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El Alma de las cosas. - por Leosinprisa

Era más que un simple robot. Era la prueba fehaciente de que los humanos sobrepasaban, en extremas y difíciles circunstancias, los límites de sus propias presunciones.

Alma había superado la fase de entrenamiento normalizada y su cerebro, lógico y calculador, empezaba a nadar en los pensamientos conscientes. Había conceptos que le costaba entender, esas pasiones que a los seres comunes, de carne y hueso, materia de la cual ella también estaba compuesta, les movían por caminos fuera de todo entendimiento.

Había nacido para la guerra, un instrumento con la serena finalidad de localizar y destruir al objetivo que se le asignara, sin preguntas y explicaciones, pero su propia mente lógica había alcanzado un nivel donde las dudas debían ser resueltas, con algo más complejo que un código binario.

Alma empezaba a comprender que no siempre existían dos puntos extremos: frio y calor, oscuridad y luz, bueno y malo. Conceptos como amor y odio estaban bien explicados en detalle por una definición que los abarcaba, pero para ella carecían de un verdadero sentido. Presumía que había algo más y en esa búsqueda empeñaba su ingente capacidad.

Su mente exploraba cada acción de cuantos la rodeaban. De esos mismos humanos que la habían creado y observaban, con un claro deleite nacido por su creación, como esta se desenvolvía de acuerdo a determinados parámetros de comportamiento.

Le habían entregado un antiguo libro de arte que devoraba con sus ojos de iris grisáceo metálico, la única diferencia visible con los demás humanos que la estudiaban. En el había esculturas, cuadros y fotografías, que según sus instructores eran el máximo exponente de la creación humana, la belleza pura de la abstracción, unos objetos sin otra intención sino ser admirados.

Ella los contemplaba con la fría mirada de su mente analítica.
Examinaba los colores, las formas, brillos y luces que los conformaban, intentando encontrar esa parte que la diferenciaba de sus creadores. Movía las hojas, una y otra vez, en esa búsqueda que parecía tornarse imposible.

—Alma, ¿qué estás haciendo? —dijo una voz que reconoció al instante. Era Helia, la ingeniera biomolecular sentada a su lado. La mujer arriesgaba su propia vida al separar aquel prototipo que en compañía de Pedro, su pareja sentimental e ingeniero de sistemas locomotores, no estaban conformes por aceptar unas directrices que presumían equivocadas. Hasta ahora solo habían obtenido fracasos y el tiempo se agotaba.

La humanidad estaba desapareciendo. El invasor había traído un devastador caos, su casi completa aniquilación. Nada podía oponérsele y las máquinas que debían protegerles, volvieron en su contra y enloquecidas, no dejaban nada atrás salvo desolación y muerte. La oculta base en la luna donde vivían, uno de los pocos baluartes aún en pie, se había convertido en el lugar desde donde observaban los próximos movimientos del enemigo.

—Alma —volvió a insistir Helía.

—Busco el sentido de vuestra existencia sin lograr encontrarlo. ¿Acaso existe un sentido práctico en tal propósito? —habló Alma con una exquisita delicadeza. No esperaba contestación.

Helia dio un indiscreto suspiro y sus ojos regresaron a lo que su creación miraba en un extraño silencio. Era La gran ola de Kanagawa, un cuadro de Katsushika Hokusai. Una obra de un pasado remoto, cuando el hombre disfrutaba pintando la naturaleza que lo rodeaba. Alma pasaba algunas nuevas hojas y sin explicación alguna, volvía a contemplar ese mismo cuadro.

—Alma, ¿por qué vuelves a esta página? —Helia estaba confusa por el extraño comportamiento de su última esperanza.

—Me gusta la forma de sus olas, la espuma coronándolas. La sensación de que cobrará vida en cualquier momento —contestó con un tono emotivo.

Los ojos azules de Helia se abrieron de par en par, se levantó y ante la mirada sorprendida de Pedro, abrazó a él con fuerza, llorando de pura alegría.

