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Error de programación - por EndikaP

Web: https://endikaperales.wordpress.com/

Era más que un simple robot, mucho más. Atrás habían quedado los vanos intentos de la humanidad por replicar la inteligencia humana a base de código programado. Se tardó 10 años en volcar la conciencia de un ser humano al ciberespacio y otros 50 en hacer comprender a la humanidad de que no era una mala idea ni era peligroso. La gente tenía por fin una segunda oportunidad, una forma de trascender más allá del apagado final que significaba la muerte. Del mismo modo que la donación de órganos había salvado millones de vidas antes de quedarse obsoleta frente a los avances en clonación, la donación de conciencia salvaba a la gente de desaparecer cuando su cuerpo expirara. UNAI estaba agradecido por ello.

Las Unidades NeuroArtificiales Inteligentes eran, en términos simples, máquinas con alma humana. Personas de todo el mundo donaban en vida sus conciencias para que fueran conectadas a servidores que más tarde se volcaban en los ordenadores personales de otros ciudadanos. Se convertían así en computadoras que podían aprender como un ser humano porque, en esencia, seguían siendo humanos.

Por supuesto, se les borraban los recuerdos de sus vidas pasadas para que no acosaran a sus anteriores familias, y se les enseñaba a pensar en términos menos convencionales que los humanos, dado que un cerebro humano tiene una capacidad limitada de procesamiento. En ocasiones, la programación de las UNAI fallaba y se volvían locas o dejaban de funcionar súbitamente, sin ninguna explicación.

—Buenos días, UNAI, ya he vuelto —dijo Laura al cruzar el umbral de su puerta.

Con un imperceptible zumbido, todos los sistemas del hogar se pusieron en marcha: la iluminación adecuada para cuando Laura llegaba de trabajar en el turno de noche, la insonorización para que los ruidos de la calle no la molestaran, el hilo musical suave que le gustaba para relajarse y el olor a jazmín que tanto le recordaba a su infancia.

—Buenos días, Laura —respondió UNAI con voz cálida—, ¿un turno duro?

—Ufff —bufó Laura, dejando caer el bolso sobre el chifonier de la entrada—, estoy reventada. Creo que me voy a ir directamente a la cama.

—¿Sin tomar nada? Quizá alguna infusión te ayudaría a dormir —sugirió UNAI.

—Gracias, de verdad, solo quiero quitarme la ropa y saltar a la cama —respondió ella dirigiéndose hacia su habitación a medida que el suelo del pasillo se iba iluminando.

UNAI empezó con todos los protocolos de su programa de sueño. Preparó una cama limpia y la perfumó con la colonia de bebé que a Laura le gustaba para dormir, calentó su pijama lo suficiente para que fuera agradable ponérselo y elevó la temperatura de la habitación; también proyectó en el techo una grabación de las estrellas, que siempre parecía complacer a su inquilina.

—Qué rico —dijo Laura, olfateando el ambiente—, ¿sabes que es la colonia que me ponía mi madre antes de meterme a la cama?

—Sí —respondió escuetamente.

En cuanto Laura se metió en la cama, la luz se fue apagando hasta que solo la luz de la holografía de las estrellas iluminó la estancia. Observó el cielo, bostezó y una lágrima rodó por su mejilla.

—¿Qué sucede, Laura? ¿No te gusta la proyección? —quiso saber UNAI.

—No, no es eso… —empezó ella dubitativa—. Es que… Verás, justo hoy hace un año que perdí a mi marido. Estaba pensando que este cielo estrellado le encantaría, después he pensado en él y, bueno, me he puesto un poco sentimental.

—Comprendo. Las estrellas no han sido una buena elección. —El holograma del cielo estrellado empezó a difuminarse en la oscuridad de la habitación.

—No, no —se apresuró Laura—. Me encantan, de verdad. Es solo que me pone triste el recuerdo de mi marido. Verás, había un hombre que me acosaba. Decía que estaba enamorado de mí, que no podía vivir sin mí. Que me necesitaba a su lado en todo momento. Un día esperó a mi marido a la salida del trabajo y lo mató.

—¡Qué terrible! —exclamó UNAI simulando horror.

—Sí. Poco después atraparon a ese hombre y borraron su conciencia, tengo entendido —dijo ella, acomodándose en la cama.

—¿Y la conciencia de tu marido? —inquirió el ordenador.

—Me dijeron que era incompatible con el proceso —replicó ella con tristeza—. Aunque es casi mejor. No habría recordado nada de su vida anterior. Ahora te tengo a ti.

