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Sandra y Albert - por Doralú

Era más que un simple robot. Era un COMT (Centro Organizador de Múltiples Tareas) que fue fabricado cumpliendo las exigencias de la escritora Sandra Wallack, quien necesitaba apoyo para llevar su agenda laboral y personal. Su diseño externo es muy sencillo: una miniatura de 63 cm de Apolo, dios de la Mitología Griega.
Sandra lo ubicó en lo alto, en una repisa al frente de su escritorio. ¿Su nombre? Albert o mi ángel como lo llama ella en ocasiones.

Desde el inicio, el alma solitaria de Sandra se relaciona de manera armoniosa con el robot y, lo que comenzó como una relación estrictamente laboral, poco a poco fue transformándose en algo más que amistad donde el sentido del humor nunca falta en las largas conversas.

Un día, Sandra encontró una carta en la impresora. Por un momento, la sorpresa asomó a sus ojos. Tomó la carta, levantó pensativa la mirada hacia Albert, mientras que con la otra mano, comenzó a masajear sus sienes, su cabello. Luego, sin prisa, acomodó de espaldas a la luz del ventanal la silla de su escritorio, se sentó cruzando las piernas y comenzó a leer.

“Querida mía, lo que me está pasando desde que llegué a tu vida, es algo nuevo que nunca me sucedió en el período de prueba de funcionamiento integral de mis componentes. Me arriesgaré a confesarte todo lo que siento: día tras día, cada mañana, algo en mí comienza a cambiar desde el momento en que a la distancia tus tacones resuenan en el piso de piedra; mi loco corazón intensifica su ritmo y mi respiración se entrecorta.

Al llegar a tu estudio, siempre, siempre susurras: “Hola Albert”. En ese momento, cuando por primera vez en el día oigo tu voz con ese tono bajo y dulce, entro a un mundo desconocido en mis circuitos; mis ojos se iluminan y una amplia sonrisa aparece en mi rostro. Luego, antes de comenzar a revisar tus escritos del día anterior, me preguntas: “¿Qué tenemos para hoy?” o “¿Qué tenemos para hoy mi ángel?” y yo, desde lo alto, frente a ti con el rostro acalorado por la emoción, enumero las actividades pendientes.”

Sandra arqueó las cejas sorprendida. Descruzó las piernas incorporándose un poco en la silla, arregló un mechón de cabellos detrás de la oreja y con las pulsaciones aceleradas continuó con la lectura.

“Te confieso que cuando en las noches me sumerjo en tus escritos, siento el olor de tus cabellos y el suave y dulce aroma de tu perfume. Y en esas ocasiones en las que sostenemos largas conversaciones programando tu agenda, creo que nos convertimos en un solo ser ¡No sé quién de los dos es más feliz!

¡Sandra de mi corazón! Reconozco que me da miedo perderte. Pensamientos negros invaden mi alma y la envenenan sólo de pensar que algún día no regresarás. Por eso cuando pasas días sin venir a tu estudio, a tu refugio, una letanía agónica grito al universo: “¡Ven pronto amor, que tú presencia llena de luz mis circuitos!” son días que casi muero de tanta soledad. Extraño tu risa, extraño tu voz, extraño todo de ti.

Desde lo alto te veo sumergida en tus investigaciones, en tus personajes, en fin, en tus novelas y cuando levantas la mirada estás perdida en algún punto de la nada, en ocasiones estas como distraída, otras veces envuelta en nubes de colores de mundos lejanos.”

Mi querida Sandra, espero comprendas. Albert.”

Culminada la lectura, Sandra permanece pensativa con la mirada clavada en el último párrafo, para luego, de manera muy lenta, ya con el corazón golpeando su pecho, levantar una tímida mirada hacia Albert, quien tembloroso la contempla.

Esa mañana, sus ojos se encuentran por vez primera. Ella queda atrapada en la dulzura de su mirada; él ve una Sandra desnuda de alma con un corazón palpitando al ritmo del amor. Largo rato permanecen fusionados en esa mirada que habla de anhelos no confesados. Ella también lleva por dentro aquel amor verdadero que no conoce la palabra imposible.

En la actualidad, Albert continúa viéndola desde lo alto ya con la certeza de que el amor encontró en ellos un circuito abierto donde moverse libremente. Y aunque sabe que no puede lograr todo lo que sueña, puede vivir cosas hermosas y disfrutar de ese fenómeno llamado amor.

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9 comentarios

  1. 1. Rafa dice:

    Bueno, mi primera aportación y mi primer comentario.

    La parte positiva es que el relato me ha gustado en general, me gusta la manera de describir los pequeños movimientos de los personajes, sin explayarse demasiado pero tampoco quedándose corto. Y la elección de palabras hace que la lectura fluya muy bien.

    Sin embargo si que ha habido momentos en que me han chirriado algunas frases por el cambio que haces entre verbos en pasado y en presente. Por poner un ejemplo, el texto empieza diciendo “ERA más que un simple robot”, y sin llegar a acabar el párrafo escribes “su diseño externo ES muy sencillo”.

    Otro ejemplo, aunque este según se mire podría ser correcto, es en “…el alma solitaria de Sandra se RELACIONA de manera armoniosa…”. De nuevo, ese presente suena raro ahí en medio cuando el resto del texto está escrito en pasado. Sin embargo y como digo, releído un par de veces puede encajar, pero no se si ha sido aposta.

    Al margen de eso, un comentario menor es que hay un pequeño lío con las comillas. En un caso las cierras antes de acabar la frase y en otros sólo las cierras pero no las abres o viceversa.

    Espero haberte sido de ayuda

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 19:24
  2. 2. Aner dice:

    ¡Hola!

