Un último día - por Aaron Alessandro C.D.

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El autor/a de este texto es menor de edad

Era más que un simple robot. Yo sabía que era un robot, tenía que serlo o de lo contrario había terminado por enloquecer…
Él no debería estar aquí.
—Hola, Regina —dice con su voz.
—No—le detengo—¡Ya había dejado de llorar por ti! Yo… ¿Quién te envió?
—Tú me querías de vuelta. ¿Por qué no me das amor? — es su voz. Una lágrima se asoma y comienzo a llorar como no lo había hecho en mucho tiempo.
—Moriste. Moriste frente a mí. Tuviste una enfermedad muy grave y te acompañé hasta el último de tus días. Te he amado cada segundo desde que me dijiste que continúe con mi vida sin ti. Y no he podido. No he podido. Y ahora apareces aquí y…—me agarro la boca tratando de no ahogarme en mis palabras—te ves tan… hermoso.
El robot se acerca a mí y me acaricia la mejilla como lo hacía el verdadero él. En ese momento dejo de estar tensa y apoyo mi frente en su pecho.
—Eres tan real…—susurro.
—Si tú lo crees, puedo serlo. En mi bolsillo derecho está el manual de cómo puedo ser usado…—le pongo mi dedo en su boca tratando silenciarlo. Me mira consternado.
No sé en qué momento la tecnología se volvió tan tenebrosa que llegó al punto en el cual pudieron recrear a un ser humano con exactitud. Cuando Miles murió lo único que quería era tenerlo junto a mí de nuevo. Lloré cada día a la misma hora cuando se suponía que llegaría de trabajar, le hablé a su espíritu esperando respuestas, olía su ropa, escribía todas las noches hasta el mínimo recuerdo que tenía de él. Al menos así, en mis recuerdos, lo tendría cerca y no lo olvidaría. Veía sus fotos y videos. No sé si estaba siendo cruel conmigo misma o si me estaba volviendo loca. El resto del mundo creía que ambas cosas me sucedían.
Me agarro la cara limpiándome así mis lágrimas y lo miro a los ojos.
—Se supone que debería verte de nuevo cuando me muera. Se supone que debería… no sé ni siquiera qué se supone que debería hacer ahora. Mantenerte conmigo haría que las personas crean que ahora realmente estoy demente y hacer que te desactiven rompería mi corazón.
—Miles me envió. Me dijo que unos meses después de su muerte te visitara y te regale algo.
—¿Qué es? — Si lo envió Miles debe ser algo importante.
—Un último día. Juntos. Él me dijo qué hacer, se sentía muy triste porque no podía hacer ese tipo de cosas contigo por su enfermedad. Así que por un día tienes que hacer todo lo que Miles quería que hicieran juntos.
—¿Él estaba triste?
—Nostálgico en realidad. Nostálgico del futuro que viviría sin ti. También quería que te recordara que quiere que tengas hijos, muchos hijos. Tienes que encontrar a otra persona que te llene de felicidad. No seas egoísta contigo misma, por favor.
De pronto, sin darme cuenta lo abrazo como solía hacerlo.
—¿Qué es lo primero que Miles quería que hiciéramos?
El robot de Miles saca entonces de su bolsillo un anillo y se arrodilla ante mí.
—Miles nunca se atrevió a pedirte matrimonio porque sabía que iba a morir pronto. Él de verdad que quería hacerlo. Así como quiso hacer todo lo que yo haré contigo en este día. Pero lo más importante, él quería que siempre tengas esta imagen de él pidiéndote matrimonio. Para que entiendas así que él realmente hubiera querido una vida entera contigo. Qué dices, ¿Aceptas este ultimo día?
—Claro que sí, Miles. Acepto.