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El Robo(t) - por JESS

Era más que un simple robot. Se convirtió en objeto de su devoción desde que tenía cuatro años. Jugaba siempre con él, pero ante el inminente deterioro dejó de usarlo. Desde pequeño construyó un altar a su alrededor; primero con otros juguetes, luego con aparatos electrónicos, más tarde con diferentes libros. Ya adulto, el robot reposaba en un estante en la sala principal de su casa. Omnipresente para cualquiera en esa habitación.
Sus amigos veían al robot como una excentricidad, alguna locura adquirida durante el paso de los años, o quizás una manifestación de algún trastorno obsesivo compulsivo. A él nunca le importó la opinión de los demás. Ése robot había sido su amigo, compañero, confidente por mucho tiempo, y lo sería por mucho tiempo más.
Un miércoles por la tarde, una estudiante de alguno de sus cursos de poesía, se presentó en su casa. Él nunca aceptaba visitas de estudiantes, bajo ninguna circunstancia, sin embargo, ésta estudiante tenía una crisis nerviosa. Estaba en fecha límite para la entrega de un ensayo final. Él tenía cierta responsabilidad en esa crisis, así que no le quedó más remedio que aceptarla.
Calmó a la chica con cuanto se le ocurrió, desde hacer chistes incómodos hasta servir té. Estaba nervioso. Una de las cosas por las que evitaba visitas inoportunas era explicar la ubicación predominante del robot. Un extraño no sabría apreciar la hermosa relación que mantenían.
Se disculpó por un momento para ir al baño, al regresar, la chica había abandonado su casa sin dejar rastro aparente, tan solo la puerta principal abierta. Se preguntó así mismo qué habría pasado, cerró la puerta, recogió las tazas de té, echó un vistazo rápido haciendo un inventario de sus pertenencias y no notó diferencia alguna. Cuando se dispuso a leer en el sofá, en el momento que se sentó y abrió un libro, allí, en ese instante, lo notó: el robot no estaba.
Comenzó a sudar, no se atrevía a moverse, tan solo fijaba la mirada en el lugar donde su reliquia solía estar, las lágrimas brotaron como manantiales de sus ojos. Apretó los puños sobre el sofá, gritó lo más fuerte que pudo; quería quedarse sin voz, quería que el mundo supiera de su pérdida, no le importaban los vecinos, solo quería gritar y mantenerse en ese estado.
Pasaron cinco minutos. Cesaron los gritos, enjugó sus lágrimas mientras maquinaba cual sería su próximo paso. Ella se había llevado deliberadamente a su mejor amigo, sin mediar palabra, como si tuviese algún derecho para hacerlo. Fue hasta su estudio para buscar los datos de los estudiantes bajo su tutoría, y allí estaba ella; pero tan solo había un nombre y un teléfono.
Pensó en llamarla, pero sería muy fácil para ella evitar la llamada o mantener la línea ocupada. Necesitaba su dirección, enfrentarla directamente. Se trataba de su hermano, lo menos que merecía era una batalla final por él, y las batallas no se llevan a cabo de forma telefónica. El enfrentamiento debía ser en persona.
Ella abrió la puerta sin preguntar, se quedó estupefacta en el dintel al ver al profesor parado allí. No creía que él pudiese ubicarla. Cuando tomó el robot no pensó en las consecuencias, solamente lo deseaba. No razonó, no meditó, sólo lo tomó y recogió sus cosas lo más rápido que pudo para salir. Sin embargo, allí tenía al dueño de su más preciado botín parado enfrente, esperando para hacer justicia.
Sin decir nada la chica lo invitó a pasar. Cuando él entró a la habitación no podía creer lo que estaba viendo. Su precioso robot estaba en medio de una inmensa repisa rodeado de otros robots, de diferentes tamaños, formas y materiales. Al ver tan magnífico montaje toda rabia o dolor se esfumaron. Era perfecto. Su amigo por fin estaba en el lugar adecuado: el centro de un universo de sus iguales.
Él sonrió y le dijo que el robot estaría bien allí. Ella cambió su expresión de miedo por una sonrisa, y lo abrazó. En sus brazos se sintió segura y querida. Él, para sorpresa de sí mismo, correspondió el abrazo de forma cálida y afectiva, incluso la apretujo más para sí.
Quería a esa chica. Todo se simplificó en su mente: quien amara de esa forma a su robot, lo amaba a él. Entonces se besaron bajo la mirada complaciente de todos sus amigos.

