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La lluvia taladra - por Taysuke

Paso, paso, paso, dolor. El ataque incesante de aguijonazos en la piel dejan surcos de quemaduras en las zonas descubiertas. En las húmedas calles de la ciudad cada paso es un tormento. La lluvia ácida corroe la ropa del caminante. Los pies se le hunden en los charcos humeantes, demasiado grandes para sortearlos. Son como pequeños lagos que invaden la metrópolis con su corrosión.
La oscuridad es prácticamente absoluta. Es una urbe sin luz, ni siquiera las sombras nocturnas se dibujan en las paredes para asustar a los posibles viandantes. No hay luna. Ni sol. Los astros llevan años escondidos bajo un mar de nubes que impiden que su luminosidad llegue hasta las calles de la destruida ciudad. Las farolas hace tiempo que murieron, quizá por la falta de energía eléctrica, quizá por la lluvia que todo lo destruye. El peregrino sigue su errático camino.
Se escuchan sollozos en la oscuridad. Sollozos de soledad, de terror, de dolor. Las lágrimas angustiosas recorren las chamuscadas mejillas infantiles. Encogida, murmura nerviosos balbuceos. Le quema. A su alrededor, el húmedo suelo la acorrala exhalando vapor. Le duele. El cuerpo tembloroso se queja del contacto con la piedra. De pronto un nuevo aguijonazo en el hombro desnudo… Se le escapa un alarido y comienza el llanto desconsolado. Le arde intensamente. El pánico viene a su encuentro.
Paso, paso, chapoteo, dolor… El llanto de terror rasga, descarado, el perpetuo murmullo de la lluvia al caer en la ruinosa ciudad. Cerca, muy cerca, a solo unos pocos agonizantes pasos más. Los aguijonazos siguen penetrando en la piel desnuda de los brazos y el rostro del viajero. Dolor, dolor intenso. Imposible evitarlo, no hay resguardo. Por fin, alcanza a observar la pequeña grieta. A pesar de la negrura se encuentra con unos aterrorizados ojos infantiles. Unos ojos que hubieran sido de un azul intenso si el miedo no los empañara. Unos ojos que presenciarían un nuevo acto cruel de la terrible naturaleza iracunda del lugar. De pronto, por primera vez en años, todo se vuelve blanco, brillante, ruidoso. El hedor a carne quemada lo envuelve todo.
La intensa luz cesa tan veloz como surgió, el rayo hizo su trabajo. Vuelve la enemiga oscuridad, irritada por la grosera interrupción. Retorna más opaca y densa que nunca. Los infantiles ojos azules, desenfocados a causa del miedo, observan los restos calcinados del caminante. El amasijo de carne quemada se mezcla con lo que una vez pudo ser una camisa de seda o de lino, ahora calcinada. Todo el bulto yace sobre un charco de humeante líquido. Los vapores se mezclan danzando en el aire, atacados por los aguijones de lluvia ácida que sin piedad continúan marcando el asado cadáver. El hedor penetra en el cuerpo de la infante, exige atención. Un rugido en su estómago se abre paso. De nuevo, los sollozos. De nuevo, las lágrimas empañan los aterrorizados y ansiosos ojos azules.
El chamuscado cuerpo sigue desprendiendo cruelmente un delicioso olor a churrasco. Al cerrar los ojos casi puede imaginarse comiendo como lo hacía en otro tiempo. Un nuevo rugido surge del interior de su cuerpo. Su estómago exige alimento. Su cuerpo exige cuidados. Pero su mente no puede, no puede ceder ante el instinto animal. Un nuevo estruendoso resplandor la distrae el tiempo suficiente para observar unas figuras humeantes que se acercan veloces a ella. Los carroñeros han acudido. La carne quemada es como un faro en mita de la niebla. Los ojos azules, aterrorizados, observan como las bestias llegan atropelladamente al cadáver. No les importa estar sufriendo quemaduras por no estar a cubierto, no les molesta tener que compartir el alimento, ni ser fulminados por la mirada asqueada de la niña. Solo necesitan destrozar, desmembrar, desgarrar e ingerir los restos del caminante. A aquellos seres que una vez fueron humanos ya solo les importa devorar lo que encuentran.
El miedo la atenaza, el hambre es casi mortal. El olor un llamamiento a la salvación y la condena. Finalmente la mente cede, el instinto de supervivencia es más fuerte. Se levanta ignorando el dolor de las quemaduras y la tirantez de la piel. Al acercarse, los seres la observan un breve instante y vuelven a centrarse en su alimento. Hay comida para todos. La naturaleza les ha regalado un pedazo de carne. Con lágrimas en los ojos azules, la niña toma su primer bocado de perdición. Mientras, la lluvia taladra.

