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Fran, el robot - por Amparo Rouanet Moscardó

FRAN, EL ROBOT

Era más que un simple robot. Su aspecto humanoide y sus “nonasensores” de última generación, que lo dotaban de emociones le hacían parecer tan real como cualquier persona. Los científicos habían experimentado los beneficios de emplear este tipo de prototipo por su capacidad de empatía que facilitaba su convivencia con la raza humana, además de las ventajas de su durabilidad, y ausencia de reivindicaciones laborales. Toda persona que se jactaba de un estatus socioeconómico medio tenía uno en su casa siguiendo la propaganda apabullante que rezaba: “Ponga un robot de última generación en su vida y tocará el cielo”
Judit era una niña solitaria, con unos padres ausentes la mayor parte del tiempo. El padre, un alto ejecutivo, viajaba por el extranjero con frecuencia y la madre, dedicada a la política, siempre andaba envuelta en reuniones interminables.
El día en que Fran entró al servicio de la familia, Judith salió de su habitación y se escondió detrás del sofá para verlo mientras su madre le aleccionaba de cuales iban a ser sus funciones y retrocedió cuando oyó su nombre como una de sus ocupaciones.
Fran tenía un aspecto andrógino que podía reproducir tanto voz de hombre como de mujer, fue una de las cosas que más sorprendieron a la niña, en un principio, reacia a aceptar tal compañía.
Las cosas fueron cambiando poco a poco. Fran le ayudaba a hacer los deberes, le cocinaba los platos que más le gustaban, le leía cuentos antes de irse a dormir, y, sobre todo, jugaba con ella y le abrazaba cuando estaba triste.
Fran, empático por naturaleza, cada vez amaba más a esa pequeña criatura. Un día presenció como la madre la reñía y la mandaba a su habitación sin cenar; los circuitos se le pusieron al rojo vivo, y más tarde, cuando nadie lo veía, le subió un plato de natillas de chocolate.
─Te quiero Fran ─y se abrazó a él, apretándolo con sus bracitos.
─Yo, también te quiero, pequeña.
─Quédate conmigo un rato, tengo miedo ─le dijo, mirándole con sus ojos pardos.
─Yo te protegeré, no te asustes.
Pasaron los meses, y la complicidad y el cariño crecía entre los dos. El señor Luciano, padre de la niña, cuando regresaba a casa, no tenía palabras de afecto para su hija; Fran asistía dolorido a la situación viendo como Judith se encerraba en su cuarto a llorar. Entonces utilizaba su tono de voz más femenino y la mecía en sus brazos hasta que volvía a sonreír, y jugaban a que ella era una princesa y él la liberaba de las garras de un dragón poniendo voz de aguerrido caballero.
Una tarde, en la que los dos estaban en el jardín, la niña le dijo:
─Me gustaría que tu fueras mi papá.
─¿De verdad? Preguntó con lágrimas en los ojos ─No te preocupes, todo se va a arreglar.
Llegó la Navidad, y los señores le encargaron a Fran que atendiera a la niña en esos días, pues tenían compromisos, y no iban a estar. El robot se encargó de preparar los dulces que más le gustaban a Judith, montaron el árbol con guirnaldas doradas y compró un regalo para ella.
A la mañana siguiente la niña bajo corriendo las escaleras, se abrazó a Fran y le preguntó:
─¿Ya eres mi papá?
─Si cariño, ya lo soy ─le respondió imitando la voz masculina, ─y también, tu mamá ─esta vez, reprodujo una voz melodiosa.
─¿Estaremos los dos solos?
─Si, para siempre ─la niña sonrió.
En el jardín, en un profundo hoyo estaban dentro de unas fundas de plástico, los cuerpos de los padres.

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4 comentarios

  1. 1. Alma Gatuna dice:

    ¡Guau!(Aunque yo prefiero decir ¡Miau!)
    ¡Hola, Amparo!
    ¡Qué cuento tan tierno y tan triste a la vez!
    El giro final me ha pillado por sorpresa, pues esperaba que de algún modo los padres cambiaran y dedicaran su tiempo y su amor a Judith, ya que, durante todo el texto, me has transportado a un cuento infantil. Con ese crudo final, evidentemente, ¡no lo es!
    Utilizas un lenguaje sencillo y cercano. Creo que puedes escribir bonitas historias para niños.

    Sólo corregiría alguna tilde y alguna frase que me ha parecido larga, error que yo misma cometo con frecuencia y que a veces dificulta la lectura si no estás muy concentrada. ¡Ah! Y nanosensor en lugar de nonasensor que seguramente será un error de tecleo rápido.

    En conclusión, me ha gustado bastante.

    ¡Felicidades!

