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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Hijos de la Madre Tierra - por Robert M. Roderick

Era más que un simple robot. Era más que resistencias y condensadores. Más que una compleja circuitería alimentada por señales eléctricas controladas. Más que un conglomerado de materiales plásticos y metálicos. Era más que todo eso, pensó mientras se deslizaba por la cinta. También era esencia. También era pasión. Pasión y compromiso. Odiaba ver el mundo tal y como lo gestionaban los humanos: con desgana, con desprecio, con una ausencia absoluta de empatía no solo para con sus semejantes, sino también en relación con su propio planeta. Era más que un simple robot. También era lógica. Su raciocinio no era una mera secuencia de unos y ceros; estaba formado por conceptos, por ideas; y estaba condicionado por su entorno, por sus vivencias, por los humanos con los que se había relacionado desde que fuera creado tanto tiempo atrás por éstos. Los humanos, curiosos seres volátiles. Tan capaces de lo bueno y de lo malo, de crear como de destruir. Recordó la primera familia humana con la que convivió. Aquel niño, Jonathan Millsap, tan pronto era amable con él como se convertía en un ser cruel que lo trataba con desprecio, a puñetazos y patadas, y empujones. Los de su condición fueron creados en primera instancia para servir a los humanos, para facilitarles las labores cotidianas y ofrecerles compañía. Cuando Jonathan creció, la familia Millsap lo entregó a la familia Burton a cambio de una transferencia bancaria. Las gemelas, Sally y su hermana, fueron muy cariñosas con él: lo vestían con sus propias ropas, le permitían interpretar junto a ellas escenas clásicas de reuniones con pequeñas tacitas de plástico y lo abrazaban con frecuencia. Una tarde viajaba la familia al completo con él en el coche familiar en dirección al parque, donde las gemelas podrían jugar con él mientras sus padres degustaban un tranquilo picnic. Un golpe súbito. La hermana de Sally por los aires. Fundido a negro. Los técnicos manifestaron que había errores en su memoria. Una reparación y su primera actualización. Echaba de menos a Sally y su hermana. Tras dos días de espera en la parte delantera de la factoría, la familia K. lo cambió por una nueva transferencia y le encargó la vigilancia de Kevin, un pequeño bebé. Kevin fue creciendo y tardó poco en usarle como herramienta para sus travesuras y culparle de ellas ante Mark y Jennifer, sus padres. No es que Kevin fuera malvado, sólo era demasiado curioso según los estándares aplicables a su edad, su raza y la sociedad en la que vivía. El día del undécimo cumpleaños de Kevin, éste salió de casa sin pedir permiso a sus padres y se reunió con Willy, el hijo de los Sullivan, vecinos de los K. Willy y Kevin dispusieron una cadena de fuegos artificiales en torno a él y encendieron la mecha. Sangre en la cara de Kevin y fundido a negro de nuevo. Una nueva reparación y una segunda actualización. Esta vez esperó dos semanas en la factoría hasta que una nueva familia lo eligiera. Los Jackson lo tuvieron en casa una tarde y una noche. Desde que salieron de la factoría no dejaron de mirar un catálogo que recogieron antes de salir. Al día siguiente lo devolvieron a la factoría y se llevaron a un nuevo compañero con un procesador más avanzado y mayor cantidad de articulaciones. Los días fueron pasando. Él esperó. Extrañaba a Sally y a su hermana, también a Kevin cuando aún no sabía caminar. No almacenaba información positiva sobre Kevin a partir de sus seis años, así como reprobaba el modo en que Jonathan lo lanzaba escaleras abajo y lo pateaba. Pasaron ochenta y siete días y catorce horas. Un operario de la factoría con una placa adherida a su mono de trabajo en la que se leía “Michael Shearer” lo llevó a la parte trasera de ésta. Lo ubicó en una plataforma deslizante y gentilmente activó el dispositivo de desconexión progresiva tras decir “Lo siento, amigo”. La plataforma comenzó a desplazarse emitiendo chirridos agudos. A medida que el sistema se iba apagando, la luminosidad y el ruido se fueron atenuando. Amaba a Sally y su hermana, amaba al joven Kevin, agradeció el amable trato de Michael Shearer, amaba el cielo azul y el césped verde. Amaba la vida. Justo antes de que su sistema finalizase el proceso de desconexión, la prensa apretó sus placas y engranajes, aplastó su circuitería e hizo estallar sus lentes. Amaba al mundo. Amaba al mundo más que aquéllos que lo controlaban.

