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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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LA LÁPIDA - por Ramón Temes

⸺”ERA MAS QUE UN SIMPLE ROBOT” ⸺Las grandes letras perfectamente talladas en la lápida se podían leer a pesar del verdín incrustado en la profunda huella del cincel.
……………………………..

Yo solía pasear por aquel cementerio bien cuidado y leía con interés las leyendas de las lápidas funerarias, imaginándome su significado y deduciendo de ellas la personalidad del difunto, las circunstancias de su muerte y el carácter de la persona o personas que habían ideado el epitafio. Aquellos paseos eran una fuente de inspiración que me ayudaba a llenar los vacíos en mis novelas. Un personaje, un escenario…

• RAÚL PEREIRO QUEIRUGA,
• Su desconsolada esposa Celia y sus hijos Roberto y Jorgito que no te olvidan.
• 17, Agosto, 1915 – 30, Julio, 1936

¡Una lápida así me decía tantas cosas! Imaginaba al joven Raúl. Sabía que era gallego y que apenas cumplidos los veinte había muerto en la guerra civil española. Le veía sujetándose la pierna herida en la trinchera llena de barro y percibía el fuerte olor de las mantas húmedas, que apenas cubrían los cuerpos heridos. Escuchaba el llanto de Celia y sentía su dolor. ¡Podía escribir una novela entera!

Sin embargo esta vez era diferente. Hacía semanas que había descubierto la lápida y releía el epitafio sin poder encontrarle sentido. Intuía una historia y conocía el título pero el resto se me escapaba.

Hace unos días me acerqué a la tumba de nuevo, con la esperanza de encontrar por fin, un significado al misterioso epigrama cuando vi a una mujer menuda, con un mono azul cubierto de polvo blanco, dirigirse a un recinto próximo donde se distinguían las losas y los bloques de piedra apilados. El taller de un marmolista.

Corrí tras ella, alcanzándola a la puerta del negocio. Un perro grande y mal encarado, me recibió con fuertes ladridos, mostrándome sus dientes de fumador amenazantes y arqueando la espalda erizada.

La mujer se llamaba Eulalia. Muy amable me contó cómo ella y su marido, Pepe – que en ese momento estaba fuera con unas entregas – habían adquirido el negocio hacía tres años.

Le hablé del motivo de mi visita, y pidió que me sentara mientras preparaba café.

Me dediqué a observar el recinto y la actividad ordenada de la explotación. ¡Nunca había visto instalaciones tan modernas en una marmolería! Fabricaban solamente lápidas y disponían de líneas automatizadas de corte, pulido y ensamblado, dignas de una fábrica de automóviles.

Los datos de los diferentes cortes, tamaños, diseños y leyendas se introducían en el ordenador principal y las lápidas se fabricaban de forma automática. Los masivos bloques de mármol se movían sobre cadenas motorizadas y una gigantesca máquina de corte con discos de diamante los transformaba en planchas de mármol del espesor adecuado. Las lápidas se cortaban a medida y ya fabricadas, de acuerdo con las instrucciones del cliente, pasaban a la línea de acabados donde los epitafios y las leyendas eran cincelados por pequeños robots.

Eulalia, con un café humeante en la mano, interrumpió mis observaciones y entre sorbitos me contó que, tiempo atrás habían empleado a un muchacho joven, introvertido y buen trabajador, a quien habían querido como a un hijo.

⸺El chico —comenzó pensativa, recordando ⸺trabajaba en la línea de acabados. Siempre puntual y silencioso, ocupaba su puesto junto al último robot y con movimientos regulares corregía las imperfecciones que se hubieran producido en la operación anterior. Después de unos meses trabajando en la línea, automatizó su tarea de tal manera que parecía uno de los robots. Desde aquí veía cómo se mimetizaba con el pequeño robot de su derecha y cómo los movimientos de ambos se sincronizaban en un baile rítmico y tan acompasado que no se podía distinguir quién era quién. Trabajaban y eran felices juntos.

