni se inmuto, quería quebrar su endereza así que levante mi extremidad delantera para asestarle un golpe, pero él me contuvo sin necesidad de tocarme, extendió su manos en dirección a mi torso, el cual aumento de temperatura a tal punto que un calor infernal se apodero de todo mi cuerpo, no podía moverme, caí tendido en el suelo. Mi respiración se ralentizaba mientras percibía visiones.
Lo primero que visualice fue a blanca devorando a un aldeano, pude sentir lo que vivió en ese momento, uso una furia tan desmedida para desgarrar a la presa, que ni siquiera se compara con la que yo pude haber ostentado en mis mejores cazas, se diferenciaba mucho de la señora de las nieves que conocía. Luego vino otra visión: ella se situaba al frente del mismo brujo que confronte, el repetía cada paso que había hecho conmigo, con la salvedad de que a ella si le temía y la encaró sin dar tantas vueltas, la mantuvo acostada hasta que expulsó de su ser una especie de sombra que se desvaneció en el aire. Blanquita se levantó calmada como si la bestia que llevaba dentro se hubiera marchado.

Te preguntarás que paso conmigo y el brujo, solo te comentaré que salí victorioso. Sigo siendo la misma fiera de siempre. Te he contado parte de mi vida y todavía no te he dicho mi nombre real, aunque siendo sincero lo desconozco, confórmate con saber que de momento soy solo un dibujo que corre suelto a través de una historieta, espero que cuando nos veamos cara a cara pueda llamarte con un nombre diferente al de comida, y tú, siéntete libre de darme el nombre que quieras, qué yo comprobare que tan valiente eres.