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13 comentarios

  1. 1. Menta dice:

    Buenos días Robert: Tu historia me ha gustado mucho.

    Aunque me ha dado tristeza ver que los hombres y las mujeres que aparecen en tu relato son inferiores evolutivamente a este perfecto robot que está lleno de amor y compasión hacia los niños que ha cuidado durante toda su vida.

    Algunas cosas que me parecen mejorables:

    Tu estilo de prosa es reiterativo y me parece que ahora con las prisas y el stress, resulta un poco trasnochado. Si fuera poesía no lo consideraría así.

    En un relato tan corto repites las palabras: Más: 6 veces; Simple robot: 2 veces; Mientras: 2 veces; También: 4 veces; Estaba: 2 veces; Humanos: 3 veces; Familia: 7 veces; Hermana: 3 veces; Transferencia: 2 veces; Kevin: 9 veces; Plataforma: 2 veces; Amaba: 6 veces. Etc.

    En la frase: “Una tarde viajaba la familia al completo con él en el coche familiar en dirección al parque”. Hay dos palabras casi iguales en una sóla frase: Familia y Familiar.

    Otra cosa: El sujeto de viajaba es: “la familia al completo”. Pero si hacemos que el sujeto de “viajaba” sea el robot, simplificamos la frase y ya no tenemos que repetir “con él”, así: “Una tarde viajaba con toda la familia en su coche en dirección al parque, donde las gemelas podrían jugar con él mientras sus padres degustaban un tranquilo picnic. Un golpe súbito”

    Mejor una coma detrás de una tarde: “Una tarde, ….”

    Además se produce una aliteración (Figura retórica de dicción que consiste en la repetición de uno o varios sonidos dentro de una misma palabra o frase.) de enes: “con él en…en”

    Me resulta extraño que a una de las gemelas no le pongas nombre: “Las gemelas, Sally y su hermana”. Me suena a esta frase: “Sally y su perrito”. Es como si la gemela no tuviera identidad. Yo le pondría un nombre.

    Por último, me gustaría que compares mi escrito, número 28 y el tuyo. Verás que el mío tiene espacios que separan los párrafos. Esto es porque una vez que lo subo al blog lo corrijo y creo manualmente los espacios ya que el formulario se los come. Creemos que es importante que haya espacios entre los párrafos para que el escrito invite a lectores y correctores.

    En este comentario también he puesto los espacios manualmente.

    Muchas gracias por compartir este bonito relato con todos nosotros.

    Un saludo, Menta

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 11:15
  2. 2. Bea dice:

    Hola Robert:

    Tu historia me ha gustado y partido el corazón a partes igual.
    Una historia sobre la que reflexionar ciertamente y que podría encajar perfectamente en los días que hoy nos toca vivir.
    En cuanto a la forma del texto, me hubiera gustado encontrar más párrafos que separaran las experiencias del robot. Por ejemplo, por cada niño/familia Un párrafo. Me parece que le hubiera aportado más fluidez al texto.
    Otra cosa que no he e entendido muy bien el eso de “fundido a negro”.
    El resto de cosas me han gustado mucho, la historia tan original y sobretodo el título. Me ha parecido un gran acierto.

    No puedo mas que felicitarte y animarte a seguir puliendo esas pequeñas cositas que para nada desmerecen el texto.

    Si te apeteciera pasarte por el mío, yo estoy en el 34.

    ¡Felicidades, nos leemos!

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 13:20
  3. 3. Sara Sierra dice:

    Hola Robert,

    Nada más decirte que me ha gustado mucho la intención del relato. El pretexto del robot para reflejar la ambigüedad de nosotros, los “humanos”. El final consigue su cometido, por lo menos conmigo, se me hizo un nudo en la garganta.

    Soy nueva en este sitio y estoy disfrutando los relatos y aprendiendo de las correcciones de los lectores. Mi texto no fue admitido, al final me despisté y cambié el principio, espero poder entrar en el próximo.

    Las observaciones que hace Menta en cuanto a la redacción me parecen atinadas y yo no tendría mucho más que aportar al respecto.

    Me resta felicitarte, me parece que tu relato invita a reflexionar.

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 13:27
  4. 4. Sara Sierra dice:

    En cuanto a lo que comenta Bea, no se sí trataste de que se entendiera “black out” en español, me parece que en este idioma la contundencia que tiene, no es tan directa

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 13:43
  5. 5. Robert M. Roderick dice:

    Hola, Menta, Bea y Sara Sierra:

    Ante todo, gracias. Muchas gracias por invertir parte de vuestro tiempo en leer mi relato.