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4 comentarios

  1. 1. Guagner dice:

    Está muy bueno, Jess.
    Habría que profundizar más en los personajes y en las descripciones, pero la historia está muy bien. El final sorprende y te saca una sonrisa.

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 00:21
  2. 2. Perla preciosa dice:

    Muy original y lleno de valor por parte de la chica, y muy tierno al final. Me ha recordado algún episodio real, vivido de cerca. Estoy dos posiciones más arriba que tú, si quieres leer el mío.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 10:22
  3. 3. Juan andres dice:

    Hola Jess, te doy mi humilde opinión sobre el texto. En cuanto a la forma, creo que es una de las mejores escrituras que he leido por aqui. Veo algo que creo se consideraría un error, y es que cambias de punto de vista “sin previo aviso”, del profesor a la chica, y de la chica al profesor, esto despista al lector. Los cambios de punto de vista se hacen, pero hay que tener mucho cuidado que se vea claro en la mente de quien estas. En las novelas se suele hacer cuando acaba y empieza otro capítulo. En cuanto al fondo, la historia está bien, pero el final lo veo un poco inverosímil (o al menos demasiado rápido), enamorarse tan repentinamente sin mas ni mas. Pero ya te digo que en cuanto a escritura lo he notado de buen nivel.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 07:45
  4. 4. Tavi Oyarce dice:

    Hola Jess:
    Antes que nada, gracias por tus comentarios, tienes razón: Quería saber la opinión de mi relato y por eso lo envié, no había otra forma de empezar el con el mío.

    Jess, te cuento una pequeña experiencia:
    Tenía una amiga que siempre escribía cuentos con inicios espectaculares pero después se diluía en una redacción descuidada, era como si dijera: ─con el inicio me basta.

    Algo parecido me pasó con el tuyo. Los dos primeros párrafos tienen una excelente redacción, ( ahí se nota que hay material de escritor) pero el resto es como si no lo hubieras revisado minuciosamente y eso hace que el relato pierda su valía:

    Te doy algunos ejemplos:
    Un miércoles por la tarde, una “estudiante” de alguno de sus cursos de poesía, se presentó en su casa. Él nunca aceptaba visitas de “estudiantes”, bajo ninguna circunstancia, sin embargo, ésta “estudiante” tenía una crisis nerviosa.
    En 3 lineas repites el sustantivo estudiante.

    La frase: “Una de las cosas por las que evitaba visitas inoportunas era explicar la ubicación predominante del robot” Esta expresión debe ir algunas líneas más arriba: después de la segunda vez que escribes estudiantes. Ahí donde está se ve descontextualizada.

    “Las lágrimas brotaron como manantiales de sus ojos”. Es una frase muy manida, yo sé que si buscas, encontrarás algo tuyo.

    No es muy creíble que algo que tanto quería el personaje no se diera cuenta de la perdida: “haciendo un inventario de sus pertenencias y no notó diferencia alguna”

    Cuando “tomó” el robot no “pensó” en las consecuencias, solamente lo deseaba. No “razonó”, no “meditó”, sólo lo “tomó” y “recogió:
    si lees en voz alta esta frase te darás cuenta que es un exceso repetir la forma verbal. NO quiero decir que no se pueda hacer, pero no debe ser forzado y debe salir como lógica.

    Cuando pasas de la rabia al amor debe haber una pausa, algo que vaya justificando el cambio, nada sucede tan brusco. (Es lo que dice Juan Andrés)

    Bueno generalmente, cuando doy este tipo de opinión algunos compañeros desaparecen; pero yo prefiero ayudar con estos apuntes, a decir que todo está bien, porque de eso se trata al enviar los relatos a este foro. Por lo menos yo así lo estimo.

    Te agradezco de nuevo que pasaras por el mío
    Saludos

    Escrito el 29 octubre 2017 a las 20:46

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