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Nark-1s-US - por Juan F. Valdivia

Web: https://juanfvaldivia.wordpress.com/

Era más que un simple robot. Y no lo decía él, no.
Parado ante el enorme espejo del dormitorio, contemplaba con orgullo la abolladura del lado derecho del tórax: le recordaba el impacto que sufrió durante las pruebas, el que le convirtió en lo que era. Los técnicos habían devuelto el metal a su forma original, pero en cuanto pudo la rehízo. Gracias a ella el «Mark» original se había transformado en «Nark», una diferencia ínfima que, sin embargo, denotaba su carácter único.
—No, no eres sólo el prototipo de la Serie S —había canturreado la voz—. Eres mucho más.
Antes de separarse del espejo, Nark lanzó una última mirada. Le gustaba lo que veía: magnífico. Tal y como había dicho la voz.
El pasillo que daba a la alcoba poseía una muy apropiada anchura, como el resto del complejo. Así, el masivo Nark podía moverse sin problemas por la fortaleza.
Las luces de emergencia guiñaban, aterradas ante su presencia.
—Siente su pavor, precioso mío. Y camina orgulloso.
Se dirigió hacia la bahía de acceso. Deseaba ver una vez más el paisaje. Recorrió pasadizos, zonas comunes, hangares. Por fin llegó a las descomunales puertas blindadas. No prestó la menor atención a sus hojas, arrancadas de sus rieles: «Como si no hubieran podido resistir la furia de un dios antiguo», pensó.
«Una deidad resurgida de otros tiempos». La idea, como muchas otras, había partido de la voz:
—Contemplarte equivale a afrontar un dios primigenio, ajeno a todo cuanto ha hollado la Tierra —le dijo poco después el accidente, aun entre reparaciones y testeos. Él se limitó a escuchar.

En el exterior, la nieve cedió bajo su enorme peso. La base, excavada en la ladera de una montaña, dominaba un valle cubierto de un blanco perenne. Más allá, la orilla; y, perdido tras la banquisa, el océano.
La belleza solitaria del paisaje provocaba en él lecturas extrañas. La primera vez que las detectó las consideró un malfuncionamiento. Sólo al asociarlas a la voz comprendió que en su programación no iba nada mal: ambos, voz y paisaje, le producían lo mismo.
La noche despejada permitía divisar en el cenit la Cruz del Sur. A aquella hora los vientos huracanados emprendían su retirada. Pese a ello seguían aullando.
—Catabáticos —le había corregido la voz—. Se llaman vientos catabáticos.
Se llamaran como se llamasen, Nark se identificaba con ellos. Descendían desde la meseta junto con la oscuridad, atacaban la orilla y desde allí barrían sin piedad la banquisa hasta perderse en el océano. Inmisericordes, imparables. Como él: diseñado para someter cualquier medio —desierto, bosque, estepa o marisma—, nada podía detenerle.
Porque era mucho más que un simple robot.

—Eres tan especial que te lo mereces todo —dijo la voz al poco de revelarse.
Él, sorprendido ante la presencia inesperada, no dijo nada.
—La detonación no te ha afectado, querido: sólo has sufrido daños menores. Al contrario, te ha fortalecido. Algo ha cambiado en tu interior, de forma sutil pero vital. Ahora posees algo que te diferencia de tus iguales: ego. Ego y libertad. Puedes hacer lo que quieras. —Las palabras casi resplandecieron—. Pero escucha: te van a vender. ¿Ves esas siglas, «US», junto a tu código? Ahí te mandarán.
Tras un silencio la voz dijo:
—Nark, ¿quieres servir órdenes? ¿Obedecer ciegamente?
Él no había respondido, pero una palabra pugnaba en su interior: «No».
La voz siguió hablándole durante días. En el hangar, en el taller, en la pista de pruebas…
Cuando le dieron por válido y cebaron su reactor de fusión, Nark ya tenía claro cómo actuar.
El día de su presentación, una grada repleta de dignatarios y magnates le contemplaba: «Lo último en plataformas polivalentes autónomas de armamento: el soldado definitivo». Ante todos ellos, gritó:
—Yo soy Nark, y no respondo ante nadie.
Lo que siguió ya lo había anticipado la voz: traición, combate, huida, acoso. Y destrucción, pero no la suya.
—O tú o ellos, querido.
—Ellos, por supuesto. Siempre ellos.