    Mi relato es el 115, por si te apetece leerlo y contarme tu parecer.

    ¡Saludos!

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 13:30
  2. 2. Héctor Romero dice:

    Amparo me has dejado impresionado con tu relato. No comentaré detalles pequeños que ya te han comentado. Sabes me gustaría ver ese relato en un cortometraje. Excelente soy tu compañero Literauta 76

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 00:02
  3. 3. Wiccan dice:

    Buenas Amparo,

    Un relato muy tierno dentro de la dureza, se hace entretenido y presentas la acción de una forma clara. A nivel contexto creo que está todo perfecto, la acción está bien presentada, con lenguaje claro y una historia bien estructurada.
    En cuanto a la forma si que te digo varias cosillas, algunas bastante personales por lo que no lo tomes como que estén mal, es una opinión. Lo que más me llamó la atención es una de las cosas que ya te han comentado, utilizas frases muy largas y hace que la lectura en algunas partes se haga complicada. Cosas más concretas:

    – Cuando dices “Los científicos habían experimentado” modificaría ese experimentado por “habían comprobado”, me parece que explica mejor lo que quieres decir.

    – Cambiaría varias comas, por ejemplo en “empatía que facilitaba su convivencia con la raza humana, además de las ventajas de su durabilidad, y” por “empatía, que facilitaba su convivencia con la raza humana, además de las ventajas de su durabilidad y”; en “dormir, y, sobre todo” por “dormir y, sobre todo”; eliminaría la coma en “Yo, también te quiero”, “principio, reacia”, “Una tarde, en la que los dos” y “y también, tu mamá”.

    – Olvidaste varias puntuaciones: el punto al final de “cielo”” y el guión de conversación en “verdad? Preguntó”.

    – A riesgo de confundirme (y agradecería que otros compañeros confirmaran esto o no) creo que hay varios casos de leismos (“le aleccionaba” por “lo aleccionaba”; “le abrazaba” por “lo abrazaba”) y uno de laismo (“la reñía” por “le reñía”).

    Ya ves que son pequeñas cosillas que pueden hacer más fluida la lectura. Muchas gracias por compartir el relato.
    Un saludo.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 22:00
  4. 4. Don Kendall dice:

    Hola Amparo Rouanet,
    Antes de hacer ningún comentario sobre la impresión que suscita el trabajo que ofreces, te manifiesto el reconocimiento por el esfuerzo que representa levantar una historia y el mérito que tiene el ofrecerla al resto de compañeras y compañeros de taller. Eso es algo que nos caracteriza los que pululamos por aquí.
    Hecha esta breve introducción he de decirte que como lector empedernido tengo sensaciones encontradas leyendo tu relato. Me explicaré, con tu permiso.
    1 – En lo formal,
    1.1 Coincido en casi todo con la opinión de Wiccan así que no me repito.
    1.2 Utilización del término “nonasensores”,inexistente, y entrecomillado puede hacer pensar en algún guiño que el narrador quiere hacer. Como lector no alcanzo a saber por qué.
    1.3 Tal parece que necesitase alguna relectura más, para podar un exceso de modificadores. Ejemplo :aspecto humanoide. Si tenemos en cuenta que el término “humanoide” se refiere a cualquier ser cuya estructura corporal se asemeja a la de un humano, tal vez lo de aspecto no fuese necesario.
    En fin la descripción del robot humanoide quedaría resuelta mencionando a un androide, que es eso precisamente:
    http://dle.rae.es/?id=2abaMxi

    En fin, como sabes es mi opinión despreciable como la de cualquiera, y es tu trabajo que lo elegiste así. Únicamente sugiero la posibilidad de que le des un par de vueltas.

    2 – En cuanto a la trama, creo que perdiste una oportunidad de armar una escena potente con la anécdota que propones.
    Eché en falta un narrador con un punto de vista claro. El conflicto potente y larvado, que posiblemente hay, se diluye hablando de empatía, lágrimas y esas cosas que como cualquier edulcorante excesivo llegan a empalagar. Tú sabes que el conflicto para una anécdota como la que afrontas en este relato, se consigue a base de tener un narrador ágil, que vaya administrando el punto de vista incisivo en cada párrafo. En mi opinión (que ya sabes despreciable) eso no se consiguió. Tengo para mí que te sucedió lo que nos suele pasar a veces y es que no nos resignamos a ver la acción desde el puesto que nos corresponde de autores y suplantamos al narrador, metiéndonos en una historia que ya no es nuestra.
    En resumen, ha sido un gusto leer tu historia y hacer los comentarios que te hice, desde el «afecto y la empatía» ;-).
    Muchas gracias por tu aporte

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 17:18

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