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6 comentarios

  1. 1. Ivric Emde dice:

    Hola Taysuke,

    Me gustó el uso del lenguaje y las metáforas que has empleado. El léxico que has escogido y la variedad en cuanto a la estructura de las frases hacen que esté muy conseguido el ambiente, me he metido de lleno en la historia desde el principio.

    Has mostrado muy bien el universo distópico mediante la acción sin necesidad de descripciones o explicaciones a mayores. En el personaje de la niña se ve una evolución (aunque hacia el mal, imagino) al final del texto ya que su rasgo descriptivo de los ojos azules me había hecho asociarla desde el principio con dulzura o inocencia.

    Fue una lectura entretenida, muy bien escrito. Parecía un mundo duro.

    Un saludo,

    Ivric, texto Nº85

    Escrito el 17 mayo 2017 a las 18:38
  2. 2. Auxi Morata Alegre dice:

    Hola Taysuke! Soy tu vecina del número 84, por si te quieres pasar.

    Me ha gustado muchísimo tu relato, me ha parecido muy interesante, el léxico que has utilizado lo hace totalmente redondo y ese final me ha parecido muy interesante.

    Enhorabuena! Muy buen trabajo! Un beso!

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 12:08
  3. 3. Henar Tejero dice:

    Hola Taysuke,
    Me ha gustado mucho la forma en que redactas. Utilizas el lenguaje adecuado describiendo lo que el personaje ve a su paso, todo ello sembrado de terror y desolación.
    Se ve como el ser humano se ve obligado a actos horribles ante una situación de desesperación y necesidad.
    Nos sitúas de lleno en la acción.
    Felicidades.
    Nos leemos!!! (86)

    Escrito el 20 mayo 2017 a las 12:56
  4. 4. Berundgaar dice:

    Muy bueno, Taysuke. Muy, muy bueno.

    Metes al lector de lleno en la trama. No cuesta “sentir” los pinchazos de la lluvia ácida, ni la sensación de desolación, ni, casi, los sentimientos encontrados de la muchacha de ojos azules.

    En mi opinión, francamente, magistral.

    Hablando de opiniones…

    ¿Te pasarías por mi relato y me darías la tuya? Estoy en el 70.

    Enhorabuena por tu historia y gracias anticipadas.

    Nos leemos.

    Escrito el 23 mayo 2017 a las 11:53
  5. Hola. Un poco tarde pero al fin logro leer. El relato es bastante crudo pero atrapante. Te sumerge por completo en el relato. Esta muy bien, tal ves podrías haber dejado mas espacio entre cada párrafo.

    Lo que si puedo decir es que según lo que he leído tu mundo no es uno distópico sino mas bien post apocalíptico. En ese sentido no has cumplido el reto. Aún así como dije no importa porque es un buen relato. Por cierto que tarde un poco en entender lo de la luz blanca.

    Bueno saludos y si puedes pasas y comentas mi relato que es el numero 24.

    Escrito el 25 mayo 2017 a las 03:27
  6. 6. Ane dice:

    Hola Taysuke:

    Me ha gustado mucho tu relato. Es desasosegante, duro.

    Las palabras empleadas enriquecen el texto lo dotan de un realismo brutal.

    En cuanto a los signos de puntuación en algunas frases hubiera sustituido la coma por dos puntos, por ejemplo cuando dices: “la inmensa luz cesa tan veloz como surgió, el rayo hizo su trabajo”. Esa coma podría sustituirse por los dos puntos puesto que el “el rayo hizo su trabajo” es una consecuencia del comienzo de la frase. Pero lo dicho, no es mas que una opinión particular.

    Te felicito. Saludos.

    Escrito el 31 mayo 2017 a las 21:27

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