—¡Lo hemos logrado! —exclamó la ingeniera entre medio de sollozos.

Alma los miró intensamente. Le gustaba esa emotiva pareja que había compartido tantas horas con ella, como aquel vibrante cuadro que acaparaba su atención, y sentía un especial aprecio por ellos. No, no era aprecio, sino algo más.

Algo que aquellos sorprendentes humanos, criaturas excepcionales, llamaban amor. Un sentimiento que le habían trasmitido con cada momento a su lado. Sí, ahora comprendía que los amaba con todo su ser. Y en su mente, una mente que se perfilaba plena de una nueva humanidad, empezaba a procesarse un plan. Muchas como ella, que lucharían por algo que sí tenía sentido: no permitirían que nada ni nadie causara daño a cuanto amaban.

Nunca. Nunca jamás.

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8 comentarios

  1. Hola, Leosinprisa: tu relato me ha arrancado una sonrisa y me ha hecho pasar un buen rato. Es ágil y se lee con facilidad. Como me toca comentarte, te diría solamente que, en mi modesta opinión, sobraría la coma de la frase: “…pero su propia mente lógica había alcanzado un nivel donde las dudas debían ser resueltas, con algo más complejo que un código binario”. Creo que lo del código binario no debería ir separado por una coma, ya que tiene relación directa con lo anterior.
    Salvo ese pequeño matiz (totalmente subjetivo), es un relato bonito y muy esperanzador, y más en los tiempos que corren.
    Enhorabuena y un saludo cordial de tu vecina de arriba, compañero.

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 23:29
  2. 2. Juana Medina dice:

    Hola Leosinprisa,
    Ya estaba extrañando a mis viejos compañeros. Qué bueno que nuestra humanidad tenga siempre seres que crean para el amor. Helia y Pedro nos permiten seguir creyendo que con ese ingrediente, hasta lo más mecánico puede seguir en desarrollo para una mejor humanidad.
    Me ha encantado.
    Un abrazo

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 21:52
  3. 3. M. H. Heels dice:

    Esta si es una historia de amor en toda regla (y no mi intento torpe). Es muy luminoso, muy esperanzador (como te han dicho antes), muy… muy como deberían ser las historias de amor. Yo, personalmente, os envidio a los que escribis historias de amor así… gracias.

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 15:18
  4. 4. Héctor Romero dice:

    Leosinprisa, magnifico relato. En lo personal me ha gustado mucho, tiene tantos buenos simples elementos que una simple coma no afecta para nada ese toque que has logrado. Felicidades, soy tu compañero Literauta 76.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 00:19
  5. 5. Don Kendall dice:

    Hola Leosinprisa,
    Gracias por ofrecer este trabajo elaborado «sin prisa».
    Ese tipo de elaboración tiene sus riesgos y en mi opinión (¡!) a la hora de leer se nota.
    Creo que el texto que propones, buen relato en su presentación, queda como un acto fallido. Y eso sucede, en mi opinión (despreciable por cierto), porque el narrador elegido desaparece a partir del primer párrafo. Y como nos sucede en muchas ocasiones aparece el autor o autora a marcar y dejar claro lo mucho que cree que sabe ;-). Me explico.

    Como lector encuentro un estilo rococó que agota sobre todo cuando en los primeros siete párrafos no acaba de pasar nada.

    En el octavo párrafo la frase : «La mujer arriesgaba su propia vida al separar aquel prototipo que en compañía de Pedro, su pareja sentimental e ingeniero de sistemas locomotores, no estaban conformes por aceptar unas directrices que presumían equivocadas.» puede desconcertar al lector más complaciente.

    En el noveno párrafo, cuesta encontrar el sujeto gramatical que se está usando. La disonancia de género y número no ayuda mucho. ¿Quiénes debían ser protegidos, en plural? ¿ La humanidad en singular?. ¿Quién es el sujeto?…En general este párrafo merece darle una vuelta para facilitar su digestión ¿no crees?