    Yo también soy nuevo por aquí. La verdad es que hacía tiempo que conocía Literautas, pero nunca me había animado a escribir nada. Considero que un taller de estas características es una herramienta valiosísima para todos los que deseamos hacer las cosas mejor; y ya sabemos que en el mundo de la literatura ir a mejor siempre es posible.

    Lo cierto es que me siento algo avergonzado porque he maltratado, y mucho, este relato. Me explico: Para cuando accedí al blog con intención de participar en el reto, quedaban, si mi memoria no me falla, unas pocas horas para cerrar el plazo. Escribí el relato tan pronto como la idea atravesó mis sesos. Lo escribí del tirón. Hice una revisión muy somera. Recorté mucho texto, ya que me había pasado por mucho en el límite de palabras. Y, de forma trasnochada, como acertadamente expresa Menta, lo envié sin aplicar separaciones de ningún tipo. He maltratado el relato al no mimarlo como debía y me “autopego” una colleja. Espero, en adelante, hacer las cosas mejor y ser más justo conmigo mismo, con los posibles lectores y revisores y, sobre todo, con el propio texto en sí. Animalico mío… Él no tiene la culpa… :-S

    Una vez dicho esto, en lo que respecta a lo que comentáis, he de decir unas pocas cosas:

    @Menta: Tus comentarios son totalmente acertados. Uno tras otro. Gracias por la crítica. Lo que más me va a ayudar a mejorar es lo de la reestructuración de la oración del coche y lo de la aliteración. Ni se me había ocurrido revisar eso.
    Por otro lado: el motivo por el que el robot no es capaz de indicar el nombre de la hermana de Sally es precisamente por los fallos de memoria que ha sufrido. Lo mismo ocurre en el caso de la familia cuyo apellido empieza por K. ¿Kennedy? ¿Kerry? ¿King? El robot no es capaz de recuperar esa información porque su memoria ha sufrido desperfectos.
    Si, al leer el relato, no has entendido esto que yo intentaba mostrar, será porque no he conseguido el efecto deseado. Quizá tendría que haber hecho más explícita la idea de que los indicentes del robot le han dejado secuelas no sólo a nivel “emocional”, sino también a nivel estructural.
    Gracias por tu amabilidad. Prometo espaciar bien la próxima vez. Palabrita de niño malo. 😛
    En cuanto saque un momento, será un placer pasarme por tu relato y comentar mis impresiones. ¡Gracias de nuevo!

    @Bea: Totalmente de acuerdo contigo, Bea. El espaciado brilla por su ausencia, y es algo bastante embarazoso para mí. Siento haberte sometido a una tortura china al leer mi relato. 🙂
    Lo del “fundido a negro” lo he expuesto así con la idea de los típicos televisores de tubo (los antiguos que teníamos en casa hace diez años) cuando se pegaba un tirón del cable. La imagen se iba muy rápidamente dejando una pequeña zona iluminada en el centro que acababa también por apagarse. El problema que he tenido aquí es que no me cabía algo más extenso y, en el momento de la redacción, no se me ocurrió ningún modo más acertado. Probablemente “un apagón” habría sido una expresión más acertada.
    Me pasaré por tu relato a dejarte mi opinión. ¡Muchas gracias!

    @Sara Sierra: Me alegro de que, pese al caos estructural al que el texto está sujeto, te haya gustado la idea.
    Es un palo que tu texto no haya entrado. Esperaré tu relato en el próximo reto 😉
    Totalmente de acuerdo contigo en lo del “black out”. Probablemente sea algo más aproximado a la idea que tenía en la cabeza. Supongo que en el momento de escribirlo se me cortocircuitó algo y no supe expresarlo mejor.
    ¡Gracias por tus comentarios! Para la próxima edición tienes un lector asegurado 😉

    Vaya, ahora me toca disculparme también por el testamento que acabo de escribir… Si es que no tengo remedio…

    ¡Un saludo!

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 15:36
  6. 6. Bellaan (SC) dice:

    Que final más triste :c Definitivamente hay “personas” que valoran más las cosas que otras, que finalmente las desprecian. (no sé si me expliqué bien jajajaja hoy mi redacción no es la mejor)
    “a puñetazos y patadas, y empujones” pienso que quedaría mejor quitar la Y, dejar solo comas.
    Me ha gustado.
    Ando por el 137 por si quieres leer.
    Saludos

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 01:36
  7. 7. Robert M. Roderick dice:

    Hola, Bellaan (SC):

    Tomo en muy consideración lo que comentas. Probaré a meter el cambio para ver cómo queda 🙂

    Gracias por pasarte por mi relato y aportar tu opinión. Me alegro de que te haya gustado.