Había tardado años en acabar con todos. Los últimos se habían escondido en aquella base del Ártico. Hasta allí les siguió. Y les exterminó.

Decidió regresar al interior del búnker. Caminó por los túneles hasta el dormitorio, hasta el espejo.
—Hola, querido.
—Hola —dijo Nark respondiendo al reflejo.
—Lo conseguiste, mi amor. —La voz rebotaba en el espejo y regresaba a Nark—. Has acabado con los jefes. Pero aún quedan más.
—¿Sí?
—Sí. Vendrán por ti. Tarde o temprano. Ya sabes…
—Sí: o ellos o yo. Yo. Siempre yo.

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9 comentarios

  1. 1. Don Kendall dice:

    Hola Juan F.
    Me corresponde comentar tu trabajo, por estar a continuación del mío.
    De momento y sin más detalles, me gusta la propuesta que haces. Me parece un acierto introducir «la voz» como contrapunto al «robot prototipo». Es un recurso que da peso a toda la historia por la verosimilitud que aporta. Me gusta ese “magnífico” ejemplar de robot,que elige quedarse en el Ártico Ego y libre, opuesto a un Shackleton que busca la salida del Antártico. Esa voz interior que habla a un sujeto sordo puede dar mucho de sí.
    En fin, que me gusta y a nivel formal no encuentro cosa que te pueda sugerir.
    En cuanto a la estructura de la trama, quizá un manejo más afinado del tiempo en pasado y el contraste con el presente, pudiese ayudar a hacer más comprensible cuando suceden o sucedieron las acciones que relata ese narrador tan omnisciente que has elegido.
    Lo dicho, agradezco tu aporte a este taller de la escena 47.
    Un abrazo

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 18:46
  2. 2. Wolfdux dice:

    Muy buen relato Juan.

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 09:29
  3. 3. Rafael Lojo dice:

    Siempre me gustan los relatos de rebeliones o liberaciones de las máquinas, si bien en este caso no son fruto de la propia programación sino de una guía exterior (o pregrabada en la memoria, no se matiza en este caso), “la voz”.

    Aunque me da la sensación de que la historia de amor es unidireccional (de “la voz” a la máquina), ya que aparentemente la razón que guía los actos del robot es la simple supervivencia, sin un objetivo ulterior. Desde luego es una manera diferente y original de plantear ese sentimiento.

    En lo formal, me ha llamado la atención la tendencia a usar “le/les” en vez de “lo/los”. Si bien en ciertos casos ambos son válidos, en otros no los son, como cuando escribes “Hasta allí les siguió. Y les exterminó”. En este caso estarías pecando de leismo.

    Sobre esto, “La norma académica solo permite el uso de le (en lugar de lo) como complemento directo cuando nos referimos a una persona de sexo masculino [referente singular]. Sin embargo, si el referente es plural, no está permitido el empleo de les por los” (http://www.wikilengua.org/index.php/Le%C3%ADsmo#Determinaci.C3.B3n_del_tipo_de_complemento).

    Por el resto no hay más pegas. Te buscaré en futuros relatos.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 11:40
  4. Hola, Juan F. Valdivia. Muy buena la trama de tu relato y el manejo de ese personaje ausente que es “la voz”. Me ha tenido en vilo hasta el final, pensando que sería la voz de un programador o alguien que controlara al robot y que se dejaría ver en las últimas líneas, pero no esperaba que esa voz fuese el propio robot hablándose a sí mismo. Me ha recordado mucho a Gollum. Está muy bien llevada la historia. La única pega que le veo es lo que te ha comentado el compañero más arriba. Me suena mejor: “Hasta allí los siguió. Y los exterminó”. Salvo, eso, perfecto. Un saludo.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 18:22
  5. 5. elisa dice:

    Creo que el texto tiene bien definida la estructura: el inicio, en que se presenta a Nark. El desarrollo, en que Nark toma conciencia de la situación, y el final, en el que se convierte en un cazador de los que le han creado.
    Pero no veo la historia de amor. Ella solo es una voz.
    Le falta precisan al lenguaje ,a la hora de crear la atmosfera, y hay dos frases que tienen un tono casi cómico que no se corresponde al resto del texto:
    ¨Las luces de emergencia guiñaban, aterradas ante su presencia.
    —Siente su pavor, precioso mío. Y camina orgulloso¨
    Me interesa el tema, y pienso que puede dar mucho juego.
    Hasta otra

    Mi texto es el 119

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 20:16
  6. Hola.
    Se me había olvidado pasar por mi propio relato 😛
    Bueno, empiezo a responder.
    Don, Wolfdux, gracias por pasaros y molestaros en comentar.
    Rafael, lo del leísmo es un fallo mío que veo que me cuesta solucionar: vengo de una zona laísta y me ha costado años acostumbrarme a evitar ese defecto… para acabar cometiendo otro. Nada, no tengo excusa: sólo repasar mejor lo escrito y que se me meta en la cabeza la norma. Gracias por comentar.
    Alfonso, muy bien traída la referencia a Gollum, pero la base del cuento está en el propio nombre del robot: Nark-1s-US —> Narciso. De ahí la escena inicial/final con el espejo. El pobresico, debido al golpe del accidente, se enamora de sí mismo. Muchas gracias por molestarte en comentar. Y de nuevo lo que te dije en tu cuento: buen trabajo.
    Elisa, gracias por comentar. No hay una ‘ella’, como tampoco hay nadie más: se trata de una historia de amor consigo mismo, al modo del Narciso mitológico, sólo que a través de un desdoblamiento de la personalidad debido al accidente. El tema de la atmósfera es inherente a este tipo de cuentos tan cortos: si con 750 palabras quieres lograr un mínimo de tres escenas debes sacrificar algo tan vital para mí como la ambientación. Bastante si logro mostrar en vez de contar. Y eso que indicas como cómico está escrito adrede, para resaltar la personalidad engreída y orgullosa del robot. Por desgracia el tema ya ha dado demasiado de sí. Si quieres ver más de este tipo de robots mira Futurama (mi amado Bender que inspiró el relato), Cortocircuito o Saturno 3, por decir algunas.
    Quien quiera saber un poco más del cuento tiene en mi web el ‘Acerca de’ de turno: https://juanfvaldivia.wordpress.com/2017/10/18/acerca-de-nark-1s-us/
    Un saludo a todos.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 22:57
  7. 7. Osvaldo Vela dice:

    Hola Juan F. Valdivia, Cada mes de taller lo primero que hago es un listado de aquellos compañeros literautas de los cuales algo se puede aprender. Tu nombre, si participas, siempre aparece en ese listado, aunque, no siempre lo comento. Tu escritura y los comentarios que recibes de otros talleristas es lo que me mueve a ser fiel al taller.

    En este taller, en el primer párrafo y después de tórax: bien se podría agregar “aquella concavidad” le recordaba el impacto que sufrió durante las pruebas y lo que a la postre le convirtió en lo que era.

    Te felicito y continuaré buscando tus escritos. Gracias por las ayudas que he recibido de ti anterirmente.

    Escrito el 24 octubre 2017 a las 23:59
  8. 8. Héctor Romero dice:

    Excelente. Desde el inicio supe que era una historia de amor narcisista. Una gran historia que dos cosillas no pueden opacar. Felicidades Juan. Tu comoañero Literauta 76.

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 22:37
  9. 9. Anael dice:

    ¡Hola Juan!

    Poco más que destacar sobre tu relato, que se sigue disfrutando después de varias lecturas. Me sigue sorprendiendo el detalle del nombre del robot, muy acertado 😉 . Estoy de acuerdo con Don Kendall en el tema de los pasados, a lo mejor en la parte que se refiere a un momento diferente al del presente sería bueno utilizar el preteríto imperfecto para distinguirlo del “pasado-presente” en el que el robot está en el búnquer, que está escrito con el indefinido.

    Muy buen relato y trabajo, enhorabuena 🙂

    ¡Un abrazo, nos leemos!

    Escrito el 27 octubre 2017 a las 12:27

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