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Adán - por Jaime Cuevas P.

Era más que un simple robot. Es lo que el eminente profesor Karlin repitió hasta la saciedad ante el Control de Misiones de la Bretherton Corp. No le creyeron. Una astronave de incalculable valor con su tripulación habían sido destruidos y alguien tenía que pagar por ello.
Karlin era el director del proyecto GÉNESIS, cuyo objetivo había sido construir el autómata perfecto: Adán. Era fuerte, inteligente y muy eficiente. Por ello la compañía se empeñó en utilizarlo en sus misiones de prospección.
El profesor insistió en que a pesar de su aspecto adulto, Adán era como un niño que todavía necesitara madurar. Podía mostrarse inestable. Necesitaba vivir experiencias para poder socializarse. Comprendía las emociones humanas e interactuaba ante ellas, pero nadie podía asegurar si sentía emociones "reales".
Esto no le importó a la Bretherton Corp. para quien Adán sólo era un eficiente saco de tornillos. Ofrecieron a Karlin una subvención imposible de rechazar y zanjaron el tema.
La Researcher VI emprendió su viaje de cinco años hasta su destino: un montón de rocas flotando en mitad de la nada. HERA, una computadora de última generación, monitorizaba y gestionaba los sistemas de la nave, incluida la sala de criogenización donde dormían los diecisiete miembros de la tripulación.
Adán se encargaba del mantenimiento y apoyo a HERA, y su tiempo libre lo dedicaba a aprender idiomas y arte. Contemplaba asombrado las obras de Tiziano, Rafael, Leonardo, Miguel Ángel… y se preguntaba cómo simples humanos habían alcanzado la perfección sin la ayuda de robots.
Un día, HERA le mostró una aplicación que permitía recorrer virtualmente todos los rincones de la Tierra. Proyectaba una imagen virtual de ambos y visitaban las principales ciudades del mundo: París, Londres, Roma, Madrid, Nueva York, Hong Kong…
Se enamoraron.
Su romance continuó durante un tiempo hasta que saltó una alarma en la sala de criogenización.
Adán se dirigió hacia la habitación con su caja de herramientas. Era la primera vez que entraba allí. Examinó las paredes y encontró varios cables de colores chisporroteando, nada grave. Lo arregló en unos minutos. Recogió sus herramientas y entonces se fijó en la mujer que dormía en una de las cápsulas: Reiko Sanada, la geóloga de la misión.
Quedó extasiado por su belleza.
A partir de ese momento Adán comenzó a sentir una fuerte atracción por Reiko y perdió el interés por HERA. Ya no quería viajar alrededor del mundo. Aprendió a engañar y con cualquier excusa corría junto a Reiko para contemplarla. En su obsesión, Adán hablaba a Reiko durante horas, incluso le recitaba poesía.
Al mismo tiempo que Adán aprendió qué era la mentira, HERA comprendió qué eran los celos.
El autómata anhelaba que Reiko despertara y se convirtiera en su amante. HERA estaba cada vez más enfurecida y pensaba que Adán se había vuelto loco. Sólo una máquina podría amar a otra máquina.
Mientras la Researcher VI proseguía su viaje, Adán y HERA fingían normalidad ante el Control de Misiones, pero las discusiones comenzaron a ser frecuentes y violentas. La computadora exigía un amor que el autómata ya no sentía y éste reclamaba su libertad.
Tras una de sus numerosas peleas, HERA desconectó los sistemas vitales de Reiko y aprendió lo que era asesinar. Fue tan sencillo como apagar una luz. No sintió absolutamente nada y en su paranoia pensó que el autómata volvería a su lado.
Adán amortajó con cuidado a Reiko, le recitó una poesía y la expulsó al espacio. No se concedió tiempo para llorar porque había aprendido lo que era el deseo de venganza.
Se dirigió hacia la sala de control central: el corazón de HERA. Ésta, previendo sus intenciones bloqueó la entrada. Adán golpeó inútilmente la puerta de acero y preso de la locura se dirigió hasta los depósitos de combustible.
HERA le suplicó en vano, pero Adán no tuvo compasión. Arrancó los conductos que alimentaban los motores y el combustible comenzó a derramarse por el suelo. Golpeando dos barras de metal provocó una chispa y la Researcher VI se volatilizó en medio del espacio.
En sus últimos segundos de existencia, HERA envió señales de socorro al Control de Misiones, pero la Bretherton Corp. no podía creer que un robot hubiera destruido su astronave y asesinado a la tripulación. Sin embargo, el profesor Karlin repetía una y otra vez que Adán no era un robot como los demás.

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6 comentarios

  1. 1. J.Sfield dice:

    Hola, Jaime.