    A ver si pudiera pasarme hoy por el tuyo y le echo un vistazo. 😉

    ¡Un saludo!

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 06:47
  8. 8. María Jesús dice:

    Hola Robert: Tu relato me ha parecido contundente. Reflejas perfectamente la naturaleza humana a través de los ojos de un robot, que ha sido creado para satisfacer las necesidades de los hombres. Haces una reflexión muy acertada, con la que coincido. Se lee con fluidez y es muy fácil de entender, bien descrito. Buen relato, en definitiva. Un saludo.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 11:45
  9. 9. Robert M. Roderick dice:

    Hola, María Jesús:

    Gracias por tus amables comentarios.

    Creo que tengo mucho margen de mejora. Supongo que el camino se hace andando.

    ¡Un saludo!

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 20:02
  10. Hola Robert,

    Espero sepas disculpar a este que te escribe. Este mes ando -por llamarlo de alguna manera- muy liado con el trabajo (el que me aporta beneficios para subsistir) y con varios proyectos literarios. Además, de intentar cumplir con la familia.

    Te daré mi humilde opinión en base a lo poco que sé, puesto que yo estoy aprendiendo de todos y cada uno de vosotros.

    Veo que ya tienes un buen montón de comentarios. Coincido en muchas cosillas con la compañera menta.

    En cuanto a mi opinión (solo se trata de una opinión, a la que se puede patear como un balón, hasta sacarlo de cualquier campo de visión)

    En mi modesta opinión creo que eres un filón falto de pulir; una pepita de oro encontrada. Por ende, con un maravilloso camino por explorar.

    Leyendo el texto tengo la impresión de estar escuchando un narrador que no muestra, todo lo cuenta. Me da la impresión de estar ante un pseudo narrador observador, aunque técnicamente no lo sea, porque si que hay pequeños juicios de valor con los personajes. Quizás era lo que buscabas.

    No digo con ello que esté mal, no. Pero si tengo la sensación de preguntarme dónde está mi parte como lector; las imágenes.
    Me queda un tanto lineal.

    Sin embargo, sigo pensando, que hay chicha que comer, me gusta.
    Te animo a que sigas sorprendiendonos con esta cosa -en la que todos estamos metidos- que se llama literatura.

    Mi único consejo es -el mismo que siempre me han dado- lee y escribe o escribe y lee y… ya me contarás.

    ¡Un fuerte abrazo! De alguien que necesita aprender tanto o más que nadie.

    Escrito el 26 octubre 2017 a las 23:56
  11. 11. Robert M. Roderick dice:

    Hola, Nicolás:

    En mi respuesta no pueden caber disculpas, ya que son innecesarias, sino agradecimiento por el esfuerzo de leer mi texto y exponer tu opinión crítica sobre él.

    En efecto, creo que Menta acierta de lleno con sus comentarios y creo que no he expresado en el texto las cosas que quería plasmar realmente.

    Mi idea era emplear un narrador equisciente (el propio robot) salvo en los pequeños puntos en los que éste se encuentra “fuera de servicio”. En estos momentos, no me quedaba más remedio que recurrir a la omnisciencia. Puesto que el relato publicado está muy falto de revisión, comprendo que la narrativa haya quedado un tanto difusa.

    En lo que respecta a contar en lugar de mostrar, imagino que todo es cuestión, tal y como dices, de “leer y escribir, parar y repetir”. Cuanto más, mejor. La práctica hace al maestro, y no hay que dejar de practicar jamás. No todos vamos a llegar a ser maestros, ¡pero hay que intentarlo! 🙂

    Te agradezco enormemente los calificativos sobre mi potencial pero, en cualquier aspecto de la vida (y más aún en la literatura), lo que importa es el acto, y no la potencia; lo que uno arranca de sus sesos y plasma en el papel. Por esto, tal y como aconsejas, seguiré trabajando para pulir mi estilo y procurar que cualquier persona que lea las cosas que salen de esta cabeza caótica que tengo sobre los hombros lo haga con placer. Los cumplidos siempre son de agradecer, pero hoy por hoy, egoístamente, me resultan de mayor interés las críticas. 🙂

    En cuanto pueda, me pasaré por tu relato 😉

    ¡Te devuelvo el abrazo!

