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Robotina - por DIANA

Era más que un simple robot. Al menos, ella se veía así, aunque sus compañeros de oficina le decían, en secreto, “Robotina”. Tan perfecta todo el tiempo, tan eficiente, tan puntual, vestida más que correctamente. Y amable, y buena compañera. No faltaba nunca. Julia sabía, o presentía, que hablaban detrás de ella; por eso últimamente tenía ese pensamiento recurrente “soy más que un robot, soy una persona de carne y hueso, me gusta mi trabajo y trato de hacer lo mejor que puedo, que hay de malo en eso? “.
Por más que se esforzaba, no lograba entablar amistad con ninguno de ellos. Era amable, preguntaba por los hijos, llevaba tortas, compartía la comida, se reía de todos los chistes… pero no había caso. La evitaban, y si bien nunca nadie fue grosero, el ambiente ya era un poco denso.
Ninguno se preguntó si vivía sola, si tenía perro o tortuga, si hacia dieta o si iba al cine. No era ni linda ni fea, ni joven ni vieja, ni gorda ni flaca… A veces la invitaban a los “after hour”, pero claramente, estaba desubicada en el grupo fuera de la oficina, y paulatinamente fue declinando las invitaciones, hasta que estas dejaron de producirse.
Un día una de las compañeras más antiguas, Mirta, anunció que a fin de año se jubilaba. En medio de las expresiones alternadas de congoja (“te vamos a extrañar!”) y alegría por ella (“ahora sí vas a disfrutar de la vida!”), se supo que ingresaría otra persona para reemplazarla. Para que Mirta pudiera capacitarla, Emilia empezó a trabajar el primero de octubre. Joven, sonriente, tímida, casi vergonzosa, tenía una ventaja: no tenía preconceptos sobre sus nuevos compañeros de trabajo. Así que Julia, el primer día se sentó con ella en el almuerzo, conversaron sobre sus vidas en líneas generales y se rieron bastante. Por fin podía tener una amiga en el trabajo; feliz, Julia la buscaba en cada momento que podía, almorzaban juntas, hablaban en voz baja y se reían.
Ya nadie pudo hablar con Emilia sobre Julia, porque se habían hecho amigas, muy amigas. A la salida del trabajo, se iban juntas, saludaba con un “chau” general, entre risas y desaparecían, apuradas. Todos las miraban azorados. Julia estaba resplandeciente, andaba con el pelo suelto y la mirada encendida.
Después de un tiempo, dejaron de prestarles atención. Hasta que un día alguien contó que las vio besándose en el baño. Primero no le creyeron, pero activaron todas las antenas. La gente especializada en vidas ajenas porque no logra tener una propia, o no le gusta la que tiene, se puso a hacer lo que más le gusta. Estudiaron los gestos, las miradas. Hasta se reunían para desgranar las frases, palabra por palabra, para buscarles otro sentido.
Parece que ellas se hubieran dado cuenta, porque no daban ninguna señal. O más bien daban señales en un sentido y en otro, se divertían viéndoles las caras… Lo hubieran mantenido así por muchísimo tiempo, pero finalmente llegó el día.
Una mañana de otoño, a los siete meses de haberse conocido, Emilia llegó y saco de su bolso sendos sobres rosados para cada uno de sus compañeros. Eran las invitaciones para su boda con Julia. Y explicó: Nos casamos dentro de tres semanas, vamos a trabajar aquí hasta el día anterior, y luego nos vamos a Brasil, al norte; ya conseguimos trabajo para las dos en una posada. Vamos a cumplir nuestro sueño de vivir todo el año en verano y en la playa!
Nadie cabía en si del asombro. Ese día Robotina faltó porque se sentía enferma.

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7 comentarios

  1. 1. Héctor Romero dice:

    Diana, al leer tu relato me ha parecido en esencia muy simpático y con un mensaje claro en cuanto a gente que se ocupa de los demás. Observaciones, solo cuando te refieres al “primero” de octubre. Revisa. Felicidades. Soy tu compañero Literauta No. 76

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 05:38
  2. 2. David dice:

    la frase sobre la gente chismosa es genial, aunque al final no queda claro si Emilia sabe que Julia es un robot

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 20:00
  3. 3. JeSS dice:

    A partir de “Después de un tiempo, dejaron de prestarles atención…” me pierdo en el relato, no queda claro el punto de vista del narrador. Anterior a esto, toda la historia lleva un buen ritmo y es interesante. Pero pudiste haber llegado al final con otra perspectiva o con un punto de vista mas concreto.
    Me gusto mucho la atmósfera que relatas y como los personajes desarrollan su historia de amor.

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 01:06
  4. 4. Txavi Garcia dice:

    Me ha caído bien Robotina.
    Me gusta cómo explicas el entorno y creo que se puede entender perfectamente cómo se siente, el sentimiento de exclusión y el de ser el centro de las miradas ajenas.

    También me gusta que hayas creado una historia real huyendo de la ciencia ficción que sugería la primera frase.

    Buen trabajo,
    un saludo

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 08:54
  5. 5. lectora70 dice:

    Hola Diana! He leído tu relato con gran atención.

    La estructura está bien conseguida.

    Has construido muy bien los personajes y has sabido mostrar los sentimientos de Robotina perfectamente.

    La última frase del texto a mi me sobra. No aporta nada saber qué Robotina faltó por estar enferma, sobre todo después de saber el desenlace.

    Buen trabajo!

    Saludos!

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 11:33
  6. 6. María Jesús dice:

    Hola Diana: Texto interesante, bien contado, ameno. Te metes en la piel del personaje y percibes como se siente, me ha gustado. Todo muy bien menos la última frase que no la entiendo.
    Saludos.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 18:26
  7. 7. Diana Vanni dice:

    Gracias! Es la primera vez que participo, y estoy muy contenta con los comentarios. Respondo: la última frase intenta mostrar que Julia ya no intentaba mostrarse perfecta.
    “Primero” de octubre es el primer dia de octubre, soy argentina y le decimos asi…
    Gracias!

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 19:40

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