—Un día del invierno pasado, el pequeño robot de cincelado se estropeó. Dejó de funcionar y nadie supo arreglarlo. Cuando lo desmontaron el chico no pudo soportarlo, —” Yo le quería tanto” ⸺sollozaba viendo como lo desarmaban ⸺“No hagáis eso”, “Era mi amigo…”, “Mi único amigo”

—Al terminar la jornada el chico se marchó llorando sin consuelo. Por la mañana — recordó Eulalia visiblemente afectada ⸺encontraron su cuerpo destrozado bajo las ruedas del tren y cuando nos avisaron no quise verlo. Nadie lo reclamó y mi Pepe, que le quería bien, hizo con sus manos esa lápida y cinceló el epitafio en su recuerdo.

Me despedí agradecido y a menudo pienso en aquel muchacho sin nombre que seguramente era más que un simple robot.

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12 comentarios

  1. Ramón, he tenido que releer porque me perdía. No obstante, al final me he hallado y me ha gustado el relato.
    Por la calle abajo va
    un ratón haciendo el cojo
    que ha venido de segar
    con una raspa en el ojo.
    Epitafio real. Gracias por tu comentario

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 20:20
  2. 2. Gloria dice:

    Me ha parecido un relato muy original, yo no hubiera relacionando la frase propuesta para la escena con esta historia. No se me hubiera ocurrido una historia tan original y tan bien relacionada con lo que nos propusieron. Te felicito!!!
    Por otra parte me surge una duda, quizá no lo haya entendido… el epitafio indica su mujer e hijos pero en cambio cuentas que nadie reclamó al muchacho muerto.
    Los tiempos verbales en una primera lectura me parecieron bailar entre presente y futuro, pero una segunda lectura más lenta me lo dejó más claro.
    Enhorabuena, me gustó mucho leerte.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 22:25
  3. 3. Ramón Temes dice:

    Estimada Gloria:

    La lápida a la que te refieres es una segunda lápida imaginaria que el escritor nos pone como ejemplo para mostrarnos que en una lápida siempre hay una historia. Los personajes de este ejemplo de lapida no tienen nada que ver con el robot y su historia. Siento no haber reflejado bien este punto en mi relato. Un defecto sin duda en la puntuación debí de ponerlo entre comillas de pensamiento o algo así.

    Gracias por tu comentario.

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 08:46
  4. 4. Elena Mahía dice:

    Hola Ramón!
    Tu relato tiene un comienzo fantástico! Me encanta como describes todo ya que realmente sumerges al lector en el lugar.
    El argumento es muy muy original y el corte en la narración que haces explicando cómo son las instalaciones del taller, me parece muy acertado.
    Lo que sí veo que causa un poco de confusión es el epitafio de la lápida de Raúl. Me gusta como lo introduces, pero quizás con otros signos de puntuación quede más claro.Por el resto, he disfrutado mucho con su lectura. Enhorabuena!!!!

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 16:23
  5. 5. Tavi Oyarce dice:

    Hola Ramón:
    Excelente relato. Se nota que dominas la redacción.

    Un alcance: usas dos veces el sustantivo “café”. En el primero falta el artículo indefinido y en el segundo debiera ser articulo definido.

    Eso de “comenzó pensativa, recordando”, me hace ruido y no sé si: “─aunque me sirvió de conocimiento general─”, es recomendable colocar un proceso de fabricación de marmolería en un relato.

    Por lo demás escribes muy bien.
    Gracias por leer el mío
    Saludos

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 16:41
  6. 6. José Torma dice:

    Que tal Ramón, ¿Cómo estás?
    Tu relato es muy bueno, muy fresco. Solo identifique una falla en un guion largo, pero bien pudo ser problema del formato. Si tengo una pega es la siguiente. En un texto tan corto en extensión, tenemos que ser cuidadosos en lo que elegimos contar y lo que no es tan necesario. Siento que falto espacio (no sé cuantas palabras usaste) para desarrollar un poco más la participación del muchacho, que en solo dos líneas se coloca y apodera del protagonismo. Me hubiera gustado saber más de él.
    Fluido y fácil de leer, lo he disfrutado mucho.
    Felicidades.

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 23:01
  7. 7. Doralú dice:

    ¡Hola Ramón Temes!

    Me ha gustado mucho tu relato. Con un lenguaje sencillo has construido un relato muy completo, bien estructurado, coherente y muy fácil para entender. Capturó mi atención desde el inicio.