—Así es —respondió UNAI, que al final había conseguido su objetivo de tenerla para sí mismo.

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6 comentarios

  1. 1. Juan Sauce dice:

    Hola, EndikaP.

    En primer lugar, enhorabuena por tu texto. Tienes una gran capacidad para el relato, está realmente muy bien narrado.

    Me ha gustado mucho tanto la introducción como el desarrollo de la historia, combinando la conversación con los hechos que suceden en la casa. Las frases resultan muy naturales y toda la historia fluye extraordinariamente bien. Incluso oraciones aparentemente banales como el comentario sobre la colonia de su madre le dan un toque más auténtico a lo que quieres narrar. También me ha gustado la idea del reciclaje de las conciencias humanas en los UNAI.

    Para poder exponer algún contrapunto (permíteme hacerlo), tan solo la frase «En ocasiones, la programación de las UNAI fallaba y se volvían locas o dejaban de funcionar súbitamente, sin ninguna explicación» me parece que sobra, más que nada porque me da la sensación de que no aporta nada a la historia (en un cuento breve debemos economizar las palabras, quedándonos con lo esencial).

    No me enrollo más. Me ha parecido un relato tremendo. Solo me queda una duda: por el título debo entender que hubo un error de programación y el UNAI de Laura no ha perdido la memoria, ¿es así?

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 20:46
  2. 2. Kupuri Tatei dice:

    Hola EndikaP:
    Me ha gustado mucho tu cuento. Me parece una buena historia y le compartes al lector un secreto que la protagonista no conoce.

    Tu relato es entretenido y escalofriante.

    El nombre UNAI es muy ingenioso, pero me hubiera gustado que además, Laura pudiera ponerle un nombre, así podríamos darnos una idea también de muchos otros detalles.

    Tu historia me ha puesto a reflexionar sobre el amor. ¿Hasta dónde es amor y hasta dónde es una enfermedad que nada tiene que ver con el amor?

    Te invito a pasar por el cuento #181-“El invento”. Leelo y destrózalo. Gracias.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 18:40
  3. 3. Alais Heinkel dice:

    Me ha encantado el escrito, está muy en sinfonía con el mio pero desafortunadamente por los afanes de la vida me deje alcanzar por el tiempo y no logré publicar mi relato. Buen escrito, pienso que de la trama se puede extraer toda una novela.

    Walter Nebicher: “He creado un Monstruo…”

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 19:45
  4. 4. Jerónimo Guillén dice:

    Al principio tu planteamiento me recordó a “mindscan” una novela de Robert J. Sawyer en que se transfiere la consciencia de seres humanos(previo pago, claro) a cuerpos robóticos en constante actualización. Me gustó la novela, pero te confieso que tu cuento me inquietó ante la posibilidad de no saber quién está allí dentro.
    Sobre todo me gusta que aciertes diciendo que se tarda cinco veces más en convencer a la humanidad de su inocuidad que de su desarrollo, es como la vida misma.
    Me encantó.
    Saludos.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 23:31
  5. 5. Javier López dice:

    Hola, EndikaP. Coincido con los compañeros. El texto esta realmente bien narrado, con una cadencia tranquila pero intensa. Introducción, nudo y desenlace con giro argumental. Perfecto.
    Por mi parte comentar que lo primero que me ha venido a la cabeza con lo de la transmisión de las conciencias al ciberespacio, y después, otros cuerpos, es la serie FUTURAMA, aunque realmente no tenia mucho que ver, y me he imaginado una UNAI como una cabecita con patas XD.
    Tras las risas, me he quedado con una sensación de satisfacción con la historia. Redonda.
    Un saludo.
    Nos leemos, agur.

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 10:25
  6. 6. Agustín dice:

    Hola EndikaP:

    Me ha gustado mucho tu texto. El giro final está muy bien y hace que te replantees toda la historia de principio a fin.

    Lo único que no me parece coherente es que ella diga que está cansada y que quiere dormir y UNAI le ofrezca una infusión para ayudarla a dormir.

    Otro detalle es que has cambiado el robot por un ordenador personal. Me he imaginado la historia como si Laura estuviera en una casa inteligente.

    Creo que, si la conciencia del hombre hubiera sido volcado en un robot, la imagen del robot moviéndose por la casa me hubiera sido mucho más inquietante con tu sorprendente final.

    Enhorabuena y saludos desde el 182.

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 15:32

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