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El amor no es una máquina - por Campanilla86

Web: http://elrincondekeren.blogspot.com

Era más que un simple robot. Eran las palabras que se sucedían cada vez que comenzaban las mañanas con el vaivén de las labores de casa: Hacer la cama, recoger y limpiar el comedor, limpiar el baño, poner en funcionamiento la lavadora, fregar los platos y barrer y fregar toda la casa; además de doblar y secar la ropa. Podía ceñirse a una vida en la que la repetición era la orden del día marcada por la llegada a casa de su marido, y los incipientes dolores de los que se quejaba. ¿Era acaso una máquina? No, se dijo aquel día.

Comenzó a levantarse más temprano. El plan de acción era que debía mantener recogido todo lo imprescindible, y limpiar los viernes a fondo y acabar los sábados para durante la semana y el fin de semana quedara más tiempo. No solo para ella, sino también, para su pareja. No estaba dispuesta a que su vida, fuera solo un amor mecánico. Había tiempo para las emociones, para descubrir, para rememorar actividades, y hacer todo aquello que cualquier ser está dispuesto hacer con o sin pareja.

Comenzó a amarse como persona y no como máquina obviando que el amor con su pareja era más detallista. Los malos pensamientos quedaron atrás, ya no se le cruzaban los nervios en un intento de querer salir corriendo de su casa: lugar donde descansar, donde darse tiempo a uno mismo y a los demás. Aquello la había animado como esposa, como persona, pero sobre todo con la alegría que hasta hacía algunos meses, no tan dueña ni inquilina, se debía a la espontaneidad, se concedía los momentos para tranquilizar la mente y el cuerpo, los proyectos eran muchos, pero de lo que se trataba era de que pudiera disfrutar, de estar fuera de casa y no tanto en una jaula. Comenzó a tomar la vida con calma y diversión, no en serio o como robot planificando cada limpieza en la semana.

El amor es también, aportarse cosas a la vida, pero para nosotros mismos. Ella comprendió que animaba a su pareja a ese festejo de la vida, a las largas conversaciones sin televisor, el agobio formó parte del pasado y las discusiones ahora eran: hacer una receta juntos o disfrutar de un paseo con alguna escapada a algún bar de tapas a degustar el fin de semana, disfrutando de otra manera.

Miriam, no era la joven que a sus veinte años se había enamorado de su novio y se había ido a vivir con Mario, pero los días desde aquel cambio, no eran los mismos. Se le notaba a ella en su ánimo, y lo reflejaba con los dibujos que ahora retomaba a modo de hobbies, su alegría con la música era algo más que el ritmo que marcaba la limpieza, ahora lo marcaban sus pasos de baile y comentaba chistosa los movimientos que en clase les tocaba hacer, la vida era algo más que ser esclava de una jaula de ladrillo con escoba y fregona por bandera. Era esclava servil de las buenas emociones que estaba sintiendo, el afluente que se sentía en su minúsculo cuerpo, no solo porque había comenzado a caminar, sino que, después de tal cambio, el amor merecía la pena, aquellos ojos de Mario eran los que al llegar la noche, miraba con recelo en sus labios por un beso de tornillo y recordar la media sonrisa del mensaje recibido por la mañana: <<Te quiero mi princesa >> No es que ella se sintiera una princesa pero aquellos días, llenos de los ya habituales: “qué guapa vas” o los “muy guapa vas tú para ir a pasear” le esbozaban una sonrisa que podía durar toda semana si era preciso. Habían pasado muchos años, pero se notaba que Mario la seguía deseando y aquello por momentos alegraba y por otros, eran la alegría de todo un mes sin preocupaciones de ningún tipo.

Porque si se encuentra un amor que te incita a vivir la vida sin restricciones ya sea tirando de uno o juntándose los dos, por ovación al unísono por cualquier acto, verbal o táctil que importaba si Miriam se había olvidado de arreglar la casa, juntos la limpiaban y terminaban antes, mientras una cerveza y unas palomitas viendo una película, haciéndose cosquillas, hablándose con tacto, acariciándose las almas, recorriendo el cuerpo del otro sin que ello signifique consumar, si las intenciones no eran esas, ¡qué diantres! Estaban enamorados y eso, era lo más importante y las máquinas, no.

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4 comentarios

  1. 1. Servio Flores dice:

    Hola. El relato me parece interesante, partiendo mi punto de vista desde la separación en los personajes, en lo puramente estructural o mecánico y lo sentimental. A mí parecer allí radica la fuerza del cuento.
    Se puede ampliar y versionar, seguro resultan otras ideas.
    Saludos

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 15:34
  2. 2. Jorge Lozano dice:

    Hola Camapanilla,

    Aquí Jorge, el vecino del 98. Creo que esta historia tiene potencial para explorar más a los personajes, se nota la semilla de algo complejo y que puede trabajarse un poco más.

    Noté algunas cosas que igual y pueden ayudar al texto. En general, siento que algunas oraciones pueden separarse para que no sean tan largas. Igual y leerlo varias veces en voz alta para ver dónde podrías meter alguna pausa mayor…

    “limpiar los viernes a fondo y acabar los sábados para durante la semana y el fin de semana quedara más tiempo” —> creo que faltó un “Para QUE durante la semana…”

    “No estaba dispuesta a que su vida, fuera solo un amor mecánico” —> Creo que no necesita la coma.

    “y las discusiones ahora eran: hacer una receta juntos o disfrutar de un paseo con alguna escapada a algún bar de tapas a degustar el fin de semana, disfrutando de otra manera.” —> no siento que se necesiten los dos puntos, creo que corta un poco el ritmo de la lectura.

    En fin, simples sugerencias, muchas gracias por compartir!

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 21:25
  3. Si bien hay algunas cositas de forma/estilo para revisar, también creo que es una historia con mucho potencial. Se siente que tenés madera de narradora, lo cual es importante.
    ¡Me gustó!
    Saludos.-

    Luciano.
    http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 13:57
  4. 4. María Jesús dice:

    Hola Campanilla: Menuda reflexión has hecho con tu relato. Creo que muchas mujeres nos sentimos identificadas en el. La vida va más allá de las tareas cotidianas de casa, pero creo que es cuando llevamos haciéndolas muchos años seguidos cuando empezamos a darnos cuenta de que la vida son dos días y que hay que disfrutar, no solo de los placeres que proporciona esa vida, también de la pareja que tenemos y el vínculo que nos une a ella.
    Tu texto da sentido a la frase obligatoria del taller “Somos más que simples robots”
    Acertado relato. Un saludo.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 10:30

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