    Presento para tu consideración, añadir una coma entre “afectada” y “encontraron” quedando el párrafo de la siguiente manera:
    “…visiblemente afectada, encontraron su cuerpo destrozado…”

    ¡Un abrazo!

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 22:23
  8. 8. Alma Gatuna dice:

    ¡Hola Ramón Temes!

    Me ha gustado mucho tu relato. Muy bien escrito y ameno.
    Yo creo que, tal cual lo has plasmado, se entiende perfectamente que el epitafio de Raúl es solo un ejemplo para explicar por qué necesitaba volver para poder interpretar el significado de la lápida protagonista.
    Solo añadiría algún otro dato que nos acercase al muchacho para que el desenlace nos tocara más aún.

    ¡Te felicito!
    Un saludo.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 11:12
  9. 9. amadeo dice:

    Ramón:
    Me encantó tu texto y principalmente por la idea tan original. Se destaca el amor entre el chico y los robots. Es real, un escritor se puede inspirar en textos breves, hasta en una sola palabra. Buen relato

    Estoy en el 136 por si quieres leerlo y comentarlo. Gracias
    Saludos Amadeo

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 00:26
  10. 10. José Torma dice:

    Hola Ramón, me paso a comentarte que en realidad no sé si Marlon sea la personalidad esquizofrénica de Juan o si en verdad el desdichado robot sea malo. Creo que valdrá la pena explorarlo en un futuro.
    Saludos y gracias por tu visita.

    Escrito el 25 octubre 2017 a las 23:39
  11. Hola Ramón.

    Me identifico con ese personaje que busca entre las lápidas historias que poder escribir. Yo las busco también en lugares de lo más insospechado. Aunque, a veces, creo que las historias me buscan a mí.

    Creo que la frase inicial, al ser una transcripción literal debería ir entre comillas y separada del resto de la frase. Visualmente quedaría mejor.

    Los diálogos no están bien representados. Un mismo parlamento debe ir todo junto. Es que metiste una separación con su raya y todo cuando hablaba la mujer.

    Para un texto tan corto como este creo que no hay mucha relación entre la primera parte y la segunda, a pesar de la conexión entre las frases inicial y final. Se ve un poco forzado.

    Además, creo que explicas en demasía el proceso de fabricación de las lápidas de la marmolería cuando, en realidad, no aportan mucho a la historia. Con un par de pinceladas hubiera bastado.

    La historia en sí es bonita y veo qué nos querías contar, pero me quedo con la intriga de cuál sería la historia del chico de la lápida. Una pena.

    Este mes no me encontrarás en el listado porque metí la pata al enviar el relato. Le cambié el orden a las palabras de la frase inicial y se quedó fuera.

    Si te apetece ver cómo quedó puedes pasarte por el blog en donde voy colgando algunos de los trabajos:
    https://jeanivesthibauth.wordpress.com/2017/10/18/ego-me-absolvo/

    Lo había hecho con reto opcional y todo.

    Nos seguimos leyendo.

    Un saludo.

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 11:15
  12. 12. Ramón Temes dice:

    Hola Jean Ives Thibaut
    Gracias por tu comentario: La historia del chico será un cuento corto en el futuro. En tan pocas palabras es difícil contar una historia completa del chico. el relato es como una sinopsis de una novela corta o un cuento.

    Están esbozados los personajes, el relator, los padres, el chico y el robot. También un par de escenarios y el núcleo de la historia. Solo necesito continuar escribiendo sobre el tema con la base de este texto corto.

    No puse las comillas al principio por temor a que me eliminaran al no empezar el relato con la frase obligada sino con unas comillas.

    Con respecto a la explicación del proceso de fabricación me pareció necesaria para entender lo que hacía el chico y su relación con el robot. Por otra parte tienes razón podría ser una poco más corta aún que significara la reducción del número de palabras. La disculpa en este caso es que soy Ingeniero y hay un mucho de deformación profesional en ello.

    Buscaré tu relato en el enlace que me envías y me pondré en contacto contigo e nuevo.

    Te agradezco de verdad, el interés que demuestras en mi escrito. Se nota que lo has analizado con tiempo. Muchas gracias.

    Ramón Temes

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 12:30

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