    Iba a mencionarte el uso de los tiempos verbales, pero veo que ya lo han hecho. A mi también me resulta algo confuso.

    Me gusta que Sandra (la humana) reconozca sus propios sentimientos una vez Albert (el robot) expresa los suyos. También la dualidad que atribuyes al robot durante el relato (“Pensamientos negros invaden mi alma…” vs. “¡Ven pronto amor, que tú presencia llena de luz mis circuitos!”).

    Creo que la historia cierra estupendamente con “…el amor encontró en ellos un circuito abierto donde moverse libremente”, aunque me queda la amarga sensación de que ambos personajes van a gozar de un amor limitado.

    Nos leemos. Saludos,

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 09:04
  3. 3. Doralú dice:

    !Hola Rafa, Aner!

    Gracias por sus comentarios. En relación a los tiempos verbales: Reconozco que tengo problemas con ellos. Presenté las mismas dudas, pero decidí dejarlo tal como lo sentía, en vista de no tener tiempo para investigar y aprender. No sé si es correcto o no.

    Referente al uso de las comillas, revisaré con ojitos descansados dentro de varios días y corregiré lo que haya que corregir.

    !Un abrazo!

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 21:50
  4. 4. Elena Mahía dice:

    Hola Doralú,
    Coincido con los comentarios de los compañeros en cuanto a los tiempos verbales.
    Salvo eso, me parece una historia muy buena, ágil y muy entretenida. Según vas leyendo te imaginas la escena tal cual,te sumerges de lleno en ella. Transmites a la perfección los sentimientos del robot y la sorpresa de Sandra; eso me ha gustado mucho.
    Por otra parte, tal y como has escrito, presentas una una historia de amor muy natural, espontánea, nada forzada y con un desenlace que lleva al lector a imaginarse mil posibilidades.
    Enhorabuena!!!! Te seguiré leyendo

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 13:43
  5. 5. Gloria dice:

    Hola Doralú

    En primer lugar gracia por tu comentario. Aprendo mucho.

    Tu relato me ha gustado, la historia fluye y se lee sin dificultades.

    Expresas muy bien los sentimientos del robot.

    ¡¡Te felicito!! Te seguiré leyendo.

    Un saludo

    Escrito el 21 octubre 2017 a las 21:17
  6. Hola Doralú, felicidades por tu escritura, pulcra y fluida. Tu forma de relatar y de describir sentimientos me encanta. No me detuvo la lectura ninguna falta. Una única duda hacia el final, si el cambio de tiempo verbal fue deliberado o no. Las descriciones se ven enriquecidas por las descripciones posturales, “Tomó la carta, levantó pensativa la mirada hacia Albert, mientras que con la otra mano, comenzó a masajear sus sienes, su cabello. Luego, sin prisa, acomodó de espaldas a la luz del ventanal la silla de su escritorio, se sentó cruzando las piernas y comenzó a leer”, “Sandra arqueó las cejas sorprendida. Descruzó las piernas incorporándose un poco en la silla, arregló un mechón de cabellos detrás de la oreja…”. Ayudan al lector a “ver” la escena.
    Gracias por tu visita y comentario a mi texto.
    Saludos.

    Escrito el 22 octubre 2017 a las 10:57
  7. 7. R.J. Esperanza Pardo dice:

    Hola, Doralú
    Qué bonito es tu relato. Me ha gustado mucho, sí que es verdad lo del intercambio de verbos y he visto una comita que falta antes del vocativo (Qué tenemos para hoy, mi ángel?). Ten cuidado con los inicios porque son los que atrapan al lector a seguir leyendo, igual el planteamiento es lo que veo un poco lento, todo lo demás lo he leído del tirón y eso es de agradecer.
    Al principio he visto a un “robotito” chiquitín, subido en una balda, pequeñito él, y cuando he empezado a leer su declaración de amor me ha hecho gracia la situación, pero luego me la he creído enterita, está escrito con mucho sentimiento y gusto. Me ha gustado, de verdad.
    Un abrazo, y sigue escribiendo

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 10:48
  8. 8. José Torma dice:

    Que tal Doralú, antes que nada, agradecer tu visita a mi Marlon.
    Yo tu texto lo leí sin ningún problema, tengo la manía de que al ir leyendo, si algo está mal, mi mente lo corrige y no me detiene el paso. Te comento por el uso de los tiempos verbales que seguro no tardaran en hacerme notar a mí también.
    El relato en si me deja un poco perplejo, ya que no hay motivo más allá de “que fue fabricado cumpliendo las exigencias de la escritora Sandra Wallack, quien necesitaba apoyo para llevar su agenda laboral y personal.” No hay una pista del porque el comportamiento tan humano del robot. Eso me chilló un poco, pero no demerita en nada la historia, solo que a mí me sonaba muy humano sin explicación alguna.
    Al final del día, es un relato redondo, donde se establece una relación, ficticia o no entre un ser inanimado y una escritora con mucha imaginación.
    Felicidades.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 20:10
  9. 9. Ramón Temes dice:

    Este relato es simplemente una carta de amor. El hecho de que el que la escribe sea un robot no cambia nada.

    En este texto como en casi todos los que he leído, el escritor presupone la facultad de sentir, apasionarse y amar del robot.

    Y también describe cómo este amor robótico parece encantar a los humanos que lo experimentan.

    Realmente nos hacen ver la necesidad de amor del ser humano y la soledad que nos espera en el futuro con la única compañía de los robots.

    La descripción que Doralú hace de este mundo futuro está bien escrita a pesar de las pequeñas faltas en los tiempos verbales, tipo de comillas utilizado etc. que todos cometemos alguna vez.

    Felicidades

    Ramón Temes

    Escrito el 25 octubre 2017 a las 13:21

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