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Una esperanza - por Violeta

Como cada mañana Rubén se despertaba al oír la sirena. El sonido daba aviso del comienzo de un nuevo día, se trataba del primero de los tres que oiría antes de empezar su jornada laboral. Era un ruido horrible, estridente e innecesario al que no terminaba de acostumbrarse, a pesar de haberse instalado en su vida y marcar el ritmo de sus días.

De un trago, sin atreverse a saborearlo, se tomó lo más parecido a un café que pudo conseguir en el mercado negro, y salió a la calle. Pronto amanecería. Calculó que si andaba a buen ritmo llegaría antes del último toque de sirena a su lugar de trabajo, las oficinas del periódico. Le gustaba la calle a esas horas, se respiraba un aire de libertad y de anonimato que le traía recuerdos de una época pasada, donde las esperanzas eran posibles, los sueños alcanzables y la realidad reconocible. Ahora costaba trabajo saber qué era real y qué no. Hacía una semana que una compañera había saltado por una de las ventanas del periódico y un mes que un hombre se lanzó al vacío desde la azotea del edificio, pero esas noticias se silenciaban, la gente no hablaba de ello, al partido no le interesaba. Era como si nunca hubieran existido.

En el camino se cruza con otras personas que como él, se deslizan silenciosas, como sombras huidizas y apresuradas en busca de un destino escrito por otros y del cual no les era posible escapar.

A la altura de un callejón le pareció oír el llanto de un bebé, el sonido le llegaba amortiguado, sofocado. Pensó que lo mejor sería alejarse de ahí, continuar su camino, convencerse de que no había oído nada, pero su instinto de viejo periodista, casi de sabueso guió sus pasos en dirección contraria. Y lo sitúa frente a unos jóvenes que, escondidos bajo cartones, tratan de ocultar con sus cuerpos un pequeño bulto envuelto entre los pliegues de una mantita de seda azul, con la que intentaban acallar su llanto.

En sus caras desencajadas se podía ver el miedo a ser delatados, a perder a su hijo, a ser torturados, a otro dolor… Y también se reflejaba la determinación, la fuerza y el coraje que da luchar por lo que uno cree justo. Conmovido por esos nobles sentimientos, que en él habían desaparecido a lo largo de los años, permanece indeciso unos instantes, mientras evalúa la situación. Estaba prohibido que los padres criaran a sus hijos. El partido era quien se encargaba de criar y educar a través de guarderías y de colegios. Los padres podían visitarlos una vez al mes o esperar las vacaciones de verano, donde los niños podían pasar una semana con sus desconocidos padres. Pero no les pertenecían, eran hijos del pueblo que habían nacido para servir los intereses de la nación.

A Rubén esa ley le parecía cruel, pero como a tantas otras cosas en esta nueva vida había terminado por acostumbrase, era más fácil así, además qué podía hacer él, un hombre solo.

Sin embargo ahora, algo había cambiado dentro de él, era como si hubiera despertado de un largo y profundo letargo. Ya no era un hombre solo, ante él se presentaba la prueba de que no habían podido destruirlos del todo, de que aún había sueños que perseguir, esperanzas a las que abrazarse, motivos ante los que revelarse… Los escondería en su casa por unos días y después les ayudaría a escapar, a cruzar la frontera, tenía contactos y algún dinero. Era un juego peligroso, podía perderlo todo, hasta la vida. Pero había veces en las que era necesario saltarse las normas, precisamente para vivir, aunque fuera por un corto espacio de tiempo.