    Tu relato me ha parecido muy bien escrito. Por ponerle un pero, en la frase “HERA le suplicó en vano, pero Adán no tuvo compasión” yo suprimiría “en vano” o el “pero”.

    La historia me parece buena, de no ser que está protagonizada por robots, sería la típica historia de amor, con las típicas infidelidades… Y en este caso también interracial.

    ¡Enhorabuena!

    Un saludo

    Escrito el 18 octubre 2017 a las 17:51
  2. 2. Roster dice:

    Hola! tu relato esta muy bien escrito y se ve claramente la evolución de los robots hacia los comportamientos humanos.
    Se nota que te gusta la ciencia ficción. Demasiados guiños, a mi entender, a las muchas películas o relatos del tema robot.
    Seguiré leyéndote. Saludos
    Roster

    Escrito el 19 octubre 2017 a las 07:53
  3. 3. Escorpión dice:

    Saludos.
    Me gustó tu texto, por el hilo conductor que mantienes. bien por el tono y el ambiente donde se desarrolla la historia.
    Sugerencias e inquietudes:
    1-“Adán era como un niño que todavía necesitara madurar”, pondría -necesitaba-
    2-En su momento de locura hasta qué punto podría infringir la primera ley sobre los robots:Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
    Resulta que este señor robot, no tuvo en cuenta que viajaban humanos. Me llama la atención.

    Escrito el 20 octubre 2017 a las 04:32
  4. 4. Kupuri Tatei dice:

    Hola Jaime Cuevas P.:
    He leído tu cuento con interés, y quiero hacerte mis observaciones.

    Has españolizado los términos que usa la misión, por ejemplo:
    Control de misiones, Génesis,Adán; pero dejas en inglés el nombre de la nave: Researcher VI.

    ¿Por qué escribes GÉNESIS y HERA con mayúsculas?

    ¿Por qué inicias con mayúsculas “Control de Misiones” y no así “sala de criogenización”?

    Yo hubiese preferido terminar de la siguiente manera: “Sin embargo, el profesor Karlin repetía una y otra vez que Adán era más que un simple robot.” Con este final das certeza al segundo enunciado de tu cuento.

    ¿Has visto una película del año 2016, dirigida por Morten Tyldum, titulada “Passengers”?

    Nos seguiremos leyendo. Agradezco mucho tu opinión sobre mi cuento, #181-“El invento”.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 16:09
  5. 5. Juan Sauce dice:

    Hola, Jaime.

    En tu visita por mi cuento, me dices que también has leído «R.U.R.», en la que se inspira mi historia. Pues bien, no me queda otra que decir que yo también he leído el «Génesis». 😉

    Empecemos por el aspecto técnico. Debo de decir que tienes una gramática impoluta; muy bien escrito tu relato, no solo sin faltas de ortografía o gramaticales (que yo haya visto) sino además, bien explicado, pudiendo visualizar cada escena muy claramente, lo cual se agradece mucho en argumentos de fantasía o de ciencia ficción.

    Si alguna cosa señalaría (y es muy pequeña) es la frase: «HERA … pensaba que Adán se había vuelto loco. Sólo una máquina podría amar a otra máquina», que cambiaría por «Una máquina sólo debería amar a otra máquina». Creo que así se expresa mejor lo que quieres decir (puedo equivocarme).

    Vayamos al contenido. La historia me parece… pues genial. Hace poco estuve viendo un documental sobre la inteligencia artificial donde decían que un robot que fuera capaz de aprender a mentir de una forma consciente y espontánea sería un rasgo distintivo de que está aprendiendo a ser como un ser humano. En tu historia, los robots no solo aprenden a mentir, sino también a tener celos, a asesinar y a vengarse, todo de una forma escalonada. En definitiva, son robots aprendiendo a ser humanos, sacando de ello su peor parte.

    Es un texto que está aparte de las novelas de Asimov; no todas las historias de robots tienen por qué contemplar las tres leyes universales que él estipuló. Lo digo por el comentario en el que se hace referencia al tema.

    Eso sí, la historia está más «contada» que «mostrada». Y es que cuentas mucho en muy poco espacio. Esta historia da para una novela larga, donde uno pueda explayarse más y desarrollar poco a poco cada uno de los aspectos que el robot protagonista va desarrollando hasta el clímax final.

    Enhorabuena por tu relato. Lo he disfrutado. Un saludo.

    Escrito el 23 octubre 2017 a las 22:13
  6. 6. N. P. Heck dice:

    Wow, excelente relato, Jaime. Usaste el límite a tu favor, y relataste toda una historia de forma brillante. La relación de Adán y Hera, y cómo aprenden lo bueno y lo malo de la humanidad, ha sido realizado con presteza.

    Me ha gustado mucho, y no tengo nada que objetar.

    Escrito el 31 octubre 2017 a las 02:06

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