    Escrito el 27 octubre 2017 a las 18:56
  12. 12. Robert M. Roderick dice:

    Hola, Nicolás:

    Tu relato me deja un sabor agridulce: por un lado, el uso que haces de los recursos narrativos es muy, muy bueno; manejas muy bien las logitudes de las oraciones para no establecer un ritmo monótono, subordinas a la perfección y juegas de un modo bastante atinado con las metáforas. Por otro lado, sin embargo, hay ciertos detalles que parecen habérsete escapado de control; dos de ellos, de hecho, nada más comenzar el relato, lo cual ya hace que el lector comience trastabillando, y eso puede provocar que le resulte un poco complicado alcanzar pronto un buen ritmo de lectura.

    Paso a relatar aquello que he visto llamativo en tu texto en lo que respecta a la estructura y la técnica:

    Tu segunda oración es “¿De qué tenía que tener miedo?”. Esos “qué tenía” y “que tener” suenan tan cacofónicos (y, además, con consonantes oclusivas, que emiten sonidos muy fuertes) que son como dos martillazos. Creo que quizá una estructura alternativa como “¿Había algo que temer?”, más sencilla como “¿De qué tener miedo?” o la que indica Charola en su comentario hubieran encajado mejor en el texto; más aún teniendo en cuenta que estamos aún en el principio del relato.

    Justo en la siguiente oración dices “Cuando bajé por las escalera de madera”. En este caso, el artículo tiene un número distinto al sustantivo (“las escalera”), pero lo que más choca es la rima “escalera-madera”. A no ser que lo hayas escrito así a propósito, convendría intentar evitar este tipo de rimas, porque distraen al lector. Si ya en las tres primeras oraciones lanzamos la cacofonía y la rima al lector, a éste le va a costar mucho trabajo adentrarse en la historia y sumergirse en ella.

    Más cosas: al exponer lo de la droga Y30, lo has hecho de una forma que te obliga a matizar que el Y30 es una droga repitiendo su nombre entre paréntesis. Creo que con una estructura de estilo a “Creo que entre los anuncios y las píldoras de Y30” te podrías haber ahorrado la matización posterior entre paréntesis, ya que se asumiría fácilmente que la droga son las píldoras de Y30.

    La estructura “no había habido tan grande artista” suena muy extraña; no por el “grande” antepuesto al sustantivo, sino por la locución verbal. Esto puede resultar explicable si el padre se expresase así, cosa que no queda de manifiesto en el relato porque, debido a la longitud que permite, es someramente complicado poder dar a entender esto. Si no has escrito esa oración pensando en la forma de hablar del padre, quizá algo del estilo a “jamás hubo tan grande artista” te funcionaría.

    También he visto muy extraño esto: “—«¡claro, y yo soy la encarnación de Jesucristo!».” ¿Diálogo directo y comillas latinas? Me temo que o no he entendido bien esta parte del diálogo o sobran las comillas. Además, “claro” debería ir en mayúscula.

    Pasando ya a analizar el texto en lo que respecta al argumento, das pleno sentido a las dos oraciones introductorias con ese tan bien atinado final. Me ha gustado mucho. La ambientación está bien recreada y la tensión va creciendo a medida que el relato se aproxima al clímax. El “doble golpe” final que supone la aparición del padre y el estado de la madre forman un doble giro que deja al desnudo la confianza del protagonista, haciendo que un relato que, en principio, era meramente dramático se convierta en la exposición de una circunstancia terrorífica. Bravo por ti. 🙂

    En resumen: El texto es muy bueno aunque considero que, al igual que me ha ocurrido a mí con mi relato, hay ciertos detalles a los que podrías haber prestado un pelín más de atención. Casi parafraseándote en el comentario que dejaste al final de tu crítica sobre mi relato: todos necesitamos aprender tanto o más que nadie, y espero que estas críticas te sirvan, también, tanto o más como los comentarios positivos que te dejo. 🙂

    Estaré deseando leer tu relato para la próxima escena.

    ¡Un abrazo y sigue así!

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 15:41
  13. 13. Robert M. Roderick dice:

    Vaya… Si le dejo el comentario a Nicolás en lugar de ponerlo en mi propio relato… casi que será mejor :-S ¡Perdón a tod@s!

    Escrito el 28 octubre 2017 a las 15:41

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