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6 comentarios

  1. 1. EndikaP dice:

    Hola Violeta.
    Voy a ir por partes.
    Lo que me ha gustado:
    Bien dibujado tu distopía. Da miedo pensar que un mundo así pudiera existir. Un mundo manejado por un gobierno cruel y déspota que da lugar a gente vacía.
    El ritmo es bueno, presentas el mundo a través de los ojos del personaje e introduces sus motivaciones, por lo que su reacción no parece incoherente.
    Contras:
    Cuidado con los tiempos verbales. “Como cada mañana Rubén se despertaba al oír la sirena”, yo lo cambiaría por “se despertó”. De igual manera, el relato está contado en tiempo pasado, pero hacia la mitad pasa a ser presente. Es un cambio extraño que no me ha convencido.
    Cuidado también con el exceso de adjetivos: muchas veces caemos en la tentación de incluir adjetivos y adverbios porque nos da la impresión de que van a embellecer nuestra prosa. Sin embargo, en muchas ocasiones no hacen más que ofrecer información redundante e innecesaria. “Se reflejaba la determinación, la fuerza y el coraje” me parece un ejemplo de esto: determinación y coraje son prácticamente sinónimos, con lo que podías haber prescindido de uno de ellos, en lugar de redundar en lo mismo.
    Por lo demás, un relato bien estructurado y muy correcto. Buen trabajo.
    Nos leemos.

    Escrito el 17 mayo 2017 a las 11:38
  2. 2. Pilar dice:

    Hola Violeta!

    No voy a repetirte lo que ya te ha señalado EndikaP y que, por supuesto, tiene fácil arreglo…

    Creo que has superado hábilmente el reto de la distopía, tanto que las palabras obligatorias ni las he notado, están muy bien insertadas.
    La trama me ha dejado encogido el corazón y realmente me ha espeluznado pensar que la sociedad camine hacia ese despojo de sentimientos y naturalidad, embargada por un ritmo de vida mecánico. Creo que este mes vamos a reflexionar mucho sobre nuestra realidad…
    En fin, te felicito por tu buen trabajo. A mi me ha enganchado, lo le leído sin trabas y me ha hecho pensar ¿Qué más se puede pedir? Los fallitos técnicos es cuestión de repasar y repasar.
    Un abrazo. Continúa escribiendo, aunque sea la lista de la compra,jjj

    Pilar, 43

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 12:48
  3. 3. Roster dice:

    Hola Violeta
    De acuerdo con los anteriores comentarios.
    Es un buen relato en el que se ve claramente la evolución del personaje cambiando su rutina resignada..
    Por otro lado es demasiado rápido el cambio, solo ver el grupo, madre padre bebé,¡zas! sus sentimientos cambian y un propósito nuevo ilumina su vida. Tendrías que explicar un poco más, si llega a arriesgar la vida, Rubén debe tener un pasado que le empuje ¿Un hijo tal vez? o un no hijo… Habla en general de la ley y de cómo se educa a los hijos en esa sociedad, pero sigo creyendo que tiene que haber algo más dentro de Rubén que le empuje al cambio.
    Como ves la lectura de tu relato da mucho que pensar, por lo que te felicito.
    Roster 48

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 19:01
  4. 4. Dino Vargas dice:

    ¿Qué tal, Violeta? Vaya distopía que imaginaste. Está muy bien relatada en pocas palabras, me parece que tiene el toque justo para transmitir al lector la sensación de opresión y acostumbramiento (¿existe esa palabra?) que tiene el protagonista.
    Da la sensación de que la cantidad de palabras te quedó corta y la historia podría haber seguido un poco más. Saludos!
    Dino

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 16:44
  5. 5. violeta dice:

    Gracias Endikap, Pilar, Roster y Dino por leer y comentar mi relato, vuestras amables palabras son un aliciente para continuar.
    Endikap, llevas razón en lo de los tiempos verbales, es una batalla que tengo pendiente y espero solucionarla al igual que el exceso de adjetivos.
    Roster, tu apreciación es también muy valiosa y tienes razón. Barajé esa posibilidad, la del hijo, para darle más profundidad, pero al final no me decidí a incluirlo. Por falta de espacio, quizás.

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 17:25
  6. 6. Laura dice:

    Hola Violeta.
    No voy a repetir lo ya señalado por quienes llegaron antes de mí.
    Únicamente me sumo a quienes te estimulan a que sigas escribiendo. Felicitaciones.
    Hasta el próximo relato

    Escrito el 23 mayo 2017 a las 10:47

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