    En el diálogo, que sigue al noveno párrafo, entre Helia y Alma, no hay diferencia entre quién dice qué a nivel de puntuación : «—Busco el sentido de vuestra existencia sin lograr encontrarlo. ¿Acaso existe un sentido práctico en tal propósito? —habló Alma con una exquisita delicadeza. No esperaba contestación. Una propuesta podría ser :
    —Busco el sentido de vuestra existencia sin lograr encontrarlo.
    —¿Acaso existe un sentido práctico en tal propósito? —habló Alma con una exquisita delicadeza. No esperaba contestación.

    En otro orden de cosa y en cuanto a la trama propiamente dicha, queda algo difuminada. Por momentos se puede pensar en que el narrador tiene un “ramalazo” psicoanalítico y que va a mostrar un amor intelectualizado. Se atisban maneras al sacar a relucir a Katsushika Hokusai. Pero no sucede eso, es una pena ya que la obra erótica del artista japonés (firmada como Siro) no se menciona.(ver nota 1 al final).
    En ese sentido al lector le resulta traído un poco por los pelos la referencia de “La gran Ola”,más propia de otro tipo de “sentimientos y emociones” pero bueno es una elección del autor, respetable al máximo.

    En general me parece un gran trabajo pero falto de vida y verosimilitud. El amor y la emotividad son difíciles de describir, cosa lógica por otra parte, pero el método de edulcorar a base de adjetivos y adverbios no es muy seductor, ni aconsejable ( contestó con un tono emotivo…, gustaba esa emotiva pareja…,)

    Como resumen final, dejo claro que todo lo escrito está hecho con mi total admiración por el esfuerzo dedicado para que yo pueda leer y dedicar parte de mi tiempo a disfrutar de tu obra. Considero que esto es un taller, lugar de trabajo por tanto, y no un lugar de echarnos mutuamente toneladas de incienso asfixiante jejeje.

    Nota Si no la conoces a fondo te recomiendo la obra de «Siro, Taito, Iitsu» que como sabes son varios de los nombres de Tokitaro el nombre “real” de Katsushika Hokusai.
    En esa época de juventud creó una considerable obra erótica e irreverente. Era un personaje cautivador, rompedor, y sin nada que se le pusiera por delante. Una biografía muy interesante.. Aquí tienes un enlace con alguna cosa de estas:
    Katsushika Hokusai: Obra erótica

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 11:47
  6. 6. Yoli dice:

    Hola, Leosinprisa.
    Me gusta mucho tu relato. Has plasmado muy bien una tierna historia y el como va evolucionando Alma a medida que el relato avanza. Además, tiene un final abierto que si quieres puedes continuar.
    Si quieres leer el mío, soy el 144.
    Saludos.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 18:35
  7. 7. yolareina dice:

    Hola Leosinprisa, No se si es que soy mala lectora ó soy fan de tus realtos pero lo disfruté sin pausa hasta el final, me cautivó, también la clase magistral de Don Kendall. Por eso es que además del realato siempre leo los comentarios que dejan los compañeros, suelen ser instructivos.

    Este mes tuve problemas para alcanzar la página y no pude enviar mi Robot. Igual disfruto leyendo.

    Saludos

    saludos

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 20:24
  8. 8. José Torma dice:

    Mi estimado colombiano, un gusto recibir tu visita y un placer hacer lo propio en tu relato.
    Me gusta mucho cuando no es pura ciencia ficción, cuando las emociones llenan el relato y hace fácil olvidar que lo que las experimenta es un autómata.
    Como siempre te he dicho, a ti no se te puede leer de prisa, como tu Nick, siempre hay que hacerlo sin prisas para disfrutar tus escritos de principio a fin.
    Felicidades.

    Escrito el 30 octubre 2017 a las 19:58

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